Hola, antes de iniciar quería decir que este es mi primer fic de League of Legends, no sé mucho de la historia del juego (saben a lo que me refiero ¿verdad?). De todas maneras espero les guste :)

League of Legends y sus personajes no me pertenecen, la historia fue escrita sólo para entretener.

Entre la oscuridad de la fría noche, entre la lluvia, se podía ver a un hombre correr. Este hombre no era humano, era más pequeño, tenía el cuerpo cubierto de pelo de un color marrón claro, sus orejas eran como las de un gato, y su nariz de igual forma. Era un yordle, raza que se caracterizaba por su físico, por tener una vida más prolongada que un humano y por sus grandes conocimientos para la ciencia y mecánica.

El yordle, que no debía tener más de los 300* años (físicamente tendría 30 años si fuera humano), huía torpemente de su agresor, pues no podía hacer mucho en su actual estado. Su brazo izquierdo no dejaba de sangrar, su pierna derecha estaba estropeada, un gran corte, que no parecía profundo, atravesaba su pecho y su cara estaba manchada de sangre. El yordle sabía que no podría escapar, pero él intentaría salir de esa, tenía que ayudar a su familia, no podía dejar a su único hijo y a su esposa solos. El yordle estaba muy cansado, ya no podía seguir corriendo (al menos lo intentaba), pero no podía rendirse, él lo sabía. La lluvia poco a poco iba en aumento, impidiendo todavía más la vista del hombre. Mientras más lejos corría, más desdichado se sentía, más lejos se encontraba su hogar. El yordle intentó encontrar un escondite, sabía que no le serviría de mucho, pero no podía morir todavía. Aún sin poder ver casi nada distinguió en donde estaba, pues todos conocían los enormes árboles que se encontraban en el bosque que se encontraba cercas de la ciudad de Bandle. Sin dejar de andar, siguió su camino a siegas, sin saber exactamente donde se encontraba. El yordle escuchaba una risa a la lejanía, era la risa de un niño. Aquel sonido le aterraba, pues sabía que venía de su agresor.

-No puedes ocultarte de mí- decía la voz con un tono sombrío, pero sin dejar de ser la voz de un niño.

-Sólo quiero jugar contigo- decía la voz de manera maliciosa.

Tan sólo escucharlo, el hombre comenzó a sudar de miedo. Ese no era un niño, era un demonio. La lluvia entorpecía todavía más su camino. Para la desgracia del yordle, tropezó, cayendo precipitosamente entre las piedras. No puedo evitar soltar un pequeño gemido de dolor, pues su estado había empeorado.

-¿Dónde estás?- escucho que decía la voz momentos después.

El hombre suspiró aliviado, al menos todavía no lo había encontrado. Sin embargo, no duró mucho tiempo, pues sabía que ya no podía seguir. Con todas la fuerzas que le quedaban trató de seguir su camino, pero no logró avanzar mucho, pues poco a poco se sintió mareado. Había perdido mucha sangre. Su visión se volvió borrosa, ya no había escapatoria. Mientras los segundos pasaban, un recuerdo vino a su mente.

"Una yordle, de pelaje color crema y de cabello castaño, la veía llena de felicidad. Sus ojos, de un color verde intenso, mostraba una alegría inmensa. Se encontraba en un hospital, la mujer estaba en una cama y sostenía un pequeño bulto entre sus brazos. El hombre poco a poco se aproximó a la yordle.

-Es un niño...- dijo dulcemente mientras le mostraba al bebé. El pequeño tenía el pelaje del mismo color que la madre, la diferencia era que en la parte de sus ojos era color naranja claro. El pequeño no se movía, dormía profundamente entre los brazos de su madre.

El yordle estaba llorando, llorando de alegría. Después de tanto tiempo de espera por fin podía conocer a su hijo.

-¿No es hermoso?, es idéntico a ti- dijo la yordle mientras sonreía.

-Lucy, yo...- pero el yordle no terminó su frase, pues había sido interrumpido por el llanto del bebé. El pequeño había abierto sus ojos, mostrando su color. Al verlos, los dos se quedaron en silencio del asombro. No eran de un color común. Sus pequeños ojitos eran color gris...

En ese momento los dos se dieron cuenta de que su hijo no era un niño normal."

El Yordle tenía mucho frío. Estaba muy cansado y sabía que su final estaba cerca, pero él no podía rendirse todavía, tenía que vivir por su familia, por sus amigos, por su esposa, por su hijo...

El hombre no podía moverse, sólo escuchaba el sonido de las gotas de agua al caer, siendo seguido por el ruido de unos pasos. Esto lo alarmó, de nadie podían ser esos pasos más que su agresor. Aterrado por la idea de su muerte, trato inútilmente levantarse del suelo, pero al intentarlo el dolor de sus piernas y brazos lo hizo caer nuevamente.

¿Ese sería su fin?, ¿moriría sin poder ver a su familia una vez más?, no lo sabía, pero sí de verdad era su fin... El lo aceptaría.

-Nadie puede huir de la muerte...

Escuchó que la voz del niño le susurraba en el oído. Su aliento era cálido, no podía ser de un demonio ni fantasma. La voz estaba un poco distorsionada pero sabía que pertenecía a un niño. No veía nada, pero no era necesario para saber que el dueño de la voz estaba a su lado.

-Nadie se me escapa nunca...- dijo la voz antes de clavar un cuchillo en el pecho del yordle. En ese momento se le fue el aliento. Poco a poco se sintió más débil... La vida se le iba. La lluvia había dejado de caer, ahora sólo escuchaba la risa del niño.

Lentamente abrió los ojos, con la esperanza de poder ver al menos donde estaba. Su visión seguía si mejorar pero pudo observar el rostro de su asesino...

Su sorpresa fue tan grande al verlo, pero no duró mucho, pues poco a poco su vida terminó.

Tal vez debí empezar con una historia más alegre, pero enserio que no podía sacar de mi mente está escena que se me ocurrió. Si de casualidad a alguien le gusta mi primer capítulo, que sólo es el inicio, podría seguir...

P/D: *sobre la edad de los yordles, no sé mucho sobre el tema, pero considerando que Poppy estuvo presente durante la fundación de Damacia, supuse que no debía tener más de los 300 años, no sé mucho del tema la verdad. Por eso decidí que el yordle tuviera esa edad.