Cap I: "Servicios"

Con este pase, tienes vía libre y gratuita a uno de los servicios especiales de Rachel Barbra Berry. Y por vía libre y gratuita debes entender que no te cobraré, es completamente gratis.

¡Feliz cumpleaños! Rachel

Y había una pequeña estrella dorada al pie de la carta.

Quinn alzó la vista del papel y miró a su amiga, que le sonreía emocionada con pequeños saltos.

- ¿Qué demonios es esto Britt?- susurró. Sí, bueno, conocía eso de "el servicio especial" de Rachel y del que algunas chicas ya habían pasado. Pero Berry estaba muy equivocada si pretendía que ella caería también.

- Mi regalo de cumpleaños- rodó los ojos. Ella odiaba ese día ¡detestaba festejar su cumpleaños! Y las personas más cercanas lo sabían, y Brittany era una de ellas- que lo disfrutes- le palmeó el hombro, como si hablara realmente en serio y la vió perderse dentro del salón.

Abolló la tarjeta y apretó los dientes. Iba a mandar al diablo esa clase de matemáticas e ir en busca de la causante de todos sus enojos diarios cuando la señora Monroe se acercó y, con una seña, le ordenó que ingresara. Ah pero apenas tocara la campana iría directo a Berry.

Y la mataría.

Ella no iba a ser otra más de las que iba a la casa de esa enana y se sometía a sabrá Dios qué cosas pasaban allí dentro. Bajo la excusa de sus servicios especiales, un trabajo raro y algo secreto para la mayoría.

Avanzó directo a su lugar y lo ocupó con furia. Más le valía a Berry haber asistido a clases ese día porque matarla en su casa, bajo la mirada de sus padres, no entraba en sus planes.


- "…don`t go breaking my heart. Baby, you`re not that kind …"

Oh, ¡por supuesto! ¿Dónde más iba a estar? En el salón de coro y tocando molestamente una y otra vez la única tecla del piano que sabía hacer sonar. Y practicando esa canción que hacía sangrar sus oídos ¿Cuándo iba a ser el día en que Rachel entendiera que eso del amor era una completa y total estupidez? Sin contar la falta de tiempo, por supuesto.

Avanzó sin miedos y llegó a ella, golpeando su pie contra el piso repetidas veces para llamar su atención.

- ¿Quién demonios te has creído Berry eh?- la encaró lanzándole el sobre contra el piano. Rachel parecía confusa, con sus cejas arqueadas y observándola como si hubiese interrumpido su discurso a un premio Tony-

- ¿Me has hablado a mi?-

- ¿Acaso hay otra Berry aquí dentro?-

- No. Pero tú nunca me hablas y….-

- Entonces no vamos a salirnos de la costumbre ¿puedo saber por qué demonios le has dado esto a Britt?- ni siquiera esperó a que la morena abriera el sobre. Ella lo hizo y de una manera no tan considerada. Rasgó el papel y leyó en voz alta lo que la carta decía- ¿Quién te ha dicho a ti que quiero uno de tus estúpidos servicios? –

- Quinn, no comiences con tus ofensas. No son estúpidos y yo no le dí nada a tu amiga- volvió a tocar la tecla y ella cerró la tapa del piano con brusquedad. Un segundo antes y hubiese aplastado los dedos de Rachel-

- ¿Entonces cómo llegó esto a ella? Es tu trabajo ¿no?-

- Sí, así es. Es mi trabajo pero como lo dice la palabra, deben pagar por el. Y Brittany pagó, por lo tanto yo no le dí nada- Quinn quería gritar ¡Brittany había pagado por eso! ¿Cómo podía gastar de su dinero para que ella pasara una hora en casa de Berry? Porque estaba consciente de que era una hora. Samanta, una de sus ex porristas, lo había soltado en una de las duchas y con total felicidad.

¿Qué podía hacerles mandhands allí dentro que todas la saludaban felices al día siguiente? No lo sabía y no le importaba. Y tampoco iba a averiguarlo. Rompió el papel en cientos de pedazos frente a ella y Rachel alzó sus cejas.

