1. Rebélate
Definitivamente, ser un Slytherin nunca iba a ser fácil.
Eso pensaba Harry día tras día desde que el Sombrero Seleccionador lo había asignado a la casa de las serpientes. Y eso que su situación había mejorado muchísimo, casi se podía decir que el niño que vivió se sentía completamente a gusto allí, en el territorio verde y plateado. Pero conseguir esa estabilidad había sido complicado, muy complicado…
OoOoOoOoOoOoOoOoOoOo
5 años atrás…
-Mmmm…-dijo una vocecilla en la oreja de Harry- Difícil, muy difícil…Existe un abundante valor, ya veo. No una mala cabeza, y hay talento… una increíble sed de probarse a sí mismo. Esto sí es interesante… ¿Dónde te coloco?
Harry agarró con fuerza el borde del banquillo y un horrible pensamiento lo atravesó, como esos que tienes cuando estás preso del pánico. ¿Y si no era escogido? ¿Y si se pasaba sentado con el sombrero en la cabeza durante eras hasta que la profesora McGonagall le quitara el sombrero de un tirón y le dijera que, obviamente había habido un error y que mejor debería de volver a casa? ¿Había pasado eso alguna vez?
"Cualquier lugar…" pensó con fiereza "Donde sea que pertenezca"
-No tienes preferencias, ¿eh?- dijo de nuevo la vocecilla- Bueno, en ese caso… ¡mejor sé SLYTHERIN!
Harry se dirigió entonces hacia la mesa donde le esperaban todos sus compañeros, en medio de un montón de aplausos y vítores, pero sobretodo sintiendo sobre él miradas estupefactas y medio decepcionadas de algunos profesores, en especial de Hagrid.
"Bueno… mejor aquí que con los Dursley", se dijo el moreno intentando calmarse, mientras tomaba asiento al lado de Nott.
OoOoOoOoOoOoOoOoOoOo
Actualmente
Ahí había empezado la aventura de Harry en la escuela mágica más famosa de Europa.
Harry suspiró pesadamente al tiempo que se incorporaba en su cama, aquella en la que había dormido durante más de 5 años ya. Cómo pasaba el tiempo… parecía que fuera ayer cuando todavía era un chico enclenque, famélico y asustadizo, con demasiada inseguridad, producto de tantos años de constante maltrato por parte de sus tíos. Pero ya no, ese niño temeroso había desaparecido por completo. A sus 16 años, Harry se había convertido en todo un hombre, aún delgado pero fibroso. Había crecido unos quince centímetros y sus gafas redondas habían sido sustituidas por unas lentillas mágicas, que permitían a esos preciosos ojos verdes esmeralda deslumbrar a más de uno o una con su mirada.
-¿Qué te pasa, Harry?-preguntó Theodore Nott descorriendo el dosel de la cama de su compañero con demasiada brusquedad- No me digas que aún estás dándole vueltas al partido de ayer… No te culpes tanto, esa buscadora nueva de Gryffindor es una maldita salvaje.
-Nada de eso-respondió el aludido despreocupado- Solo estaba recordando viejos tiempos.
-Potter el melancólico…-se burló Draco Malfoy, que se encontraba cambiándose en ese momento, en la cama de enfrente del moreno- Cada vez tengo más claro que deberías haber sido uno de esos sensibleros leones.
-Al menos tengo sentimientos, Malfoy. -contestó Harry con una risa socarrona. Ya estaba acostumbrado a los intentos de provocación del rubio, tanto que se lo tomaba a broma la mayoría de las veces. Conocía demasiado bien a ese arrogante, y a pesar de lo molesto que podía ser a veces, había conseguido una relativa paz con él. Eso después de años de continua rivalidad, claro.
-Yo no los necesito, eso simplemente te hace ser más débil…algún día lo entenderás.-agregó el rubio con prepotencia mientras se abrochaba la túnica negra- ¿Vamos o qué Zabini? Joder, es increíble lo lento que eres para asearte… he visto mujeres arreglarse muchísimo más rápido.
