¡Hola lectores y lectoras! Como recordarán, había decidido traerles un nuevo fic de Ouran con esta pareja, esperando que la propuesta sea de su agrado. Gracias por comentar en mi fic "Perdidos y lo que pasó después" y si no lo hicieron, no importa. En sí, es la secuela, pero si no han leído el otro fic, no importa, ya que aún así le entienden.

Dejen sus bellos comentarios para saber qué les parece, ¿de acuerdo? Además (sin querer presionarlos) ustedes saben que éstos son el pan de los escritores, para saber si deben de continuar la historia o detenerse. Por cierto, creo que el primer capítulo me quedó un poco grande, pero eso ustedes lo deciden. ¡Comenten!


Hay cientos de chicas y chicos en toda la preparatoria Ouran… y, de todos ellos, precisamente ese par tenía que… comportarse tan amable.

Dirigió sus ojos del color del ámbar hacia una pareja enfrente de él. En la mesa de la cafetería un chico de cabello castaño (que en realidad era una chica) platicaba alegre con otro de cabellera naranja y mirada gatuna. Mientras comían del almuerzo que ella llevase en una caja de obento, la mirada de los curiosos estaba sobre ellos, ya que de un tiempo a la fecha Fujioka y Hitachiin eran vistos juntos. Molesto ante la escena suscitada el chico se paró de su asiento, dirigiéndose hacia la Tercera Sala de Música sin su hermano, además, aunque le avisara lo más probable es que fuera después en compañía de Haruhi, como venía sucediendo desde hace unos días.

Todo había cambiado desde esa tarde en que la castaña llegó a su mansión, lo que les extrañó a ambos gemelos ya que jamás había ido por su propia voluntad. Sin embargo, podía recordarlo, la chica lucía un poco preocupada y, lo más extraño de todo, fue que pidió hablar con su hermano A SOLAS. Ella sabía perfectamente que todo lo hacían juntos, sin secretos; por eso, cuando él aceptó lo que ella pedía, se extrañó. Pensó que luego le contaría todo, mas no lo había hecho.

Continuó su caminar hasta que la puerta del Host Club estuvo delante de él. La abrió y una suave lluvia de pétalos le recibió.

Bienvenida –se escuchó la voz del resto de los anfitriones.

–Ah, sólo eres tú –se quejó Kyouya al darse cuenta de su presencia.

–Lamento decepcionarlo –se molestó.

–¡Gemelo pervertido! –le gritó Tamaki, agarrándolo del saco azul– ¡¿Cómo te atreves a estar tanto tiempo con mi amada hija?!

–¡No soy yo, Tono!

El rubio centró su atención por primera vez en el lado hacia el cual estaba peinado su cabello, corroborando que lo que decía era cierto. Lentamente lo soltó, alejándose de él. Le dio la espalda aún furioso y, sencillamente, preguntó:

–¿Dónde están?

–En la Cafetería –fue su respuesta.

El Rey de las Sombras sonrió mientras que una bombilla de seis se encontraba encendida sobre un fondo negro. Simplemente se dirigió hasta ellos y colocó las manos en un hombro de cada uno. Con voz pausada y tranquila les avisó.

–Las clientas no tardarán en llegar, por favor, cambien ese rostro ya que no me generará ninguna ganancia si siguen con esa actitud.

Ellos comprendieron que lo que decía era cierto por lo que trataron de tranquilizarse. Sin embargo, el pelinaranja se sentía más incómodo que King, ya que él debía representar "el amor prohibido entre hermanos" a las clientas, mas esa rutina le parecía sin sentido, ¿cómo actuar como dos enamorados si ahora su hermano y Haruhi lo parecían?

–Ya llegamos.

La puerta se abrió, entrando los aludidos por la misma, el chico cargaba con el portafolio de ella, quien permanecía muy cerca del Hitachiin, sonriendo. Tamaki le miró con fuego en los ojos mientras que el resto del Host Club (exceptuándolo a él) se había acostumbrado y hasta aceptado su llegada siempre de la misma manera.

Tranquilamente caminaron hasta una mesa cercana en donde él abrió una silla, permitiéndole sentarse a la castaña. En ese momento, Tamaki se acercó, gritándole.

