Aquí les traigo el 2do One shot…este esta más alegre…bueno ya se habrán dado cuenta por el titulo jeje -U…aquí, se los juro, no mate a nadie… (que mal ya me hice la fama de asesina…bueno no es tan malo buajajajaja)…y espero que mi instinto asesino no vuelva, aunque no les puedo asegurar nada, mi sobrenombre a veces me domina (lo recuerdan? ¿Shinigami? ¿Diosa de la muerte? ¿Captan?)…
Como sea…espero que les guste.
Gracias por leer
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Alegría…El inicio
Katara salió lentamente de aquel lugar, aquel pequeño centro botánico que estaba dentro del palacio…iba con la cabeza baja y jugaba con un mechón de su castaño cabello ondulado. Se veía distraída, hundida en sus pensamientos caminaba lentamente…sólo regresó a este mundo cuando llegó hasta donde estaba él…
-¿Y bien?… ¿Qué te dijeron?
Ella levantó la mirada y cambió su expresión preocupada por una hermosa sonrisa y un tierno sonrojo.
-Estoy…estoy embarazada- dijo tranquilamente
Él se quedó quieto por un momento, sorprendido por lo que sus oídos acaban de oír
-¿Embarazada?-preguntó incrédulo
-Si- dijo ella tímidamente
Lentamente una gran sonrisa se formó en los labios del maestro fuego
-Embarazada…-susurró de nuevo- ¡Embarazada!- gritó emocionado
Tomó a la maestra agua por la cintura y la levantó dándole vueltas en el aire. Ella reía feliz.
-¡¡Zuko!! ¡Jajajaja!…
La fue bajando lentamente y se quedó hechizado por ese par de ojos azules, que ahora poseían ese brillo tan especial. Rozó con la punta de sus dedos la mejilla de la maestra agua.
-Un hijo…un pequeño bebe- susurró él enternecido
-Te amo- dijo ella
Zuko sólo se limito a dejar un dulcísimo beso sobre los labios de la castaña.
Cuando se separaron, ella se cubrió la boca y corrió hacia unos arbustos para evitar vomitar encima del pelinegro.
-¿Estas bien?- preguntó él desde lejos…pero no hubo respuesta, sólo sonidos, que evidenciaban lo que pasaba con ella en aquellos arbustos...
Tantos recuerdos se le venían a la cabeza…tantos momentos felices…
-Ya han pasado cinco meses -dijo mientras acariciaba con cariño su vientre-… ¿Sabes? a veces me parece increíble que hayamos superado tantos obstáculos.
-Lo sé- dijo El Señor del Fuego, mientras se acercaba a la silla donde estaba sentada su esposa.
-No creí que pudiéramos casarnos, es decir, yo soy…bueno, era una campesina, soy de la tribu agua y…los mestizos no se permitían en la familia real- mencionó más triste Katara
Zuko no dijo nada así que Katara continuo
-Pero, al fin y al cabo vencimos todo lo que se nos interpuso y…
La ahora Señora del Fuego fue interrumpida por una sensación calida sobre sus piernas…era su esposo, que como niño pequeño recostaba su cabeza sobre su regazo.
Lo miró con amor y comenzó a acariciarle el cabello.
-…y pudimos unir nuestras vidas tan sólo un mes antes de que supiera que esperaba este niño
El pelinegro colocó una mano en el abultado vientre de su esposa y lo acarició suavemente
-Nuestro hijo…-dijo tibiamente
Entonces sintió un pequeño golpe
-¿Qué fue eso?-preguntó un poco asustado, mientras se incorporaba quedando aún hincado ante la morena.
-No…no estoy segura, pero acaba de volver a pasar…
El silencio cubrió todo…nada pasó. Zuko, tímidamente, volvió a poner su mano sobre el vientre de la ojiazul
-Di algo, lo que sea- dijo ella
-Katara…
Otro golpe se sintió, interrumpiendo lo que el maestro fuego estaba por decir.
-Es él, nuestro hijo-mencionó ella emocionada- se mueve al escuchar tu voz
El ambarino sonrió
-Que maravilla -susurró al fin y sintió otra pequeña patada bajo sus dedos
Otros, que cuando ocurrieron fueron fastidiosos pero, ahora lo hacían reír…
La chica se sentó intempestivamente y sacudió un poco al hombre que dormía a su lado para despertarlo.
