Las fraternidades desde siempre han sido un dolor de cabeza para quienes las ven como un arma para ganar popularidad y humillar a quienes puedan, pero desde la vista de Hinata, una aspirante a la carrera de arquitectura en la prestigiosa y exclusiva universidad de Konoha, es un medio para escapar de la tradicionalidad que la ahoga, para encontrarse con su pasado y por qué no, para encontrar el amor, aunque no parezca el chico indicado… ¿o sí?


CAPÍTULO 1: PILOTO

Columnas, vigas, planos. La arquitectura fue desde siempre el camino que desee tomar. ¿El motivo? Ha vivido en mí y dentro de mi familia desde que tengo conciencia. Mi padre Hiashi, la cabeza de la corporación Hyuga, ha pertenecido a una rama familiar que siguió con la tradición de formar arquitectos, magnates empresarios capaces de construir imperios, como se demuestra en cada cuidad que haya pisado, con alguna obra sobresaliente que hayan dejado para el recuerdo. Edificios, centros comerciales, estadios, áreas de entretenimiento y hasta un par de ciudades, todo esto y más en la lista de orgullo de la corporación Hyuga. Sin embargo, cuanto más me he puesto a averiguar, más me he dado cuenta de lo que significa la tradición, con un hombre siempre a la cabeza, guiando a todos los demás, esta vez es mi padre, sin embargo dentro de poco la próxima seré yo. Una mujer. ¿Debe esto importar? Claro que no, todos saben que las mujeres somos capaces de lograr todo eso y mucho m'as, sin embargo para la familia Hyuga el desastre está a punto de empezar. Mi tío Hizashi, el hermano menor -por breves segundos- de mi padre siempre lo predijo, la empresa en mis manos caería más rápido de lo que cayó Kaguya sac. Años atrás, por lo que siempre trató de poner a su hijo mayor, mi primo Neji al mando, aunque se llevara más de una pelea con mi padre. Lamentablemente años atrás mi tío falleció, y digo lamentable porque aunque me haya tratado de menospreciar cuantas veces haya podido, siempre le guardé cariño y lamentaré el dolor que causo su partida en mi querido primo, el cual ahora se encuentra en el aire sin saber que serpa de su vida. Aun así el rencor no existe entre nosotros, solo el amor y cariño de dos hermanos.

- Hinata – las maletas estaban siendo empacadas – prima, le he dicho que no es necesario que haga esto, sabe que no sería capaz de quitarle su lugar – Neji se estaba disculpando, no entendía por qué lo hacía, debería ser yo la que se disculpe por todos los contratiempos que desde siempre e he causado – por favor deje de hacer eso y escúcheme.

- Neji – voltee a verle la cara – por favor deje de disculparse, le he dicho que no tiene por qué hacerlo – corrí a abrazarlo – esto no tiene que ver con rencores ni nada, sabe que lo amo demasiado como para disgustarme por tonterías – necesitaba su abrazo, necesitaba saber que no estaba enfadado conmigo – esto tiene que ver conmigo, yo, solo siento que necesito un respiro y poder inspirarme, necesito encontrar eso que perdí hace tiempo – mis ojos a este punto estaban llenos de lágrimas, no podía evitarlo cuando recordaba todo.

- Tranquila prima – me acunó – sabes que siempre estoy para lo que necesite, y si esto es como dice, es por usted y solo por usted, no hay más que pueda hacer, solo desearle que encuentre eso que tanto busca

Sonreí y lo abracé en silencio. Estaban de más las palabras. Ese día había tenido una fuerte discusión con mi padre, y aunque Neji me haya defendido ante él y se lo agradezca, a la vez me martiriza que su relación con mi padre empeore más. No quiero eso.

- ¿Hinata? – Hanabi, mi hermana menor irrumpió en la habitación, su rostro lo decía todo, estaba tan preocupada como mi primo lo estaba por mi futuro – padre está en su oficina, dice que necesita hablar contigo –

- Descuide prima – se levantó Neji – si desea yo lo puedo hacer entrar en razón

- No – lo detuve mientras me ponía de pie – es algo que he decidido yo y debo enfrentarlo, gracias – y sin más, limpiándome los ojos para demostrarle mi determinación, me dirigí hacia mi temido padre.


La cuarta margarita que tomaba y me hostigaba su dulce sabor, no había suficiente alcohol en ella para mi gusto. Miraba a mi alrededor y muchos de mis compañeros ya estaban haciendo pendejadas, sin embargo me extrañaba que no oír la voz de mi atolondrado amigo. Me dirigí a la cocina a buscar una botella de wiski, me molestaba que mi casa de playa no tenga su bar propio, otro error de la compañía de mi padre. Y si, digo MI casa de playa, porque era mía, no de mis padres, mía y solamente de mí, un regalito de mi padre – otra, aparte del departamento que me pertenecía en la Torre Panini ubicada en el centro dela ciudad – que me obsequió al cumplir los 16 años. Ahora aquí me encuentro, reunido con un grupo de compañeros destruyendo mi salón y patio celebrando – o lo contrario – que ya inicia el año universitario. Mi último año.

- ¡Cuidado! – el ruido se instalaba en el salón continuo, Lee, un compañero del mismo año estaba vomitando los 5 mojitos que Ino le dio, a propósito para verlo hacer un número.

- ¡Tranquilo Lee! – gritaban, poca atención les tomaba, mi mirada estaba dirigida al mar al fondo de la vista, pensando en lo que se venía con este último año. Sin duda, inolvidable.

- Que pasa hermano – se acercó a mí mi rubio amigo, su mirada, cargada de entusiasmo solo lograba desesperarme – estas alejado – rió llevándose a la boca un bocado de pan – no le des vueltas al asunto, verás que será un increíble año, no lo siento, lo sé, al menos será mi año.

Y sin más, se alejó esperanzado el Uzumaki, el que nunca le temió a nada y que con su seguridad me mostraba que debería hacer lo mismo. Y de verdad esperaba que tenga razón.

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