Disclaimer: The Hunger Games es una obra de Suzanne Collins y este fic es una adaptación de Miss Mantequilla.
Rated: M.
Pairing: Katniss/Peeta.
Advertencia de la autora: Esta historia cuenta experiencias reales. Tanto propias de la autora como ajenas. El tema de la autolesión, la violencia, la depresión y/o los desórdenes alimenticios en la adolescencia es algo real, y a través de esta historia pretendo comunicarle al mundo la realidad de cientos de nosotros. Si sufres algún o algunas de esas cosas, sé fuerte. Es duro, y no ves la luz, pero puedes parar, porque aunque te odies, aunque estás convencido/a de que mereces lo que te haces, mereces ser feliz. Pide ayuda a amigos y familiares, no creas que eres débil por hacerlo o que van a juzgarte. Y si crees que no estás preparado/a, siempre puedes hablar conmigo.
Summary: Katniss esconde oscuros secretos en su cabeza y debajo de su colección de pulseras y sudaderas. Katniss tiene un cuaderno donde escribe sus pensamientos, su día a día; un diario en el que Peeta Mellark, un joven que conoce en el autobús, cobra mucho protagonismo.
Self-harm.
Por: Miss Mantequilla.
Traducido por: Angel of the Marauders
BLOQUE I - De cómo el pasado también es presente.
Capítulo Primero.
"Me llamo Katniss Everdeen y tengo diecisiete años. Vivo en Chicago y estoy en mi último año de instituto. Saco buenas notas. Me gusta leer, escribir, y la música. No tengo muchos amigos. Mi relación con mi familia es medianamente buena. Como la mayoría de los adolescentes me siento totalmente incomprendida por este mundo. He aprendido demasiadas cosas siendo tan joven. Mi refugio han sido mis grupos favoritos.
Y la autolesión.
Soy Katniss Everdeen y tengo diecisiete años. Soy de tez olivácea y mi cabello es largo y oscuro, normalmente sostenido en una trenza. No uso demasiado maquillaje, sólo delineador negro en los ojos. Mi ropa suele ser oscura, con calaveritas y monstruitos. Pero sobre todo, de mangas largas. Tengo infinidad de cicatrices en mis brazos. Las tapo con las mangas de las sudaderas y con pulseras. Empecé a autolesionarme cuando tenía trece años, después del divorcio de mis padres. Haber sufrido acoso escolar mermó mucho mi autoestima, y tras la ruptura del matrimonio de mis padres me vi bajo demasiada presión. Cortarme, arañarme, quemarme e incluso tirar de mi pelo han sido mi forma de lidiar con mis sentimientos, mis pensamientos y mi rencor acumulado".
Katniss borra los dos párrafos y las tres palabras entre ambos. Pese a que todas las letras han desaparecido de la pantalla, mantiene pulsada la tecla de borrar. A veces se pregunta si en algún momento podrá hacer lo mismo consigo misma. Pulsar una tecla, un botón, y hacer desaparecer toda su vida. Todo su pasado. Toda su angustia.
Está en la biblioteca del instituto. Le ha dicho a su madre que por ser su último año ha decidido apuntarse a un club de arte, o algo así, después de clase, hasta que llega la hora de ir a recoger a Primrose, su hermana pequeña, en el colegio y regresar a casa. Es todo mentira. Cuando el timbre anuncia el final de la jornada, Katniss se coloca los auriculares en los oídos y camina hacia la biblioteca. No está en ningún club de arte, y no tiene la intención de ir. Sólo desea escuchar su música, la que le da fuerzas para seguir con toda esta mierda.
Suele sentarse en la mesa del fondo, la que está junto al pasillo de Literatura. Ahora mismo, en clase de Literatura Universal están estudiando "Romeo y Julieta". Obra y autor le gustan, pero un sentimiento extraño le recorre el cuerpo cuando piensa en la historia de amor truncada. En las estrellas cruzadas en el firmamento. El cruel destino de la pareja. Su puro amor, su necesitada adoración que se tambalea sobre los cimientos del odio. Katniss entiende sus sentimientos. Es muy empática y sensible, así que no le cuesta en absoluto entender las razones del suicidio de Julieta. Mucho menos el de Romeo. Si ella pudiera, si le dieran un motivo más para hacerlo, también lo haría.
-Pero matarse por amor es demasiado cliché – susurra para sí misma.
Katniss es muy irónica, muy sarcástica. Pese a su situación, sabe reírse de ella. Muchas veces se ha despertado en el suelo del cuarto de baño y se ha echado a reír. Para su desgracia – o "suerte" como prefiere calificarlo ella – padece bulimia. Katniss es una adolescente de esas que apenas se relacionan con los demás. Prefiere la soledad y los libros a las palabras habladas. Desde niña ha padecido la violencia, verbal y física, y ha tenido que tragarse demasiadas cosas. Katniss no pudo ser una niña normal, porque vio y vivió cosas que ni un adulto quiere presenciar.