-Zuko…
El maestro fuego se movía perezosamente pero, no abría los ojos
-Zuko…-insistió Katara -¡Zuko!
El ambarino se incorporó lentamente, estaba todo despeinado y desalineado, era la tercera vez que su esposa lo despertaba esa madrugada
-¿Qué pasa? -Dijo desganado
-Tu hijo tiene hambre
-No seas tonta…el niño no puede tener hambre, aún no nace- expresó con escaso fastidio el ambarino
-¡¿Qué quieres decir?! ¡No te importa lo que le pase a tu hijo! ¡¿Y por que me llamas tonta?! ¡Ya no me soportas verdad!… ¡No te preocupes yo puedo tener a este hijo sola! ¡¡No te hagas responsable si no quieres!!- reclamó gritando la maestra agua
A veces el embarazo la hacia actuar tan raro…tan diferente a como era…el pelinegro intentaba comprenderla, sabia que no lo hacia al propósito…
-No, no…tranquila…está bien ¿Qué quieres?- mencionó totalmente derrotado
-mmm…puré de papaya con hongos
Zuko apretó los puños
- sólo se pone así por las noches, sólo se pone así por las noches… -susurró intentando tranquilizarse
-¿Qué dices?
-No nada- respondió él entre dientes mientras se levantaba- voy por lo que me pediste
El Señor del Fuego salió y cuando estuvo lo suficientemente lejos pudo desahogarse un poco.
- ¡¡Por los espíritus!!¡¿Dónde se supone que encontraré papaya y hongos a esta hora y en pleno invierno?!- vociferó mientras levantaba los brazos al cielo
El día en que lo vio por primera vez…
Ella tomó la mano de Zuko con mucha fuerza, el dolor que sentía era insoportable, el sudor empapaba su frente y corría hasta su rostro.
Él la miraba asustado e intentaba darle ánimos, fingir que estaba tranquilo, pero era imposible ocultar lo nervioso que estaba.
-Vamos, Katara…
Un aire de incertidumbre llenaba aquel cuarto, desesperación mezclada extrañamente con alegría…y entonces…silencio…y un llanto lleno todo de esperanza, de felicidad…
Le entregaron un pequeño bulto a Katara. Ella lo tomó delicadamente con amor desmedido, quitó lentamente la cobija que lo cubría y lo vio por primera vez, ese pequeño, ese niño, su hijo…su hijo y el de…
-Zuko…míralo-dijo la morena mientras inclinaba lentamente al bebé para mostrárselo a su esposo.
Él se acerco con un poco de timidez, lo miró y una leve sonrisa se formo en sus labios.
-Es…es…-balbuceó el Señor del Fuego mientras miraba a Katara
-Cárgalo- ofreció ella
-¿yo?…pero… ¿Cómo?
-Anda…no le harás daño- dijo mientras le extendía los brazos con el pequeño
Zuko tomó aún inseguro, a su hijo…de pronto el pequeño príncipe comenzó a llorar y el ambarino miró asustado a Katara.
-Sólo arrúllalo un poco…-resolvió su esposa, que lo miraba divertida…él lucia tan perturbado, cómo pocas veces lo había visto. Ni frente al rival más fuerte se ponía así, y ahora se rendía frente a un pequeño bebé.
Zuko movió de un lado al otro a la criatura, intentado arrullarlo y pronto se calmó. Entonces lo observo detenidamente y acercó una de sus manos para acariciarlo.
-Es tan pequeño…tan frágil…y… - expresó el Señor del Fuego
-Y es nuestro hijo-completó la maestra agua conmovida
-Nuestro hijo- repitió él en un murmullo y sonrió feliz…
Recuerdos…llegaban uno tras otro, llenando su mente, sacándolo de la realidad por un momento, volviendo a cada uno de esos instantes…
No podía dormir, estaba inquieto…miró de pies a cabeza a la mujer que dormía tranquilamente a su lado y su respiración se agitó. Cerró los ojos intentando tranquilizarse…
-Tampoco puedes dormir ¿Cierto?
-¿Estas despierta?-cuestionó sorprendido él maestro fuego
La morena se volteó para ver a su esposo
-Si…
El Señor del Fuego sonrió levemente.
