I: Límite

"Fenrir Greyback".

Se repetía su nombre una y otra vez mientras lo veía frente a ella rodeado por los demás invitados; tenía algo que la intrigaba.

Un hombre alto y delgado; abundante pelo largo de color gris amarrado en una coleta baja, una túnica casi tan fina que las de su marido y su cuñado; no era lo que había esperado. La descripción era lo que más la había inquietado, y helo aquí, frente a ella, sin que ninguna de las características sobre él coincidieran.

Madame- dijo el elfo que la sorprendió de repente depositando los platillos de comida en la mesa- la cena esta a su disposición.

Inclinó la cabeza en señal de asentimiento sin despegar los ojos de él. El elfo hizo una profunda reverencia y se fue.

Bellatrix.

Disimuló colocándose la servilleta sobre sus rodillas.

¿Si?

¿Pasa algo?

Nada que te importe.

El mortífago de su lado bufó lamentando haber abierto la boca para decir algo y se volvió de nuevo hacia su marido.

Yo sé lo que te pasa.

Torció el gesto cansada hacia Alecto.

¿Y qué es lo que me pasa?

Es Fenrir Greyback, Bellatrix- contestó sin inmutarse- más te valiera alejarte de él…me han dicho que no suele ser muy "agradable"

Su gesto de repugnancia le hizo reir.

Es por eso que me interesa.

La mortífaga alzó la vista sorprendida hacia Bellatrix como para confirmar lo que había dicho y esa sonrisa en los labios de ella le hizo saber que ella había sido la de la equivocación al pensar en que era otra persona; conociendo a Bellatrix…

La cena se sirvió como siempre, simultáneamente con la conversación de los demás sobre asuntos del Ministerio o sobre los ataques; tenía que admitir que con el pasar de los años resultaba ya aburrido, los ataques, las huídas, la doble vida como espías… todo se había ido a la basura en cuanto los descubrieron y fueron a Azkabán, todo ahora era esa vida…una interminable discusión y rumores de lo que eran los planes de la Orden del Fénix o del Ministerio.

Entonces ocurrió, sus ojos coincidieron, había estado mirándola, como ella a él hace unos minutos, examinándola.

Dirigió su mirada hacia Rodolphus, seguía ahí, hablando con Travers y Rokwood mientras que Rabastan y Lucius los escuchaban atentos, indiferentes a lo que ocurría a su alrededor.

Y miró de nuevo a su frente, ahora le dirigía una sonrisa insinuante mientras que le invitaba a brindar alzando su copa hacia ella.

Sonrió también alzando su copa, había algo que le intrigaba. Bebieron lentamente a la vez sin dejar de mirarse.

La cena había terminado. Los invitados se retiraban a sus habitaciones asignadas en Malfoy Manor, pero dos sombras en la oscuridad del jardín, casi ocultas por los matorrales se alejaban caminando por el sendero de piedra.

¿ En serio?- preguntó extasiada- ¿Lupin? Te vengaste de Lupin y de su hijo que…- parecía sorprendida-¡No! ! No me digas que tú….?

Inclinó la cabeza en señal de afirmación sin dejar de mirarla.

Bellatrix carcajeó como pocas veces lo había hecho en aquellos días divertida, el sólo pensar que Remus, Remus Lupin, el amigo de su querido "primo" había sido mordido por su causa , le causaba tal éxtasis…

Poco a poco sus carcajadas se apagaron mientras coincidían sus miradas de nuevo, sólo con la luz de la luna iluminándolos en lo alto del cielo.

¿Te han dicho que eres como la luna?

¿La luna? – preguntó confundida- vaya Greyback, me confundes – sonrió caminando hacia delante alejándose- No, nunca antes me habían dicho eso. ¿Por qué?

No se lo había esperado. La sostuvo por la cintura con tal fuerza que no pudo siquiera resistirse, sus ojos grises clavados en ella.

La luna es adictiva- contestó con una voz lúgubre que le hizo dar un escalofrío- es mucho más que una imagen en el cielo, es- apartó los mechones de pelo que le caían sobre la cara- es como tú.

Lo miró sorprendida. La máscara de recato cayéndosele. Por primera vez notó un cierto hedor emanando de su boca, un hedor mezcla de sudor y sangre que hizo que se excitara como pocas veces recordaba. Los dientes filosos en su boca sonriendo hacia ella.

Una sonrisa macabra se dibujó en su rostro.

Sabía que no eras normal.

El hombre la sostuvo con más fuerza viéndose descubierto.

Tienes razón.

Había cruzado el límite.