Dicen que los huevos de dragón eclosionan del fuego y la sangre.
El último dragón nació el 259 AC, el mismo día de la Tragedia del Refugio Estival, en la que su bisabuelo Aegon "Egg" V Targaryen, uno de los numerosos reyes Targaryens del que se pensó que tendría un futuro prometedor.
El joven Egg vivió muchas aventuras, vivió entre pobres y débiles. Egg fue rey, perdió la cabeza y murió.
Un rey que tenía un futuro tan prometedor perdió la cabeza al igual que todos sus predecesores. Su hijo Jahaerys II tomó el trono de Poniente y murió antes de que la locura pudiera hacer de las suyas, pero no por eso la maldición Targaryen había terminado. No había pasado mucho tiempo para que la maldición recayera sobre el rey Aerys II "El Loco" Targaryen.
Y ahora el loco era él.
Rhaegar dobló delicadamente la carta que había recibido aquella misma mañana en que había abandonado Harrenhall y la guardó en un bolsillo antes de volver a espolear su caballo en dirección al Norte. La muestra del mayor delito hacía su pueblo había sido enamorarse de una mujer que no era su esposa, un delito que él mismo había criticado duramente hasta que le había pasado a él.
No sabía cómo reaccionaría su esposa, sólo le quedaba la esperanza de que fuera tan comprensiva como los Martell alegaban ser con respecto a las infidelidades. Quería mucho a Elia, era su amiga, su confidente y la madre de sus hijos, pero no la amaba, y ella lo sabía.
…casarnos e ir a las Ciudades Libres…
Rezaba la carta que su amada le había enviado. Le había enamorado su lealtad y su valor, cuando la había descubierto en Harrenhall luchando como un hombre y luego había caído en sus garras cuando había querido seguirle en el viaje que planeaba hacer hacia el Templo del Dios Rojo al otro lado del Mar Angosto para seguir con sus investigaciones sobre profecías.
Falta uno, tres cabezas tiene el dragón volvió a recordar aquellas palabras que le había dicho un vidente en una de sus visitas a las ruinas del Refugio Estival y que él mismo le había repetido a su esposa el día del nacimiento de su hijo Aegon. Sin embargo, no podía permitirse pensar en eso en aquel momento en el que sólo podía pensar en la razón principal por la que había tomado la decisión de renunciar a los votos con su esposa y su pueblo.
En mala hora se había enamorado de una mujer con sangre salvaje corriendo en sus venas, quien no se empequeñecía con la mínima señal de problemas, quien no iba a dejar que la casaran con un hombre al que no amaba.
Mi padre ya ha impuesto una fecha, Robert y yo nos casamos, pero tengo un plan…
Esperaba no tener que vivir desterrado en las Ciudades Libres como consecuencia. Aunque él nunca había sido muy devoto a la fe de los Siete, si al menos pudiera conseguir que el Septo reconociera su doble matrimonio tal y como habían hecho con Aegon el Conquistador, sería un gran paso para que el resto de casas lo aceptara. Aunque el hecho de que su Querida Loba solo aceptara casarse bajo la tradición de los Antiguos Dioses iba a complicarlo todo mucho más.
Rhaegar no era un romántico, la gente normalmente lo describía como en un estado permanente de luto. Pero eso había cambiado con el Hielo que, irónicamente, había derretido su corazón de Fuego, la Joven Loba Stark. El Dragón y el Lobo Huargo, Fuego y Hielo.
Él amaba la música y todo el significado oculto que podía existir detrás del contenido que había detrás de un solo verso, estrofa o rima de una sola canción. Había analizado cada fragmento de la Canción de Hielo y Fuego y había llegado a la conclusión de que el protagonista de la canción sólo podía ser Aegon, su hijo.
Sin embargo, Aegon y Rhaella eran frutos del Dragón y el Sol llameante. Fuego y Fuego.
Había estudiado y seguido cada una de las profecías que se escondían en las canciones más antiguas, pero, si había estado equivocado... Había jugado sus cartas para evitar el destino que presagiaban las canciones, pero el destino caprichoso no se deja amoldar tan fácilmente como él creía. Se estremeció.
El invierno se acerca
Lyanna Stark de Invernalia.
Apartó todas las malas ideas de su cabeza al comenzar a divisar una figura encapuchada rezando frente a un enorme Arciano. Detuvo al caballo junto al árbol y se bajó para abrazarla, mostrando una de sus sonrisas que sólo le había dedicado a unas pocas personas en su vida pero que se hacían muy frecuentes cuando tenía a Lyanna a su lado.
Miró con amor a la mujer que estaba estrechando entre sus brazos: fuerte, luchadora y hermosa, con la corona de rosas azules sobre los suaves rizos que enmarcaban su cara.
Aquella oscura noche en el Bosque de los Dioses, Rhaegar y Lyanna, pronunciaron sus votos a los Antiguos Dioses y a los Nuevos, sin más testigo que el Arciano que crecía por encima de sus cabezas. Rhaegar no paró de sonreírle a su nueva esposa y juntos se despidieron de Invernalia con la promesa de volver.
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Al otro lado del Muro, al menos 16 años después, Bran mantuvo sus ojos cerrados mientras volaba a otro lugar más cercano en tiempo y más alejado en el espacio.
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- Prométemelo, Ned –la voz de Lyanna era apenas un susurro. Mientras Ned no podía quitar perplejo sus ojos de la cama llena de sangre sobre la que estaba su hermana.
