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Hola a todos y bienvenidos.
Es mi primer Fic de un libro. No soy muy partidaria de la lectura pero me encanta escribir (ironías de mi extraña vida).
Los personajes que tomé prestados, perteneces a la trilogía de "Los juegos del Hambre".
Espero disfruten de la historia que se formó en mi cabeza y la plasmé en las siguientes líneas.
Háganme saber si les ha gustado para continuarla.
Un gran saludo a todos
Despertar
Han pasado varios meses desde que todo terminó, cerca de un año ¿más o menos? He estado lo suficientemente aturdida como para tomar ese detalle en cuenta.
Sin embargo, las pesadillas no han desaparecido. Me despierto alterada y sudorosa luego de ver repetidas veces a mi hermana estallar, mi escuadrón siendo eliminados uno a uno, los mutos, a Rue, la ronca voz de Snow anunciando los malditos juegos, todo me atormenta de tal manera que las veces que he conciliado el sueño sin despertar gritando resultan ser más que escasas.
Me quedo abrazando mis rodillas en mi pecho, con la respiración agitada, tratando de calmarme. Hasta que escucho por fin la puerta de mi habitación abrirse. Siento su peso en el borde de mi cama y casi automáticamente mis brazos rodean su cuello.
Siento sus manos en mi espalda, resguardándome. Un fuerte alivio me aborda sólo con sentir sus brazos rodeándome.
Sin decir palabras se recuesta a mi lado y yo recargo mi cabeza en su firme pecho aferrando mi brazo a su cintura, tratando de acercarme lo más que puedo, casi como si quisiera atravesar su cuerpo. Comienza a acariciar mi cabeza y a juguetear con mi cabello, lo que por fin hace deje de temblar.
-¿Qué fue esta vez? – Pregunta mientras me vuelve a rodear con sus brazos, acunándome.
Un ligero gruñido sale de mi boca, no quiero recordarlo, sólo quiero quedarme ahí, sintiendo su delicioso aroma, el cual es el único que llega a calmarme. Escondo mi cara en sus costillas, sabiendo que eso le causa algo de cosquillas y me quedo ahí, en mi refugio personal.
Sé que sonríe antes de recargar su cabeza en la almohada, esa es la única manera de poder conciliar un sueño más tranquilo para mí, en sus cálidos y protectores brazos que me rodean cómo ahora.
Perdí la cuenta cuantas veces le he insistido que simplemente duerma conmigo. La excusa de que en cualquier momento puede perder el control jamás me ha convencido del todo. Por lo general, siempre espera a que me duerma para volver a su habitación y pocas veces han sido las que he podido despertar y poder verlo a mi lado tranquilamente dormido. En esas ocasiones, me quedo mirándolo por varios minutos hasta que se despierta alterado al descubrir que corrí un increíble riesgo al quedarse a mi lado.
-Quédate conmigo… - ruego en sus costillas sabiendo la respuesta.
-Ya hemos hablado de eso Katniss… - su tono cansado deja en evidencia cuantas veces hemos tenido esta misma discusión.
-Quiero despertar junto a ti…
Lanza un largo suspiro – Bien… - vuelve a tomar aire – ahora duérmete.
La primera vez que accedió realmente le creí, pero me lleve una gran decepción al despertar y descubrir su ausencia la mañana siguiente, sintiendo un gran y profundo vacío en mi pecho.
Las veces que lo he intentado besar tampoco sirven para extorsionarlo ya que gira su cara y termino besando su mejilla ¿Por qué me rechaza ahora? antes me permitía hacerlo cuanto me pareciera, claro que mientras las cámaras nos estuvieran enfocando.
Me incorporo sin romper nuestro abrazo, y me quedo mirando sus profundos ojos azules.
