Disclaimer: Nada es mío, ni siquiera el fic, porque se lo regalé a Seba. Así y todo no me plagies.

Después de pagar el café

Filadelfia, un año perdido en un día de tormenta.

Abre los ojos y sonríe. Se alisa la falda y gira sobre su lugar, su amplia sonrisa no desaparece.

Se desliza con encanto natural por las calles poco concurridas que anticipan una lluvia que ella sabe que vendrá. Ella lo sabe todo.
O todo no, ella sabe el después, no el antes. Y eso casi es una ironía.

La destartalada cafetería está semivacía, y seguirá estándolo aún cuando comience a llover y los mortales huyan como presa acechada, en busca de refugio. Ella se sienta en uno de los altos taburetes de la barra a esperar, mientras pide alguna bebida que no va a tomar, sólo para que no la corran del lugar.

La puerta se abre de pronto, él está mojado y huele a lluvia y a guerra. Alice se voltea lentamente. Baja del taburete de un salto; para variar, sonríe.
Sus ojos -los de él- están oscuros. Lo suficientemente oscuros.
Ella abandona el taburete y el café humeante recién servido. Como no puede ser de otra forma, sonríe, y se acerca, bailando con el aire encerrado de una cafetería semivacía, que huele a lluvia, como él.

Él la observa, estático y en posición estratégica. Saltará sobre ella, comenzarán una lucha que ninguno de los mortales podrá seguir visualmente. Deberá ser rápido. Siente la excitación y la adrenalina recorrer su cuerpo ante las posibilidades de una nueva lucha, está confiado.

Luego, con los segundos contados, deberá eliminar las pocas pruebas de lo ocurrido, que toman café y miran por la ventana, e incluso esa que no está mirando pero que limpia la barra con un trapo húmedo.

Ahora la observa a ella: su sonrisa es increíblemente fresca y aniñada, transmite paz, confianza, es como un hogar, transmite calidez. No hay en ella deseos de lucha, de enfrentamiento.
Y él comienza a sentir que no debe desconfiar, pero lo hace, porque no puede ser de otra manera.

–Me has hecho esperar mucho tiempo. –dice ella, contra todo pronóstico; es irónicamente impredecible.
–Lo siento, señorita. –dice él, y como buen caballero, agacha la cabeza, porque ella le inspira algo que no ha sentido antes. Y le gusta.

Alice le tiende la mano y Jasper ya no planea luchar contra ella, cometer múltiple homicidio y huir. Eso quedó lejos. Ni siquiera lo piensa a la hora de tomarle la mano, con la delicadeza que se requiere para tratar a una dama.

Entonces son para siempre, después de pagar el café, claro.

Se esperan críticas :)