CAPITULO 1

Los casos en los que habían involucrados niños, siempre eran difíciles. Tres víctimas entre 12 y 15 años, habían sido secuestradas en menos de dos semanas. Afortunadamente, el equipo había llegado a tiempo de salvarlas antes de que el sudes, un pobre perturbado con delirios religiosos las sacrificara en un ritual satánico. Éste, se había suicidado durante la operación de rescate, al verse acorralado por la policía.

Ahora, el equipo se encontraba celebrándolo en el bar donde habitualmente se reunían. Era de las pocas veces que podían realmente hacerlo, teniendo en cuenta que habían podido salvar a todos los niños. Todos estaban bastante agotados por la tensión acumulada, así que se retiraron relativamente temprano.

Hacía solo tres meses que Emily había vuelto de entre los muertos, y aún se estaba adaptando de nuevo al equipo. Estaba agradecida por el esfuerzo que todos estaban haciendo para que se sintiera como en familia, y precisamente eso era lo que hacía que aún se sintiera un poco mas culpable. En particular, Morgan estaba permanentemente pendiente de ella, como si temiera que de un momento a otro volviera a desaparecer como por arte de magia.

Este caso la había afectado especialmente, a pesar de que no había habido que lamentar víctimas. Pero el tiempo que los pequeños habían pasado con su secuestrador, no había sido gratuito. El sudes los había marcado con un hierro candente en la espalda, dejándoles para siempre el recuerdo de lo que les había ocurrido, tatuado en forma de pentagrama invertido. Suponía que tarde o temprano, les realizarían un injerto de piel para eliminárselo, pero aunque lo hicieran así, siempre quedaría alguna marca que les impidiera olvidar por lo que habían pasado. Lo sabía por propia experiencia.

Ella misma había intentado borrar por completo las cicatrices que Doyle le había dejado, pero prácticamente había sido imposible. Realmente las de su abdomen, siendo más visibles, no le suponían un gran problema. Se habían producido como consecuencia de su pelea con él, e intentaba tomárselo como una herida de guerra a la que había sobrevivido. Pero el trébol con el que había quemado su pecho, era otro tema. Esa no era una cicatriz de una agente del FBI en acto de servicio, sino de una víctima a la que su verdugo había marcado como si fuera una posesión. Aunque más atenuado que hacía unos meses, si pasaba los dedos por encima, podía notar su relieve, como recordatorio permanente de su pasado.

Desde que había vuelto, su forma de vestir incluso, había cambiado. Nadie la había vuelto a ver con un escote y, los suéter de cuello alto se habían convertido en una prenda imprescindible en su guardarropa. Por lo demás, intentaba volver a ser la misma de siempre. Poco a poco recuperó las antiguas bromas con Morgan, sus partidas de póquer con Reid, y sus salidas de chicas con Penélope y García. Hotch, también estaba muy pendiente de ella, preocupado por cómo su regreso podía afectar a la dinámica de equipo, y Rossi volvía a tratarla como a una hija.

Hotchner la había vuelto a emparejar con Morgan en este caso. Aún estaban limando algunas asperezas y últimamente se veían más a menudo. Alguna vez en casa de Derek para tomar una cerveza, otras veces en casa de Emily para ver una película, los domingos en el campo de tiro, e incluso alguna vez quedaban para correr antes de ir al trabajo. Había intentado aplicar toda su capacidad de compartimentación durante el caso, pero aún así, sabía que él había notado su mirada perdida y sus silencios en algunos momentos.

Así que cuando el timbre sonó aquella noche en su apartamento, supo de inmediato que al otro de la puerta estaría él. Llevaba una caja de cerveza en la mano y la genuina sonrisa "Derek Morgan", dibujada en su cara. Ella, le devolvió la sonrisa y simplemente hizo un gesto con la mano, invitándoles a entrar y apartándose de la puerta, luego, para dejarle pasar.