–¡Gemelo pervertido! ¡Deja de acosar a mi hija!

–Tono, por si no lo ha notado, ella disfruta de mi compañía –sonrió de medio lado.

–¡Eso no es cierto! ¡Haruhi no te quiere cerca de ella! –masculló, aún más enfadado.

–Tamaki-senpai, en verdad me agrada su compañía –dijo sin malas intenciones la adolescente.

Las palabras dichas por la de ojos chocolate le hicieron convertirse en piedra, sin saber cómo reaccionar. El chico parado a su lado sonrió victorioso ante la aclaración de ella y simplemente lo apartó con una mano.

–¿Lo ves? Ahora, si nos permites…

Sin prestarle más atención se sentó a un lado de su acompañante, retomando la plática que hace sólo unos momentos mantenían en la Cafetería. Por su parte, su hermano le miró tristemente; a pesar de querer separarlos comprendía que el mundo que les rodeaba se expandía y que debían madurar aunque lamentablemente lo hacían por separado, pero… lo que en verdad le dolía era saber que él había escogido a Haruhi para dar ese paso.

Mori-senpai se dirigió a la puerta, abriéndola de par en par para permitir el paso de las primeras clientas, que no tardaron mucho en llegar. Ajenas a todo lo que ocurría, ellas solicitaron a los mayores, quienes llegaron a representar su papel de todos los días. Las chicas se emocionaron al ver cómo el pequeño rubio llegaba cargando a su peluche.

–¡Es Honey!

–¡Y Mori!

–Uhuuu… perdonen la demora… –se excusó el pequeño, sentado en los hombros del azabache.

–¡No, no es problema! –replicaron de inmediato al unísono.

–Es sólo que Takashi y yo demoramos porque Usa-chan estaba durmiendo –explicó con grandes ojos brillantes.

–¡Es taaaaan lindo! –se emocionaron al verle.

–Por cierto, Honey-senpai –replicó una chica de primero– ¿Por qué Hikaru y Kaoru han estado tan distantes en estos días?

Al escuchar la pregunta formulada las adolescentes de tercero se callaron, notando que lo comentado por ella era cierto. Miraron curiosas a Honey, quien degustaba una tarta y un poco de té, compartiéndolo con su conejito. Mori miró impasiblemente, como siempre, sin meterse en problemas por hablar de más.

–Hika-chan y Kao-chan decidieron platicar con más gente, eso es todo –explicó.

–Pero…

–¡Vamos, vamos! No ocurre nada –dijo sonriendo Hikaru, quien se acercó a ellas tras escuchar la plática–. Kaoru y yo nos separamos un poco, pero eso no quiere decir que el amor que nos tenemos haya disminuido, ¿no es así, Kaoru?

–Sí –contestó desde el otro lado de la Sala.

–Si hubiese un problema, ustedes lo sabrían –trató de calmarlas el mayor.

–¡Me alegro tanto! –agradeció feliz una pelirroja.

–Sí, por un momento pensé que no volverían a actuar como antes –sonrió una azabache.

–Kaoru, en verdad es muy cruel que ellas piensen eso… –dramatizó el pelinaranja con tristeza.

–Hikaru… no entiendo porqué ellas… ellas piensan de esa manera –le siguió el juego, acercándose a él–. El estar separado de ti me dolería demasiado, no concibo mi vida sin tu compañía.

–Ka… Kaoru… –finalizó.

–¡Kyaaa! ¡El amor prohibido de hermanos siempre es el mejor! –dijeron a coro.

Salvada, la situación estaba salvada por el momento. Los gemelos continuaron abrazados un poco más mientras que unas rosas los envolvían en un perfecto cuadro para deleite de las clientas. Pronto llegó el resto de las adolescentes, por lo que cada anfitrión se dedicó a complacer a las damas.

Haruhi, con sus hermosos ojos de color chocolate, platicaba con una joven de segundo acerca de su vida como "estudiante especial" en el Colegio. No notaba que Hikaru le observaba desde una mesa cercana, acompañado de tres chicas y Kaoru, quien a su vez le miraba curioso.

–Hikaru… Hikaru… –le llamó.

–¿Ump? –murmuró distraído, volteando a verle.

–Hikaru… es tan cruel que pienses en alguien más cuando estoy a tu lado –se quejó, soltando una lágrima falsa.

