Era él.

Sentado en las raíces del Árbol Sagrado, con los ojos cerrados y desconectado del mundo. ¿Qué era en lo que estaba pensando el ser de platinados cabellos y dorada mirada? Posiblemente en ella de nuevo. Su pequeña Kagome. La mujer de cabellos azabaches que le robó el corazón y lo destruyó con su partida.

Su vida se había marchitado como una rosa en la oscuridad. Todo perdió sentido cuando se supo solo de nuevo.

Una gota cayó sobre la grama. Luego otra, y otra. La lluvia comenzó a caer con fuerza, intentando traspasar las hojas del árbol que evitaban que el Hanyou se empapara. Una corriente de aire frío le abrazó y él sólo supo encogerse más en su Hitoe.

Se dignó a abrir los ojos; esas orbes ambarinas opacadas y perturbadas, habiendo visto tantas cosas desde joven. Observó el diluvio caer fuera del refugio que creaba el árbol. A ella también le gustaba observarla.

Fueron dos, las lágrimas suicidas que saltaron desde el párpado inferior en caída libre y sin pedir permiso, y que en un silencio lento chocaron hasta fundirse con el tejido del pantalón, que las recibió con resignación acogedora. No le preguntaron, como dueño del origen, si debían nacer o morir ni en qué momento. Sólo vinieron a este mundo para no quedarse; sólo vinieron para poner en manifiesto, espontáneo, absurdo o no, una tristeza que no esperada, una tristeza que permanece en sus pupilas, dispuestas sin saberlo a inundarse en un segundo con cualquier pedacito de recuerdo...

"Un corazón frágil, InuYasha. Ese eres tú. El Hanyou idiota, posesivo, imprudente, iracundo, protector y con deseos de ser amado. ¿No lo ves? Eres tú."

Inhaló profundo y luego exhaló. Se paró con lentitud y comenzó a caminar lejos del árbol. La lluvia le golpeó con fuerza, pero él se mantuvo firme y sin titubear bajo ella.

Ese era él.

Los ojos cerrados, bajo la lluvia.

Nunca se imaginó que haría algo así, nunca se había visto como una de esas personas a las que les gustaba la luna o se pasaban horas contemplando las olas o la puesta de sol. Sabía perfectamente de qué personas se refería… o tal vez no. Da igual, a él le gustaba estar así, desafiando el frío, sintiendo como el agua empapa su vestimenta y le moja la piel. Notar como la tierra se vuelve mullida bajo sus pies descalzos y… el aroma, y el sonido de la lluvia golpear las hojas.

Sonrió.

Quién lo iba a decir, era él.


Dios, había estado tan alejada de las historias en esta categoría.
He vuelto, mis amores.
See, se darán cuenta que estoy Obsesionada con este capítulo de la vida de los personajes.
Pero es que es el único momento en que InuYasha se siente dolido por Kagome ¬3¬
Naa, dejando eso ¿Qué tal está?
¿Extraño? ¿Muy triste? ¿Odio a esta Autora por hacerlo sufrir de este modo?
Déjenme un review para saberlo :3

Se despide:
YCnia ;D

Comentarios, críticas, recomendaciones, felicitaciones, tomatazos o algún consejo son bien recibidos :D