Son las cinco y media. La alarma en vibración de su teléfono suena sobre la mesa de madera. Pulsa la pantalla táctil y ésta se apaga. Tiene que ir a por su hermana al colegio, llevarla a casa y ayudarla con los deberes. Después le preparará la cena mientras la pequeña se asea en el baño y cuando acueste a la niña se encerrará en su habitación y esperará a escuchar a su madre regresar del trabajo. Quién sabe si logrará dormir, lleva meses sin hacerlo.
Cuando llega junto a la escuela de Primrose unas cuantas mujeres, madres seguramente, la miran de reojo. Lleva sus vaqueros negros desgastados, su sudadera azul con una calavera gigantesca vomitando flores y sus Converse negras, pintarrajeadas en las partes blancas tan características de esas zapatillas. Pese a estar algo alejadas de esas mujeres, sabe que pueden escuchar perfectamente la música destrozarle los tímpanos poco a poco. Y que no les gusta lo que escuchan. Bring Me The Horizon es un grupo inglés que con sus canciones la ha ayudado a superar muchas cosas, así que se siente orgullosa de que "Alligator Blood" esté retumbando en su cabeza de esa forma.
No escucha el timbre de la escuela, pero no hace falta, los niños empiezan a salir. Corren hacia sus madres llevando algún dibujo, con sus pequeñas mochilas de colores rebotando en sus espaldas. Katniss no puede evitar reírse por lo bajo al recordar algo que una vez leyó en internet. "Pérdida inmediata de la dignidad al correr con mochila". Pero esas pequeñas criaturas qué van a saber de la dignidad. O de la vergüenza. Que crezcan y hagan lo que quieran.
Primrose se acerca radiante hacia ella. No se nota que son hermanas, se parecen poco y nada. Tiene el cabello rubio, con un lacio envidiable. Tiene los ojos azules como su madre, lo único que a Katniss no le disgusta ver en ella a pesar del parecido. Un azul precioso que ha serenado muchas veces la angustia de la más mayor de las hermanas Everdeen. Con las manos en los bolsillos Hermione aprieta el botón del volumen de su móvil para bajarlo, dejando la voz de Oliver Sykes de fondo para poder escucharle mientras atiende a su pequeña hermana.
-Hola, Prim.
-¡Katniss! ¡Hoy he aprendido a restar!
-Oh, vaya, eso es fantástico, nena.
Primrose tiene nueve años. Es una niña lista, espabilada. Por suerte siempre fue muy pequeña para darse cuenta de las cosas que ocurrían a su alrededor antes de que sus padres se separasen, y aún es pequeña para entender lo que ocurre en la vida de su madre y de su hermana. Katniss se ha llevado sus palos y los de Primrose. Es lo único de lo que no se arrepiente en la vida.
Primrose le cuenta alguna anécdota de clase. Amelia Peterson ha querido hacerse la interesante hablando de su hermano mayor, que ya va a tercero de carrera en Yale. Primrose dice que Amelia Peterson es una creída porque sus padres tienen dinero. Katniss le dice que no debe juzgar a las personas, que quizás la vida de Amelia no es tan maravillosa como la cuenta. Que el dinero no da la felicidad.
-Si el dinero no da la felicidad, ¿por qué tú no eres feliz cuando no tenemos dinero?
-No digas tonterías, Prim yo soy feliz. Te tengo a ti, ¿si? Es lo mejor para ser feliz. Tenerte como hermana pequeña.
Primrose no lo entiende, Katniss lo ve en sus ojos, pero no dice nada. La pequeña ha aprendido a no cuestionar a la más mayor. Primrose ve en Katniss muchas cosas que su hermana no parece ver. Como que es muy guapa. Muy lista. A Primrose le encantaría ser como su hermana de mayor. Igual de inteligente y guapa. Lo único que teme es tener una mirada tan triste.
Se paran en la parada de autobús y esperan tranquilamente. Katniss le explica a Primrose qué ha hecho durante el día. Más bien se lo inventa. No quiere que su hermana sepa que después de dejarla en el patio del colegio se ha subido al autobús rumbo al instituto y ha comenzado a arañarse la nuca. Tampoco quiere contarle que a la hora del almuerzo un par de chicas han comentado lo horrible que está su pelo, que se ha hartado de comida y que después lo ha vomitado todo en los baños del tercer piso. No piensa contarle que su mayor logro hoy ha sido quitar el tornillo que une la carcasa del sacapuntas con la cuchilla que afila sus lápices para poder cortarse un poco después de la clase de Educación Física. No. No puede. Son sus secretos. Sólo suyos.
El autobús llega al final de la calle. Primrose se pone la mochila a la espalda, Katniss saca el dinero para pagar los dos billetes. Se siente miserable, debajo de sus uñas hay rastros de piel. Las puertas se abren, bajan algunos pasajeros y comienza a formarse una fila para entrar en el vehículo. Primrose entra de un salto, saluda al conductor, como cada día, y corre hacia su sitio predilecto, junto a la ventana. Después de saludar y pagar el trayecto, Katniss camina por el estrecho pasillo y se coloca detrás de Primrose que se ha quedado de pie, enfurruñada.