–Kaoru, no hay nadie para mí que sea más importante que tú –exclamó, tomando su barbilla.

Las clientas les observaron embelesadas, emocionándose ante cada muestra de afecto entre ese par demoníaco. Las actividades continuaron sin ninguna novedad, incluso Tamaki actuó como un verdadero Rey al no mostrar el coraje que sentía dentro de sí por lo ocurrido en esos instantes entre dos Hosts.

Cuando finalmente terminaron sus actividades los chicos se sentaron a descansar del día. Haruhi preparó un poco de café de plebeyos para todos, comenzando a beberlo, con excepción de Usa-chan, quien sólo tomaba té. Fue hasta la cocina, de donde volvió con una bandeja de plata llena de galletas y pastelillos

–¡Ah! ¡Haru-chan, se ve exquisito! –canturreó feliz Honey, tomando varias golosinas.

–¡Hija, serás una estupenda ama de casa! –se alegró Tamaki, luego de comer una galleta.

–Tamaki-senpai, yo no las preparé –aclaró-. Kyouya-senpai es quien siempre se encarga de tener postres en el Host Club.

–¿Tú no comerás con nosotros? –preguntó el de lentes, al ver que sólo había 6 tazas.

–No, debo arreglar algunas cosas –explicó.

En ese instante entró de la sala conjunta un chico de cabellera naranja y mirada del ámbar, quien, sonriendo, tomó el portafolio de ella y preguntó:

–¿Estás lista?

–Sí –afirmó.

–De acuerdo, vámonos.

–¡E-E-Espera! ¡Hija, ¿dónde vas con ese gemelo pervertido?, papá lo prohíbe! –gritó el rubio, parándose de su silla.

–Vamos, senpai, creí que ya se había habituado a que salgamos juntos… –contestó sin interés.

–Tono, acostúmbrate –dijo el otro, cruzando los brazos detrás de su cabeza.

–¡P-Pero! ¿No tomarás café con nosotros? –preguntó, mirando las tazas.

–Hoy no…

–¡Pero Haruhi sirvió seis tazas! –se quejó, contando con los dedos.

–¡Waaa! ¡Una es de Usa-chan! –aclaró Honey, al ver que no pensaba en el mismo.

–Tono, será mejor que los dejes ir –pidió el otro gemelo, sentado a su lado.

–Pe… pero…

Sin hacer caso a ninguno de sus comentarios, los adolescentes salieron por la puerta del Club, platicando alegremente. Por su parte, el rubio volteó a ver al otro hermano, quien comenzó a tomar de su café instantáneo tranquilamente.

–¡Cómo pudiste decir eso! ¿Acaso no te molesta verlos juntos? –gritó.

–¡Claro que me molesta! –respondió, dejando su taza– Pero no puedo hacer nada… si Haruhi desea pasar tiempo con él… no puedo prohibírselo.

No agregó nada más, saliendo de allí de inmediato. Caminó lentamente hasta el estacionamiento dispuesto a llamar a un chofer, pues estaba seguro de que los otros dos tomaron su limosina, sin embargo, se sorprendió de hallarla allí. El conductor salió del transporte, abriendo la puerta del pasajero para que pudiera entrar. El muchacho así lo hizo.

–Disculpa… ¿y mi hermano? –preguntó al ingresar.

–Hitachiin-sama me indicó que sólo lo recogiera a usted, él se marchó con Fujioka-san.

La respuesta de su sirviente le dejó perplejo, pues sabía que nadie de su familia estaba acostumbrado a caminar ya que podían perderse, entonces eso sólo indicaba que iría a casa de Haruhi. Molesto por esta deducción y, sin pensarlo mucho, indicó:

–Quiero que vayas a casa de Haruhi.

–De acuerdo, Hitachiin-sama.

La limosina desvió su camino, regresando el trayecto hasta entrar en un barrio humilde, después del cual fueron a otro y otro hasta llegar al vecindario de la castaña. El adolescente se bajó molesto, dispuesto a entrar a buscar a su hermano; ya no podía soportar que él estuviera tan lejos, apenas cruzaban palabras en el Instituto. Tocó a la puerta del apartamento, abriendo una persona idéntica a él, sorprendiéndose de su presencia.