Derek, que conocía perfectamente aquel apartamento, se fue directamente a la nevera y, después de dejar dos de los botellines sobre la barra tipo americana de la cocina, metió el resto en su interior. Abrió las dos que se había reservado, y ofreció una de ellas a Emily, que la aceptó haciendo un breve choque entre ambas. En aquel momento se encontraban frente a frente, separados únicamente por la barra.

- ¿Qué tal estás?- Le preguntó él sin rodeos. No era la primera vez que uno de ellos acudía a casa del otro para comprobar que se encontraba bien.

Emily le ofreció una sonrisa, agradecida por su preocupación, y se sentó en una de las dos butacas que había en la barra.

- Estoy bien...- Hizo una pausa escogiendo las siguientes palabras- Ya sabes… los casos con niños siempre son complicados- Admitió, sin revelar la causa real de su inquietud.

Derek le dirigió una mirada de comprensión, y se apoyó durante un momento en la barra, sin soltar la cerveza.

- ¿Vemos una peli?- Le propuso, sabiendo que ella agradecería que no insistiera en el asunto. Sabía que a veces, sólo necesitaba compañía.

- ¿El señor de los anillos?- Propuso, pero inmediatamente rectificó al ver el ceño fruncido de Morgan- ¿Stars Wars?- La sonrisa de Derek reapareció.

- Episodio V- Puntualizó una vez que había conseguido su objetivo.

- Por supuesto- Accedió ella riendo mientras negaba con la cabeza. Sabía de sobra que era la favorita de Derek.

Después de seis cervezas, los títulos de crédito aparecieron en pantalla. Durante toda la película habían permanecido en silencio cada uno acurrucado en un extremo del sillón. Derek se había dado cuenta de que Emily había comprado aquel enorme y cómodo sofá, tras comenzar con las sesiones de cine. Discretamente, prefirió no decir nada, pero sabía que si lo había hecho era porque disfrutaba tanto aquellos encuentros como él.

- Princesa, despierta.

Emily, se había quedado adormilada en su esquina, y notó el aliento de Derek, susurrándole en la cara.

- No estaba dormida- Mintió, incapaz de reconocer que ni siquiera Star Wars había conseguido que mantuviera los ojos abiertos.

Derek se echó a reir.

- Ya. No te lo tendré en cuenta.

Se quedaron en silencio durante unos segundos disfrutando de la complicidad que habían creado juntos. Ambos sabían que era el momento en que Derek solía marcharse, pero a Emily le apetecía que se quedara un poco más. Adivinando su intención de despedirse, se adelantó a él.

- ¿Quieres otra cerveza?- Le propuso esperanzada, intentando no aparentar más nerviosismo del que sentía- Yo también tengo alguna guardada en la nevera.

Esperó por su respuesta, y temió por un momento que él, educadamente rechazara su ofrecimiento.

- Voy a buscarlas- Le dijo sin asomo de duda. Y se levantó para dirigirse nuevamente a la nevera. Un par de minutos después, volvían a encontrarse cómodamente sentados uno junto al otro.

De repente, Emily se sintió un poco culpable. Sabía que Morgan haría cualquier cosa por ella, y era viernes por la noche, ¿y si le estaba estropeando algún plan?. Derek era un animal nocturno- como también lo había sido ella hacía más tiempo del que quería admitir- y aún no era tan tarde. Sin darse cuenta, se mordisqueó el labio, perdida en ese pensamiento.

- ¿Em?- Llamó su atención, sacándole de su trance. Raramente utilizaba con ella ese diminutivo, y nunca delante de otras personas. Estaba reservado para su más estricta intimidad, y siempre aparecía ligado a cierta preocupación por su parte.

Emily parpadeó un par de veces, un poco confundida. No había pretendido que se percatara de sus cavilaciones.

- Es sólo..- Titubeó un poco nerviosa por trasladarle sus dudas- No quiero estropearte ningún plan obligándote a quedarte aquí más tiempo del necesario.

Derek se sorprendió, no solo por sus palabras, sino también por la nada habitual timidez que parecía haberse apoderado de ella. La miró a los ojos, un poco desconcertado, preguntándose cuándo iba a dejar de sentirse culpable por todo lo que ocurría a su alrededor.