- Al diablo con tu servicio. No lo quiero- le sonrió con burla y dio media vuelta, caminando nuevamente con superioridad a la salida-

- Brittany ya lo pagó- y no le importaba. Iba a devolverle el dinero, centavo por centavo a su amiga y le haría entender que hasta un tarro oxidado era mejor regalo que ese- si no vas tú a mi casa, iré a la tuya- se detuvo con violencia y abrió la boca. La había buscado toda la mañana para matarla, pero había desistido a último momento. Pero ahora iba a hacerlo. Por lo que regresó a ella con toda la ira recorriéndole cada parte de su cuerpo y el deseo de asesinarla allí mismo- y lo haré estén tus padres o no. Créeme que te avergonzarás solo a ti misma. Oirán todo desde tu habitación. A menos que tengas paredes a prueba de sonido-

Sus ojos se abrieron desmesuradamente y, con un golpe de puño, arremetió contra el piano. Rachel solo ladeó la cabeza y se la quedó mirando.

- Solo será una hora. Incluso a veces tardo menos, depende de la cumpleañera. Pero tú…tú eres algo poco sentimental y más ortodoxa. Contigo será difícil. Pero lo lograré. Verás que será la mejor hora de tu vida y te gustará-

- Ni se te ocurra ir a mi casa- la señaló con amenaza-

- Entonces ve a la mía- le dijo la morena poniéndose de pie y alisando tras ella la punta de su falda- siempre es la mía porque mi habitación está apartada y nadie puede oírnos. En la tarjeta no hay horarios pero…mis padres no están de dos a siete. Tú elige que hora te queda mejor-

Negó cientos de veces y se pasó una mano por toda la cara. Santana tenía razón, Rachel era la persona más insoportable del planeta ¿Qué planeta? ¡Galaxia! ¡Era la persona más insoportable de toda la vía láctea!

Por supuesto que no iría a su casa solo por un poco de sexo. Porque era sexo lo que estaba ofreciéndole y ella no era lesbiana. No era como Berry. Rachel llevaba años fuera del clóset y sin vergüenza. Bueno, en realidad, nunca había estado dentro y por eso seguramente daba este tipo de servicios.

Bien, a Rachel le iban las mujeres y no escatimaba en morenas, pelirrojas, rubias o castañas. Había visto salir de su casa cientos de esas muchachitas durante cada semana. Incluso una vez atendió a dos. Puaj, y le iban los tríos ¿Berry en un trío? Rió para sus adentros; seguro era la que acomodaba la sábana mientras las otras tenían sexo duro sobre el colchón.

¿Pero qué demonios tenían los dedos de mandhands que podía satisfacer a sus compañeras? Se miró los de ella y pensó que, quizá, con un poco de práctica, ella también podía hacerlo. Agitó la cabeza. No, ella no tendría sexo con nadie hasta su casamiento. Su especial y bien organizada noche de bodas sería el momento perfecto para entregar su virginidad a su amado esposo, con el que tendría hijos, una familia y esperaría cada día con un plato de comida caliente.

Su destino ya estaba escrito y no iba a alterar nada de el.

- Bueno, como estás vagando sobre algún tema seguramente importante porque no estás prestándome atención…te recuerdo que ese cupo tiene valor hasta el viernes- ¡música para sus oídos! Esperaría correr los días y ese… ¿"cupo"? ya no tendría valor y nadie podría reclamarle- pero, si el viernes no estás en mi casa, vuelvo a recordarte…el viernes a la noche estaré en la tuya- Rachel acomodó unas partituras contra su pecho y abandonó el salón.

Ella se dejó caer y abrazó el piano mientras podía: Era la primera vez que deseaba que el día de su cumpleaños se detuviera y nunca acabara.


Si seguía dando vueltas no tendría gasolina para regresar a casa. Quinn apretó el freno sin cuidado y aún con sus ojos en la casa de los Berry, su cuerpo dió un rebote contra el volante que apenas sintió.

Estúpida Berry con sus estúpidos cupos de sus estúpidos servicios especiales.

En realidad, no iba a estar allí. Sus padres le habían asegurado que no estarían en casa y saldrían a cenar. Entonces, sin ellos alrededor, hubiese ignorado las palabras de Rachel y luego su presencia cuando insistiera en el timbre para dar valor a ese cupo ¿pero por qué demonios continuaba llamándolo cupo?