En ese momento, un Blaise perfectamente acicalado salió del baño con prisa, fulminando a Malfoy con la mirada.
-Que toca-pelotas eres a veces, de verdad.-dijo el moreno mientras cogía su mochila y se disponía a salir por la puerta del dormitorio. Malfoy salió detrás de él, sin dejar de esbozar esa media sonrisa que tanto lo caracterizaba.
Harry se levantó entonces de la cama y miró a través de la ventana. Le encantaba observar el paisaje marino cada mañana, descubriendo siempre especies nuevas, cada cual más extraña. Tanto le fascinaban las criaturas que allí habitaban, que bien podría pasarse horas allí parado, completamente embelesado por la belleza marina. Una vez más, Theo se unió a él en su contemplación. Le gustaba la compañía del castaño, era un chico tranquilo, inteligente y algo introvertido, pero muy generoso y leal con quienes le apoyaban. La mirada de Theo, tan azul y tan clara, le transmitía a Harry transparencia y sinceridad, algo poco común dentro de aquel agujero de serpientes mentirosas y traicioneras. Por ello, desde el primer día que pisaron Hogwarts, se habían hecho inseparables.
-No es por romper el ambiente pero… ¿no habías quedado hoy con Granger?-inquirió de repente Theo.
Harry se sobresaltó. Mierda, era verdad, los fines de semana siempre se olvidaba de sus quehaceres. Y si no llegaba puntual a la cita, lo más seguro es que la Gryffindor se enfadara y no se ofreciera a ayudarle nunca más. Sabía lo importante que era para ella eso de la puntualidad… Tonterías que jamás llegaría a entender.
-Joder, me va a matar.-murmuró el moreno, más para sí que para su compañero. De inmediato comenzó a vestirse y en menos de cinco minutos salía por la puerta apresurado, tropezando antes con todo lo que se ponía por en medio. Antes de irse oyó a Theo suspirar, susurrando un "siempre igual" bastante claro, que Harry ignoró completamente. No había tiempo para discutir, de Granger dependía su aprobado en pociones.
Harry corrió como poseído por todo el castillo, en dirección a la biblioteca, mirando el reloj de su muñeca cada cinco segundos. Ya llegaba tarde cinco minutos, seguramente la castaña estaba impacientándose, preguntándose por qué demonios era la única del castillo que se tomaba las citas de forma seria.
Cuando al fin llegó a la enorme biblioteca no le costó vislumbrar la gran enmarañada cabellera de su amiga. Unos ojos avellanados lo miraron con reproche mientras Harry se acercaba a la mesa que ocupaba la chica en soledad.
-Llegas tarde.-comentó la chica con severidad.
-Lo siento, lo siento. Últimamente no sé donde tengo la cabeza-se disculpó el moreno mientras tomaba asiento junto a ella.
-No me extraña, y más después de la paliza que os dimos ayer…
Hermione le sonrió divertida, esperando que cayera en la provocación.
-¿Cómo? Yo no llamaría paliza a ganar por treinta miserables puntos. Además, tu amiguita pelirroja casi me saca el estómago por la boca con ese codazo que me dejó sin respiración- discutió Harry de malas pulgas.
La castaña carcajeó con fuerza, llamando la atención de la señora Pince, la cual le reprendió por su mal comportamiento. Acto seguido, Granger se calló algo ruborizada. No era de su gusto que la riñeran, por algo era ella la alumna perfecta del colegio, y no podía permitirse que su reputación se manchara bajo ningún concepto por situaciones así. Ante lo ocurrido, fue el turno de Harry el soltar una risita divertida que molestó tremendamente a la Gryffindor.
-Cuidado, señor Potter, no querrá usted quedarse sin la ayuda que tanto necesitaba para su trabajo…-susurró la castaña en su oído, haciendo que el moreno se estremeciera.
