Amanecía en aquel piso 4. El sol empezaba a asomar, todavía con cautela aunque empezaba ya la primavera. Por una ventana abierta de un bonito departamento estudiantil entraba la brisa. Brisa que sorprendió a los jóvenes que abrazados, dormían profundamente.
Solo tapados por las sabanas rojas, aquellas sabanas que habían presenciado con lujo de detalles su aventura de la noche anterior. Aquellas sabanas que no se quejaban al sentir el peso de ambos cuerpos en acción porque sabían que luego de una gran tormenta vendría la calma y dormirían tranquilos y abrazados hasta que la mañana iluminara la habitación y los sacara de su sueño feliz.
Los dos jóvenes eran Greg House y Lisa Cuddy. Ambos estudiantes de medicina, ambos grandes promesas, ambos muy talentosos y ambos muy orgullosos. No eran lo que se decía una pareja. Eran buenos amigos, aunque ninguno de los dos creía que su amistad perdurara más allá de la universidad. Eran amantes, ocasionales pero perfectos el uno para el otro. No dudaba en buscarse si se sentían solos pues sabían que aunque no formalmente, el otro estaba allí.
Greg House abrió los ojos lentamente para que la luz no lo cegara. Allí estaba ella, dormida, desnuda y hermosa, recostada suavemente sobre su pecho. Recordó la noche anterior y los efectos del tequila, indispensable para ambos. No estaba ebrio la noche anterior, recordaba cada detalle, cada roce, cada gemido, cada palabra susurrada al oído, cada caricia. Nunca se lo diría pero ya no podía vivir sin ella, y aunque sonara cursi era la verdad. Se había convertido en una droga, algo muy difícil de dejar, y no solo era cuestión de sexo. Era cuestión de afecto, compañía y por supuesto, placer. Con estos pensamientos se quedo dormido nuevamente, realmente estaba agotado.
Horas después volvió a abrir los ojos pero ella ya no estaba allí. Se volteo a mirar el pequeño reloj en la mesita de noche, marcaba las 10 de la mañana. Pensó en levantarse cuando vio como la figura de Lisa salía en ropa interior de su baño con el cabello mojado y sin nada de maquillaje. Rápidamente y sin mirarlo empezó a ponerse los jeans y la blusa que llevaba el día anterior.
Adonde vas? – dijo levantándose y poniéndose ropa interior.
Tengo clase, nos vemos – le respondió ella apurada saliendo del cuarto ya vestida y maquillada.