-¿Qué pasa, Prim? ¿No te sientas?
-Hay un chico en el único sitio donde me podría sentar a mirar por la ventana.
Katniss levanta la mirada. Efectivamente. Hay un chico ocupando uno de los tantos asientos junto a la ventana.
-No importa que hoy no puedas sentarte donde a ti te gusta, Prim. Ese chico ha llegado antes que nosotras, no es de buena educación pedirle que le cedas el asiento.
-Pero es mi sitio…
-No es tu sitio, Prim, por favor. No te comportes como una niña pequeña.
Katniss se siente realmente mal por regañar a su hermana en el autobús. Siente como algunas personas las miran – sobre todo a sus pintas de chica rebelde – y cuchichean.
-No te preocupes, yo me bajo dentro de dos paradas, así que tu pequeña hermana podrá sentarse aquí. Mientras tanto, espero que no les moleste compartir el asiento a mi lado.
Katniss lo mira, sorprendida. El chico no es muy alto, pero sí muy fuerte, puede verlo aún sentado. Es muy guapo. Tiene la piel pálida y el cabello rubio desordenado. Detrás de unos cuántos mechones que caen sobre su frente puede distinguir una mirada azul los labios finos, y también pálidos. Viste totalmente de negro y puede distinguir que por su cuello trepa un dibujo. Parecen plumas.
-Oh, yo…
El autobús arranca y Katniss se tambalea. Primrose, al estar preparada para eso, ya se ha agarrado a una de las barras y espera a que su hermana recupere el equilibrio para seguir observando a ambos adolescentes.
-Gracias – carraspea levemente y mira a su hermana – Prim, siéntate, no quiero que te caigas. Y agradécele el detalle a…
La castaña levanta la mirada y la fija con curiosidad en el rubio. Acaba de darse cuenta de que no tiene ni idea de cómo se llama.
-Peeta Mellark.
-Katniss Everdeen. Ella es mi hermana pequeña, Primrose.
-Hola, Primrose.
-Hola, Peeta Mellark, gracias por dejar que me siente a tu lado y después marcharte para que pueda disfrutar del viaje a casa mirando por la ventana.
-¡Primrose!
Katniss enrojece considerablemente y le lanza una mirada enfurecida a su hermana. Peeta no parece incómodo, de hecho, el saludo de Primrose le hace mucha gracia y empieza a reírse. Katniss queda totalmente fascinada por ese sonido. No es una risa como las que escucha por los pasillos del instituto, o en la calle. No es una carcajada normal. Es una risa como la suya. Triste. Vacía. Cortada. Pero curiosamente, puede ver, sentir, que sí le ha hecho gracia.
Cuando Peeta llega a su parada se apea del asiento, se despide de las hermanas Everdeen con la mano y comienza caminar tranquilamente. A medida que el autobús se aleja, Katniss se da cuenta de que el joven lleva en las manos algo negro y grande. Es el estuche de una guitarra. Ese simple hecho hace que un escalofrío le recorra la espalda. No puede parar de mirarle mientras se alejan, hasta que finalmente desaparece y vuelve a mirar al frente. Primrose está donde quiere estar, mirando fijamente por la ventana. Cuenta los coches amarillos con los que se cruzan y de vez en cuando le dice a Katniss que se fije en algo que le causa gracia.
-¿Qué vamos a cenar hoy, Katniss?
-No lo sé, nena. Cuando lleguemos a casa miraremos lo que hay en la cocina.
Katniss sabe perfectamente que la nevera está vacía y que en la alacena sólo queda un sobre de sopa instantánea.
Nota de la Autora: Bienvenido lector o lectora. Como has podido comprobar, si es que te ha gustado esto lo suficiente como para llegar a esta nota, esto es un universo Alterno. Gracias por sentir la curiosidad necesaria como para abrir esta historia, interesarte por ella, quererla leer. Sinceramente espero que te hay llamado la atención y que quizás desees saber algo más de Hermione y Mildred. Si no es así, no importa, pero aún así, muchas gracias por pasarte :)
Nota de la Adaptadora: Bienvenidos, así como dice la autora original del fic. Espero que les agrade esta historia. Como imaginarán, para adaptarla ya estoy bastante avanzada en la historia original y sólo voy a adelantarles que es inmensamente atrapante y dolorosa -¿por qué negarlo?-. El fic original es en el mundo de Harry Potter y los personajes principales son Hermione y Draco, por eso las notas de autora se van a dedicar a ellos, ustedes imagínense que son Katniss y Peeta.
Bueno es mi primera adaptación. Espero que les guste. Mi idea de actualización es de 15 días a 30 días máximo, a menos que la universidad me lo impida. De esta forma, doy tiempo a que la Autora siga subiendo sus capítulos.
Les mando un abrazo grande.