- Estúpida Berry- repitió apagando el motor. Y estúpidos sus padres que a último momento desistieron de la cena y se quedaron en casa, luego de que Judy alegara un dolor de cabeza y Russel la consintiera al alquilar un DVD. Alguna película horrorosamente romántica que su madre amaba ver-

Observó su reloj de muñeca: 17: 52. Y, si en una hora no veía a Rachel, la insoportable morena pisaría su casa y todo se volvería un escándalo con sus padres cerca.

Se quitó el cinturón de seguridad y abandonó el coche. Quiso vomitar. Incluso el patio frontal estaba lleno de flores y el césped prolijamente cortado ¿Es qué nada desordenado podía haber en esta familia? Se cruzó de brazos y avanzó hasta la puerta.

17: 56. Era un buen horario, se dijo ¿Para qué? No lo sabía. Pero Berry no podía obligarla a hacer ciertas cosas….

- ¿Cierto?- insistió por lo bajo al golpear sus nudillos contra la puerta. Dos toques y acercó un poco más su cabeza para un tercero. Inhaló, exhaló y sacudió sus hombros en esa espera eterna ¿No se supone que Rachel tendría que estar esperándola?

Estiró su brazo y quedó a mitad de camino cuando de la nada la puerta se abrió. Con su brazo aún en el aire, su mente en blanco y los nervios esparcirse en cada uno de sus poros, descubrió a Rachel de manera diferente. Totalmente diferente.

No llevaba esas faldas a cuadros, ahora solo un desteñido jean y su suéter igual había sido reemplazado. De los animales que solían hacerla ver infantil y tonta, ahora solo llevaba una camisa leñadora y le quedaba algo holgada pero enmarcaba sus delgados y delicados brazos a la perfección.

Estaba radiante. Distinta. Hermosa.

- Buenas tardes, Quinn- la saludó mirando su brazo y ella lo bajó al instante. Dió un paso atrás y se aclaró la garganta. Esta era la situación más bochornosa de toda su vida- creí que no vendrías-

- ¿Y verte por mi casa? Ni loca, enana- la morena rodó los ojos-

- Bien, adelante. Pasa- lo hizo como una ráfaga y ocupó el living. Le dió una mirada a todo su alrededor: fotografías y más fotografías de Rachel con sus padres. Rachel de bebé, de niña y ahora. Aburrido y predecible, pensó- ¿quieres tomar algo? - giró a verla y se humedeció los labios al verla pasar el pestillo. Sí, las llaves de su automóvil y volver a su casa-

- No, Berry nada. Sin tonterías ni esas cosas. Hagamos esto rápido ¿de acuerdo?-

- ¿Rápido? ¿No quieres disfrutarlo?- se mordió el labio con fuerzas. No, ni siquiera quería estar ahí ¿por qué simplemente no se callaba y comenzaba a desnudarse? Así se ahorraría mucho tiempo- a ninguna le gusta rápido- oh perfecto, estaba comparándola con las demás- ¿por qué lo quieres rápido?-

- No lo sé ¿quizá porque no lo quiero lento? - giró varias veces en su círculo, buscando desesperadamente la habitación de Rachel para ocuparla cuanto antes- ¿y tu cuarto?-

- ¿De verdad no quieres tomar nada? Pareces algo nerviosa-

- No, de verdad, no quiero nada ¿podemos empezar ya?- quizá había sonado un poco desesperada. No es que lo estuviese, no por quedarse. Solo desesperada por irse. Rachel gesticuló confundida pero terminó asintiendo-

- Mi cuarto está arriba, el último al final del pasillo. Del lado derecho-

- Por fin- masculló tomándose del barandal y subiendo las escaleras-

- Espérame y ponte cómoda. Iré por mis cosas- ¿sus cosas? Se detuvo a mitad de los escalones ¿qué eran "sus cosas"? ¿A Rachel le iban los juguetes sexuales también? Estaba loca si creía que iba a probar o meter alguna de esas cosas en su cuerpo.