-Ya duérmete Katniss…
-Sólo si me prometes que no te iras de nuevo…
-Katniss… - susurra – sabes por qué lo hago…
-Hace ya tiempo que no ocurre…
-No quiere decir que no sucederá. Mientras estoy despierto puedo controlarlo, pero no sé qué haré si despierto teniendo esos episodios. Especialmente mientras estas indefensa durmiendo.
Sé que es inútil que le siga insistiendo, pero el miedo a volver a esas pesadillas sabiendo que él no estará para sentir la seguridad de sus brazos al despertarme me ha quitado cualquier esperanza de volver a dormir.
Es así como las horas terminan pasando: él insistiendo en que me duerma y yo sabiendo que combatiendo el sueño lo persuado para que se quede a mi lado.
Al momento en que las estrellas dejan de adornar el cielo de la ventana y pasa a ser un azul claro el que las reemplaza, empiezo a sentir culpa por dejar que se vaya a trabajar a la panadería casi convaleciente por el cansancio.
Odio quedarme sola, por lo que termino poniéndome mis viejas botas y la antigua chaqueta de cuero de mi padre para ir de caza. Consigo 3 conejos y una ardilla. Sae me hace un trueque por un conejo y la ardilla, más que por necesidad es por la fuerza de costumbre, a cambio de un plato de su guiso. Sé que Peeta no llegará hasta la tarde, por lo que decido quedarme con ella para el almuerzo.
Me termina contando de cómo ha ido avanzando la reconstrucción del Distrito 12. Ya las casas han ido tomando forma, la mayoría de madera nueva que le da un hermoso toque campestre, haciendo que incluso las casas de los vencedores se vean desaliñadas en comparación al nuevo pueblo que va emergiendo de las cenizas.
El pensamiento de decirle a Peeta que deberíamos remodelar nuestra casa se me pasa por la cabeza.
"Nuestra"… me quedo masticado la palabra… no había notado que la estaba empezando a ver de esa manera.
Peeta traslado sus cosas de su casa a la mía para cedérsela a una de las familias que habían regresado después de la rebelión. El mismo dijo que era demasiada casa para él solo.
En mi caso era casi lo mismo. Las esporádicas visitas que recibo de mi madre o Gale no podrían definirse como una amplia compañía. Lo que me dejaba la madera y la frialdad de los muebles apenas se iban de vuelta a sus respectivos Distritos.
Desde que Peeta vive conmigo, junto a ese horrendo gato, son lo que, sin darme cuenta, comencé a llamar mi hogar.
Me despido de Sae ya un poco avanzada la tarde. Apenas llego a casa, Buttercup me recibe con un bufido. Mentalmente puedo escuchar que me grita "¡aliméntame!"
Voy a la cocina para limpiar mis presas y le dejo los restos de hueso y algunas viseras en su plato, las cueles se come como si se tratara del mejor gourmet. Empiezo a hacer un guiso con los conejos, junto con un par de verduras. Sé que Peeta llegará con pan, por lo que no me preocupo de nada más. Dejo hirviendo la olla a fuego lento cuando me dirijo a la sala para descansar un poco en el sofá.
Es ahí cuando lo veo, medio recostado en el sofá con los brazos cruzados y su cabeza girada hacia un costado, profundamente dormido. Debió de haber llegado antes a causa del cansancio. Me acerco silenciosamente y me quedo observándolo por unos momentos.
El tiempo ha pasado, desconozco cuanto, pero se nota en sus rasgos más marcados, no sólo en su rostro, sino también en su cuerpo. Puedo ver cómo su remera se amolda a los músculos de su pecho; firme y fuerte.
Las facciones de su rostro se notan más toscas, masculinas, lo hacen un hombre muy apuesto. Recuerdo cuando lo observaba antes; sus rasgos no tan marcados, y esas pestañas rubias que en más de una ocasión me distraían.