-No, no, por favor… haré lo que sea con tal de que me saques de otro suspenso con Snape.-suplicó el Slytherin abatido, poniendo la cabeza entre sus brazos.
Hermione se sintió entonces lo suficientemente satisfecha, y olvidando aquel pequeño incidente con la bibliotecaria, comenzó a explicar al moreno la manera correcta de preparar la poción del sueño.
Harry aún recordaba la manera en que se habían conocido años atrás, durante su segundo año en Hogwarts. Habían cambiado tantas cosas desde entonces…
OoOoOoOoOoOoOoOoOoOo
4 años atrás…
El primer curso no fue fácil para el niño que vivió. Eran muchos los Slytherins que mostraban su desagrado por tenerlo ahí, aunque Harry no entendía el porqué. Algunos se burlaban de su cicatriz, otros simplemente lo ignoraban como si tuviera la peste, y el resto se acercaba simplemente por interés. Al fin y al cabo, como había dicho Snape en la primera clase de Pociones, él era la nueva celebridad. El resto de las casas se limitaban a lanzarle miradas furtivas que Harry podía notar a sus espaldas, pero ninguno se atrevía a sostenerle la mirada. Incluso Ron, aquel simpático pelirrojo que conoció en el expreso de Hogwarts, le había dado completamente de lado por pertenecer a la casa de las serpientes. Más de una vez Harry había intentado entablar una conversación con él en clases, incluso fuera de ellas, pero el pelirrojo lo miraba de forma extraña y sin decir una palabra se alejaba de él.
Por lo que luego le explicaron sus compañeros de casa, Harry entendió que los Slytherins eran temidos por todas las demás casas simplemente porque algunos magos tenebrosos estudiaron allí. Así que, viendo que no podían remediar la situación de ninguna forma, los Slytherin habían aprendido a aprovecharse de la situación y mostrarse siempre fríos y distantes con los demás, para mantener esa imagen y hacerse respetar por todos. Harry no estaba de acuerdo con fingir ser algo que él mismo no era e intentó no dejarse influenciar, pero fue tarea difícil. Tenía miedo de no ser aceptado en ese nuevo mundo, y más después de su fracasada vida anterior. Aún sentía en su cuerpo los golpes que le propinaba su primo Dudley junto con sus amigotes día tras día en el colegio… No podía dejar que volviera a ocurrirle lo mismo. Al parecer, el destino lo había posicionado en el otro lado: el lado de los poderosos, de los temidos, de los opresores.
Por ello, Harry optó por no sublevarse a sus propios compañeros de casa. Prefirió mostrarse como Nott, frío y reservado, sin oponerse pero sin actuar. Dejando que los líderes hicieran lo que tenían que hacer, manifestándose únicamente cuando era estrictamente necesario. Por ejemplo, en la primera clase de vuelo, Harry había presenciado la humillación hacia Neville Longbottom, un torpe muchacho de la casa Gryffindor, a manos de Draco. El rubio le quitó su recordadora y la había dejado en lo alto de un árbol, para después burlarse de él, provocando risas de sus compañeros Slytherin. Los leones sin embargo se habían mostrado indignados, y aunque eran obvias sus miradas de reproche hacia ellos, ninguno había sido capaz de dar la cara por Neville. Harry se sintió entonces impotente y avergonzado por estar al lado de Malfoy, lo más profundo de su ser le gritaba que actuara, que saliera en defensa de aquel pobre chico, pues le recordaba a él mismo siendo acosado por Dudley en el colegio muggle. Pero no podía hacerlo, pues recibiría el odio de sus compañeros de casa. Era muy consciente de que ellos no perdonarían que hubiera defendido a un Gryffindor.
Así pues, decidió esta vez ser egoísta y pensar solo en él mismo. Tenía una oportunidad de ser aceptado por fin en un círculo, y no quería desaprovecharla. Aunque no todo fue tan sencillo. Los instintos de Harry se volvieron a despertar una y otra vez, conforme más abusos se presentaban frente a él. Pudo darse cuenta de que todos los Slytherins no eran de ese modo, de hecho la mayoría simplemente eran hostiles y nada más. Pero muchos otros se dejaban llevar por el poder y ahí era cuando cruzaban el límite, ese límite que Harry no estaba dispuesto a tolerar más.