Retomó el andar y abrió la puerta de su cuarto y, no asombrada ante la vista, ingresó directo a ocupar la cama. Se sentó en una de las puntas y echó sus brazos hacia atrás, sosteniéndose con ellos para detallar lo que la rodeaba.

Posters de posibles cantantes, estrellas doradas de distintos tamaños y la figura de un premio sobre una fotografía enorme de Rachel. Tiró su cabeza hacia atrás, tan Berry que no se tendría por qué sorprender.

Quinn se mordió el labio mientras veía el tocador a unos metros de ella. Ordenado y con un brassier blanco a media vista dentro de un cajón ¿Ese era el tamaño de los pechos de Rachel? Sonrió. Cabían justo en todo el contorno de su mano.

Se puso de pie y llegó a el entre miradas a la puerta para advertirse de la posible llegada de la diva. Tomó su punta, como si del tesoro más preciado se tratara, y comenzó a tirarlo despacio, hasta tenerlo completo frente a sus ojos.

Uhm, al menos no le iba la lencería erótica. Era un sostén como el de cualquier adolescente e incluso parecía que apenas tenía pocos usos. Iba a guardarlo, regresarlo a su lugar porque no tenía si quiera un moño o detalle que lo hiciera distinto pero algo de aroma llegó a su nariz Con una última mirada a la puerta, lo regresó contra sus fosas nasales e inhaló. Sí, era el olor característico de Rachel.

- Bueno, creo que comenzaremos sin calentar porque no puedo encontrar mi pen… ¿qué haces?- carajo, carajo ¡ca-ra-jo! Dios todopoderoso, que se abra la tierra y la absorba como si del peor ser terrestre se tratara ¡La había visto con su brassier casi dentro de la nariz! Lo guardó como pudo y cerró nuevamente, apretando los labios cuando sus dedos quedaron aprisionados en el cajón- Quinn ¿estás bien?-

- Sí- susurró sin aire y Rachel entrecerró los ojos-

- Creo que tu mano está dentro de mi cajón-

- Crees mal- le dijo quitándola finalmente y regresando a la cama, sacudiendo su mano de espalda a ella para que no viera su sufrimiento-

- Te traeré hielo-

- ¡No! Estoy bien, Berry, ¡por Dios! ¿podemos empezar ya?-

Solo cinco minutos después, estaba otra vez sobre la cama y con sus brazos atrás. Rachel estaba de pie aún, en medio de la habitación y con su mirada en ella.

- Entonces- balbuceó la diva mientras miraba la punta de sus zapatos tímidamente - estás relajada ¿cierto? Porque necesitas estar relajada- rodó los ojos. A decir verdad, ya no estaba nerviosa y eso era casi lo mismo. Asintió y Rachel se acercó hasta rozar sus rodillas. Estaban casi en el mismo espacio personal, solo que una de pie y la otra sentada en la cama-

- Empiezas tú o…- Rachel ladeó la cabeza-

- ¿Tenías planeado algo? Porque si es así, me encantaría que hicieras tu magia- Quinn se mofó de Rachel. Ella no tenía magia ¡era virgen! ¿Qué se supone que tenía que hacer? Había visto algunas películas sí, y oído a Santana sus encuentros con Brittany, también; pero de ahí a vivir lo que ellas hacían, había un gran paso y un poco más de solo magia-

- Bueno, yo…creo que no tengo magia. Tú tienes experiencia- agregó con una mueca algo fastidiosa- y yo….yo…creo que tal vez no nací para esto-

- Quizá no naciste para esto pero puedes practicar- se echó de espalda a la cama. Ni practicando sería la lesbiana con los dedos más móviles y mucho menos podría dar sus servicios como Rachel- tengo dos papás gays. Eso ayudó mucho- frunció el ceño, eso sonaba algo raro, por no decir turbio y no estaba segura si quería continuar esa conversación- ellos me incentivaron y apoyan mis ideales. No creo que cualquier padre lo haga- y vaya que lo sabía. Russel era un maldito conservador que nunca estaba conforme con nada. Y menos con ella- Es más, estoy segura, muy segura, que luego que comience a hacer valer tu cupón, te irás con una sonrisa y podemos repetirlo- Se sostuvo por sus codos y se alzó a verla ¿repetirlo? Ni con todas las cervezas de Lima encima volvía a casa de Berry. Nunca. Jamás-

- ¿Cómo sé si quiero repetirlo si todavía no has hecho nada? Y mi hora ya comenzó hace como cinco minutos- cuando Rachel asintió lentamente y retrocedió unos pasos, Quinn se estremeció ¿Aquí era cuando comenzaba a desnudarse?