Con la punta de los dedos empiezo a acariciar algunas cicatrices que ahora adornan su rostro. Hemos pasado por tanto para por fin estar en esta calma: perderlo para recuperarlo y luego volver a perderlo al descubrir que sus memorias habían sido modificadas. Se arma un nudo en mi la garganta al recordar esas escenas. Parte de mi tuvo que morir para seguir adelante después de eso.
Pero ahora está aquí… conmigo. Tan cerca y a la vez tan lejos. Él ha marcado una firme barrera entre ambos. Sólo me permite acercarme cuando mis pesadillas son lo suficientemente horribles y me deja dormir en su regazo. Pero luego se aleja a la mañana siguiente antes de que me despierte.
Mis dedos acarician una cicatriz cerca de su boca. Su boca… apenas mis ojos se posan en ella noto cómo mi cuerpo se tensa ansioso, deseoso por volver a sentir eso cálido en mi pecho. Empiezo a sentir esa hambre que sólo él me ha hecho experimentar, solo esa boca presionada contra la mía.
Apenas soy consciente en que momento mis labios se posan en los suyos en un ligero toque. Me alejo para asegurarme que sigue dormido. Sigo hambrienta, ese roce está lejos de dejarme satisfecha.
Me acomodo encima de él, tratando de evitar tocarlo para que no se despierte y se aleje rápidamente. Casi parece que planeara una nueva estrategia de caza para mantener a mi presa el mayor tiempo que pueda retenerla.
En algún lugar de mi mente se asoma la idea de ir a buscar alguna soga para dejarlo atado… solo sería un instante…. Sacudo la cabeza desechando la idea.
Arrodillada por encima y sosteniéndome en mis manos a cada lado de él en el sofá vuelvo a reclamar su boca.
Abre los ojos sorprendido.
Cómo he cubierto las alternativas de escape, la única forma que puede alejarse es recostándose más en el sofá, alejándose de mis labios.
Justo lo que esperaba. Apenas tiene tiempo de pronunciar mi nombre para cuando me cargo sobre él sosteniendo lo más firme que puedo su rostro y vuelvo a profanar sus labios.
Está aturdido y trata de levantarse un par de veces. Soy ágil y rápida, pero no puedo competir contra su fuerza, por lo que lo retengo cuanto puedo y parece ir cediendo.
Sólo en el momento en que cierra sus ojos, cierro los míos para fundirme con él. Me alivia sentir cuando por fin relaja su cuerpo y siento sus manos rodeando mi cintura y luego acariciando mi espalda aferrándome a él. Corresponde a mis labios con la misma ansiedad que yo buscando los suyos.
El sentimiento cálido en mi pecho se extiende por todo mi cuerpo, sintiendo cómo mi sangre empieza a arder y mi corazón palpita con tal fuerza que amansa con salirse de mi pecho. Jamás me había sentido así, el hambre en mi interior se intensifica a cada segundo, como si los toques de nuestros labios no fueran suficientes.
Me alejo rompiendo el beso y abriendo los ojos lentamente para encontrarme con los suyos. No se me ocurre nada que decir, así que sólo me recuesto sobre él recargando mi cabeza y manos en su pecho. Puedo oír el rápido palpitar de su corazón, comprendiendo que causaba las mismas reacciones en él.
Vuelve a rodearme en sus brazos, recargándome más en él y puedo llegar a sentir la felicidad de sentirlo tan cerca de mí. Nos quedamos así por largos minutos.
Casi estoy por dormirme para cuando él interrumpe el silencio.
-Huele delicioso…
Subo mi mirada hacia Peeta con los ojos abiertos. Me había olvidado completamente del guiso.
Me levanto con rapidez y corro a la cocina.
Cómo esperaba. El caldo hirviendo sale a borbotones de la olla. Lanzo un chillido y me apresuro a alejarlo del fuego y sacarle la tapa por unos segundos, suspiro aliviada de que no haya pasado a mayores.
