Disclaimer: Los personajes usados en este fanfic no son de mi propiedad, sino de J.K. Rowling, yo sólo los uso para darle vida a mi loca imaginación sin fines de lucro.

¡Estoy loca! –fue el pensamiento que se me paso por la mente de nuevo. Ya había perdido la cuenta de cuantas veces me lo había repetido pero sentía la necesidad de repetírmelo, sólo por si se me olvidaba.

¿Es que cuantas chicas se les ocurriría entrar a lo más alejado del bosque prohibido y para colmo perderse? A mi solamente y era muy frustrante.

–Que torpe eres Lily –me reproché, bien, estaba sola así que no había nada de malo en que me insultará en voz alta, tal vez eso me haría sentir mejor.

–En eso tienes toda la razón, pero tranquila ya te encontré –se burló una voz a mis espaldas y la sangre se me congeló, sabía bien de quien era esa voz.

–¿Potter? ¿Qué haces aquí? –estaba sorprendida, intrigada, enojada, aliviada, todo al mismo tiempo, definitivamente yo era un chica muy rara.

–Te seguí –dijo con sencillez y una sonrisa arrogante apareció en su rostro.

–¿Quién te crees para seguirme? -¿Qué me importaba eso ahora? Estaba perdida y tal vez él conocía la salida, pero las palabras salían de mi boca antes de procesarlas.

–El amor de tu vida por supuesto –su mirada brillo con maldad y supe que haría algo que me hiciera sonrojar.

Estaba a punto de iniciar mi discurso (ya aprendido y ensayado) de las mil y un razones por las cuales lo odiaba y prefería salir con el calamar gigante cuando él se acerco a mí, tomó mis muñecas y me beso.

Así, sin más, pesé a lo improvisado de su acción y de enorme ego y vanidad, sentí sus labios temblar, estaba esperando que lo golpeará, yo también, pero eso no sucedió.

Mis sentidos se apagaron y una urgencia por corresponder su beso brotó en mi interior, mi corazón explotó en medio del océano de sensaciones que lo atacaron. Sentí mi cuerpo vibrar, sentí mi pulso acelerado y pude sentir mi boca abriéndose y mis ojos cerrándose, mala combinación, ¿pero a quién le importa?

Sus labios eran dulces y suaves, su aliento fresco, era menta seguramente, y su actitud en ese instante, tan tierna, soltó mis manos en cuanto se aseguró que no lo atacaría y me abrazo con tal fuerza que pareciera no querer soltarme nunca, como si tuviera miedo.

Y así fue, de pronto me encontré de frente con la realidad, amaba a James Potter, mi cuerpo entero se estremeció y me di cuenta que me encantaban sus besos, que necesitaría más de ellos, los necesitaría para vivir, eran adictivos y yo había me volví adicta en ese instante.

Cuando nos separamos nuestras miradas se conectaron y supe que estaba perdida, porque quizás estuviera dispuesta a sobrevivir sin comida, sin la magia, sin libros tal vez, pero no sin los labios del castaño que tenía en frente.

Tal vez volver al castillo podría esperar un poco más…