«juro solemnemente que mis intenciones no son buenas»
Título: Recuerdos que almacenar
Autor: Angelito Bloodsherry (antes Angelito97-Delena)
Pairings: Draco Malfoy / Harry Potter.
Sinopsis: Tres olores que recuerdan a tres momentos que ni Draco ni Harry cambiarían por nada. La guerra ha acabado y la vida de estos dos chicos se ve unida. ¿Por qué luchar contra el destino ahora cuando Harry no lo ha hecho nunca?
Disclaimer: Todo el universo de Harry Potter es propiedad de J. K Rowling y compañía.
Advertencias: Hogwarts y EWE.
N/A: Esta historia no puede ser reproducida de forma total o parcial bajo ningún concepto. Si encuentran este fic u otro cualquiera en otra página decidme lo con urgencia. Yo misma me encargaré de ver si es plagio. Miren en mi perfil que páginas tienen permitido la reproducción.
N/A: 1,000 palabras y la imagen de portada NO es de mi propiedad.
Capítulos: 1/3.
Este fic participa en el Reto #14: "Amortentia al azar" del foro Hogwarts a través de los años.
recuerdos que almacenar
1. muérdago
Diciembre, 1998.
Si hace unos meses, le hubieran dicho a Harry Potter que estaría, no en Hogwarts cuando se prometió que no lo volvería a pisar ni borracho, en una fiesta de navidad preparada por los miembros del ED con el objetivo de fortalecer el pacto silencioso que había entre los alumnos de octavo, se habría reído en la cara del idiota en cuestión después de haberle golpeado con el mocomurciélago de su vida.
Pero ahí estaba. No necesitaba comprobar si alguien lo había hechizado para ir, estaba voluntariamente o todo lo voluntario que se podía estar cuando Hermione Granger te amenazaba a cada dos minutos con cosas horribles e impronunciables si se le ocurría no aparecer o, lo que era peor, desaparecer en un tiempo récord.
¿Para qué engañarse? Si hubiera querido, no habría ido. Tenía una Capa de Invisibilidad, el Mapa del Merodeador y era el jodido niño-que-vivió-y-venció. ¿Por qué iba a tenerle miedo a la psicópata de su mejor amiga? No se lo tenía, ni a ella ni a nadie.
Vale, tal vez estaba mintiendo. Sí que le tenía miedo a alguien. No era un miedo como tal, era un miedo emocional. Un tanto idiota, pero era un miedo real con el que no pensaba luchar. Le gustaba ese miedo.
Sin darse cuenta de lo que hacía lo buscó con la mirada. No sabía si iba a venir. No había muchos slytherins en la fiesta, solo estaban Astoria, Daphne -esta última seguida de cerca por Nott- y algún que otro alumno que se había mantenido neutral en la guerra y había dudado como el demonio en volver a la escuela, como Zabini. No había nadie que pudiera incomodar a Draco, pero este no estaba entre los presentes.
Una punzada de algo que no quería nombrar le dio de lleno, ¿por qué no había venido? ¿No le había prometido que iría simplemente para burlarse a gusto o, lo que era lo mismo, ofrecerle compañía porque ninguno de los dos quería realmente estar en la escuela?
Sí, Harry Potter y Draco Malfoy eran algo así como amigos. Desde los juicios donde habló en su nombre hasta días antes de volver a la escuela, Draco y él habían conseguido lo que en siete años: entenderse. Era lo que hacía sobrevivir a una guerra y sufrir sus consecuencias en silencio, crear aliados. Los dos se comprenden, se buscan, se necesitan y siempre están juntos. Los periódicos, al principio, vivían para saber más sobre la amistad del mortífago y del héroe. ¿Ahora? Todo estaba mucho más tranquilo, Hogwarts se había encargado de ello.
Los dos tendían a alejarse de las multitudes.
Los dos tendían a esconderse y perder el tiempo en el aire o en algún rincón del colegio.
Juntos, siempre.
Nunca separados.
Estaba a punto de marcharse cuando lo sintió. No podría explicárselo a nadie, pero podía sentir cuando Draco estaba cerca y ahora lo estaba. Estaba justo detrás de él.
—¿Me echabas de menos? —se burló aunque había una pincelada de duda en sus ojos grises. Draco podía ser muy adorable.
—No.
—Oh, eso ha dolido, Potter —se llevó una mano al pecho herido y, al segundo, se echó a reír. Harry correspondió su risa, ¿cómo no hacerlo? Era el sonido más mágico que había escuchado en su vida, podría revivir hasta un muerto.
Durante unos minutos simplemente hicieron eso: bromas sin sentido, risas constantes y miradas que decían absolutamente todo. Estaban muy cerca, uno al lado del otro, pero seguía sin bastar. Harry necesitaba el contacto físico como el aire para respirar y no tenía sentido. ¿Qué pasaría si pegaba su rodilla a la de Draco? Nada. ¿Y si le tomaba de la mano o le ponía el mechón de cabello suelto en su sitio? Hizo lo segundo, ganándose una mirada totalmente diferente por parte de Draco, una mirada que solo le daba en momentos clave, como cuando tropezaron en el aire e hicieron lo imposible para sostenerse o como cuando le devolvió la varita y la magia de ambos conectó por una milésima de segundo.
Era una mirada hermosa, frágil y llena de sentimientos encontrados.
Harry pasó saliva y abrió la boca para decir algo, cualquier cosa.
No hizo falta.
Un muérdago se materializó encima de sus cabezas. En otras circunstancias, Harry habría pasado de él, ¿besar a Draco y perderlo? Ni de coña, pero esa mirada, esos ojos grises brillando con la misma intensidad y el mismo deseo que los suyos. No, el muérdago era la excusa que necesitaban.
Draco tragó con fuerza.
Harry, lo besó.
No fue un beso ni un simple roce de labios. Lo fue absolutamente todo. Fue el detonante, el cambio que ambos anhelaban desde hacía no sabía cuánto tiempo.
—¡Menos mal! —¿era la voz de Ron? Quizá—. Ay, Hermione. No me pegues.
No importaba.
Solo importaban Draco, sus besos, su olor -olía a vainilla y sus labios sabían a whisky de fuego-, su cuerpo pegado al suyo -¿cuándo se habían acercado tanto?-, sus dedos rozando con duda lo que el rubio llamaba "nido de pájaro" medio en broma y medio en serio, el jodido muérdago al que iba a hacer un altar. Solo ellos dos. El mundo podía irse a la mierda, si gustaba.
Se separaron. Los ojos de Draco no eran grises, eran plata. Parecía preocupado, atemorizado más bien. No más dudas, pensó Harry, no iba a permitirse perderlo por ellas.
Así que hizo lo que se esperaba que hiciera.
—¿Vamos a volar? —su voz sonó ronca por el deseo—. ¿Un juego de buscadores?
Draco se mordió el labio inferior y apartó la mirada un segundo.
—Sí. Sí, claro, sí.
Los dos se levantaron a la vez. Media fiesta tenía los ojos puestos en ellos. Y mañana, medio mundo mágico sabría la verdad. Pero en ese momento, Harry solo podía pensar en la mano cálida de Draco entrelazada con la suya y en esa sonrisa tímida y llena de preguntas, de promesas y, tal vez, de amor.
¿Reviews o tomatazos?