El sonido de una risa me hace voltear. Peeta está cargado en el marco de la puerta y me mira con una hermosa sonrisa. Me molesta de sobremanera, pero poco puedo hacer ante ese gesto tan encantador en su rostro, por lo que termino riendo también.
Pasan un par de minutos en que ponemos la mesa y Peeta corta algo de pan
Lo noto algo pensativo, inmerso en un punto en la mesa, mientras deja las rebanadas de pan en un plato. Me quedo mirándolo por unos momentos.
Me mira de vuelta, con una mirada extraña.
-Me besabas sólo cuando había cámaras enfocándonos… - abro los ojos ante el comentario - ¿real o no real?
Bajo la mirada a mi mano que está soltando un vaso en la mesa para la cena.
-Real… - Hace tiempo que no hacía ese juego de memoria conmigo.
Hay un silencio. Si, antes lo hacía. Pero tampoco sé cómo explicar que esta vez lo besé por la simple intención de hacerlo. No me había dejado hacerlo hasta que aproveche la ventaja de que estuviera dormido.
-Sé que todos piensan que mantenemos una relación acá en el Distrito – continúa ganándose mi atención nuevamente – Especialmente desde que me vine a vivir aquí…
¿Qué tiene que ver eso? Ni siquiera tenía idea de que pensaran eso de nosotros.
-No te presiones ahora Katniss… - lleva una jarra de jugo hasta dejarla en el centro de la mesa – Ahora no necesitamos engañar a nadie…menos entre nosotros.
Siento como mi enfado se apodera de mí. Si no mal recuerdo en esta casa no hay ningún espectador, no hay muchedumbre gritando a coro que nos besemos, no hay presentador alentándonos a seguir al público. Sólo estamos él y yo ¿Cómo demonios piensa que lo hice presionándome por lo que piensan los demás?
Luego la respuesta llega como un rayo que me perfora la cabeza. No me cree capaz de amarlo a menos que sea parte de un espectáculo. Se acostumbró a aceptar que todo lo que tenía con él era parte de una actuación, que mis sentimientos por él siempre han sido fingidos. Fue así en un principio. No lo niego. Pero ese cálido sentir en mi pecho, el palpitar frenético de mi corazón, mis labios ardiendo para reclamar los suyos. No puedo definirlos con el nombre de un sentimiento en concreto, pero está lejos de ser una actuación.
-No hay cámaras aquí - se me quiebra la voz.
Sonríe con melancolía – Lo sé…
-Puedo besarte cuando me plazca entonces… - Las palabras salen antes de hacer filtro en mi cabeza por lo que me termino avergonzando. En él causan el mismo efecto, ya que me mira sorprendido y con un notorio rubor en sus blancas mejillas.
Su expresión cambia a una de defensa, casi enfadado – Si yo no lo permito no deberías…
-¿Por qué no lo permites? – mi volumen de voz sube sin darme cuenta.
-No quiero que lo hagas por compasión…
-¿Compasión? – repito aturdida y sonrojada más por rabia que por vergüenza.
-Sabes lo que siempre he sentido por ti Katniss…
-Lo sé… - confirmo.
-No debes obligarte a corresponderme…
Siento como mi cara se enciende por el enojo. ¿Obligarme? ¿Acaso él no sintió lo mismo que yo en el beso? Sentí su corazón latir rápidamente, a la par con el mío, cuando me recosté en su pecho, su cuerpo estaba ardiendo y su respiración algo agitada. Reconocí esos efectos por qué es lo mismo que me pasa a mí.
Pero él no lo sabe. Me sorprendo cuando me lo digo mentalmente. Yo sé lo que causo en él, además de que soy consiente completamente de lo que siente por mí. Pero él ni siquiera parece imaginarse los efectos que me ocurren a mí también.
Avanzo un par de pasos hasta quedar justo delante de él. Se me queda mirando mientras dudo unos segundos.
-Bésame. – Le digo firmemente aunque completamente avergonzada.
CONTINUARÁ…
