Esto surgió producto de que me leí el libro más increíble de toda la historia de la humanidad: Artemis Fowl 7. Artemis es un genio criminal, el más grande de todos (en este libro apenas tine 15 años xD), pero producto de un millar de razones, se vuelve un poco loco y surgió de él Orión Fowl, que es todo lo contrario a él (Es mi idolo, pero es muy weon). Bueno.. yo siempre quise un Aang malo o un Aang que sea todo lo contrario a lo que tenemos en mente. Sin embargo, este fic no es un drama ni nada, odio las cosas muy dramáticas, por eso no me gusta que esto resulte ser una lata leerlo. Así que por favor, disfruten al leerlo :)
A los ojos le llegaban pequeños proyectiles de gotas de agua salada. Con un telón de fondo que parecía mentira. La luna se asomaba viendo al mundo detrás de su gigantesca cama llamada océano. En sí la luna estaba inmensa, casi se veía más grande que el sol. El mar le robaba la mayor iluminación posible a la luna y la dejaba mostrar en la superficie del agua. Algunos peces disfrutaban de la belleza del paisaje y se dedicaban a saltar y a jugar entre sí, sin esperar que ellos mismos estén haciendo el paisaje aún más hermoso.
Katara ignoraba completamente el paisaje que estaban viendo sus ojos salados. No se sabían si estaban salados por la sal de las chispitas de agua que estrellaban ahí o las lagrimas que había derramado casi todo el tiempo, en secreto.
Lloraba, y lloraba mucho. Demasiado.
Destrozaba el paisaje en su mente, con pensamientos masoquista y poco alegres. Había estado así desde hace dos meses. La razón: Aang había desparecido.
Katara se agachó aún más de lo que estaba para poder posar la cabeza sobre el balcón helado.
Lo estaba buscando desde que supo que había desaparecido. Justo ahora estaba en un pueblo en el Reino Tierra, muy cerca de la ciudad de Gaoling, donde vivía Toph. Hay que aclarar que ni ella y ni Sokka sabían que Katara estaba recorriendo el mundo sola en busca de su amado Aang, pero ¿para qué decirles? Solo la retrasarían más, y ella no tenía que perder nada de tiempo. Ni si quiera sabía si es que tenía tiempo o que ya era muy tarde.
Toph, por su parte, también fue en busca de su amigo y emprendió su viaje hace unas cuantas semanas. Las ganas de seguir aventurando el mundo no morían en la mente ágil e inquieta de Toph, sin embargo, no empezó a buscar a ciegas como Katara, no literalmente, claro. Toph fue directamente a la Nación del Fuego para ir en ayuda de Zuko y su gran poder de poder mandar a la gente con menos poder. Tener un amigo Rey es una ventaja enorme si es que quieres buscar algún tipo de información. Las mínimas cosas buenas que dejó la guerra fue la vasta colección de libros e informaciones que "encontró" en bibliotecas de otros países.
Zuko y Toph empezaron por buscar por los libros – Zuko más que Toph. Ella solamente ocupó los libros que Zuko dejaba aún lado para arrancarles la ultima pagina y jugar a golpearlos - algún espacio vacío en la historia de la guerra. ¿Por qué? Simple: Aang tenía más enemigo de los que creía. Alguien lo hiso desaparecer o lo secuestraron. Alguien quería un mundo sin equilibrio, y por ahora lo estaba logrando. Por ahora.
Sin embargo, esa información no la sabía Katara, y debido a su dolencia en el corazón se hizo una confusión en su mente y no podía pensar con claridad las cosas. En lo único que sabía que estaba claro era que ella debía encontrarlo. No entendía que ir buscándolo pueblo a pueblo nunca lo encontraría, sin mencionar que tomaría varios meses hallar una pequeña pista de su paradero y que realmente era una locura.
Ahora estaba en un pueblo extraño con personas desconocidas, en un hostal barato con dos monedas de cobre para todo su viaje hasta encontrarlo. ¿Cómo rayos iba a sobrevivir?
Incluso sin guerra este mundo era hostil.
Katara apartó su vista del precioso paisaje y decidió gastar el poco dinero que le quedaba en algo para su estomago, que empezaba a reclamar por algo de comida.
Salió de la hostal sumida en sus pensamientos y con una mirada que podría matar a un león con solo verla.
