0: Prologo.
-¿Está seguro de esto, Rey Phoenix?-
-No hay vuelta atrás, caballero -
El caballero asintió, y sin más junto a los demás soldados continuaron su labor.
Aquel hombre de cabello rubio, cual portador del título nobiliario "Rey" soltó un suspiro algo cansado ante la situación en la que se encontraba.
Su cuerpo se sintió frágil ante el tacto de su amada Reyna abrazarlo por la espalda, levemente acariciándole el abdomen con sus frágiles dedos.
-Espero que tampoco vengas a cuestionarme...-
-Pues que lastima, porque a eso venia- Respondió la mujer con voz suave, con un leve movimiento pasando de la espalda de su rey, hasta estar a su frente abrazada entre los brazos del rubio.
-No lo entenderías, pero es necesario. Debo estar seguro de quien sea digno de portarla-
-¿Es que levantar tal cantidad de peso no es suficiente?- Pregunto con algo de confusión.
-Tal vez si, tal vez no- Respondió calmado.
-Eres un caso, pero bueno que voy a hacer contigo…- Suspiro
-¡Rey Phoenix!- Exclamo uno de los caballeros Phoenix arrodillándose ante la pareja- Todo esta listo, cuando de la orden-
-Muy bien, procedan-
-A sus órdenes-
El rubio tendió su brazo a su mujer, y esta con una sonrisa lo acepto.
Deteniéndose a la saldad de aquel lugar, ambos miraron con atención el cómo soldados Phoenix sellaban la habitación subterránea con candados tan grandes que hasta un hacha de guerra tardaría semanas en romperlos sin ser antes descubierto por los guardias del reino.
-Todo hecho, Mi rey-
-Muy bien, volvamos-
Sin más ambos reyes junto a sus soldados comenzaron a despedirse de aquella sala.
-¿Seguro que ha estado bien?- Pregunto la Reyna.
-Seguro, si las historias son ciertas, no importa que muro tan grande y grueso se cruce en su camino, su elegido siempre llegara a ella…-
.-.- Años después -.-.
-Yuuto, te odio…-
-Pero no te pongas asi, sé que me amas…- Susurro el pequeño rubio en el oído de su acompañante.
-Es que… ¡Cómo es posible que todas las chicas lindas se fijen en ti, y a mí me tratan como si no existiera joder!-
-Jeje lo siento- Rio nerviosamente.
Kiba Yuuto como Hyodo Issei observaban como no muy lejos, chicas de sus mismas edades miraban sonrojadas a yuuto, y susurrando quien sabe que sobre este. Ignorando completamente a issei quien se encontraba a su lado.
Ambos vestían como cualquier niño de aquella época, al menos como un simple campesino a diferencia de los nobles.
-Pero no debes de preocuparte, ya verás cómo algún día una chica se fijara en ti, como la del año pasado…-
-¡Esa era conocida como la chica más fea de la escuela!- Grito el castaño.
-Pero algo es algo ¿No?...-
-¡Eso no me consuela!- Lloriqueo issei mientras movía sus brazos en forma de reproche.
-Je, je…- Río yuuto con una visible gotita en su sien.
-Bah…bueno nos vemos yuuto, me esperan en casa-
-Adiós-
Ambos se despidieron dando un choque de puños. De eso issei se encamino a su casa.
No habiendo pasado tantos minutos, el castaño se ubicó fuera de la entrada de su casa, la cual como la de todo campesino, no era muy grande siendo su estructura de piedra y un techo de paja.
Aun asi era un buen lugar para vivir.
-Ya estoy en casa…- Vocifero issei cerrando la puerta.
-¡Hermano!-
Reaccionando rápidamente ante el grito y el desprevenido salto de una pequeña figura, issei atrapo entre sus brazos a una pequeña niña la cual por aquel grito podría ser identificada como su hermana menor.
-Ay, lilith, ¿Qué te he dicho sobre recibirme de esta forma?- Reprocho issei, causando un que la pequeña inflara sus mejillas molesta mientras era bajada de los brazos de issei.
