Aviso: Por alguna razón no me acepta ni los guiones ni los puntos ni las rayitas que había colocado como separación de escenas así que he aquí lo que voy a hacer:
ooooooooooooooo es cambio de escena
"bla, bla" es diálogo¿entendido?
bla,bla son los pensamientos de... ya sabrán quien
Va el fic...
Anhelo
Prólogo
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Aquí todas somos campesinas pobres. Maltratadas y denigradas, donde lo que debería ser nuestro por naturaleza no lo es, nuestra libertad es algo con lo que ni siquiera podemos soñar, una vana ilusión. Estamos bajo el mandato de un avaro terrateniente, del que somos casi esclavas; un señor feudal dueño de grnades extensiones de tierras. Hombre malvado y sin corazón, injusto y maquiavélico.
Aquí todas somos infelices. Y las que más sufren son aquellas que tenemos la desgracia de ser bonitas, mis ojos azules y mi piel tostada por el sol bajo el que trabajo atraen la mirada de muchos. Vivo con un constante temor a ser vendida.
Como todo hombre rico, nuestro patrón contrae deudas que no desea pagar con dinero, es ahí cuando dispone de nosotras para desendeudarlo. Nos vende como esposas, nos intercambia como prostitutas... Justo ayer se llevaron a nuestra querida Tsubame. Por kami, tiene catorce años ¡Es sólo una niña!
Aquí todas estamos atadas por cadenas invisibles, inmateriales, pero que nos estrujan el corazón y que hieren nuestra alma. Algún día romperé esas cadenas que nos atan.
Talvez se pregunten que pasa con los hombres, todos ellos han sido reclutados en el ejército y están siempre en pelea para conseguirle a nuestro ambicioso amo más territorios de los que presumir. Nuestro terrateniente no se tienta el corazón para mandar emboscar a los esposos de las mujeres deseadas por sus amigotes o comerciantes que ofrecen una cuantiosa suma de dinero. Los únicos habitantes del sexo masculino son aquellos menores a doce años, es una crueldad reclutar a niños de trece años, pero así es el corazón de nuestro señor.
Cae la noche ya, densos nubarrones comienzan a aparecer amenazando con dejar caer sobre nosotros el anhelado líquido de la vida. Cae la noche ya y nos disponemos a abandonar los campos de arroz. Tomo mi sombrero y mi cesta y me dirijo hacia mi pobre choza. He aquí el final diario de cada día de mi vida.
¿Uh¿Mi nombre? Me llamo Kamiya Kaoru. Tengo diecisiete años.
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Capítulo 1
Bajo la lluvia
El atardecer pintaba el despejado firmamento, tiñéndolo de suaves tonos de rosa, rojo y anaranjado. Las flores recogían su corola preparándose para la noche y las aves trinaban dando la bienvenida al frescor de la brisa nocturna. Ajenos a este espectáculo, un par de hombres se hallaban enzarzados en una furiosa pelea. El restallido de las espadas alborotaba el anhelado silencio y los reflejos de luz coloreada sobre el acero iluminaba tenuemente la arboleda donde peleaban a muerte.
El lazo que sostenía en lo alto la coleta del hombre pelirrojo, se encontraba tirado en el piso cercano a una gran mancha de sangre proveniente de las múltiples heridas del mismo hombre. El otro espadachín, alto y de pelo largo cataño jadeaba profundamente agotado al tiempo que no alcanzaba a esquivar un ataque del pelirrojo que le dio de lleno en el costado.
"Maldito seas, Battousai" -maldijo el hombre herido mientras se tamboleaba por la gravedad de la estocada
Pero el pelirrojo también estaba gravemente herido, con el hombro, costado, abdomen y pecho abiertos, sus fuerzas mermaban a cada segundo que pasaba y sospechaba que pronto sus piernas ya no podrían sostenerlo. Así que no le dió tiempo a su enemigo de recobrar el aliento y se alistó rápidamente para el segundo asalto: un mortal Battou-jutsu. Envainó y utilizando la velocidad de los dioses corrió hacia su enemigo, desenvainó... y pronto el cuerpo del hombre cayó al suelo atravesado por una profunda herida. El rictus de sorpresa en su rostro permaneció con él en la muerte, la sangre escarlata banó el pasto verde, extendiéndose hasta llegar a los pies del asesino. Sangre oscura, corrompida, tal y como lo estaba su alma, naturaleza suya que no negaba. Limpió la sangre de su katana y la envainó lentamente mientras sentía algo cálido correr por su mejilla. Levantó una mano y la limpió, sangre. El maldito de Tsuda le había hecho un corte en su mejilla derecha.
Levantó la debilitada mirada dorada con tintes de violeta al cielo, densos nubarrones se habían amontonado durante su pelea y ahora bullían y tronaban por encima de su cabeza su amenaza de lluvia. Suspiró y emprendió el camino de vuelta, ocultando la herida de su abdomen -la más profunda- con su mano. Las oscuras nubes cumplieron su amenaza y la lluvia no tardó en regar el suelo que pisaba. Suaves gotas caían sobre su cabeza, mojando sus cabellos, empapando su ropa, lavando la sangre de sus heridas.