Había mucha gente en las calles en esas horas de la noche, era porque había una celebración llamada "Fin de la Guerra". Katara sabía qué fecha era y esperó que nadie la reconociera y gritara "¡La heroína Katara, de la Tribu Agua está en el pueblo! ¡Hurra!"
Katara se sentía de todo, menos una heroína. Lo cual era simplemente mentira, ya que sí era una heroína realmente, pero estaba tan devorada por el hecho de que Aang había desaparecido que asumió todo como si fuera su culpa. Aunque también tomo medidas para que no la reconocieran y ropa típica del reino tierra, y decidió que para mejor, debería ocultar el collar de su madre.
Avanzó por entremedio de las personas que iban bailando, cantando y gritando a todo dar, casi empujando a algunos que querían bailar con ella sin aviso. Las brillantes luces no la dejaban ver bien hacía adelante y un par de veces tropezó haciendo chocar a la gente alrededor. El pueblo parecía muy feliz y desordenado como para darse cuenta de que había una persona entre ellos que estaba luchando con la corriente y negándose a reproducir momentos felices en su mente, Katara solo tenía que cruzar el mar de gente en frenesí para poder llegar al stand de comida del al otro lado, una tarea imposible porque la gente misma hacía una barrera humana, como coludiéndose entre todos para molestar a la Maestra Agua y no llegar a su objetivo.
Tardó varios minutos en llegar al otro lado, sin embargo no llegó ilesa, recibió patadas codazos e incluso cachetadas por aquí y por allá pero al fin y al cabo llego, y comer era importante ahora.
¿Qué me das por dos monedas de cobre? – Le pregunto al que atendía el stand, con cara algo molesta por los golpes.
Te alcanza solo para un plato de carne de cerdo-gayo, pero ¿sabes?, yo podría darte el mundo gratis si me das un besito.
El tipo era nauseabundo, una morsa con bigote de negro y con restos de comida. Tenía una asquerosa espinilla justo en el labio superior que robaba todas las miradas y era el centro de atención en su repugnante cara de cerdo.
Qué pasa si te digo que te rompo tu rechoncha nariz antes de que des un paso hacia mí. ¿me dejarías las cosas gratis?
El señor la miro con algo de miedo, cualquiera la miraría así si tenía esa brillantez de Maestra Sangre pegada en sus ojos azules. Había cambiado demasiado desde que Aang no estaba.
Le doy lo que quiera gratis, señorita. – Dijo el hombre, patéticamente.
Katara se sentó en la barra y se puso a comer, odiando el mundo. Se sumió tanto en sus pensamientos y en qué lugar debería buscar después, que ignoró completamente el momento que los gritos de alegría se transformaban en gritos de terror y miedo.
¿Qué rayos pasa? – Preguntó al aire. El tipo que atendía tragó saliva y se puso pálido de repente.
Son los Nagan. – Le respondió, luego se escondió debajo de una silla. – Sera mejor que corras, niña.
Eso estaba haciendo todo el mundo, correr y correr. Katara no tenía ni idea de quien eran los Nagan ni que querían. Tampoco le importaba mucho, quizás en otro tiempo ayudaba a la gente con sus problemas, pero ahora ya no tenía ganas de eso.
¿Qué diría Aang si me viera ahora? – a veces pensaba – Diría que soy una estúpida e insensible masoquista.
Cuando la gente se dispersó mejor, Katara pudo al fin verlos. Eran 5 hombres, todos altos y musculosos. Tenían como ropa solamente unos pantalones largos y negros y una capucha con una capa que llegaba a los talones. No se les veía ninguno la cara, lo que si mostraban y, que al parecer, les gustaba alardear eran sus abdominales tremendamente bien formados, algunos tenían unos pectorales enormes. Andaban los cinco descalzos y una formación ordenada.
Lo más seguro es que son Maestros Tierra. –
Uno de ellos, que era el más blanco de todos hasta al punto de parecer casi trasparente, se acercó a una pequeña niña escondida detrás de un poste. Nadie la iba ayudar ya que todos estaban preocupándose de arrancar solos.
Tan terribles serán estos tipos, ¿que no se preocupan de una niña asustada?
Ya fue suficiente para Katara y con una mirada encabronada y decidida salió corriendo a ayudar a la niña, que estaba al otro lado de la calle.
Miren lo que encontré, camaradas – Dijo entusiasmado el hombre que se le acercó a la niña, se puso al frente de ella y dobló sus rodillas para quedar a su altura. – Comida para mi león-perro.