-Me gusta así…-
-Jeje…- Issei río con una mano tras su nuca ante el comportamiento de su hermana. Su risa ceso al sentir como alguien a su lado tiraba de su ropa- Oh, Ophis no sabía que también querrías recibirme- Hablo animadamente el castaño.
-¿Algún problema?- Cuestión de manera indiferente, causando que el castaño se pusiera algo nervioso.
-¡No, no, claro que no!, es solo que se me hace raro de ti, normalmente siempre estas dibujando en la sala, ¿Ocurre algo malo?-
-Sí, los crayones se han gastado- Murmuro mostrando como los crayones se encontraban evidentemente inservibles.
-Es que los usas mucho tiempo, Ophis…- Se quejó lilith.
Ophis y Lilith Hyodo. Ambas hermanas gemelas siendo Ophis la mayor y lilith la menor. En apariencia eran exactamente igual, con la única excepción de que Ophis usa el cabello suelto mientras que lilith usa una cola de caballo atada en un moño violeta.
Otra manera de diferenciarlas es a la carente falta de emoción de Ophis, comparada a la de su gemela lilith.
Actualmente ambas vestían un pequeño y simple vestido de color negro, en el caso de Ophis, y violeta haciendo juego con el moño, en el caso de lilith.
-Mentira- Se defendió Ophis.
-¡Claro que sí, siempre en las noches cuando intento dormir escucho el molesto ruido de tus crayones!-
-Es tu imaginación-
-¡No lo es!-
-Si-
-¡No!-
-Si-
-¡No!-
-Si-
-¡No!-
-S…-
-¡Ya!- Grito issei, haciendo que ambas lo miraran- Ophis mañana le pediré a mama que me dé algo de dinero para comprarte nuevos crayones- Ophis hizo una sonrisa, claro apenas visible. Mientras que lilith solo hizo un puchero-¿Dónde están papa y mama?-
-Papa está en el trabajo- Respondió Ophis.
-Y mama ha ido de compras al mercado- Continuo lilith.
-Hm, vale. ¿Han comido algo?-
Las gemelas negaron.
-Veré si en la cocina ahí algo para comer, también tengo hambre la verdad-
Caminando hacia la cocina, observando el interior de cada mueble sacaba lo poco de comida que se encontraba por dos razones. Uno: Era domingo y eso era lo último que quedaba de la comida de la semana. Dos: Ellos como todo el pueblo eran simples campesinos, por lo que sus ingresos no han de ser muy altos.
-Listo, hermanitas. Esto es todo lo que he encontrado- Hablo issei sentándose en una silla de madera junto a sus hermanitas alrededor de una mesa de madera circular.
Los tres comenzaron a comer tranquilamente el poco pan con queso fresco que tenían, acompañado de un vaso de leche a la mitad para cada uno. Como ahora, podría definirse como es la vida diaria de la familia Hyodo.
-Hmm…Hermano, pensaba que te pasarías el resto del día con yuuto- rompió el silencio lilith.
-Bueno, la verdad surgió algo…inesperado…- Un tic molesto en el ojo de issei se hizo presente.
-Me lo imagino- Se unió a la conversación Ophis, pero sin dejar de mirar su pan, el cual estaba a medio devorar.
Issei solo chasqueo la lengua después de darle el último sorbo a la leche de su vaso.
-¿Es que aún no has podido conseguir novia?- Ladeo la cabeza confundida lilith.
-¿Eh? ¡No!, digo…si me lo propusiera podría tener las novias que quisiera- Dijo issei mientras desviaba la mirada al techo.
-Pero te recuerdo que mama no dejara que tengas novia hasta que cumplas los quince- Hablo lilith señalando a su hermano.
-¡A-ah, sí, esa es otra de las razones por la cu-cual no he conseguido novia!- Asintió frenéticamente el castaño.