- El único plan que tengo hoy, eres tú- Le dijo con expresión sincera, intentando transmitirle que podía estar segura de que se encontraba a gusto allí, con ella.

A ella le llegó el mensaje, perfectamente claro, y de repente, se sintió un poco vulnerable y, al mismo tiempo, agradecida.

Bajó la mirada, un poco cohibida por las implicaciones de aquellas palabras, sin saber qué decir. Derek se dio cuenta de su turbación, e intentó aligerar el ambiente.

- En cualquier caso, el que debería estar preocupado por si te he estropeado algún plan, soy yo- Le dijo volviendo a su tono bromista de siempre, mientras daba un sorbo a su cerveza.

Emily levantó la cabeza, un poco sorprendida, y se encontró con que la sonrisa de Derek había vuelto a sus labios. Poco sabía Derek que, precisamente acababa de tocar un tema muy delicado para ella. Sin embargo, Emily agradeció el esfuerzo de él por hacerle las cosas más fáciles, e intentó desviar la atención.

- Ningún plan a la vista- Le dijo devolviéndole la sonrisa y levantando la cerveza en alto.

Derek, percibió cierto temor en su mirada, y sintió verdadera curiosidad por saber qué ocultaba detrás de ella.

- ¿No dejaste a nadie en Europa antes de volver?- La pregunta era totalmente real.

Emily se quedó un poco perpleja, sin saber cómo abordar aquel tema. Quizás en otro momento, se habría salido por la tangente, pero entre ambos, no sabía si por el alcohol, por la hora, o por la tensión del día, se había creado una atmósfera más íntima de lo habitual.

- Ya sabes...- Lo miró a los ojos e hizo una pausa intentando dar forma a su pensamiento- Después de lo de Ian… No ha sido fácil para mí.- Obvió el hecho de que no había estado con nadie, incluso desde antes de que aquello sucediera. Lo de Doyle, solo había convertido lo difícil en prácticamente imposible.

A pesar de que intentó controlarse, no pudo ocultar la tristeza que de repente se apoderó de sus ojos, al tiempo que un pequeño escalofrío, le recorrió el cuerpo ante la mención de aquel nombre. A Derek no le hacía falta que hablara para saber cuándo algo no iba bien. Sus ojos, siempre la delataban.

- Emily, - Se había puesto rígida en su asiento, y ahora la miraba con verdadera preocupación. No tenía ni idea de que lo ocurrido hubiera afectado de esa manera a su vida sentimental .- No tienes que avergonzarte de nada de lo que hiciste. Al contrario, deberías estar orgullosa de haber salvado a Declan- Hizo una pausa valorando si la ofendería con sus siguientes palabras. Decidió que había la suficiente confianza para decirse cualquier cosa - No todos los hombres son como él.

Emily, efectivamente no se ofendió, pero se sorprendió un poco de que pensara que el problema era ese. Sabía perfectamente que el problema era ella, y no los demás. Para muestra clara, tenía justo delante a un hombre que era la antítesis de Ian Doyle. Un hombre que reunía todas las cualidades que una mujer podría desear. Este pensamiento, la desconcertó a si misma, durante unos segundos.

- Ya lo sé, Derek- Le aclaró, omitiendo su último descubrimiento- Es sólo que es complicado…- Hizo una pausa y durante unos segundos bajó la vista contemplando sus propias manos.

Él la miró sin interrumpirla, dándose cuenta del esfuerzo que suponía para ella hablar de sus sentimientos. Permaneció en silencio, sin moverse de su sitio, dándole el tiempo necesario para encontrar las palabras que buscaba.

- He quedado algunas veces- Dijo al fin, levantando la vista hacia él- Ya sabes… una cena, o una peli...- Esperó por un momento que él hiciera algún comentario jocoso, pero Derek sólo la escuchaba prestándole toda su atención- Pero luego… ¡Dios!, ¡qué difícil!- Exclamó de repente, frustrada, y haciendo que Derek diera un pequeño respingo en su asiento- Es el momento en que llega la intimidad- Casi se ruborizó al decirlo, pero estaba dispuesta a terminar- Yo… - suspiró de nuevo- No soporto que nadie vea o me pregunte por mis cicatrices.