Vió como secaba las manos contra sus muslos y volvió a echarse contra la cama. Esto tardaría ¿pero qué demonios hacía Rachel? Armaba una atmosfera, juegos previos o qué mierda. Gruñó frustrada. Quería irse cuanto antes por lo que esperarla, sería ir contra sus deseos.

- Berry- la llamó casi en una orden aún mirando el techo y la morena se detuvo a su lado. Desvió su vista a ella y de pronto se vió arrodillada sobre el colchón, a la altura de Rachel y tomándola por el cuello de su camisa- vine a cobrar tus servicios especiales, RuPaul. Y los quiero cobrar ahora- agregó desprendiendo los botones y abriéndola de un solo jalón. Oh- oh, sorpresa, alguien tendría que haberle avisado que la pequeña adolescente judía tenía abdominales ¿estaba eso acaso permitido en su religión? Daba igual, iba a tocarlos mientras pudiese-

- Quinn qué….-

- Oh, cállate ya, Berry, estás desesperándome- abrió su cinturón a una velocidad desmesurada y con el temblor en sus manos ¿es qué acaso a Rachel le gustaba así? ¿Ser la dominada? Pero que patético sonaba que algunas hayan pagado por eso. Una muñeca inflable sería más útil que Rachel- ¿pero qué demonios le pasa a tu cremallera?- ¡el estúpido cierre no bajaba!-

- ¿Qué te pasa a ti, Quinn? Esa sería la pregunta adecuada- se oía algo molesta y fastidiada. Quizá así eran las sumisas, fingían que todo les molestaba y en realidad solo estaba excitándose bajo sus pantalones- si vas a ser la que….-

- ¡Por supuesto que voy a ser la que domine!- aseguró jalándola hacia la cama y ubicándose sobre ella con rapidez. Coló sus manos bajo los hombros de la camisa y la deslizó hacia abajo, lo que la posición le permitió- ¿acaso eso me saldrá más costoso?- agregó con su mejor sonrisa atrevida y se inclinó hacia ella. Justo sobre sus labios se detuvo, cuando sus bocas solo se tocaron y, si una hablaba, estarían a punto de comenzar un beso- Responde, Berry- podía oler su aliento. Algo así como una mezcla entre chocolate y frambuesas. Una deliciosa combinación que necesitaba matar dentro de su boca-

Rachel balbuceó apenas y ella aprovechó para rodear su nuca. Tiró y finalmente estaban tocándose, una boca presionaba a la otra pero no se movían. Alzó la vista y Rachel la alejó de sus labios también, observándola con la respiración agitada. Vagó por cada rincón de su rostro, estudiándola y dándoles tiempo a que cualquiera se arrepintiera. Pero ninguna lo hizo.

Tragó saliva y humedeció sus labios. Rachel la imitó con el mismo deseo. Tiró y chocó sus bocas en un beso voraz. La besó con ganas, conduciendo el momento y moviendo sus cabezas a un ritmo desesperado, casi brusco y necesitado.

Su lengua abriéndose paso en busca de su compañera. La encontró y bailoteó a su alrededor, liberándole a Rachel un pequeño suspiro. No tenía tiempo ni el conocimiento suficiente como para comparar pero estaba segura que nunca había besado así de esa manera; como si no pudiese besar nunca más en un futuro.

Sintió las manos de la morena en sus muslos, sobre la falda de porristas y bajó la suya hasta ella, hasta colocarla sobre la de ella y guiarla bajo su ropa. Alguna de las dos ardía, o su piel o los dedos de Rachel y cuando entraban en contacto crepitaban más.