Se detuvo bruscamente, su rostro había palidecido y cada vez le costaba más enfocar, la cantidad de sangre perdida era demasiada. Entonces, el sobreviviente del encuentro, por lo tanto el más fuerte, el hombre pelirrojo de nombre Battousai, se tambaleó y cayó desvanecido en el camino, con la sangre turbia extendiéndose alrededor y mezclándose con la lluvia.
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Sus ligeros pasos avanzaban rápidamente por el encharcado camino, los bajos de su vieja yukata estaban ya enlodados. Su sombrero la cubría de la fina lluvia, sus ojos azules mirando atentamente el camino, queriendo evitar a toda costa algún tropiezo que causara el derrame de las plantas de su cesta. Unos metros más allàun bulto a merced de la lluvia llamó su atención. Curiosa, Kaoru se acecó lentamente. El bulto era de color oscuro y tenía forma humana.
"¡Un hombre!" -exclamó preocupada mientras se acercaba más rápidamente
En efecto, era un hombre pelirrojo que había perdido una cantidad considerable de sangre. Kaoru se arrodilló y le dió la vuelta cuidadosamente, conteniendo la respiración al pensar que podía estar sosteniendo un cadáver. Exhaló aliviada, el hombre aún respiraba, poco y casi inaudible, pero respiraba.
"Es increíble que haya sobrevivido con tamañas heridas" -se dijo, al mirar mas atentamente la horrible estocada que había recibido en el pecho y abdomen.
Mirando furtivamente por si alguien sospechoso no rondaba cerca de allí, pasó el delgado brazo del pelirrojo sobre sus hombros y con la fuerza que tantos años de duro trabajo le habían dado, cargó con el hombre y, casi a rastras, lo llevó a su humilde choza.
No fue mucho lo que recorrieron, pues la pequeña cabaña de madera de Kaoru no se encontraba muy lejos. Llegaron empapados, Kaoru recostó al hombre y se apresuró a encender un abundante fuego. Caminó a su cuarto trasero, se cambió la mojada y sucia yukata y la cambió por una en mejor estado. Buscó algunas de las mantas que ella había confeccionado y con ellas cubrió al hombre, después de quitarle cuidadosamente el gi negro y curar y vendar las diversas y horribles heridas que tenía.
Se acercó lentamente a su rostro y apartó algunos mechones rebeldes del rostro. Era en verdad atractivo, no conocía muchos hombres pelirrojos, por no decir a ninguno y se preguntaba de que color serían sus ojos. Delineó con uno de sus callosos dedos los delicados contornos del rostro de él, se sonrojó al instante mientras se descubría pensando en que también tenía un cuerpo deseable y bien formado.
Sacudió su cabeza y se puso a remendar el gi que prácticamente estaba hecho trizas, mientras que, talvez inconscientemente, lanzaba miradas furtivas hacia el rostro del hombre que dormía. Una extraña sensación comenzaba a apoderarse de su pecho, una sensación desconocida y agradable. Sonrió ruborizada y continuó con más entusiasmo que antes la reparación del gi negro. Talvez entonces, él pudiera dedicarle una sonrisa en agradecimiento.
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"Kurosawa-sama, nuestro señor nos ha enviado a cobrar la deuda de los saco de arroz que contrajo con usted hace dos meses" -habló serenamente un hombre delgaducho, dirigiéndose con respeto al terrible terrateniente de aquella región, Kurosawa Soichiro
Kurosawa miraba desinteresado al escuálido hombre, era un siervo y jamás lograría mayor honor que ser utilizado como un mensajero. Esa gente era pura basura, el único fin que tenían era servir lealmente a su señor e incluso dejarse morir si hacía falta algo de diversión. El avaro terrateniente sonrió, si, por eso usaba a sus siervas para pagar sus deudas, talvez alguna podría serle de utilidad de nuevo.
"Y dime, hombre¿No querrá Seijuuro-sama, una mujer como pago?"
"Mi señorsabe de los tratos que usted acostumbra hacer y me ha dado indicaciones, de que, en caso de ser ofrecida esa propuesta, sea aceptada"
Kurosawa lo miró con un brillo en los ojos, no iba a perder nada de su dinero. No sería menos rico que ayer, lo único que tenía que hacer era darle una mujer.
"Excelente"
"Mi señor me ha dado el nombre de la que ha de formar parte de sus esclavas"
"¿Quién es?"
"Piel de trigo, ojos de mar, cabello negro cómo el ébano..."
"Su nombre"
"Kamiya Kaoru"
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Continuará
4-Marzo-05
Para mis lectoras inexistentes: Sé que aún no he actualizado "Una luz entre las sombras" pero esta historia ha estado rondando por mi mente desde hace unos días y no me he podido contener. Fue una idea que se me ocurrió mientras pensaba en una escena para "Una luz..." y que desembocó en esto. Espero que sea bien aceptado y si no... pues me da igual, supongo. En cuanto al título soy realmente mala para ellos así que puse el primero que se me pasó por la cabeza (es mejor que "cadenas que hieren", o no?)
Feh, espero que al menos me llegue un review diciéndome que no está del todo mal, ahí tienen el pequeño botoncito ¿morado? para hacerlo
Karura
