¡Hola! Este es mi primer fanfic de The Prince of Tennis. No soy muy original, es RyoSaku... Y eso que soy más fan del TezuSaku... En fin es igual xD En esta historia, Ryoma y Sakuno tienen entre 15 y 16 años (primer curso de high school), así que si habéis visto el final del anime (ovas incluidas) veréis que hay cosas que no cuadran jaja Y ya no hablemos de The New Princce of Tennis... No sé muy bien si voy a poder subir esta historia regularmente, aunque es la intención, porque la voy a colgar tanto en castellano como en inglés. Y si soy lenta escribiendo en castellano, no os podéis imaginar lo despacio que voy en inglés, y eso que sólo tengo que traducir, no pensar en lo que quiero escribir... Bueno, de todas formas ya tengo pensados los capítulos y tal, así que espero poder subirlos bien, aunque si me retraso con la versión en inglés también me retrasaré con esta porque las quiero publicar al mismo tiempo... En fin, ya se verá, que igual está tan mal que no la sigo subiendo porque a nadie le gusta XD ¡Cualquier consejo será bien recibido!
¡Espero que os guste!
Se habían reunido todos en la entrada a las pistas de tenis. Esta vez, al tratarse de un torneo amistoso, tan sólo habían acudido los titulares. Todos los demás miembros del equipo se habían quedado en el instituto, practicando con un entrenador substituto, ya que el entrenador estaba con los titulares. Sakuno, dado que el entrenador se lo había pedido, también les acompañaba. La joven llevaba el uniforme del instituto y sujetaba una cesta, donde llevaba algo de comida para hacer un picnic con todos cuando el torneo terminara. A pesar de todo, empezaban a pensar que no podrían participar. Faltaban sólo cinco minutos para que se cumpliera el plazo límite de inscripción y Ryoma aún no había llegado. Habían intentado localizarle, pero no había manera. Sólo sabían que ya había salido de casa, por lo que no debería tardar en llegar.
-¿Deberíamos ir inscribiéndonos los demás? –preguntó Momo.
-No nos dejarán si no estamos todos, aunque sea un torneo amistoso –intervino Inui.
-Fsshh, baka.
-¡¿Qué has dicho?!
Ambos empezaron a pelearse, pero sólo Oishi parecía preocupado por ello. A pesar de que ya habían pasado tres años desde que los conocía, había cosas que no cambiaban, pensó Sakuno mientras los observaba con una sonrisa. Sin embargo, estaba un poco preocupada. Hacía ya mucho tiempo que Ryoma no llegaba tan tarde. ¿Tal vez le había pasado algo? Sakuno recorrió la calle con la mirada, buscando alguna señal de Ryoma, sin encontrar nada. Suspiró levemente y frunció el ceño. ¿Dónde se habría metido?
Cuando faltaban sólo dos minutos, Sakuno volvió a buscarle con la mirada, cada vez más inquieta. Los otros titulares seguían hablando entre ellos, también cada vez más nerviosos. Fue entonces cuando Sakuno vio una figura de azul y blanco con una gran mochila negra que corría hacía ellos. Le reconoció enseguida pero, lejos de sentirse aliviada, el miedo la invadió. Ryoma corría hacia ellos y estaba a punto de cruzar la calle sin darse cuenta de que un coche se acercaba a toda velocidad.
-¡Ryoma NO! -gritó Sakuno al tiempo que echaba a correr hacia él, soltando la cesta que llevaba.
El grito llamó la atención de los titulares, que vieron cómo ella salía corriendo. Fue entonces, demasiado tarde, cuando se dieron cuenta de lo que pasaba. Ryoma, que había oído el grito, había alzado la vista y, al verla acercarse corriendo, se había detenido, confuso. En ese momento oyó el ruido de un motor, cada vez más cerca, pero antes de que pudiera girarse hacia el sonido, Sakuno llegó hasta donde él estaba y le empujó para apartarle.