Se movió sobre ella y sus bocas se alejaron. Jadearon a la vez y Rachel se estiró hasta su altura, sentándose y rodeando sus hombros para otro beso. Respondió al instante mientras quitaba su camisa y la arrojó a un lado. Maldijo, ella podía estar arriba pero Rachel besaba como una fiera y sabía como mantenerlas pegadas, aumentando el deseo y tocando donde podía.

El contorno de sus pechos, sus pechos, volvió bajo su falda y, cuando ella metió su mano bajo el jean de la morena, Rachel atacó directo al cierre tras su espalda y lo bajó con destreza. Mordió sus labios en reclamo, seguro no era la primera porrista en visitarla.

- Quinn…- se quejó la diva y ella enredó las manos en su cabello. No quería oír sus largos y aburridos discursos. Quizá a las demás le gustaba, pero a ella no-

Continuó besándola, en una guerra por llevar el control pero la morena no cedía. Se alejaba apenas de ella y volvía a atacarla. En uno de esos movimientos, Rachel rompió el beso y la sujetó para voltearla. Alzó una ceja, eso era lo que hacían sus abdominales bien marcados.

Se acomodó sobre ella, con un muslo en su entrepierna y acercándolo peligrosamente al dolor que allí nacía. Quinn nunca había sentido eso. Bueno, sí cuando solía ver películas para adultos que Santana la obligaba, pero nunca terminaba entendiendo como hacer ir ese cosquilleo. Y ahora lo descubrió, el muslo de Rachel rozándose en su entrepierna la calmaban así como hacia crecer su deseo. Esa era la manera para alejar el cosquilleo.

De repente la diva se separó, con un vergonzoso y estruendoso ruido para ella y empuñó las manos a sus costados, rozando apenas su falda. Tragó fuertemente ¿la había mordido o algo olía mal en ella? Mantener a Rachel callada por tantos segundos era todo un logro y sin duda por una razón importante.

- ¿Estás segura?- bueno, al menos era considerada y preguntaba si quería echarse atrás. E iba a hacerlo ¿cómo iba a perder su virginidad con Rachel Berry? El piso de la escala en McKinley y de quien todos se burlaban cada día. El blanco de burlas, el punto donde todos arrojaban sus granizados y ella dibujaba cosas obscenas en los baños.

Rachel Berry era el cero a la izquierda de los estudiantes y a quien nadie veía. Era tan invisible como el aire y visible para su escuadrón y los jugadores, que desahogaban en ella su diversión.

Se mordió la mejilla interna antes de abrir la boca. Iba a decirle que no y salir de allí cuánto antes. Hacer de cuenta que nada de eso pasó alguna vez. Si, eso haría.

- ¿Estás segura?- insistió la diva. Asintió al instante-

- Sí- se golpeó mentalmente la frente. Quinn Fabray eras la reina de las idiotas, se repitió antes de estirar su mano y jalarla nuevamente contra ella.

Se despojaron del resto de ropas, con sus manos, sus dientes y entre jadeos. Cada vez que Rachel la tocaba, ella cerraba los ojos y suspiraba. Cada vez que le besaba el cuello, entre dulzura y locura, echaba su cabeza atrás y enredaba las manos en su cabello.

La boca de Rachel abriéndose en su mentón, succionándolo y bajando luego por su pecho. Un sonido vacilante se escapaba en cambio cuando se separaba de sus pezones. Al parecer la diva se entretenía bastante con ellos y no podía dejar de tocarlos.

Desnudas una sobre la otra, se agitaron, se estremecieron y no apartaron sus miradas ni cuando sus mejillas se tornaban rojas, oscuras tanto como sus ojos. Ella con sus manos en la cintura de Rachel, conduciendo los movimientos y las de la morena en su abdomen, sosteniéndose y arañando, aumentando su excitación.

Todo su cuerpo se invadió de una sensación que nunca había experimentado. Con su frente llena de sudor y su piel resbaladiza, jaló a la morena del cabello y la besó nuevamente. Las fricciones aumentaron como sus gemidos y los flujos que no podía controlar.

Estaba húmeda, deseosa porque Rachel hiciera algo más, seguramente lo más importante de ese bendito cupo y extasiarse en su cama. Rompió el beso y mordisqueó su mentón, susurrándole por lo bajo esa idea.

