Disclaimer: Los personajes no son míos sino del grande de Togashi Yoshihiro, yo solo los uso humildemente para crear esta nueva trama & jugar un poco con lo que podría pasar a futuro.


He vuelto! Esta vez con una historia un poco diferente pero manteniendo los mismos personajes de Golden Eyes, espero les guste y ya saben, soy feliz con cada review que dejan! Hablando de la continuación de Golden Eyes, está en proceso pero, lamentablemente el miércoles me robaron mi celular donde mantenía la historia bien avanzada y como no tenía respaldo, tendré que hacer todo de nuevo :cc Así que no desesperéis que ya llegará la secuela llamada "Silver Eyes"

Ahora, a leer!


Alumna de 1° Año

Estaba acabada.

Así se sentía una chica de alborotada cabellera pelirroja mientras, apurada, daba los últimos toques a su vestimenta y salía, más presurosa que antes, para no llegar tarde a su primer día de instituto.

Apenas tuvo tiempo de decir un suave "adiós" al altar de su madre y sonreír vagamente, como si con eso quisiera transmitirle todo el amor que sentía por ella y los nervios que la tenían a flor de piel dado a su ingreso a su primer año de preparatoria. Tomó su bicicleta, se montó sobre ella y, con un último vistazo a su casa, pedaleó cuesta abajo con dirección al que sería su cárcel personal por los próximos tres años.

Los cerezos se mecían suavemente con la brisa mañanera, cayendo algunos pétalos por el sendero del parque por donde la chica, más nerviosa que antes, pedaleaba con tal de llegar a su destino. Realmente, si hubiera salido con más tiempo de anticipación, hubiera apreciado con gusto las bonitas manchas rosa que eran los pétalos acumulados, los cerezos desprendiendo una fragancia nostálgica a su paso y la tranquilidad que ofrecía el parque. No obstante, justamente ese día, tenía que haberse quedado dormida y, como consecuencia, tener que prácticamente volar para llegar a la ceremonia de bienvenida que le daban a los de primer año.

La Royal Academy era, sin duda, una de las preparatorias japonesas-inglesas más afamadas y populares de los últimos años, aunque quedaba un poco apartada de donde vivía la pelirroja, si tomabas en cuenta el viaje que hacía sólo en bicicleta. No obstante, la chica pensaba que era justamente eso lo que le había atraído la primera vez que escuchó hablar de ella, por lo que felizmente se aguantaba la hora y media que se daba viajando en bicicleta. Ni loca usaría el tren u otro medio de transporte, no desde que había pasado aquello.

Aliviada de ver que había llegado a tiempo, aparcó la bicicleta en el lugar establecido y, serenándose un poco, caminó con una seguridad que no sentía hacia el gimnasio donde se realizaría la tan mentada ceremonia. La verdad ella, lo único que quería era terminar con todo aquello y poder descansar de una buena vez. Así que, con eso en mente, trató de pasar lo más desapercibidamente posible y llegar a su destino, aunque, para su desgracia, el destino no quería que tuviera un primer día normal como cualquier otro estudiante de instituto. Allí, frente a ella, se encontraba Tachibana Ryo, el guapo peliazul de ojos dorados que la esperaba apoyado en la puerta de entrada al edificio con una ceja alzada. Sí, sabía que estaba más que furioso por su retraso, pero ella no tenía la culpa, la culpa la había tenido el despertador por no haber sonado.

-Agradece que se retrasaron un poco y aún no comienzan. ¿En verdad ibas a perderte tu ceremonia de ingreso, Alexandra?-siseó, arqueando las cejas. Tachibana Ryo podía aguantar muchas cosas pero ella, sabía cuál era la que más le cabreaba; la impuntualidad. Bueno, volvía a repetir, no era su culpa que el despertador no sonara y que él fuera un obsesionado con la puntualidad.

-Claro que no, Cygnus, nunca haría algo como eso de forma intencional.-rebatió con inocencia, cambiándose los zapatos antes de adentrarse en el edificio.

El peliazul soltó un bufido ante la mención de su segundo nombre, aunque no le sorprendía, la muchacha acostumbraba a responderle con el mismo humor con que él la regañaba.

-Sabes que el gimnasio queda hacia el otro lado, ¿cierto?-dijo el joven, señalando el lado opuesto hacia donde la chica se dirigía.
Su compañera soltó un bufido, ignorándolo olímpicamente y, sin siquiera darle las gracias por el dato, se alejó en dirección a su primer lugar de castigo.