Ryoma, cogido por sorpresa, cayó de espaldas sobre el cemento, golpeándose la cabeza. Aún aturdido por el golpe, oyó el chirrido de un coche al frenar y dos golpes. Aún un poco mareado, se incorporó, intentando comprender lo que había pasado. Había un coche que se había detenido unos metros más allá, unas marcas negras en el asfalto. Su visión se aclaró y recordó entonces a Sakuno, empujándole, y la buscó con la mirada.
En el momento en el que Ryoma la encontró, tirada sobre el asfalto no muy lejos de donde él estaba, fue como si el mundo volviera a girar de nuevo. Oyó rugir el motor del coche, que se alejó de allí con rapidez al mismo tiempo que los titulares reaccionaban por fin y se acercaban corriendo a Sakuno mientras la llamaban.
Todos los titulares se detuvieron, paralizados, al llegar a donde ella estaba, pero un segundo después se pusieron en marcha de nuevo. Oishi se acercó a Sakuno, comprobando su estado mientras Inui llamaba a una ambulancia y a la policía. Eiji y Momo, incapaces de seguir mirándola, se acercaron a Ryoma para comprobar que estuviera bien.
-Echizen, daijobu? –preguntó Momo.
Ryoma, que aún estaba sentado en el suelo, no respondió. A pesar de que los otros titulares ocultaban a Sakuno, sus ojos no se desviaron de aquel lugar. Se levantó, tambaleándose un poco al nublarse su vista. Notó que alguien le cogía del brazo, pero no se giró para ver quien era, sino que avanzó hacia el lugar donde sabía que estaba Sakuno. Momo y Eiji intentaron hablar con él, pero Ryoma no respondía. Al ver que parecía capaz de caminar por sí solo, Momo le soltó el brazo y ambos le siguieron, preocupados.
Inui ya había llamado a la ambulancia y a la policía, por lo que se quedó allí de pie, junto a Kaidoh. Tezuka y Fuji, que tenía los ojos abiertos, se aceraron a Oishi, que seguía arrodillado al lado de Sakuno con aspecto muy preocupado. Los cinco se giraron al escuchar la voz de Ryoma:
-Sakuno…
El murmullo les llegó claramente, a pesar de que Ryoma no parecía ser consciente de lo que decía y de que su voz sonaba débil y rota. Siguió avanzando lentamente y, cuando ya solo le separaban dos metros de ellos, Tezuka se acercó a él y le cortó el paso. Ryoma, sin embargo, apenas se dio cuenta y simplemente hizo ademán de rodearle para seguir acercándose. Tezuka, cuyo rostro permanecía impasible a pesar de que en sus ojos se notaban la preocupación y la tristeza, le rodeó con un brazo, casi como si le estuviera abrazando, impidiéndole así avanzar. Ambos habían crecido durante estos años, especialmente Ryoma, que ya era casi tan alto como Tezuka.
Ryoma se removió con más fuerza, intentando llegar hasta Sakuno, pero Tezuka simplemente le sujetó con más fuerza e intentó alejarle sin decir nada. Ryoma, aún no del todo consciente de lo que estaba pasando, se giró hacia él.
-Tezuka…Suéltame…Sakuno…
Tezuka y Fuji, que se había acercado a ambos, notaron el cambio de nombre, pero ambos entendieron. Ryoma aún no era consciente ni de lo que hacía ni de lo que decía. No sabían si él era consciente de que ella le había salvado, tal vez a costa de su vida, o si simplemente intuía que algo no iba bien. Lo que sí sabían era que él había reconocido a Tezuka, pero en aquel momento él no era importante, y sólo se había dirigido a él para conseguir lo que quería: llegar hasta Sakuno. El hecho de que él fuera el capitán del equipo de tenis, como Ryoma siempre se dirigía a él, o que fuera su senpai no le importaban. Para Ryoma, ahora sólo existían él mismo, Sakuno y la persona que le impedía verla: Tezuka. Nada más y nada menos.
-No.
Tezuka no dio explicaciones, consciente de que Ryoma no estaba en condiciones de razonar. Así que simplemente se negó mientras miraba los dorados y extrañamente grandes e inocentes ojos de Ryoma. Eiji y Momo los miraron, preocupados, pero los demás estaban pendientes de Sakuno. Tezuka siguió intentando alejarle de ella, pero Ryoma se movió con más rapidez y fuerza de la que había previsto y no pudo evitar que la viera.