–¿Qué haces aquí? –preguntó.

–¡No puedo más! ¡Quiero una explicación! –demandó.

–¿Explicación?

–Sí, ¿por qué estás tan distante? ¿Por qué no puedes actuar como antes? –pidió.

–¿Quién es? –preguntó la castaña, llegando junto a ellos.

Minutos después los tres se encontraban arrodillados alrededor de la sencilla mesita, con tres tazas de té. Ninguno sabía exactamente por dónde empezar, así que tomaron de su respectiva bebida ante el incómodo silencio.

–¿Me dirán ahora? –volvió a preguntar.

–De acuerdo… –suspiró la castaña.

– DÍAS ATRÁS –

La adolescente penetró en el despacho de Yuzuro Suou, el Director de la Academia, quien le había mandado buscar con su secretaria personal. El hombre le pidió se sentara en la silla que tenía ante él, obedeciéndole de inmediato.

–¿Me mandó llamar? –preguntó amablemente.

–Así es, Haruhi. Debo decir que estoy muy complacido por tus calificaciones, nada menos de lo que se podía esperar de un estudiante becado –inició.

–Gracias.

–Tus maestros sólo comentan cosas buenas de ti: "responsable, cumplida, amable, le espera un brillante porvenir" –continuó, leyendo algunos reportes.

–Hago lo que puedo –expresó.

–Eres una gran chica, Haruhi, por ello… tengo un deseo que quiero comentarte. Desde que conozco a Tamaki me he dado cuenta de que tiene un gran corazón, aunque a veces es demasiado distraído, lo que le hace demasiado… predecible y manejable.

–Tamaki-senpai es una persona de buenos sentimientos. Al principio me sentí incómoda con él, pero ahora… creo que en verdad es una gran persona, y le admiro –le defendió.

–¿En verdad crees eso? –preguntó curioso, cruzando los dedos y colocándolos bajo su barbilla.

–Así es…

–Haruhi, ¿a cuánto asciende tu deuda con el Host Club? –inquirió.

–Por el momento… aún debo pagar 30 000 000 de yens –aclaró.

–¿30 millones de yens?

–Bueno, Kyoya-senpai fue amable al permitirle pagar los costos de la carreta que destrocé sirviendo de anfitrión.

–¿Qué te parece si yo los pago?

La pregunta desconcertó a la castaña. Nadie hacía favores sólo porque sí, debía haber algo oculto detrás de ese ofrecimiento. Antes de poder responder la puerta se abrió, entrando por ella un hombre de lentes a quien Haruhi reconoció como el padre de Kyouya. Los mayores se saludaron, aunque al parecer había algo que les incomodaba.

–Ootori-san, ¿qué te trae por aquí? –preguntó el Director.

–Déjate de farsas, sé muy bien lo que planeas –contestó molesto.

–No entiendo a qué te refieres…

–Haruhi, permíteme pagar tu deuda con el Host Club.

–¿Ehhh? –le miró confundida.

–He dicho que lo haré yo, Haruhi estaba a punto de aceptar cuando nos has interrumpido –reclamó el Suou.

–¿Por qué harían eso? –les miró confundida.

–No daré más rodeos, Fujioka Haruhi… ¡acepta ser la prometida de mi hijo! –gritaron al unísono.

La adolescente se sorprendió por la propuesta y más al ver a cada uno sacar una pequeña caja de terciopelo roja y negra, respectivamente, dentro de ellas dos hermosos anillos de brillantes resplandecían. Haruhi no sabía cuál de los dos era más caro, pero en verdad debían valer una fortuna.

–¿Q-QUÉ? –tartamudeó perpleja.

–La familia Ootori estaría en verdad complacida de que una chica con tus principios, valores y formación aceptara unirse en matrimonio con el heredero, Ootori Kyouya.

–De ninguna manera –intervino el otro–. La familia Suou se honraría en que una dama como tú se comprometiera con Tamaki, nuestro único heredero.

Una pequeña batalla de miradas dio inicio, ninguno de los dos quería retroceder ante su rival. La castaña entendió que debía ponerle punto final a esto, antes de que ellos comenzaran a agredirse financieramente, como todos unos "caballeros". Mentalmente repasó cuál sería la solución más conveniente, apretó la tela de su pantalón con ambas manos para darse valor, se paró de su asiento y dijo:

–Lo siento, pero no puedo comprometerme con ninguno de ellos a esta edad.

