Félix se encontraba sentado en una banca del parque mientras que con las piernas entrecruzadas se encontraba leyendo un libro. Demasiado largo, demasiado descriptivo, demasiado uso de palabras complicadas. Sin embargo eso era perfecto para él.

Estuvo así por una hora aproximadamente, hasta que una voz saludándolo demasiado conocida –para su mala suerte– interrumpió su concentración, lo que le provoco que pusiera el marcador en la página donde se quedó para cerrar el libro y levantarse de la banca.

— ¿Que estás leyendo? —Pregunto Bridgette desde detrás de él con los ojos brillosos mientras miraba atentamente la portada del libro.

—Algo que seguramente no te interesara y te resultara aburrido —Respondió él con intenciones de marcharse.

— ¿Por qué lo decís?

—Porque no es ningún libro juvenil ni nada por el estilo, si acaso leíste alguna vez un libro no creo que este cumpla tus expectativas de lo que estás buscando.

—Al menos dime de que se trata.

El solo se dedicó a soltar un bufido exasperado, ya que realmente no tenía ánimos de lidiar con Bridgette.

—No finjas interés, no te gustara y estoy seguro que por las cuantas páginas que tiene el libro, si lo tuviste en el principio ya no lo tienes—Repuso y con eso dicho se giró para irse de allí.

—Bueno... —Comenzó Bridgette en voz baja— Puede que no me interese lo que diga el libro, pero me gusta el brillo de tus ojos cuando hablas de algo que te gusta.

Termino de decirlo esbozando una leve sonrisa, mientras veía a Félix marcharse, creyendo que no la había escuchado, aunque en realidad si lo había hecho. Razón por la cual y a pesar de que había varias cosas que le interesaba a Félix, nunca se le ocurrió pensar que Bridgette formaría parte de ello.

Tal vez eso iba a cambiar.

Había algo en su ingenuidad, amabilidad, honestidad y alegría espontánea que le surgía atrayente.

¿Y por qué no?

Algún día ella podía volverse parte de lo que le interesaba.