Derek se quedó perplejo. Aquella mujer que se había sacrificado por un niño, y que prácticamente había dado su vida por ir en busca de un delincuente, ¿estaba preocupada por lo que podrían pensar de sus cicatrices?. No podía entenderlo.

-Emily, estoy seguro de que ningún hombre se ha quejado de ellas, y si alguno lo hubiera hecho, sería un auténtico idiota.- Él mismo, aunque tampoco las había visto, podía imaginárselas con bastante precisión pues había visto perfectamente la estaca clavada en su vientre.

Ella lo miró un poco atónita preguntándose cómo era posible que un perfilador como Derek Morgan, no hubiera deducido las implicaciones de sus palabras. ¿Realmente tendría que explicárselo todo de forma detallada?.

Mientras, él continuaba hablando y hablando intentando hacerla sentir mejor. Ella, por su parte, lo seguía con expresión incrédula, hasta que finalmente lo interrumpió.

- ¡Derek!- Y espero hasta conseguir su atención.

Éste, detuvo su discurso en seco, ante el imperioso tono utilizado por ella.

- No he podido estar con nadie desde lo de Doyle- La vergüenza había desaparecido de su cara, olvidada por la necesidad de aclarar las cosas.

Él, pillado por sorpresa, se quedó un poco confundido durante unos segundos, hasta que finalmente, sintiéndose bastante estúpido, lo comprendió.

- Oh- Fue lo único que salió de su boca en un primer momento.

Emily, sintiéndose un poco culpable, suspiró y se levantó del sillón. Una vez de pie, dio un par de pasos sin sentido mientras ponía en orden sus ideas y luego se paró frente a él, que seguía sentado intentando pensar en cómo compensar su estupidez,

- Lo siento..- Se disculpó ella- No era mi intención ponerte en una situación incómoda.- Añadió mordiéndose el labio, en un gesto muy habitual en ella, pero del que ni ella misma era consciente. Derek, sin embargo, siempre sabía interpretarlo. Lo hacía siempre que se encontraba en una posición difícil.- No debí contarte nada.

Él la miró, sintiendo una punzada de dolor, en respuesta a ese otro dolor que veía en ella.

- Siéntate conmigo- La invitó, acomodándose un poco, para dejarle sitio justo a su lado, en lugar del extremo del sillón que antes ocupaba.

Ella lo miró, no muy convencida, pero finalmente se sentó, cabizbaja.

Derek, que ahora la tenía tan cerca, que casi se rozaban, le levantó el mentón con la mano obligándola a mirarle a los ojos.

- Emily Prentiss- Su voz sonó grave y tremendamente sincera- Eres una mujer increíblemente hermosa, e increíblemente valiente- Dijo, recalcando el adverbio- Eres inteligente, divertida, compasiva y generosa- Hizo una pausa asegurándose de que entendía que lo decía totalmente en serio. El ligero rubor en su cara, se lo confirmó- Con cicatrices, o sin ellas, cualquier hombre sería afortunado teniéndote a su lado.

Se quedaron mirándose uno al otro durante unos segundos, en silencio, sin saber qué mas decir. Derek notó como la respiración de Emily se volvía más agitada y cómo sus ojos se humedecían. Sin embargo, ella, en lugar de dejar salir las emociones que, evidentemente, estaba tratando de contener, se irguió, apartándose de su toque, y separándose un poco de él. Su vulnerabilidad desapareció y fue sustituida por uno de sus mecanismos de defensa favoritos: la ironía.

- Derek Morgan- Le dijo con una sonrisa traviesa- Voy a pensar que estás interesado en mí.

Esperó una réplica en la misma actitud. No estaba preparada para lo que vino a continuación.