- Berry….Berry, quiero tu acto final antes de que mi hora termine- la diva la miró confundida pero asintió. Quizá se lo regalaría porque el cumpleaños de Quinn ya había pasado y sería una falta de respeto no haberle entregado su regalo-

Como si fuese su pareja de toda la vida, Rachel bajó por su ombligo entre besos y acariciando sus costillas. Ella sonrió, era exactamente eso a lo que se refería. Se tomó de las sábanas cuando el aire caliente golpeó entre sus muslos y separó más sus piernas.

Se alzó a verla y regresó contra el colchón cuando la punta caliente y húmeda de su lengua la tocó. Hundió los dientes en su labio y evitó ordenarle que se apurara, que se moviera y calmarla su sed desesperada.

Un dedo de Rachel juntó el hilo húmedo que caía por su vagina antes de invadirla con su lengua. Quinn gimió, alzando y bajando sus caderas; sintiendo como el mundo se le acababa allí mismo.

La diva succionó su clítoris, entre lamidas, mordidas y acariciaba sus labios inferiores con sus manos. Rachel dijo su nombre, cuando un dedo se abrió paso en su intimidad con esfuerzo y todo se silenció. Apretó los ojos y la ignoró, sintiendo el esfuerzo de la morena por continuar.

- Quinn, estás…- tomó su cabello y tiró, enterrando su rostro contra sus piernas y sintiendo la libertad del orgasmo. Se desplomó en la cama y abrió la boca, recuperando aire para no desmayarse allí mismo.

Pasaron minutos, calladas en que la morena tomó valentía y se recostó a su lado. Iba a volver a hablar, la conocía por lo que lo evitó y se montó sobre ella. Alzó la cabeza y gimió, desde arriba todo se sentía mejor.

Masajeó sus pechos, pasó un dedo por todo su abdomen moreno y la embistió sin espera, cuando las respiraciones agitadas cubrieron otra vez la habitación. Se sorprendió del agarre de Rachel en su muñeca, impidiéndole un momento a que continuara.

Alzó una ceja ¿esto era parte de su servicio especial? ¿Qué nadie la tocara? Sacudió la cabeza y se arrastró apenas hacia atrás, hasta estirar la cabeza a su entrepierna y repetir los estragos que Rachel había hecho en ella.

Se pasaron el resto de la hora en esas posiciones, intercambiando los lugares y perdiendo sudor como si de su entrenamiento más duro se tratara. Quinn gruñó, Sue Sylvester no era mejor entrenadora que ella misma en esa cama y dejó caer su frente contra la de la diva.

Estaba tan agotada, su aliento seco y pesado salía e ingresaba a la boca de Rachel. Tomó sus manos, a los costados de su cabeza y las alzó, en una pequeña fricción que las calmara y se apartó cuando ya no podían continuar. Ya no tenían más fuerza para hacerlo.

Con sus brazos rozándose, sus hombros apuntándose y mirando el techo, Quinn se aclaró la garganta, aún algo agitada y tomó la sábana para cubrir su desnudez.

- Bueno, creo…creo que mi hora ya terminó- habló luego de unos minutos- Haz….hemos hecho valer tu cupo- Rachel frunció el ceño-

- ¿Qué?- Quinn suspiró exasperada. No era como si ahora iban a hablar de lo ocurrido o tener algún tipo de intercambios de ideas. Ellas no eran pareja, no hacían eso-

- Sí, bueno…tu acto final…el comienzo….ya está todo- agarró la sábana y abandonó la cama. Le echó una mirada al cuarto y buscó su ropa. Se mordió el labio nerviosa, allí, en un rincón, junto a la ropa de Rachel- asique…me visto y me voy-

- ¿Ahora?- asintió y caminó hasta su uniforme de porrista. Le dió la espalda y atrapó la sábana tras ella, para que nada de su desnudez se escapara- pero…-

- No sé como lo haces con las demás pero me iré, Berry. Am…y si puedes, no le cuentes a Brittany los detalles-