Ni te atrevas a tocarla, imbécil. – Grito Katara, tirándole un cañón de agua que lo empujo justo al frente de los demos hombres.
Katara ayudó a levantar a la niña y le dijo rápidamente huyera, la niña sin chistar le hiso caso. Cuando se perdió de vista, Katara se giró hacia los hombres.
¿Quiénes son ustedes? ¿Por qué asustan a esta gente?
Entre los cinco se miraron un momento y luego se partieron de risa, eso la hizo enfurecer.
Veo que no eres de por aquí. Pues nuestras disculpas, dama. Creo que necesita una introducción.
¿Introducción?
Introducción se le llama a una presentación.
¡Ya lo sé! – Pegó al suelo con furia. – Y no necesito ninguna introducción, lo que necesito es que se larguen de aquí y dejen de molestar.
El de una esquina sonrió y se acercó más hacía ella.
Me temo que no podemos irnos. Estamos buscando a alguien y creo que ya la encontramos. – Dijo con voz picarona.
¿Es ella? ¿Seguro?
El tipo nuevamente sonrió y esta vez le dedico una sonrisa al camarada que estaba a la otra esquina, casi escondido.
Es ella, ¿verdad? – Le preguntó sonriendo maliciosamente. - ¿Es Katara, de la Tribu Agua?
Katara quedó atónita. ¿Por qué rayos la querían a ella? ¿Quiénes eran realmente estos hombres?
Fijo la mirada al de la esquina, pudo ver ojos de un extraño color amarillo, que posaba la mirada en ella.
No es ella. – Dijo simplemente, luego apartó su vista.
¿Qué? – Pregunto bruscamente.
No es Katara. No es ella ¿Quieres que te dicte las letras ahora? Digo, si le es más fácil comprender al puré de mierda que tienes de cerebro.
¿Qué has dicho, idiota?
Los otros se metieron para calmar la situación.
Tranquilos, tranquilos. Recuerden que somos Nagan y somos geniales. Recuerden, geniales. – Calmó un hombre, que parecía el mayor de todos. Luego se dirigió a Katara, que estaba más que confundida con la situación. – Perdónenos usted, bella dama, nuestro camarada la confundió con alguien más. Discúlpelas molestias.
Ahora no sabía si decir. "No hay problema", ya que la trataba como cualquier ministro en una fiesta de gala en la Nación del Fuego, sin embargo no dijo eso.
Basta ya de todo esto. Váyanse luego de aquí y dejen tranquilo este pueblo.
Nuestra organización no puede hacer eso, señorita. Acá mandamos nosotros, y así debe ser. ¿Sabes el significado de "Nagan"? Significa Dragón, y el dragón es el que manda siempre. Por lo tanto nosotros debemos mandar todo, es como una manía ¿sabes?
¿Por qué querrían hacer eso? – preguntó alarmada.
¿Es necesario que sepa esto, la campesina? Si no es la que andamos buscando no nos sirve.- Hablo el que la había confundido supuestamente.
Ahora. – Hablo otro que había estado callado, pero con una gran sonrisa, inexplicablemente disfrutando del momento. – Si ella sabe algo sobre la novia del Avatar, nos podría decir. Así de simple.
Y en ese momento todos se fijaron en ella. Algunos se pusieron la mano en la barbilla como para posar para la portada de una revista de "Grandes Pensadores"
Yo… - Tartamudeo. Hiso una mirada rápida al de los ojos amarillos de la esquina. Le sorprendió ver un leve movimiento de la cabeza, diciendo: NO. – Yo no sé nada de ella. Solo sé que ayudó al Avatar con acabar la guerra. Nada más.
Oh, pues, eso no nos ayuda para nada. Pues, bien, te dejaremos ir, solo porque me caíste bien. – Habló el que no había hablado nada durante todo el rato.
¡Pero si esta bellísima! – Reclamó el que la había confundido.
Bien, Kuhr. Lo que hagas con ella o no, no me interesa. Puedes llevártela si quieres.
Espera, ¿Qué? – Alcanzó a decir Katara, antes de que Kuhr se abalanzara contra ella, lo que termino con él cayendo de cara al suelo. – ¡Si se atreven a tocarme los mato!
¡Como me encantan las agresivas! – Le dijo otro, que ocupo sus poderes de Maestro Tierra para aparecer justo atrás de ella, trasladándose bajo tierra. Enseguida le dio un golpe certero en la nuca.
Negro.
Porfa, quiero reviews para ver si esto vale la pena seguirlo.