Howland Reed decidió dejarles espacio a los hermanos Stark para despedirse entre sí, mientras que sostenía al pequeño recién nacido entre sus brazos.
- Lo juro. –pronunció Ned mientras brotaban lágrimas de sus ojos y Howland se acercó para que la joven madre pudiera besar la cabeza de su hijo por última vez antes de cerrar los ojos. El bebé comenzó a llorar con el último latido de su madre.-
Howland recogió una carta con el sello Targaryen junto a la cama y se la tendió a su amigo.
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Mi querida Lyanna, mi dulce y hermosa Rosa del Invierno.
Las tropas rebeldes se están acercando, pienso pedir un combate singular con Robert Baratheon para poner fin a todo esto de una vez.
Sé que te gustaría estar aquí, tu no eres una de esas mujeres que dejan que otros luchan sus batallas, pero aunque te vayas a enfadar por esto, me alegro de que no estés aquí. Si no vuelves a tener noticias mías lo he dejado todo preparado para que zarpes a las Ciudades Libres con nuestro hijo, Jon una vez haya nacido.
Jon Targaryen…
Está destinado a hacer grandes cosas, como ya te he dicho, pero no puede hacerlo solo. Me acaban de llegar noticias aterradoras: Mi padre ha caído, y Elia, Aegon y Rhaella han muerto, de una forma tan bárbara que ni tu esposa mía, por más curiosa que seas querrías saber y que no permitiré que eso les suceda a ustedes dos. Desgraciadamente, estos desafortunados acontecimientos han hecho que nuestro pequeño sea el legítimo heredero al Trono de Hierro.
Mi madre ha muerto, mi hermano Viserys y mi recién nacida hermana Daenerys ya están abandonando Rocadragón, he enviado a la Guardia a protegerte para que te lleven junto a ellos una vez tu embarazo deje de ser peligroso.
Rezo a los dioses antiguos y nuevos que me permitan volver a verte.
Rhaegar Targaryen,
Rey de los Ándalos, los Rhoynar y los Primeros Hombres
Señor de los Siete Reinos
Protector del Reino.
Pd: Te juro que si vuelvo, discutiremos sobre ese nombre antes de que nazca, había pensado en un nombre algo más Valyrio, aunque probablemente ganes tu y termine llamándose Jon.
- ¿Jon? –Jon volteó la cabeza hacia su medio-hermana Sansa intentando ocultar las lágrimas que habían aparecido en sus ojos y guardando la carta a su espalda.
Acababa de terminar la Batalla de los Bastardos. Sansa había aparecido para reclamar el Trono de Invernalia y Jon no podía estar más feliz por no tener que quedárselo él. Se había dirigido a la habitación de Ned Stark en busca de respuestas sobre los antiguos hombres y los Caminantes Blancos y en lugar de eso se había encontrado la respuesta a la pregunta que más tiempo había estado esperando y de la cual ya había dado por perdida la respuesta.
- Jon ¿A dónde vas? –volvió a preguntar Lady Sansa.- Invernalia también es tu hogar
Jon no tenía planeado quedarse en Invernalia, sabía que tenía que volver al Norte ahora que más necesitaban hombres. Sin embargo, observó un mapa de Poniente colgado en la pared y recordó las palabras que una vez había escuchado decir al maestre Aemon.
Un Targaryen solo en el mundo es algo terrible
- Necesito un barco directo a Meeren.
Canción de Hielo y Fuego es esa serie que al igual que me sucede con Harry Potter, me divierto escribiendo y hablando sobre ella pero el hecho de publicar algo es muy difícil.
Los autores nos ponen los listones tan altos que nunca los vamos a superar, pero al menos siempre nos queda ser aspirantes.
Escribiendo Fanfics practicamos y por un segundo les pedimos prestada las tramas de sus obras y nos ahorramos el tener que describir a los personajes desde cero.
Hoy Viernes, justo esperando a que salga el 6x09 y por tanto la Batalla de los Bastardos mi cabeza estaba por explotar pensando en todo lo que podría pasar cuando fuera rebelada la trama de la Torre de la Alegría en el 6x10.
Esto sería al menos lo que yo me imagino que sería, como lo descubriría Jon y como podría demostrar su legitimidad.
Mi madre dice que Jon ahora dirá directo al norte y que Jon vaya a Meeren parece algo ridículo e innecesario, pero si recordamos la frase que una vez se le dijo a Daenerys…:
Para ir al norte tenéis que viajar al sur. Para llegar al oeste debéis ir hacia el este. Para adelantaros tendréis que retroceder.
Esto estaría situado en un momento entre los libros y la serie, en el que Sansa y Jon ya se habrían reunido (ya sea durante la Batalla, como imagino que será en los libros, o antes, como en la serie). Escribir más allá sería empezar a plantearse el bando de Varys (si es pro-Targaryen o anti-Targaryen) si Aegon VI es real o es un falso dragón, etc, etc, etc.
Pero hasta aquí, sería el núcleo común que yo encuentro. Por su puesto, ANTES DE Batalla de los Bastardos sin tener en cuenta si Jon vive o no.
DISCLAIMER: Juego de Tronos/Canción de Hielo y Fuego no me pertenecen, si así fuera no sería la maravilla hecha serie/libro que es.
SPOILER: (Que va a vivir, ¿Cómo va a morir Jon? A ver, que le acabamos de resucitar ¿y ya nos lo quieren matar? Por favor…)