Así, Harry Potter logró superar su primer año en la escuela de magia, pasando desapercibido y sin meterse en serios problemas. Con un único amigo verdadero (Theodore Nott), pero sin ningún enemigo, y eso ya era mucho. Las cosas no fueron tan malas como había pensado que podían resultar en un principio.
Pero fue en segundo año cuando algo cambió. Un día como otro cualquiera presenció aquel insulto de Draco Malfoy hacia la chica con la que en la actualidad compartía una gran amistad. Aquel insulto que lo había cambiado todo.
-Profesor, yo lo sé…-casi suplicó la castaña estirando todo lo que podía el brazo, intentando que Snape al fin la tuviera en cuenta, pues siempre la ignoraba a pesar de sus constantes esfuerzos por llamar su atención. Lo que no sabía, era que el profesor de pociones odiaba a las niñitas repelentes, más las que provenían de la casa roja y dorada.
-No le he preguntado a usted, señorita Granger. Diez puntos menos para Gryffindor por su impertinencia.
Severus Snape sonrió con maldad, al ver como la castaña se ruborizaba y aguantaba las lágrimas como podía. Harry apretó los puños, completamente indignado por el comportamiento del profesor. Ya de por sí, Snape era desagradable, más cuando se trataba de dirigirse a él. Pero no podía soportar que fuera tan injusto con gente inocente ni las risas burlonas de parte de sus compañeros por ello.
Más tarde, durante la elaboración de una de las pociones, Malfoy, el matón por excelencia de las serpientes, se dirigió a la castaña para seguir con la humillación que había comenzado el profesor.
-¿Qué tienes Granger? ¿Triste porque también te ignoren los profesores?-inquirió el rubio arrastrando las palabras- ¿No se te quitan las ganas de comportarte como una repelente come libros? Da igual, por mucho que memorices, nunca llegarás a ser una bruja de verdad…
Crabbe, Goyle, Zabini y algunas chicas Slytherin comenzaron a reírse sin esconderse, más bien de forma descarada. Los leones en cambio se mantuvieron al margen, sin reírse pero tampoco salieron en apoyo de su compañera. Por su parte, la castaña alzó la cabeza dignamente y con sus grandes ojos marrones lo desafió sin pensarlo dos veces.
-Prefiero intentarlo con esfuerzo y trabajo a ser un consentido como tú.-respondió la chica con firmeza- Nunca serás un mago de verdad si cada vez que se te presenta un problema vas corriendo a papi para que te lo solucione. Así que no te creas mejor que nadie porque por ti mismo, tú no vales ni la mitad que yo.
Se hizo un silencio sepulcral entonces, donde los ojos grises de Draco destellaban pura ira hacia la castaña. Harry no pudo evitar admirar el coraje de aquella leona, que le había dicho lo que nadie a su alrededor se había atrevido desde que llegó al colegio. Según pensaba, esa tal Hermione Granger era una chica mandona, sabelotodo y solitaria que sólo se dedicaba a sus estudios. De hecho, la había visto más de una vez estudiando sola en la biblioteca. Por ello, nunca habría pensado que alguien así sería capaz de contestar de semejante forma a uno de los líderes de Slytherin.
-No tengo por qué escuchar a gente como tú, asquerosa sangresucia.
Tras sus palabras, todo ocurrió de forma muy rápida.
Hermione Granger bajó la cabeza, mientras se agolpaban en sus ojos gruesas lágrimas. El pelirrojo de gryffindor, salió en su defensa varita en alto y Harry sintió su sangre hirviendo al escuchar tal insulto racista salir de los labios del representante de su casa.