Sakuno estaba tendida en el suelo, pero era imposible pensar que estaba dormida. Tenía cortes en el cuerpo y golpes producidos por el impacto contra el coche y la caída sobre el duro asfalto de la carretera. Pero, lo peor de todo, lo que hacía tan evidente que no estaba simplemente dormida, era que bajo su cabeza había una mancha de sangre que, a cada minuto que pasaba, se hacía más y más grande.
Oishi seguía al lado de Sakuno, comprobando sus constantes e intentando que, de alguna manera y aunque supiera que era inútil, reaccionara. De vez en cuando miraba a ambos lados de la calle, sin duda esperando ver llegar a la ambulancia. Los conocimientos de medicina que tenía no le servían para tratar ese tipo de heridas. Y sabía que, aunque Sakuno aún respiraba, si no recibía asistencia médica pronto, moriría.
Ryoma, al verla, trastabilló, pero en seguida intentó acercarse más mientras la llamaba por su nombre, convertido en poco más de un susurro, casi en una súplica, y con un brazo extendido hacia ella. Antes de que cualquiera de los titulares pudiera hacer algo, alguien cogió a Ryoma, impidiéndole de nuevo avanzar.
Kabaji.
Más gente había ido acercándose sin que se dieran cuenta. Un conductor había detenido su coche delante de ellos para evitar que hubiera otro accidente. Algunos transeúntes se habían acercado también, murmurando pero sin intervenir.
Cuando Ryoma empezó a forcejear, Kabaji, sin cambiar su expresión neutra, aumentó la fuera con la que le sujetaba y empezó a apartarlo de allí, girándose de espaldas de manera que Ryoma no pudiera verla. Cuando hubo conseguido alejarlo unos pasos más, Atobe se acercó a ellos y, cogiéndole el mentón, hizo que Ryoma alzara la cabeza y le mirara a los ojos. Aquellos ojos dorados seguían más abiertos de lo normal y, aunque la confusión aun estaba presente en ellos, aquella extraña inocencia que Tezuka había percibido había dejado paso al dolor y la angustia.
El grupo Atobe era el que había impulsado aquel torneo, por lo que había invitado a Seigaku a participar, ansioso –aunque jamás lo reconocería- de derrotar a Tezuka y a Ryoma. Los había estado esperando, junto al resto de su equipo, junto al tablón de inscripciones, pero al ver que se agotaba el tiempo, había salido a la entrada junto a Kabaji, que, como siempre, le seguía a todas partes. Distinguió a los titulares de Seigaku en la entrada, hablando entre ellos, pero justo cuando estaba a punto de entrar en escena, el grito de aquella chica le había dejado clavado en el sitio. Vio cómo ella salía corriendo y empujaba a Ryoma, que se había quedado quieto en medio de la carretera sin ver el coche que se aproximaba. Vio también como ella no tuvo tiempo de esquivar el vehículo y éste la atropellaba, provocando que ella cayera duramente sobre el asfalto tras golpearse con el coche. Vio, finalmente, cómo todos los titulares despertaban de aquella especie de trance macabro y se acercaban corriendo a ella. Lo vio todo casi sin ver nada.
Y, cuando por fin él también reaccionó, llamó a una ambulancia. Después, se acercó hasta ellos, observando pero sin intervenir hasta que Ryoma se escapó del agarre de Tezuka y la vio en el suelo, cada vez más llena de sangre y muy pálida. Demasiado pálida. Hizo que Kabaji le detuviera y se acercó hacia él. Sin embargo, cuando le miró a los ojos descubrió que no quedaba ni rastro del novato arrogante que todos conocían.
Atobe le sujetó la mandíbula con más fuerza mientras fruncía el ceño con disgusto. Sabía que le estaba haciendo daño, pero a él no le importaba y Ryoma no parecía ser consciente.
-¿Qué crees que estás haciendo?- le preguntó con voz dura y sin dejar de mirarle a los ojos.- Ella te ha salvado ¿crees que lloriqueando y llamándola vas a conseguir algo?