- ¿Y qué, si lo estuviera?- Derek sorprendió no solo a Emily, sino a si mismo. Lo había dicho sin pensar, de forma espontánea.

Ella, entre atónita y confundida, se quedó paralizada durante unos segundos, mirándolo desconcertada. Luego se levantó de su asiento, invadida por una necesidad de distanciarse de aquella confesión repentina, y se puso de pie, alejándose un poco del sillón.

- No sé que quieres que conteste a eso- Dijo tremendamente perturbada por sus palabras.

Derek se levantó y se acercó a ella. Ya estaba dicho, y no había modo de ignorar el elefante blanco en la habitación. Emily, totalmente aturdida, no se apartó, pero se negó a mirarlo, incluso cuando Derek la obligó a girarse hacia él, tomándola suavemente por los brazos, que mantenía recogidos junto a su pecho.

- Cuando dije que cualquier hombre sería afortunado a tu lado, dije exactamente lo que quería decir- Le susurró intentando recuperar su mirada.

Ella levantó la vista solo para encontrar sus ojos fijos en ella. No vio rastro de duda en ellos.

- Derek… lo que quieres...- Intentó buscar mil motivos por los que aquello era una pésima idea, pero no encontró ninguno que no sonara a excusa- No puede ser- Añadió simplemente.

Un rayo de esperanza cruzó la expresión de Derek. Había dicho que no podía ser, no que no lo quisiera. Se aferró a esa posibilidad, para encontrar el valor para continuar.

- Sabes tan bien como yo, que las cosas entre nosotros han cambiado desde que volviste- Comenzó con algo que sabía que ella no podría negarle de ninguna manera, y aunque se mantuvo en silencio, vio en sus ojos una pequeña señal de admisión- Hace tiempo que esto dejó de ser una simple amistad. No sé lo que es. No tenemos siquiera que ponerle un nombre. Pero dime que no has pensado alguna vez en nosotros… juntos.

Ella se apartó de él bruscamente.

- No se trata de eso, Derek- Había levantado un poco el tono de voz, y se la notaba agitada- Se trata de que mi pasado puede arrastrarnos a los dos- Dio unos pasos intentando buscar cómo hacerle comprender su equivocación.

Derek intentó hablar para refutar aquel argumento. Quería decirle que su pasado no le importaba, que sólo le importaba el aquí y el ahora, porque era eso todo lo que tenían, pero antes de que pudiera hacerlo, Emily se paró frente a él y terminó su razonamiento.

- Dime si podrías estar con una mujer, marcada como una posesión, recordándote constantemente que él, estuvo antes que tú- Le dijo con amargura.

- No me importan tus cicatrices, Emily- La miró extrañado, preguntándose por qué le daba tanta importancia a algo así. Si alguien podría entender lo que eran cicatrices producto de su trabajo, era él- Vi lo que te hizo con aquella estaca, y sé lo grave que es. ¿Cómo crees que me importaría algo así?

En un súbito momento de comprensión, Emily se dio cuenta de lo que ocurría, y un ligero temblor le recorrió el cuerpo.

- No lo sabes.

Era apenas un susurro. Ni siquiera estaba segura de si él la había oído. No lo supo hasta que vio como él la interrogaba con la mirada. Derek percibió su turbación, la respuesta estaba en su mente de perfilador, pero no quería aceptarla.

- El… - Las palabras se le atragantaron- ¿Te marcó?- Dijo finalmente sin terminar de creerse lo que él mismo acababa de preguntar. El dolor en la mirada que Emily le devolvió hizo innecesarias las palabras.

Y de repente lo entendió todo. Las cicatrices del abdomen no importaban. La única que importaba era la marca que aquel miserable le había dejado en su cuerpo. Entendió por qué le había afectado aquel último caso; entendió por qué eludía la intimidad con otros hombres; e incluso por qué lo eludía a él. Marcarla, la convertía en una víctima, como todas aquellas con las que cada día trabajaban y eso, era algo que Emily era incapaz de soportar.