-¡B-bueno solo faltan cinco años para que me vean con novia jajaja!-
Ante eso a lilith se le formo una gotita en la sien, mientras Ophis seguía comienzo sin prestarla demasiada atención.
-¡Estoy en casa!-
Los tres hermanos pudieron ver como su madre dejaba unas cuantas bolsas encima de la mesa. Al instante lilith llevo sus dedos a una de las bolsas con comida, pero una palmada hizo que esta se retractara de su decisión mientras se sobaba la mano.
-Lilith hija, sé que tienes hambre pero por lo que veo acaban de comer, además recuerda que la comida debe durar para toda la semana-
Lilith solo asintió algo frustrada.
Aquella era la madre de los hermanos. Ayanami Hyodo.
-Por cierto issei, ¿no ibas a pasar el día con yuuto?-
-No quiero hablar de eso- Respondió el castaño golpeando su frente contra la mesa.
Imaginándose lo que le sucedió a su hijo, con una leve risa comenzó a guardar la comida en sus muebles respectivos. Mientras de paso hablaba con su hijo.
-¿Sabes? En el camino me encontré con el padre de yuuto- Comento mientras issei levanto su cabeza para prestar más atención a la conversación.
-¿Y como esta?-
-Bien, pero aún me da algo de pena. Su esposa murió en el parto de yuuto dejándolo solo a su cuidado, aun no entiendo cómo han podido salir adelante sin una mujer que les brinde amor en la familia…-
Issei al oír eso bajo la cabeza con algo de tristeza.
-Pero bueno, al menos yuuto tiene la suerte de tener un padre como el- Finalizo la madre de issei con una pequeña sonrisa, siendo acompañada de sus hijos.
-Eh, por cierta mama. A Ophis se le han acabado los crayones, ¿podrías darme algo de dinero para comprarle unos mañana?-
Ophis a pesar de que parecía ajena a todo eso, prestaba disimuladamente atención a la respuesta de su madre.
-¿Tan rápido? Ay hija, ¿apuesto a que has estado desvelándote en las noches dibujando?-
Ante eso lilith comenzó a reírse, mientras Ophis simplemente se sonrojo al verse descubierta. Las risas de lilith aumentaron al ver a su gemela así.
Pasaron unas cuantas horas las cuales la familia siguió charlando, inclusive Ophis de vez en cuando agregaba unas cuantas palabras a la conversación. Hasta que la puerta dio aviso de que el último miembro de la familia había llegado a casa.
-¡Papa!- Fue el grito de lilith saltando a los brazos de su padre.
El padre de familia se sentó en la silla de madera con lilith en su regazo. Cansado secaba algo del sudor que aun permanecía en su frente.
-La cena, cariño- Dijo sonriente la madre de issei dejando una sopa con pan frente a su esposo, y su hija claro.
Luego de servirle a sus demás hijo, y a ella obvio, todos comenzaron a comer en silencio.
-¿Cómo te fue en el trabajo, Aito?- Rompió el silencio Ayanami hablando a su marido.
-Bien, pero ya sabes, este trabajo siempre será cansado, mas con una calor como la de hoy…- Se quejó Aito Hyodo para después dar otro sorbo a su sopa, y de paso también compartirlo con su hija regalona.
Por esas palabras la madre de los niños sonrió amargamente. Siempre le daba algo de pena ver como su marido se sacaba la mierda para darles de comer. Sus hijos parecían ajenos a aquella sonrisa, pero la entendían perfectamente. En especial issei y Ophis.
Todo estaba bien, hasta que de un momento a otro comenzaron a oírse ruidos extraños desde afuera.
-¿Qué es eso?- Se preguntó Ayanami.
Aito se levantó de su asiento dejando sola a lilith quien solo hizo un puchero al ver que su padre se separó de ella.
-Esperen aquí- Ordeno el padre de issei asomándose por la ventana, para luego salir de la casa cerrando la puerta tras de sí. Quedando asi, todo en un incómodo silencio.
-Espero que todo esté bien…- Murmuro Ayanami.