-¡Tú no sabes nada!- gritó Ryoma, forcejeando con más fuerza y casi fuera de si.
-Sí lo sé. Lo he visto todo. Y tus ojos también lo dicen todo: culpa, remordimiento. ¿Dónde está ahora ese arrogante príncipe del tenis? Si ella te viera ahora, probablemente se arrepentiría de haberte salvado.
-¡Oi, Atobe! –exclamó Momo, pero Tezuka alzó una mano para evitar que se acercara.
Oishi y Eiji miraban a Atobe y Ryoma, preocupados pero sin intervenir. Momo estaba furioso, pero obedeció a Tezuka y no dijo nada más. Kaidoh, Inui, Fuji –con los ojos aún abiertos- y Tezuka los miraron, sin decir nada y con aspecto serio.
Atobe vio un destello nuevo en los ojos de Ryoma: tristeza. Le soltó y se enderezó sin dejar de mirarle. La resistencia de Ryoma se desvaneció y bajó la cabeza, aunque los dos capitanes ya habían visto las lágrimas que se acumulaban en sus ojos.
En ese momento se oyó, por fin, el sonido de la sirena de una ambulancia y de la policía. Los técnicos de emergencia y los agentes de dirigieron hacia ellos, preguntando lo que había pasado. Entre los titulares y los otros testigos explicaron todo lo que había pasado.
Uno de los de la ambulancia que había estado, junto con un compañero, intentando estabilizar a Sakuno para llevarla al hospital, se giró hacia Ryoma al saber que había estado implicado. Éste seguía de pie, inmóvil mientras miraba cómo ayudaban a Sakuno.
-¿Te has golpeado la cabeza al caer?-le preguntó con suavidad.
Ryoma no reaccionó. Tezuka se acercó a él y le llamó por su nombre. Ryoma alzó lentamente la cabeza y los miró a ambos. El técnico repitió la pregunta y el muchacho le miró, un tanto confundido.
-Yo…No lo sé.
La expresión del técnico se suavizó, comprensivo, y se acercó a Ryoma. Vio que éste hacía una mueca de dolor al presionar un punto en la parte posterior de la cabeza y, aunque se dirigió únicamente a Ryoma, también hablaba para Tezuka, consciente de que éste último parecía estar a cargo de los demás:
-Parece que te has dado un buen golpe. Vendrás con nosotros para que podamos comprobar que no es nada grave. Si te mareas o sientes sueño de pronto, dímelo –le indicó.
Ryoma asintió, de nuevo mirando a Sakuno, y el técnico volvió junto a la joven para ayudar a introducirla en la ambulancia.
Inui y Fuji, mientras tanto, proporcionaron la matrícula del coche que se había dado a la fuga a la policía. Los de la ambulancia hicieron un gesto de preocupación al saber que la joven no tenía ningún tutor, ya que sus padres habían muerto años atrás y su abuela estaba de viaje y no podían localizarla. Inui les proporcionó, sin embargo, los datos médicos de Sakuno que necesitaban, por lo que le pidieron a él y a Tezuka, quien se había responsabilizado de Sakuno, que los acompañaran al hospital junto con Ryoma. Inui subió delante, en el asiento del copiloto. Tezuka, después de hablar con Oishi, Fuji y Atobe subió detrás, junto con Ryoma y el otro técnico de la ambulancia, que viajaba detrás para poder controlar el estado de Sakuno y Ryoma.
Cuando la ambulancia se hubo marchado, Atobe se giró hacia el resto de los titulares.
-Os llevaré al hospital en cuanto cancele el torneo.
-No –intervino Eiji, sorprendiendo a los demás-. A Sakuno no le gustará enterarse de que se ha suspendido el torneo por ella.
-Es cierto –sonrió Fuji con calma-. Ya se sentirá culpable cuando sepa que nosotros no hemos participado.
Oishi sonrió mientras que Atobe simplemente asintió. Nadie mencionó que, tal vez, Sakuno no podría volver a sentirse culpable nunca más. Un agente de policía se acercó a ellos.
-Nosotros os llevaremos al hospital. Ya hemos terminado de interrogar a los testigos.
-Muchas gracias –dijo Oishi.