-Eres un bastardo, Draco Malfoy. ¿Cómo te atreves?-escupió Ron Weasley con rabia, su cara del color de su pelo- Cuando acabe contigo desearás no haber nacido.
-Empieza, pobretón. Estoy deseando ver cómo te pones en ridículo, una vez más.-añadió Malfoy con soberbia, sacando su varita instantáneamente y apuntando también al Gryffindor.
Severus Snape acudió entonces al escuchar los gritos y se interpuso entre Draco y Ron, con la mirada más severa que Harry le había visto hasta el momento, y eso ya era superarse mucho.
-¡BASTA! ¿Pero qué se han creído ustedes que están haciendo en MI clase?-exclamó dirigiéndose a los dos Gryffindor- ¡No solo gritan como perros rabiosos, sino que se dedican a amenazar a otros alumnos! ¡Veinte puntos menos para Gryffindor! ¡Y castigados durante toda la semana!
Harry no podía creer lo que oía. Por primera vez en mucho tiempo fue consciente del gran favoritismo que poseía el profesor por su propia casa, a excepción de cuando se trataba de él mismo, claro. Severus Snape le odiaba a él por encima de todas las casas, eso era incuestionable.
A Harry nunca le pareció tan molesta la sonrisa de autosuficiencia de Draco como en ese momento. Deseó con todas sus fuerzas borrarla de su afilado y puntiagudo rostro, sin importarle el castigo que le impusiera el cretino de Snape. Y en ese momento fue cuando decidió hacer por fin lo correcto, dejando escapar lo que llevaba dentro: su verdadero ser.
-¡Eso es injusto!-exclamó entonces, convergiendo todas las miradas de la clase en el niño que vivió- ¡Es usted un corrupto!
-¿Cómo ha dicho señor Potter?-Snape se dirigió a paso lento, haciendo ondear la capa de su oscura túnica de forma tétrica, como si se tratara de un murciélago, hasta quedar a escasos centímetros de aquel muchacho al que tanto detestaba.
La clase permanecía completamente muda. Los leones, estupefactos por el hecho de que un Slytherin defendiera a uno de los suyos. Draco Malfoy contemplaba la escena sin dar crédito, pues nunca antes el enclenque de Potter había abierto la boca en clase, y ahora no solo se autoproclamaba el centro de atención, sino que defendía a una sangresucia delante del profesor más temido de la escuela y se ponía en su contra.
-Lo que ha oído señor. Draco Malfoy ha insultado de manera denigrante a Hermione Granger, y no sólo usted lo permite, ¡sino que castiga al humillado! ¿Se siente orgulloso de lo que está haciendo?-Harry dejaba escapar las palabras que tanto había callado desde que había llegado a Hogwarts. Estaba harto de las injusticias, de que se castigara al más débil. Quería ser tal y como era por fin, ya no le importaba nada más que eso.
-No voy a tolerar sus faltas de respeto, joven Potter. Yo hago lo que tengo que hacer durante mis clases, y si a usted no le parece bien, puede largarse del colegio inmediatamente.-dijo suavemente el profesor, saboreando el momento- Desde luego con lo que nos aporta a las clases, nos haría a todos un gran favor. De momento, le informo de que está castigado durante un mes. Así que usted decide, le dejo que se lo piense mientras le invito a que se largue de mi clase. ¡FUERA!
Señalando la puerta con firmeza, Snape fulminaba a Harry con la mirada. Éste quiso añadir algo más, pero sabía que si lo hacía podría incluso ganarse una expulsión permanente en esa clase. Así pues decidió recoger sus cosas, pero eso sí, de la forma más lenta que pudiera. Todo para hacer que la agonía y la tensión de Snape se prolongara.
No había ni dado cinco pasos por el pasillo, cuando Harry sintió una mano agarrar su brazo.
-Ha-Harry…-era Hermione, que titueaba con timidez- Quería agradecerte lo que has hecho por mí.
El moreno le sonrió brevemente, dándose cuenta por primera vez de que esa chica tenía unos ojos muy grandes y bonitos.