-¡Nos vemos en el almuerzo! ¡Y espero que por una vez hagas amigos, Alexandra!-fue la despedida del chico, yendo a su salón de clases.

La chica hizo como si no escuchara eso último pero, finalmente, rompió en carcajadas, sabiendo que Ryo solo quería ayudarla y animarla a su manera. Y pensar que hacía un año y medio que no sabía de su existencia... Agradecía a Dios por habérselo mandado en un momento tan difícil como el que había pasado. Tachibana Ryo, con su risa explosiva, sus ojos miel, sus maneras fraternales y su encanto natural se había vuelto no solo su hermano, sino su mejor amigo. Porque Tachibana Ryo, era su medio hermano, fruto del amor que tuvo alguna vez su madre con el padre de éste, y no le reprochaba nada a su progenitora, pues no podría haber tenido mejor hermano que él, incluso mucho mejor que el hermano de sangre que tenía en la vida real. Tampoco echaba en culpa que su madre se haya enamorado de otros hombre si a su padre lo único que le importaba-y aun le importa en la actualidad-, son sus empresas y el dinero que pueden producir. No le sorprendería si uno de esos días le dijeran que había vendido a uno de sus hijos si con eso, conseguía un buen trato con alguno de los famosos empresarios del mundo.

Con estos pensamientos llegó a un amplio sitio que estaba lleno de chicos y chicas que pululaban de aquí para allá ansiosos por comenzar de una vez por todas con la ceremonia. Cinco minutos después, cada uno estaba sentado en su asiento designado, todos atentos a las palabras de bienvenida del director y algunas personas importantes. Luego, fue cuando vino lo peor para ella, aunque, contra todo pronóstico, su cuerpo reaccionó solo y se levantó una vez escuchó la señal por parte del director.

-Ahora dejaremos con unas palabras a Kotori Hill, la representante de primer año.-anunció el hombre, sonriéndole afablemente al ver la incomodidad notoria de la chica, al saberse el centro de atención de todos.

Y así, mientras ella hablaba con voz pausada y gracia el discurso que previamente había preparado, se recordaba el propósito por el que había ido a ese colegio; el misterio de la muerte de su madre y la conveniente desaparición de su hermano mayor quien, a penas se graduó, se fue a Alemania a estudiar ciencias políticas y diplomacia. Ella era Kotori Hill y, por el bien de su misión, debía recordarse que no había asistido a esa academia específicamente para hacer vida estudiantil y pasarla bien. Ella estaba decidida a develar quien en verdad había matado a su madre y, cuando lo supiera, a cobrar venganza. Ese era su plan.

Los aplausos no se hicieron esperar y, una vez concluida la ceremonia, cada alumno se dirigió al aula que le correspondía, luego de haber visto previamente el panel fuera del gimnasio. Kotori llegó al salón 1-3, avanzó al que sería capazmente su pupitre, dejó sus cosas, apoyó sus codos y se dispuso a dormir, sin importarle lo que los demás pensaran alrededor suyo. Sabía que Ryo quería que llevara a sus "nuevos amigos" apenas terminara ese periodo, pero tendría que quedarse con las ganas, como había dicho, no había asistido a ese instituto para intimar con otros. Cerró los ojos y, en breves segundos, se quedó profundamente dormida aunque, a lo que pareció ser el minuto siguiente, tuvo que despertar cuando alguien, con toquecitos molestos, trataba de despertarla. Se giró y, con cara de pocos amigos encaró al culpable de interrumpirla de sus dulces sueños; cual fue su sorpresa cuando se encontró con los ojos dorados de Ryo mirándola demasiado cerca para su gusto, lo que provocó que pegara un salto de susto.

-¡Idiota! ¡Esa no es forma de despertar a la gente!-exclamó, dándose cuenta que aún el bullicio se extendía por toda la sala, uno que mermó bastante al escuchar su grito de molestia.
-Lo siento, pero necesitaba saber que habías llegado a tu sala sin meterte en problemas. ¿Por qué no estás hablando con las demás chicas?-prefirió preguntar, frunciendo el ceño, al tiempo que señalaba varios grupitos de chicas que conversaban animadamente alrededor de la sala.