Emily vio el cambio de expresión en sus ojos. La repentina comprensión, dio paso a una rabia contenida, que no podía ocultar. Y de nuevo, se sintió terriblemente culpable.

- Lo siento- Acertó a decir ella, extrañamente conmovida.

Derek la miró, desconcertado viendo como trataba de justificarse, como si hubiera tenido alguna responsabilidad en todo aquello. Y sintió una profunda compasión por lo que ella había sufrido.

- Déjame verlo- Dijo, sin atreverse siquiera a tocarla.

Emily, sintió como se le encogía el corazón. Era una petición que esperaba. Pero aún así, dolía. Durante unos segundos se le cortó la respiración, y sus ojos le dirigieron una mirada de infinita tristeza.

- Me lo he intentado quitar….- Le explicó, y a oídos de Derek, sonó como si intentara justificarse- Pero es más difícil que eliminar un tatuaje hecho con tinta.

Derek, horrorizado ante aquella aclaración, no pudo evitar fijarse, como buen perfilador, en que Emily, instintivamente se había llevado la mano derecha a su pecho izquierdo, y supo de inmediato que aquel era el lugar.. Se acercó a ella, y le apartó la mano suavemente. Notó que ella se encogía temblando. Fijó su mirada determinada en aquellos ojos tristes y asustados, pero no había modo de que se echara atrás. Emily llevaba puesto en ese momento, un pantalón deportivo y una camiseta blanca, de tirantes finos.

Suavemente, sin apartar sus ojos de los de ella, tomó el tirante izquierdo y, conteniendo la respiración, lo hizo rodar, deslizándolo por su hombro. La tela de la camiseta, rodó hacia abajo, hasta descubrir parte de su pecho, que subía y bajaba agitadamente.

Derek sintió que el corazón se le paralizaba durante unos segundos, ante la visión del trébol de cuatro hojas, quemado a fuego sobre su piel de porcelana. Sus ojos se oscurecieron llenos de odio contra Ian Doyle. Le había tatuado su símbolo personal para convertirla en su posesión. Su respiración se volvió pausada y profunda. Levantó ligeramente el brazo izquierdo, convirtiendo su mano en un puño, mientras que su mano derecha, aún aferrada al borde de la tela, se cerró a su alrededor, clavándose las uñas.

Intentando mantener el control, soltó el tirante de la blusa, y pasó sus dedos por los bordes del tatuaje, percibiendo cada relieve del mismo. Estaba totalmente absorto, cuando repentinamente sintió algo húmedo en su mano. Tardó unos segundos en darse cuenta de lo que era y miró hacia Emily sólo para comprobar, cómo sus lágrimas rodaban por sus mejillas.

Todo el odio se convirtió en compasión por su dolor. Y deseó ser capaz de borrárselo de un plumazo. Sin siquiera pensarlo, instintivamente, le atrapó el rostro entre sus manos, y la besó en los labios. Fue un beso largo, dulce y suave, como para contrarrestar aquel terrible recuerdo que le había dejado.

Emily, con mil emociones a flor de piel, se perdió en aquel beso inesperado y por primera vez en mucho tiempo, no tuvo ni miedo ni dudas. Con vehemencia, profundizó en el mismo, llevada por una sensación de urgencia. Y fue ella entonces, la que se dejó guiar por sus impulsos más primarios, queriendo más y más. Olvidándose de cualquier lógica o razón, sus manos se dirigieron hacia la camiseta de Derek. Necesitaba tocar su piel, necesitaba todo de él. Notó que Derek se apartaba un poco, rompiendo el beso, mientras le sostenía las manos entre las suyas.

- Emily- La miró con expresión culpable por no haber medido las consecuencias de sus actos. Sentía que se estaba aprovechando de su vulnerabilidad- Lo siento… no debí hacerlo- Se disculpó sinceramente.

Ella le miró sin entender qué ocurría.

- ¿No quieres esto?.

Derek le acarició el rostro, intentando borrar la confusión que se había instalado en sus ojos.

- Lo quiero, Em- Hizo una pausa con la esperanza de que ella lo creyera- Pero no voy a aprovecharme de ti.