-No lo hagas…Nadie merece ser insultado así.-su semblante se volvió serio de nuevo- Y yo tendría que haber hecho esto desde hace mucho tiempo, no sé cómo pude aguantar tanto.
La castaña no pudo evitar sorprenderse por sus palabras. Después de haberla defendido de ese modo en clase, supuso que él era diferente a todos los Slytherin que conocía. Pero aun así, le chocaba que un muchacho de esa casa hablara de esa manera. Como si no perteneciera allí, como si realmente detestara sentirse uno de ellos.
Hermione se retorció las manos, algo nerviosa por no saber cómo actuar frente a él. Era un joven bastante apuesto, con unos ojos verdes tremendamente magnéticos que quitaban el aliento a cualquiera. Y esa mirada contrastaba de sobremanera con su pelo oscuro, tan oscuro como el carbón. Aun así, no parecía del todo un Slytherin. Ahora que lo tenía más cerca, podía apreciar que su ropa no era de etiqueta, ni iba impecable como todos los demás de su casa. Estaba seguro de que aquel chico era diferente. Y no se equivocaba…
-Hablas como si… como si…
-¿Cómo si no soportara adonde pertenezco?-terminó el chico por ella.
La castaña asintió brevemente, todavía algo cohibida.
-No todos son así, te lo aseguro.-explicó Harry, posando sus ojos en los suyos por primera vez, lo que le hizo sentir una perturbadora calidez- Pero la mayoría solo piensan en la pureza de sangre y esas chorradas. Se creen superiores y por ello se toman el derecho de humillar a quienes no son como ellos. Me parece patético…
-Me alegra saber que no todos los Slytherin son unos ignorantes.-comentó Hermione después de una breve pausa, en la que intentó asimilar todo lo que decía el moreno.
-Eso es porque ellos no se quedaron sin familia por culpa de una guerra sin sentido.
Harry encogió los hombros, pero la castaña pudo apreciar como sus ojos se ensombrecían al referirse al asesinato de sus padres a manos de Lord Voldemort. Hermione estaba muy bien informada al respecto, no por ello era considerada una de las brujas más inteligentes de su generación. Había leído libros, se había documentado desde que se enteró de su condición mágica, y siempre tuvo curiosidad por conocer al chico que tenía en frente de ella: el niño que había sobrevivido a la maldición asesina. Siempre había pensado que Harry no encajaba en aquel grupo lleno de hijos de antiguos mortífagos, todos ellos puros clasistas sin moral. Pero jamás se había atrevido a hablarle, pues a pesar de todo él era un Slytherin más y no parecía llevarse mal con sus compañeros. Más bien daba la impresión de ser algo retraído, como ella misma. Pero ahora que había conseguido entablar conversación con él, no estaba dispuesta a dejar pasar la oportunidad de saciar su curiosidad.
-¿Y cómo soportas la convivencia con ellos?-se atrevió a preguntar la Gryffindor.
-Ni yo mismo lo sé.-respondió Harry con sinceridad. Y era verdad, a pesar de que no se sentía del todo incómodo con sus compañeros, la única persona con la que sentía que podía expresarse realmente era con Theodore Nott- Intentando ignorarlos, supongo.
A veces Harry y Theo se confesaban el uno al otro el deseo de poder relacionarse con otro tipo de personas, pero las demás casas jamás confiarían en ellos. Tristemente, esa era la realidad. Los pocos Slytherin que valían la pena se volvían unos seres solitarios e incomprendidos, y los que no podían sobrellevar la situación acababan convirtiéndose en uno de los otros.
Hermione, que era una chica astuta e inteligente, observó que Harry era un muchacho simple y de pocas palabras. Y eso le agradó. No sabía por qué, pero en ese instante creyó que ellos dos podrían llegar a ser muy buenos amigos.
-Seguramente tú seas mucho más afortunada que yo en relaciones sociales…-dijo el moreno con humor.