- Está bien… ¿segura qué…-

- Sí, sí- le dijo agachándose a tomar su cadena de oro. Una cruz se reflejó en sus ojos y se la colocó con rapidez antes de que comenzara a juzgarla- quiero decir…ella pagó por esto- Rachel alzó las cejas asombrada-

- ¿Ella?-

- Sí, creí habértelo dicho. Ella me regaló tu estupi…tu cupo- agregó subiendo el cierre de su falda y girando a verla. La morena se sostenía por sus codos, mirándola confundida y Quinn la recorrió de arriba a abajo: su cuello y sus pechos tenían marcas del desenfreno que su boca provocó en ellos. Se ató el cabello, para no mirarla de más y se arrodilló en busca de sus zapatillas- y bueno ya…ya le hemos dado su valor-

- ¿A qué te refieres con que le hemos dado su valor?- rodó los ojos-

- A eso Berry. Tú te dedicas a esto y no sé cómo me dejé arrastrar por Britt y terminamos aquí. Pero pobre de ti si le dices a alguien- respondió sentándose en la punta de la cama y colocándose el calzado-

- ¿Qué me dedico a qué, Quinn? Aún no hemos hecho valer tu cupo ¿de qué estás hablando?- Quinn se detuvo con brusquedad justo cuando iba a atar sus cordones. Giró con lentitud a verla, aterrorizada y la morena ya se arrastraba a ella con los mismo gestos-

- ¿Qué pregunta es esa, enana? Que te dedicas a esto. A darle una hora de sexo a las estudiantes del McKinley- la morena chilló, con total enfado y Quinn la vió tomar su pecho- ¿qué?-

- Espero que esta sea una de tus bromas, Quinn porque estarías cruzando tu propio límite- ella negó con seguridad- ¡por supuesto que no me dedico a eso! ¿Cómo se te pudo ocurrir que voy a entregar mi cuerpo a cada compañera solo por un poco de dinero? Escucha, sé que hemos tenido nuestras diferencias cuando creías que estaba detrás de Finn y cuando invité a Sam a la fiesta de graduación pero ¿esta es tu manera de vengarte? ¿viniendo a mi casa y haciéndome sentir…- Quinn vió como sus labios continuaron moviéndose, en más reclamos y más explicaciones que en su cabeza eran totalmente distintas.

Se tomó la frente: iba a desmayarse ahora realmente. Se puso de pie y caminó en círculos, moviendo su cabeza para todos lados en negación, para no aceptar las palabras de Rachel.

- ¿Cómo que no te dedicas a esto?- la cortó con su tono neutro pero la diva continuó hablando- ¡Berry!- Rachel se calló y la miró nuevamente. Se aclaró la garganta y trató de ignorar aún el estado desnudo de la morena- te pregunté que por qué demonios no te dedicas a esto- chistó avergonzada. No, esa no era la pregunta-

- Quizá porque…-

- Cállate, eso no fue lo que quise decir- Quinn le dió una mirada a toda la habitación, desordenada, como la cama y el cabello de Rachel. Todo, en completo testimonio de lo que había ocurrido- entonces…mierda, Rachel, entonces ¿lo que acaba de pasar no era parte de tus cupos?-

- Aún no le hemos dado valor a mis servicios, Quinn. De eso estoy segura- se tapó el rostro con ambas manos y ahogó un grito.

¿Qué no era esto a lo que Rachel llevaba a aquellas jovencitas y les regalaba una hora en ese mismo cuarto? ¿No era sexo a lo que su maldito cupo se refería? ¿Entonces por qué demonios Brittany se lo regaló?

¿Había tenido sexo con Rachel Berry por deseo propio entonces?

- Oh, mierda- susurró. Había tenido sexo con Rachel Berry por deseo propio entonces.


Bueno nueva historia queridas lectoras, como siempre les digo, si quieren que la continúe lo deciden ustedes. Muchas gracias por leer o continuar leyendo y por las anteriores historias. Y gracias sobre todo por las rws y a quienes comentan siempre.

Es un poco largo este cap, igual que el siguiente, porque son las perspectivas. Luego comienza la narración neutra.

Ni Glee ni sus personajes me pertenecen. Que estén bien, saludos!