–Lo sabemos –aclaró Suou–. Por eso, este plan es a futuro, comprenderás que no deseo que Tamaki irrumpa su formación académica a esta edad, así que sólo sería un compromiso informal, con apenas 10 000 o 15 000 invitados.

–Malditos ricos bastardos… –pensó.

–Tonterías, la familia Ootori posee varios imperios administrativos y Kyouya necesitará de una mujer que sepa administrarlos a su lado; tengo entendido que desea estudiar Derecho, lo cual viene a complementar las aspiraciones de mi hijo.

–Hay otra razón más importante aún –expresó, al ver que no aceptarían un "NO" por respuesta-. La verdad es que… tengo novio…

El silencio se hizo presente en la habitación, quedando todos inmóviles, sin poder responder nada. Por fin, ambos adultos cerraron las cajas donde descansaban las preciosas joyas y, mirándola retadoramente, continuaron.

–Eso tiene solución. Nuestra familia tiene varios cuerpos de la policía a su disposición, sólo dime quién es él…

"Lo haríamos desaparecer"

–Eso no es posible, ya que él no es… un… plebeyo –dijo, recordando el título que los mismos Host le otorgaron–. Él estudia en la Academia Ouran.

–Perfecto, dime quién para expulsarlo de inmediato –sentenció Suou.

La castaña pensó en sus posibilidades. Honey-senpai estaba fuera de sus opciones ya que nadie creería que eran novios. Mori-senpai era tan reservado que ni ella misma se imaginaba saliendo con él, además, siempre estaba en compañía del pequeño rubio, lo que hacía las cosas más difíciles. Los únicos que quedaban eran los gemelos. Estaba segura de que si decía que uno de ellos era su novio los otros no podrían oponerse, ya que la familia Hitachiin tenía buenas relaciones con las familias Ootori y Suou. Y por "buenas relaciones" se refería a negocios, negocios que valían varios millones de yen y que ninguno de los presentes estaría dispuesto a romper sólo por una prometida.

–Hitachiin… –murmuró.

–¿El joven Hitachiin? –preguntaron– ¿Cuál de los gemelos?

Kaoru era definitivamente el más responsable, serio, amable y maduro de los dos, sabía que si le pedía el favor a él no se negaría. Sin embargo, Hikaru y ella habían estado más cerca en los últimos días, especialmente luego de la plática que sostuvieron al regresar de ese viaje, además, le hacía partícipe de sus juegos en el Host Club y varias clientas murmuraban que hacían una linda pareja.

–Hitachiin… Hikaru…

– PRESENTE –

–¡QUÉ! –gritó el pelinaranja al enterarse de todo.

–Lo siento, Hikaru, debimos decirte –comentó Haruhi.

–¿Cómo puedo ser tu "novio" sin saberlo? –le preguntó.

–Por ello le pedí a Kaoru que se hiciera pasar por ti –expresó–. Sabía que te negarías.

–¡N-No es eso! –tartamudeó sonrojado– Es sólo que…

Ahora entendía porqué desde la tarde en que la castaña había ido a hablar con su hermano éste le pidió peinarse como el otro, sin comentarles de su decisión al resto. Y también entendió porqué Haruhi no llamaba a Kaoru por su nombre cuando estaba con él, ya que se supone hablaba con Hikaru.

Por su parte, Kaoru recargó su rostro en su mano derecha, contemplando el sonrojo de su hermano. En realidad no le había dicho nada por otro motivo más poderoso (la castaña le había permitido contarle): era la oportunidad perfecta para que Hikaru se diera cuenta de sus sentimientos por la joven; al ver el incómodo silencio surgido, decidió romperlo.

–Bueno… ¡no es para tanto! –dijo feliz.

–Kaoru, pensé que estabas molesto conmigo, yo…

–¡Vamos, vamos, Hikaru! Ahora que ya sabes todo, creo que puedo dejar de fingir –al ver cómo le miraban confundidos, continuó–. Es decir… ahora Hikaru puede tomar su lugar como tu novio, Haruhi.