Para sorpresa de Harry, la muchacha esbozó una triste sonrisa.
-No creas. En mi curso todo el mundo me odia por ser una insufrible sabelotodo.
-Pues yo no creo que seas así.
-Eso es porque no me conoces.-respondió ella enarcando una ceja, escéptica por sus opiniones- No tengo amigos, sólo gente que se me acerca por puro interés académico. Y a estos últimos les he escuchado criticarme más de una vez a mis espaldas, pero yo no hago nada para evitarlo. Al revés, para darles más razones, les reprendo cuando no se comportan como deberían… Debo ser muy odiosa…
La chica no sabía por qué le contaba todo a esto a un completo desconocido. Pero esa mirada tan clara y sincera le daba una confianza inesperada que le hizo abrirse por completo en tan solo unos minutos de conversación. La verdad era que aquel tema la disgustaba más de lo que quisiera admitir, y al ver que aquel muchacho estaba en una situación parecida a la de ella, no pudo evitar soltar sus más desagradables pensamientos.
-Yo creo que no dejas que te conozcan de verdad. Esa persona que muestras a los demás no eres tú.-opinó Harry con voz neutral- Es una parte de ti que se deja llevar por sus propias inseguridades. ¿Por qué no tratas de ser tú misma? Creo que a los dos nos irá mejor mostrándonos tal como somos.
Hermione abrió sus grandes ojos, y lo observó sumamente sorprendida por aquellas palabras tan sabias. Desde luego, aquel chico era más inteligente de lo que parecía. Y se descubrió a sí misma sonriendo como nunca antes lo había hecho en aquella escuela, feliz de encontrar a alguien que la entendiera al fin.
-Tienes razón.-dijo al cabo de unos segundos- Gracias, muchas gracias por todo.
El moreno le devolvió la sonrisa, satisfecho de haber logrado que la muchacha se sintiera mejor.
-No me las des ahora, hazlo cuando nos conozcamos el uno al otro. Pero de verdad.
Ella asintió con la cabeza y se despidió de él. Ninguno de los dos imaginaba que aquella amistad que apenas comenzaba cambiaría el rumbo de sus vidas… para siempre.
¡Holi! :)
Primero de todo: NO ME MATÉIS.
Sé que debería estar actualizando 3 SPH, que llevo meses desaparecida y que ahora mismo me odiáis por publicar un nuevo fic... Pero necesitaba aire fresco para volver a ponerme a escribir.
Un día se me ocurrió esta idea y la desarrollé para mí (en ningún momento pensé en publicarla en ff). Pero creo que me animará a seguirla si tengo opiniones de vosotros! He de confesar que siempre me ha gustado la temática "What if",y la idea de Harry en Slytherin es algo que me ha obsesionado desde que tengo uso de memoria.
Así que aquí está el boceto de lo que podría llegar a ser un longfic sobre este tema. Como veréis iría escribiendo con flashbacks del pasado e iría alternando con el presente para que así conocieráis todo lo que ha pasado en este universo alterno donde Harry es Sly y donde Voldemort ha muerto de verdad.
Ante todo quiero que sepáis que mi intención es la de jugar con muchos otros personajes, no solo con Harry, pero éste sería el protagonista de la historia. Y que este fic sería diferente a los que suelo escribir, ya que la temática sería más diversa y le metería mucha más trama a la historia, lo que la haría bastante completa (quiero decir que no me limitaré a contar algo acerca del amor y la amistad).
Y nada más... Que dentro de poco os prometo que subiré un nuevo capi de mi otro abandonado fic, porque lo echo mucho de menos y últimamente he estado pensando mucho en ello. Además ahora voy a tener un poco más de tiempo libre, así que tened un poquito más de paciencia ^^
No me enrollo más!
Si os ha gustado, si no os ha gustado, si me odiais... lo que sea que pase por vuestras cabecitas... Agradezco un bonito review donde me lo mostréis!
Besitos con sabor a menta,
Ingria