-No me va eso de las niñitas rellenas de azúcar podrida, gracias.-respondió mordaz Kotori, haciendo alusión a las revistas que varias portaban y las risitas que soltaban cuando algún chico se les cruzaba.
Ryo soltó un suspiro, sabía que su media hermana era difícil con la gente extraña, pero nunca pensó que iba a ser tanto el rechazo ¡el primer día de clases! Más que mal, ella había elegido ese colegio, y eso también implicaba que sociabilizara con otros.

-Kotori, debes entender que si estás en un colegio y un curso nuevo, lo mínimo que deberías hacer es sociabilizar con los demás, porque ellos, querida, van a ser tus compañeros de clase por lo que reste del año escolar. Y, si sigues con esa actitud arisca, ¡te quedarás sola antes de la primera semana!-le regañó el joven, obviando las risitas tontas que algunas chicas soltaban al verle, no por nada, era uno de los chicos más populares del instituto.

La pelirroja arqueó las cejas, furiosa. Al parecer, Ryo había metido la pata hasta el fondo, tanto, que solo le bastó un segundo para saber que la había cagado en verdad.

-Querido Cygnus, pensé que sabías que me importa una reverenda mierda si me quedo sola o no, por si no te acuerdas, hasta hace unos meses estaba prácticamente sola y aun así, seguí adelante. -los ojos dorados de la pelirroja se oscurecieron peligrosamente.-Ve con ese cuento donde Misa, créeme, ella tiene un carácter más dócil y te hará caso en todo, lo que es yo, déjame en paz. Interrumpes mi siesta matutina.

Dicho esto, la chica volvió a su posición original, dando por terminada la conversación. Escuchó el suspiro resignado del joven, luego el beso depositado en su coronilla y después sus pasos alejarse con dirección al pasillo. También escuchó, con molestia, los suspiros estúpidos de sus compañas de clases seguido de los murmullos de desaprobación, capazmente, dirigidos hacia ella.

-Hey, tú, la que finge estar dormida.-dijo una voz femenina, sacándole un bufido de mal humor. ¿Alguna vez la dejarían dormir?-¿Te das cuenta de con quién estabas hablando?-Kotori evitó soltar una carcajada, su compañera sin nombre ni rostro ya estaba divirtiéndole al realizarle esa pregunta.- ¿Me escuchas, acaso?-volvió a decir, agarrándola de un brazo y provocando que ésta, levantara la cabeza.- No puedes ir por ahí y hablarle de esa forma tan grosera a la gente, ¡menos a Tachibana-san! ¿Qué no sabes que es uno de los más populares de segundo y del instituto?

Kotori, arqueando una ceja, miró directamente a los ojos verdes de la chica frente suyo, dejándole en claro que realmente, poco le importaba su discurso de fans aficionada. Ah, como odiaba a las tontas que andaban detrás de su hermano...

-Sí lo sé, ¿y?-la ojimiel la vio de pies a cabeza, realmente, esa chica era de los gustos del peliazul, alta, delgada, curvilínea, con buenos atributos, cabello largo y plateado. Una chica bonita. ¿Inteligente? Capazmente no.

-¿Cómo puedes entonces hablarle así? ¿Es que eres descerebrada acaso?

-Más que tú no lo creo.-la cara de la albina se puso roja al instante.-Y si le hablo así, es porque Ryo me lo permite, eso se supone hacen los hermanos, ¿no?-siseó con dulzura, viendo cómo el rostro de la ojiverde se desencajaba, boqueando varias veces.

-¿Hermano? Debe ser una broma, ¿no? Tú no te pareces en nada a él.-rebatió la chica, mientras su nuevo grupo de amigas miraba con atención el intercambio verbal de las nuevas rivales.

Kotori iba a contestarle algo bien irónico pero otra voz, un poco más dura que la suya, interrumpió la "amistosa charla".

-Hay algo que se llama genética, Tomori-san, aunque parece, esa materia no te quedó grabado en el cerebro.

Kotori se volteó ligeramente para distinguir a una muchacha de estatura media, cuerpo atlético, cabello verde corto y expresivos ojos violeta. La aludida, frunciendo aún más el ceño, empujó a la nueva chica de forma violenta, lo que provocó al instante la ira de Kotori. No otra vez. Ella no iba a dejar que algo como eso volviera a suceder.