Casi al instante después de esas palabras, Aito volvió a entrar pero esta vez cerrando la puerta bastante fuerte. Todo fue confuso para su familia, viendo que el rostro de este se encontraba alterado.
-¿Cariño que sucede?- Pregunto la mujer acercándose a su marido.
Sim embargo apenas se acercó este la tomo de los brazos, asi asustándolas.
-Esclavistas, no se quienes sean exactamente, pero está claro que son esclavistas…- Susurro el hombre a su mujer.
Aquello causo que su rostro pasara de confuso a aterrado.
-¿Q-que…como…?- Apenas pudo pronunciar Ayanami.
-¡Están matando a todos, con excepción de ancianos y niños, se los están llevando!- Al gritar eso soltó a su mujer y se encamino a sus hijos, los cuales parecían, obviamente asustados.
Tomo a issei de los hombros y lo acerco a su rostro.
-Issei, lilith y Ophis son demasiada pequeñas para protegerse, solo tienen seis años…prométeme que si yo no estoy tu protegerás a tus hermanas…- Susurro Aito a su hijo.
Issei simplemente pudo asentir con susto y confusión a las palabras de su padre. Eso le daba un mal presentimiento, y no solo a él.
-Ah, bien, saldremos por la puerta trasera e intentaremos irnos del pueblo sin encontrarnos con nadie…-
-¿Qué pasara con los demás?- Pregunto issei algo nervioso.
-Eso ya no es problema mío, mi deber como padre es preocuparme de ustedes y que estén a salvo sin importar lo que pase-
-Pero…-
-Issei, tu solo concéntrate en lo que te dije. ¿Entendido?-
Issei no tuvo más opción que asentir. En cuanto sintió como sus dos hermanitas se abrazaban a él se dio cuenta que debía hacerlo, debía protegerlas, aun teniendo solo diez años.
-Bien, va…-
Sus palabras fueron cortadas al ver como la puerta de la casa era fácilmente destrozada por la patada de uno de aquellos hombres. Un esclavista.
-¡¿Pero que tenemos aquí?!- Exclamo sonriente el hombre amenazando a la familia con su espada- Bien, entreguen a los niños en paz y juro que tendrán una muerte rápido y sin dolor-
-Eso sobre mi cadáver…- Gruño Aito lanzándose sobre el esclavista.
A pesar de costarle una herida en el brazo, este logro darle un golpe para luego arrebatarle la espada lanzándola unos pasos lejos de donde estaban ellos dos.
Ayanami junto a sus hijos al ver a su esposo herido solo pudieron quedar en shock presenciando la pelea.
Ambos comenzaron a intercambiar unos cuantos golpes, pero Aito al ser un hombre inexperto en peleas no duro ni siete segundos antes de caer al suelo jadeando. El esclavista sonriente tomo su espada y estaba a punto de dar su última estocada al campesino.
-¡Nooo!- Grito Ayanami saliendo del shock agarrando al esclavista de los hombros alejándola de su marido.
-¡No Ayanami!-
-¡Mamaaa!-
Pero ya era tarde, la espada se vio visible a través del pecho de la ama de casa. Esta lentamente cayó al suelo dejando un gran charco de sangre en el suelo.
Al ver esto Aito en un arranque de ira y un grito de dolor se lanzó contra aquel desgraciado, y este al estar desprevenido apenas pudo defenderse de la orgia de golpes que lanzaba Aito. Al caer al suelo Aito se posó encima del cuerpo del esclavista para asi dar un golpe tras otro.
Sin embargo aquel esclavista ya no estaba para bromas, al tener experiencia en combate cuerpo a cuerpo con algo de dificultad logro deshacerse de Aito, levantándose y optándose una posición de batalla.
-Te hare pagar por eso jeje, pronto tú y todos los hijos de puta de este miserable pueblo arderán en llamas…-
-¡Issei, llévate a tus hermanas de aquí, ya!- Grito Aito mirando a issei detrás de él.
