Prefacio

-Apresurate!- susurro Hermione, su cabello rizado bailaba al compás del viento mientras corría por los pasillos del castillo- no deben vernos! - exclamó deteniendose frente a las puertas del gran comedor.

-Eso ya lo se-dijo a duras penas un ahogado Malfoy, habían corrido sin parar desde el bosque prohibido, debía admitir que Granger tenía una gran resistencia física.

-No hay nadie en la sala común, pero cuidado, Goyle camina en la habitación- dijo hambriento el mapa del merodeador, ¿Que sería de ellos si Dumbledore no le hubiera dado ese artefacto hace unos años? .

-Tendré cuidado, si logró llegar vivo, necesito oxígeno- susurró apoyando su frente en el hombre de la chica.

Draco respiraba pesadamente, pero eso no le impedía inhalar el dulce aroma a miel y rosas que provenía de Hermione, habían pasado varios años trabajando juntos, en secreto, un duro comienzo seguido por una inesperada amistad, pero nunca, en su corta existencia, se huebiera imaginado sentir aquello a lo que aún, bien por cobardía, bien por orgullo, no se atrevía a poner nombre.

-Eres un flojo Draco Malfoy- dijo la joven entre risas- no exageres, es tarde, debemos volver a nuestras habitaciones.-

Draco levantó las mirada para toparse con la más dulce sonrisa, su corazón latía aún más rápido, sonrió y depósito un beso en la mejilla de Hermione dejándola un tanto sorprendida.

-Buenas noches Hermione- susurro- como siempre un placer arriesgar la vida contigo- ambos rieron, hermione más de nerviosismo que por el comentario.

-Buenas noches Draco- contestó dedicándole una sonrisa.

Se separaron para dirigirse a sus respectivas habitaciones, no sin antes mirarse una vez más antes de perderse entre los pasillos. Esa había sido su rutina por casi cuatro años, nadie los habia descubierto, nadie parecía sospechar que aquellos dos estudiantes de casas rivales, aparentemente tan opuestos, que parecían odiarse, habían vivido tantas cosas juntos y en algún punto de todo esto, se habían vuelto muy cercanos.

Una vez dentro de la sala común, Hermione miró el mapa, asegurándose de que el estuviera ya en su habitación, respiro hondo y agradeció a Dumbledore en su mente, miró hacia la puerta de las habitaciones de los chicos, sintió nauseas sólo de imaginar la reacción de Harry y Ron si se enteraban, lo que era inevitable y ahora más que nunca, inminente. Miró su ropa llena de tierra y ceniza, debía cambiarse antes de que alguien la viera.

-Travesura realizada- dijo en un hilo de voz y corrió a limpiarse, faltaba poco, muy poco, el principio del fin había llegado.