Al empujón que le dio a la ojiverde ante las miradas sorprendidas de las demás chicas, le siguió el puñetazo que llegó directamente en la mandíbula de Tomori, provocando que ésta chillara de dolor.

Después, todo se volvió rojo. Lo único que Kotori recordaba con claridad, eran los chillidos de algunas compañeras y los silbidos de emoción de los hombres quienes no estaban acostumbrados a ver a dos "bellezas" pelear, y menos de la forma tan ruda con la que Kotori golpeó a Tomori. Solo volvió en si cuando llegó la profesora y, con un certero grito seco, separó a las chicas y las llevó directamente a la enfermería, no sin antes advertir muy seriamente que si alguno o alguna osaba dejar aquella sala, iban a estar castigados todo el año limpiando el salón. Kotori supo que ese sería el fin de la tan anhelada "vida social" que quería Ryo para ella aunque, lo que no supo, fue la suerte de comentarios impresionados de los chicos sobre su estilo de combate y los cuchicheos de admiración de la mayoría de las chicas que conocían a Tomori desde la secundaria y sabían lo arpía que podía llegar a ser.

Ryo llegó en menos de un minuto, presintiendo que lo que tendría que escuchar en la sala de profesores no iba a ser exactamente agradable. Cuando la profesora de Kotori le llamó, solo pudo temer lo peor; su media hermana, aunque podía ser grandiosa, amorosa y comprensiva-para quienes de verdad la conocían-, también podía ser sumamente agresiva cuando se sentía amenazaba y estaba seguro, que ese había sido el caso.

La mirada desconcertada de la pelirroja al verlo allí solo confirmó lo peor. Kotori la había cagado.

-¿Qué hizo esta vez?-fue la pregunta, aunque sus ojos estaban dirigidos directamente a su pelirroja hermana.

La profesora explicó sin muchos detalles la escena que se había encontrado al entrar a la sala, además de los nulos argumentos de la chica para defenderse.

-No ha querido decirme la razón de porqué agredió a su compañera. Solo dice que sabe que los golpes fueron su culpa y me ha preguntado ya tres veces cuál es su castigo.-informó la profesora Yorkshire, apartando un poco al muchacho para que la ojimiel no los escuchara.-¿Esto pasaba con frecuencia en su escuela anterior?

Ryo estuvo tentado a mentirle a la profesora, pero sabía que eso solo sería un perjudicante para la pelirroja.

-El último año tuvo este tipo de enfrentamientos unas cinco o seis veces, y todas ellas, nunca quiso decir los motivos de por qué lo hizo. Solo supe, después de cada suceso, que las chicas con las que había peleado eran compañeras que se burlaban de ella o la trataban mal, y eso que ni siquiera Kotori me lo contó, sino que fueron sus propios compañeros y sus compañeras más cercanas quienes me lo comentaron.-respondió el peliazul, siendo lo más sincero posible sin entrar en detalles escabrosos de cada una de las peleas que se había liado la muchacha.

La profesora asintió, preocupada y, al mismo tiempo, comprendiendo la situación. Cuando le habían dicho que tendría a Kotori Hill en su salón, no pudo sino pensar inmediatamente en su hermano Pariston quien, en sus tiempos de adolescencia, había sido su compañero de instituto. Sin dudas tanto Kotori como Pariston despedían la misma aura de misterio y magnetismo que a ella le preocupaba, sobre todo por la muchacha que, aunque parecía arrepentida, también parecía angustiada y tensa. Haciendo una lectura superficial de los hechos relatados por Ryo y lo acontecido hacía un rato, podía inferir que algo en todos los enfrentamientos había gatillado la violencia de ella, algo que seguramente, le recordaba a su pasado.

Tendría que investigar, no podía tener una estudiante con tal nivel de estrés y angustia en su aula que era capaz de confesar, sin mayor emoción, que no tenía ningún interés por crear lazos de amistad u otras cosas.

-Muy bien, esta vez se irá con una advertencia, solo por ser el primer día.-tanto el peliazul como la ojimiel suspiraron, aliviados.-Pero por favor, Hill-san, espero no tener que volver a tener esta charla contigo ni saber que agrediste a otra alumna, ¿quedó claro?

Kotori asintió, con verdadera cara de arrepentimiento y, luego de pedir permiso, se retiró al salón. Una vez hubo cerrado la puerta y alejado del pasillo, sonrió, socarronamente.

-Ingenua.