Este sabiendo que no había más opción, tomo de las manos a sus dos hermanas y las arrastro hacia la puerta trasera.
-¡No, papa, no!- Grito lilith tratando de zafarse en vano del agarre de issei. Sim embargo issei al ser mayor y tener más fuerza logro sacarla de la casa.
-¿Crees que estarán a salvo?- Pregunto el esclavista a Aito- Allí fuera ahí más de los míos de los que podrías creer, jamás estarán a salvo, jamás huirán…-
Ante esas palabras Aito bajo la cabeza, mirando al cuerpo de su esposa. Simplemente le quedo rezar por que sus hijos estuvieran bien.
-.- Hyodo Issei -.-
¡No, no, no!
Papa, mama…
Los abandone, a ambos…
No sé si mi padre seguirá con vida, pero sé que regresar no cambiaría nada. Ahora mi única misión sería poner a salvo a Ophis y lilith. Me costaba seguir, lilith no paraba de forcejear para volver con papa y mama, al menos Ophis no estaba igual, tal vez ella si lo entendía…
-¡No, papa, mama, hermano para, volvamos, por favor!- Eran los lloriqueos de lilith, no puedo culparla, de todas formas ella era la más cercana a nuestros padres.
Pare al instante, solté a Ophis y abrace a lilith con todas mis fuerzas.
-Hermano…-
-Por favor lilith, no lo hagas más difícil…- le acaricie un poco la cabeza, y luego estire mi mano hacia Ophis para abrazarla también. Nos quedamos unos segundos asi, hasta que comencé a ver brillo en el cielo. No, no era el día. Era el pueblo.
Mire en dirección a mi casa, y exactamente, esta estaba en llamas, asi como todas las casas vecinas, mas especifico todo el pueblo.
Mire a mi derecha y allí vi más hombres entrando bruscamente a las casas, si miro a la izquierda ya veo como otros hombres salen de las casas con niños a rastras, y asi por todos lados. Tomo nuevamente de las manos a Ophis y lilith y comienzo a correr tratando de evitar a cualquiera que se cruce en mi camino.
Quería salir por el norte, puesto que allí estaba la salida más cercana. Al menos lilith ya no forcejeaba, pero como Ophis seguía llorando.
-Atrás- Tire a mis hermanas detrás de una carrosa con paja- Quédense agachadas- Les ordene.
Yo me asome y mire a unos hombres que…no…ahora que me doy cuenta esa es la casa de yuuto…
Veo como la puerta se abre, y de ahí salen dos hombres sosteniendo al…papa, al papa de yuuto por los dos brazos.
Otro de los hombres se pone frente a al papa de yuuto con una espada alzada, logro observar como el papa de yuuto dice algo, pero no logro escucharlo. Cierro mis ojos al saber que vendría después. Me agacho y me quedo sentado entre mis dos hermanas.
No importa por donde vayamos, están en todos lados. Es inútil, no saldremos de esta…
Puedo sentir como Ophis y lilith me abrazan, y yo las acurruco entre mis brazos y nos quedamos asi hasta que nos encuentren.
¿Dónde estás yuuto?
Espero que no hayas visto lo que yo he visto, no sé si lo soportarías, al menos yo no sé si hacerlo, me mantengo fuerte solo por mis hermanas, pero no sé por cuanto tiempo podre.
-Hermano…-
-¿Qué pasa lilith?- Susurro.
-¿Nos encontraran?- Me susurra esta vez Ophis, con una voz más apagada que la que acostumbro a oír.
-No lo sé…- Les respondo- Pero me siento feliz de tenerlas a mi lado…-
No recibo respuesta, pero sentir como me abrazaban con más fuerza es suficiente. Cierro mis ojos para sentir mejor sus cuerpos.
-¡Vaya, vaya, pero que tierna escena!-
Reacciono abriendo mis ojos lo más rápido posible, pero lo único que alcanzo a sentir es un fuerte dolor en mi cabeza, y nada más…
Por favor, solo pido que mis hermanas estén bien…
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