Ella asintió con la cabeza, comprendiendo de qué se trataba todo aquello. Derek Morgan, era demasiado decente como para arriesgarse a hacerle daño.

Ahora fue ella quien llevó su mano hasta la mejilla de él, acariciándola suavemente.

- Yo también lo quiero, Derek. Aquí, y ahora, contigo.- Hizo una pausa. Aún podía notar la inseguridad en él- ¿No lo entiendes? ¿verdad?. Desde que volví, ha sido como si no pudiera sentir nada. Pero cuando estoy contigo, es diferente- Su voz era suave y pausada- Siempre has sido tú, Derek. Eres el único que puede volver a hacerme sentir algo otra vez. Por favor, tienes que creerme.

Derek, se quedó en silencio, asimilando sus palabras, mientras la observaba. Intentó buscar un resquicio de duda, pero no lo encontró por ningún lado.

- Emily, después de esto no hay vuelta atrás.- Aún necesitaba su confirmación.

- No quiero volver hacia atrás nunca más- Respondió ella.

Y volvió a buscar su boca para entregarse a él por completo.

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Emily se despertó enredada entre las sábanas. La luz de la mañana entraba por la ventara de su dormitorio devolviéndola a la realidad. Con una sonrisa, los recuerdos de la noche anterior volvieron a su mente.

Se giró en la cama, comprobando que estaba sola, y echó de menos su presencia. Se levantó, y se vistió con lo primero que vio, la camiseta de Derek que estaba tendida sobre la alfombra. Fue a su cajón, y buscó algo de ropa interior para completar el conjunto improvisado.

Derek la vio aparecer en la puerta de la cocina, deliciosamente hermosa, con el pelo revuelto y su camiseta, que le llegaba a la altura del muslo. Le sonrió desde detrás de la barra donde preparaba el desayuno. Ella se sentó en silencio, y él le sirvió un plato de tortitas con mermelada.

- Me desperté antes que tú, y no quise molestarte- Hizo una pausa al tiempo que se sentaba junto a ella- Pensé que tendrías hambre.

Ella sonrió tímidamente, agradecida por el detalle.

- La tengo- Admitió- Gracias.

Derek enternecido por su repentino rubor, se inclinó hacia ella, y la besó largamente en los labios.

Cuando se separaron, se quedaron mirándose uno al otro durante unos instantes, sintiéndose cómplices de lo ocurrido la noche anterior.

- Pruébalo- La invitó- Verás que te gustará. Receta genuina de Fran Morgan

Ella sonrió y tomó un pequeño bocado.

- ¡Dios mío!- Dijo deleitándose en saborearlo- Está buenísimo.

Derek soltó una carcajada.

- Me voy a poner celoso- Se burló.

Emily, le dio un suave golpe en el hombro, fingiéndose ofendida, y juguetonamente, Derek respondió al mismo haciéndole cosquillas, mientras ella intentaba deshacerse de él. La risa de Emily inundó la sala. Derek no la había oído reír así desde que había vuelto, y se sintió feliz de saber que había tenido algo que ver con aquello.

Finalmente se separaron, y entre bromas, caricias y miradas cómplices terminaron el desayuno. Ambos sabían que debían volver a la UAC, y Derek aún tenía que pasar por su casa para cambiarse.

Emily lo acompañó hasta la puerta, donde se quedaron en un silencio incómodo durante unos instantes.. Sabían que tendrían que hablar de ello, pero no había tiempo en aquel momento. Emily, especialmente no quería que se sintiera obligado de ninguna manera con ella, pero al mismo tiempo, no deseaba que terminara allí. Todo había sido tan rápido, que no sabía que podía esperar.

Derek leyó la incertidumbre en sus ojos y la miró con curiosidad.

- ¿Estamos bien?- Le preguntó ella, un poco cohibida, temiendo por un momento que se hubiera arrepentido.

- Estamos bien- Le dijo en un susurro tranquilizador y para confirmarlo la besó de nuevo.

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