Cap. 1- Una visita en la oscuridad
-¡Harry! ¡Haz al favor de bajar a comer de una vez! –La voz de tío Vernon hizo temblar las paredes de la casa- ¡Como tenga que subir te vas a enterar maldito mag...-Se hizo el silencio, al parecer tío Vernon estaba tan furioso que había olvidado no llamar "mago" a Harry Potter.
Esto hizo que el muchacho se diese prisa. Si había algo que no quería que pasase era que tío Vernon se enfadase tanto como para dejarle sin comer, hacía dos días que no recibía correo alguno ni comida de parte de sus compañeros de Hogwarts, así que era mejor tener cuidado.
Cuando se presentó en la cocina la cara de Vernon estaba roja y tenía la vena de la frente mas hinchada de lo normal. Harry sonrío para si mismo, la verdad es que ver a tío Vernon rojo y enfadado a veces resultaba hasta divertido. Y en estos últimos meses lo que necesitaba Harry era diversión, sobre todo después de lo que pasó en el Ministerio de Magia.
-Te parecerá bonito hacernos esperar tanto tiempo –musitó tía Petunia mientras le ponía un raquítico trozo de pescado en el plato- Deberías estar agradecido con que te diésemos de comer...
-Si no me equivoco –dijo Harry con una tranquilidad pasmosa- me dais de comer por miedo a que alguno de mis amigos os haga pasar un mal rato, todavía recuerdo las amenazas del año pasado.
-¡Pero como te atreves, niño insolente! ¡Termínate la comida ahora mismo y sube a tu habitación! –Tío Vernon había puesto especial cuidado en pronunciar las palabras "termínate la comida". Tenía miedo de que pudiesen estar escuchándolos.
Harry suspiró. ¿Cómo podían llamar comida a ese trozo de pescado y un vaso de leche desnatada?. Dudley se había ido de vacaciones así que Harry no entendía porque seguían con la dieta de la "pequeña foca". Cuando terminó de comer se dirigió a la puerta de la cocina para salir, y entonces tía Petunia le dijo:
-Vernon y yo nos vamos a ir a ver el Eclipse lunar a casa de unos amigos. Tú acuéstate ¡y ni se te ocurra incendiar la casa o algo parecido!
-Vaaaaaaaaale, tía Petunia –Harry corrió escaleras arriba y se encerró en su habitación.
Hacía más de un mes que se había ido de Hogwarts por las vacaciones. Poco antes, su padrino, su único familiar aparte de los Dursley había muerto. Había sido asesinado por Bellatrix, su prima. Y en lo más profundo de su corazón Harry sentía que era culpa suya. Si no hubiese seguido sus impulsos...si hubiese hecho caso a los demás miembros de la Orden del Fénix...
Al principio se había sentido engañado por Dumbledore, le había odiado profundamente. Pero sabía que no era culpa del profesor, él solo había hecho lo que consideraba mejor para Harry...pero las cosas se habían torcido. Harry sabía que solo un velo se interponía entre el y Sirius, el había oído susurros a través del velo, voces. Y Luna Lovegood también las había escuchado...pero no había hecho nada. Una lágrima resbaló por el rostro de Harry hasta caer en su boca, estaba muy salada, como todas las que había derramado ese caluroso y triste verano.
Sus amigos se habían esforzado por hacer que Harry se sintiese lo mejor posible. Todas las semanas le llegaban por lo menos tres paquetes de remitentes distintos con diversas cosas: ranas de chocolate, pasteles, tartas de la señora Weasley, libros de quiddicth y un cajón lleno de objetos de broma de parte de los gemelos Weasley.
"Puede que no fuese culpa tuya, Harry", le dijo una voz dentro de su cabeza ,"tu no tienes la culpa de que Sirius haya muerto y en el fondo de tu corazón lo sabes, además ¿quién sabe? Quizás no esté muerto..."
Con esos pensamientos Harry se durmió. Soñó que Sirius estaba vivo y que ambos jugaban a quidditch con los Weasley. Soñó que no tenía que enfrentarse a Voldemort, que el chico de la profecía era Neville y que salía ganando. Soñó que volaba por todo Londres hasta meterse a hurtadillas en el Ministerio de Magia. Se fijó en el ministerio, estaba completamente desierto...fue recorriendo puertas que ya conocía, hasta que llegó al lugar donde había perdido a Sirius, se acercó al velo y empezó a descorrerlo...
-¡Harry! –una voz susurrante interrumpió su sueño- ¡Harry, despierta!
Harry entornó los ojos e intentó ver quien le había despertado. Era una voz femenina, pero no era la de tía Petunia. Abrió los ojos del todo y se encontró a una bruja de pelo verde con una nariz muy parecida a la del profesor Snape.
-¿Qui...quién eres? –Preguntó mientras se concentraba con todas sus fuerzas en que el profesor Snape no tuviese familiares cercanos con el pelo verde...
-¡Soy Tonks, tonto! –La mujer cerró los ojos y transformó su cara al completo. Harry por fin la pudo reconocer, era Tonks, la bruja que le había ayudado a empacar el año pasado, una miembro de la Orden del Fénix. Harry se levantó de la cama y notó que le lanzaban sus pantalones y su camisa.
