Cap.1 "Oscuro callejón"

Oscuro callejón testigo de lo que todos saben, pero no cualquiera puede presenciar, húmedos ladrillos donde históricamente se han reflejado incontables destellos color purpura y carmesí en medio de la noche; escenario que parecía montarse para solo ellos, pero esta vez la función era diferente.

- ¿Cuándo vas a comprender que no puedes contra mí, Yagami? ¿Otra vez me has citado para humillarte? ¿Acaso no te es suficiente con la vergüenza pública a la que te sometes cada año en el torneo? ¿Cuántos años van? Veinte ¿Verdad?

Una risa soberbia cual su personalidad emergió de los labios del castaño tras su monologo de retoricas preguntas ante la imponente figura del pelirrojo a tan solo unos metros de él, esperando que como rutinariamente, inicien una pelea mucho más brusca de lo permitido dentro del torneo King of Fighters. Pero Yagami no movía un musculo.

- ¿Qué pasa? ¿Acaso tienes miedo?

Cito la frase del otro esperando molestarlo, incitándolo a comenzar aquello para cuanto antes acabar y volver a su ociosa vida, pero los afilados rojizos ojos de su eterno contrincante no mostraron emoción alguna, ni sus lustrados zapatos avanzaron hacia ningún lado, conservando una pose argüida, tranquila, y sobre todo firme. En un momento de lucidez a Kyo se le erizo la piel, un estado de Riot era una posibilidad de aquel comportamiento, tragó sus palabras observándolo con cuidado y opto su pose de pelea listo para atacar… o correr, lo que fuera necesario.
Un rápido movimiento de manos, el sonido de unos pasos agiles sobre el pavimento, un cegador destello purpura, y un duro golpe en la cabeza, eso fue lo único que llego a percibir el castaño aturdido cuando volvió a abrir los ojos encontrándose en el suelo; al instante su reflejo fue levantarse, pero sentía que algo se lo impedía.

- ¡Yagami!

Grito molesto llenándose del calor de sus llamas carmesí que lo envolvían para darse energía.

- Lo que hagas será inútil.

Sonó por primera vez aquella imponente voz que se había hecho desear hasta ahora, parado a un lado del castaño posando un pie sobre su pecho cual cazador reprimiendo a su presa recién atrapada.

- ¡Tú eres inútil!

La piel comenzó a arderle, miro a su alrededor buscando las llamas purpuras que tanto lo atormentaban, pero solo logro ver las propias, cuales en un principio lo estaban cargando de tanta seguridad, ahora carcomían su cuerpo.

- ¡Aghh!

Ahogo un grito apretando los dientes, aquello parecía sacado de una retorcida pesadilla, se estaba quemando con su propio fuego. Un recuerdo inundo su mente, su padre, su casa, un entrenamiento, su primera llama, y el arder de esta. Abrió los ojos en una inspiración profunda, el fuego había cesado, pero su cabeza seguía allí contra el suelo… No, ahora era la pared, contra la que el peso de su cuerpo se recababa mientras unas rudas manos lo tomaban por la solapa de la chaqueta.

- ¡Su-Suéltame!

Kyo confundido se deshizo bruscamente del agarre del pelirrojo empujándolo, ninguna idea estaba en su lugar, se tomó la cabeza con dolor aun haciendo uso apoyo de la fría pared de ladrillos para sostenerse.
Esta vez fue Iori quien lucio su arrogante sonrisa.

- Mis poderes siempre fueron mucho más de lo que has visto en estos veinte… No, veintidós años Kyo; y déjame decirte que no estoy cansado de aquella "humillación", realmente valió la pena soportar todos estos años de ese estúpido torneo solo para llegar a este momento.
- ¿De… Que hablas?

Poco a poco logro despegarse de la pared manteniendo el equilibrio por sí solo, volviendo a posicionarse, terco como solo él, dispuesto a seguir pelando a pesar de su estado; mientras la postura del pelirrojo no parecía ser la de alguien involucrado en una pela a muerte, sino más bien la de un espectador ajeno a todo aquello.

- Nunca te tomaste demasiado enserio el Yamato no Orochi ¿Verdad? Llevas el apellido, llevas la sangre, viste al mismísimo demonio frente a ti con tus propios ojos… Pero nada de eso supera tu arrogancia, nada lo hace.
- ¡Cállate y pela!

Kusanagi lanzo un puño ardiente, pero Iori fácilmente lo esquivo, al igual que al siguiente, y al siguiente, hasta detenerse al sentir como uno de ellos era amortiguado en pleno ataque por la mano de su contrincante, deteniéndolo como si de un novato que tira golpes al aire se tratara.

- Tomare eso como un "Si, no sé ni me interesa nada sobre mis ancestros", realmente no tengo ganas de darte clases de historia, pero si hay algo deberías saber es que la leyenda dice "Los Yagamis aceptaron el pacto con el Orochi a cambio de volverse el clan más fuerte" y es algo con lo que tendrás que vivir… O mejor dicho, morir.

A continuación, apretó su puño fuertemente haciendo que el castaño se arrodillara de dolor en el piso ante él.

- ¡Ahh!
- Siempre eh podido matarte Kyo, donde, cuando, y como yo quisiera…

Una sádica expresión no pudo evitar escurrirse de sus labios y reflejase en sus brillantes ojos al ver a su eterno némesis sufrir a sus pies.

- ¿Alguna vez has visto a un gato jugando con su presa? Lo acarrean, juguetean, y desgarran una y otra vez por simple diversión hasta cansarse, y finalmente, comérselo… ¿Planeo hacer eso contigo? Sinceramente creo que te lo mereces, no debe haber paciencia más infinita que la mía para haber soportado tanto tiempo tu infantil narcisismo.

Kyo comenzaba a desvariar sin saber cómo distraer su dolor para poder continuar, sintió que tan solo tenía dos opciones: Atacar o huir, aunque esa última nunca se lo perdonaría; pero fue entonces cuando una tercera opción surgió en su mente, eh hizo lo que nunca antes, escuchar a su oponente, naturalmente sin abandonar su arrogancia.

- ¿Eso es todo? ¿Vas a torturarme hasta matarme? Que cobarde…
- No, sabes que la violencia no me agrada, por más irónico que eso suene ya que el único propósito en mi vida es acecinarte.
- Entonces… ¿Qué rayos quieres?

El castaño sintió el agarre más flojo e intento darle un golpe bajo a su contrincante para desequilibrarlo, pero antes de que pudiera realizarlo, Iori notando sus intenciones le proporciono una llave que lo tumbo de vuelta al suelo. Todo su cuerpo se estremeció con el duro impacto, su pecho lo hizo escupir, no sabía si sangre o saliva, y por momento el aire no llego a sus pulmones.

- ¿Qué quiero? Buena pregunta, estaba esperando que algún día me lo preguntaras.

Sus ojos completamente abiertos, al igual que sus labios tratando de recuperar el aire, fueron indicio de que esta vez no iba a ser interrumpido, así que Iori prosiguió hablando.

- ¿Y sabes qué? Te daré la oportunidad de averiguarlo por ti mismo.

Se acomodó la ropa, sobre todo su chaqueta de cuero negro tan característica, aunque el resto de su vestuario ya no era el mismo, y dio media vuelta dándole la espalda, dejándolo tirado en el suelo.

- Piénsalo Kyo, y no me busques, yo te encontrare primero.

El alto pelirrojo se perdió paso a paso tranquilamente en la oscuridad dejando detrás una mente perturbada, un cuerpo adolorido, y por primera vez, un orgullo asustado.