-Katara…ha pasado tanto tiempo y yo…
Se acercó a ella y la besó, la besó con pasión, con lujuria como hace mucho no lo hacía…nueve meses de embarazo y tres desde que el pequeño Kainan había llegado…un año, un año sin hacerle el amor a Katara, un año conteniendo sus deseos, un año que estaba llegando a su fin…
-Espera un poco- dijo ella respirando agitadamente pero, aún guardando la cordura, mientras sentía los labios del maestro fuego en su cuello- no quiero quedar embarazada de nuevo, tan pronto…
-No pasará nada…déjate llevar…
Katara se aferró a la espalda del maestro fuego, ambos ardían en besos, roces peligrosos y susurros a momentos incomprensibles. Zuko se puso encima de la morena y comenzó a liberarla de ligera ropa que la cubría, no podía esperar, no más.
Tenues gemidos huyeron de la boca de la morena, cuando el pelinegro comenzó a recorrer su etéreo cuerpo entre besos y pequeñas mordidas, lo que le causaba demasiado placer.
Tanto calor se estaba haciendo insoportable, sus cuerpos humedecidos por el sudor, se mezclaban, se volvían un torbellino imparable de frenesí…las sábanas estaban revueltas, al igual que sus cabellos y sus mentes.
Mechones de cabello atrapados en las manos del maestro fuego, mientras Katara se adueñaba de su espalda, arañándola, intentado no gritar de placer, tratando de no delatarse con todo el palacio.
Movimientos suaves, lentos, que ambos disfrutaban. Ahora la ojiazul volvía a sentirse poseída por él, ya había olvidado todos aquellos estremecimientos que ahora experimentaba, que sólo él lograba hacerle sentir, sólo él lograba llenarla de tanto erotismo y que olvidara todo pudor.
Zuko se deleitaba con el suave aroma de la castaña, con su curvilíneo cuerpo, su sedosa piel, disfrutaba adueñándose una vez más de su virginidad, haciéndolo sentir aliviado, liberado de tanto deseo, sintiendo como ella se estremecía entre sus brazos…
-Katara…-susurró apenas en un gemido
Ambos apenas respirando, terminaron de desatar toda aquella excitación y la morena se recostó sobre el torso del Señor del Fuego.
-Extrañaba esto…-confesó, aun agitada, la maestra agua
-Yo también…
Tantos instantes y ahí enfrente tenía a la mujer con quien había compartido esos momentos, estaba ahí hincada junto al lago donde alguna vez estuvo con su madre, jugando con Kainan,…
-Zuko…despierta
-¿Eh? lo siento…sólo recordaba…
-¿y que recordabas?
-Cosas…muchas cosas…
-Bien, ayúdame…
Zuko se hincó, a unos metros de su esposa
-Aquí vamos- suspiró Katara
Puso de pie al pequeño príncipe y lo soltó, mientras Zuko lo llamaba. Kainan dio un paso, luego otro y uno más, hasta llegar con su padre, quien lo cargo y lo levantó muy alto.
-Bien hecho Kainan
Katara se levantó y fue donde su esposo y su hijo. Ahora empezaban una nueva travesía, una nueva aventura…
El tono naranja del atardecer iluminaba todo… todo estaba lleno de reflejos fugaces…y la pequeña familia miró mientras el astro rey se iba a descansar y la hermosa luna, acompañada de las destellantes estrellas, tomaban su lugar.
Los tres se fueron a dormir. Zuko y Katara dejaron al pequeño Kainan en su cuna, durmiendo, viajando a quien sabe donde…siendo feliz.
Los Señores del Fuego se dirigieron a su habitación. Después de tantas cosas, de la guerra, de los prejuicios, por fin podían ser felices, libres de amarse sin importar nada…amarse cada día, cada noche, bajo la protección del sol y la luna…
-Espera…-susurró ella mientras sentía de nuevo al maestro fuego apoderarse de su cuerpo.
-¿Por qué?- preguntó él deteniéndose
-Tengo que decirte algo antes de que continúes…yo…estoy embarazada de nuevo…
Zuko se sorprendió y luego sonrió maliciosamente
-Aprovechemos el tiempo entonces…
Y volvió a hundirse en el cuerpo tostado de su amante…todo comenzaba de nuevo, era el inicio…el inicio de otra vida…
