Boku no Hero Academia/My Hero Academia no me pertenece.

El prompt original pone: Hay una manera infalible de hacer enojar al Dios de la Guerra, debes tomar una flor de su jardín.

EndeHawks. Universo Alterno.


Frente al jardín

—¿Qué crees que haces? —la voz suena enojada y le hace crisparse en su lugar al no advertir la llegada del dueño de ésta.

Gira lentamente la cabeza y por encima del hombro ve a un hombre corpulento, mucho más alto que él. Está de cuclillas y no puede evitar encogerse en su sitio un poco más mientras sus alas se doblan sobre su espalda.

Es la primera vez que ve tan de cerca al famoso Dios de la Guerra y hace una nota mental para recordarse que sin duda alguna es alguien singularmente aterrador. Le hubo visto antes aquella vez donde el Dios asistió a una de las fiestas organizadas por el Padre de Todo, la última y quizá única vez que fue.

—Responde, ¿qué hace un mensajero como tú en estas tierras? —insiste.

Se dicen muchas cosas sobre él, especialmente esa sobre el odio que tiene hacia el Todopoderoso.

—Perdona, no sabía que estas eran tus tierras —miente con la flor que ha arrancado momentos antes todavía en su mano.

Por supuesto que sabe, ha ido con un único propósito en mente.

El más alto entorna los ojos, le está juzgando y teme, por un instante, que pueda ver a través de su mentira.

—¿Este jardín te pertenece? —se muerde la lengua, quizá debería hablarle de usted.

La familiaridad con que le habla no parece perturbar al más alto pero comienza a ponerse nervioso por la falta de respuesta a su cuestión. Siempre ha pensado que es un hombre atractivo, ahora que puede apreciarlo más de cerca, reafirma su opinión sobre el Dios. Su cabello de un tono rojizo, contrasta perfectamente con sus pupilas de color turquesa, tan inmaculadas, al tiempo en que su piel de un tono claro resalta el carmín de su cabellera y vello facial.

Si le dieran a elegir entre Adonis y él, lo elegiría a él, aunque pareciera un disparate para cualquiera.

Cierra los ojos un momento y gira la cabeza a su costado derecho, mirando hacia el horizonte —No es mío.

Al principio no entiende hasta que recuerda que le ha hecho una pregunta. Observa el perfil del Dios y un recuerdo llega a su mente, es verdad, ¿no hubo una mujer antes aquí?

—¿Es de ella? —suelta sin pensar. Al darse cuenta del error se queda helado.

La mirada turquesa del otro le observa con intensidad y frunce el ceño, mirándole con desconfianza —¿Cómo sabes eso?

Casi lo escucha gruñir y siente escalofríos bajar por su espalda.

—Ellos hablan cosas sobre ti —en parte es mentira porque no se ha enterado de eso gracias a los demás dioses, pero es verdad porque realmente dicen mucho sobre él.

Mientras espiaba al Dios de la Guerra llegó a ver, en más de una ocasión, a una mujer sentada en el jardín, con un cabello tan blanco y pulcro como el de esas flores; siempre se preguntó quién era, hasta que escuchó los rumores.

El dios resopla y dirige la mirada a otro lado, no duda que le molesta el ser un tema de conversación entre el resto de los Dioses —Sí, era de ella.

Nota el énfasis en la palabra "era" y aunque tiene curiosidad por saber porqué lo ha dicho de esa manera sus intenciones por averiguarlo quedan en sólo eso al ver el rostro del mayor. Su gesto severo ha cambiado, sus facciones se han suavizado y su mirada parece perdida en un lejano pasado del cual conoce absolutamente nada.

Duda mucho que todo lo que se dice de él sea mentira, sin embargo hay algunas cosas que simplemente nadie dice o tal vez nadie sabe.

Lleva su mirada ámbar hacia enfrente donde el enorme campo de flores se extiende sin aparente fin. Rememora la figura esbelta y fémina y es inevitable que se pregunte quién ha sido ella para él, qué ha significado para él, es un jardín precioso perfectamente cuidado.

Se levanta y se gira para ver de frente al Dios de cabello bermejo —¿Te importa si me la quedo? —alza la flor que sostiene en su mano a la altura de su boca para ponerla contra sus labios.

El mayor tarda en reaccionar y cuando lo hace entrecierra los ojos al verlo —Ya la has arrancado.

Se ríe nerviosamente por la respuesta y sin decir más el Dios se adentra en el campo de flores, lo ve avanzar y abrirse paso entre los tallos con cuidado hasta que se detiene y se hinca entre las pequeñas flores de color blanco. Es una imagen extraña, ¿el Dios de la Guerra rodeado de flores blancas?, extraño sin duda, pero excepcionalmente hermoso.

Quiere grabar en su mente esa escena y en un pensamiento egoísta le gustaría ser parte de ese momento.

Sonríe detrás de la flor, ha querido conocer al Dios de la Guerra y ahora no cree poder alejarse de él.