-Rápido, vístete. Cuanto más rápido salgamos de aquí mejor. Tranquilo –dijo Tonks con una sonrisa- no te voy a mirar, iré haciendo tu baúl. ,¡Bauleo! –dijo la bruja y la ropa comenzó a meterse en el baúl, además de sus libros y demás objetos personales.
-La verdad es que esta situación me resulta familiar –dijo Harry sonriendo- El año pasado me recogisteis de noche y tu me ayudaste a hacer el baúl igual que ahora mismo. ¿Dónde están Lupin y los demás?
-Harry... – la voz de Tonks cambió a un tono grave- Esta situación no tiene nada que ver. Ni siquiera es de noche.
-¿Cómo que no es de noche? –El chico miró por la ventana y vio que todo Privet Drive estaba a oscuras, ni siquiera se veían las estrellas o la luna- Mas de noche no puede ser, Tonks.
-No, Harry. Mira el reloj, son las cuatro de la tarde.
-¡¿Las cuatro de la tarde?! ¿Y cuándo tiene pensado el sol aparecer? –dijo Harry observando asombrado su reloj.
-No lo se, nadie lo sabe. Desde el Eclipse lunar todo se ha sumido en esta oscuridad. Creo que nunca más volverá a amanecer...
-¡Harry! ¡Haz al favor de bajar a comer de una vez! –La voz de tío Vernon hizo temblar las paredes de la casa- ¡Como tenga que subir te vas a enterar maldito mag...-Se hizo el silencio, al parecer tío Vernon estaba tan furioso que había olvidado no llamar "mago" a Harry Potter.
Esto hizo que el muchacho se diese prisa. Si había algo que no quería que pasase era que tío Vernon se enfadase tanto como para dejarle sin comer, hacía dos días que no recibía correo alguno ni comida de parte de sus compañeros de Hogwarts, así que era mejor tener cuidado.
Cuando se presentó en la cocina la cara de Vernon estaba roja y tenía la vena de la frente mas hinchada de lo normal. Harry sonrío para si mismo, la verdad es que ver a tío Vernon rojo y enfadado a veces resultaba hasta divertido. Y en estos últimos meses lo que necesitaba Harry era diversión, sobre todo después de lo que pasó en el Ministerio de Magia.
-Te parecerá bonito hacernos esperar tanto tiempo –musitó tía Petunia mientras le ponía un raquítico trozo de pescado en el plato- Deberías estar agradecido con que te diésemos de comer...
-Si no me equivoco –dijo Harry con una tranquilidad pasmosa- me dais de comer por miedo a que alguno de mis amigos os haga pasar un mal rato, todavía recuerdo las amenazas del año pasado.
-¡Pero como te atreves, niño insolente! ¡Termínate la comida ahora mismo y sube a tu habitación! –Tío Vernon había puesto especial cuidado en pronunciar las palabras "termínate la comida". Tenía miedo de que pudiesen estar escuchándolos.
Harry suspiró. ¿Cómo podían llamar comida a ese trozo de pescado y un vaso de leche desnatada?. Dudley se había ido de vacaciones así que Harry no entendía porque seguían con la dieta de la "pequeña foca". Cuando terminó de comer se dirigió a la puerta de la cocina para salir, y entonces tía Petunia le dijo:
-Vernon y yo nos vamos a ir a ver el Eclipse lunar a casa de unos amigos. Tú acuéstate ¡y ni se te ocurra incendiar la casa o algo parecido!
-Vaaaaaaaaale, tía Petunia –Harry corrió escaleras arriba y se encerró en su habitación.
Hacía más de un mes que se había ido de Hogwarts por las vacaciones. Poco antes, su padrino, su único familiar aparte de los Dursley había muerto. Había sido asesinado por Bellatrix, su prima. Y en lo más profundo de su corazón Harry sentía que era culpa suya. Si no hubiese seguido sus impulsos...si hubiese hecho caso a los demás miembros de la Orden del Fénix...
Al principio se había sentido engañado por Dumbledore, le había odiado profundamente. Pero sabía que no era culpa del profesor, él solo había hecho lo que consideraba mejor para Harry...pero las cosas se habían torcido. Harry sabía que solo un velo se interponía entre el y Sirius, el había oído susurros a través del velo, voces. Y Luna Lovegood también las había escuchado...pero no había hecho nada. Una lágrima resbaló por el rostro de Harry hasta caer en su boca, estaba muy salada, como todas las que había derramado ese caluroso y triste verano.
Sus amigos se habían esforzado por hacer que Harry se sintiese lo mejor posible. Todas las semanas le llegaban por lo menos tres paquetes de remitentes distintos con diversas cosas: ranas de chocolate, pasteles, tartas de la señora Weasley, libros de quiddicth y un cajón lleno de objetos de broma de parte de los gemelos Weasley.
"Puede que no fuese culpa tuya, Harry", le dijo una voz dentro de su cabeza ,"tu no tienes la culpa de que Sirius haya muerto y en el fondo de tu corazón lo sabes, además ¿quién sabe? Quizás no esté muerto..."
Con esos pensamientos Harry se durmió. Soñó que Sirius estaba vivo y que ambos jugaban a quidditch con los Weasley. Soñó que no tenía que enfrentarse a Voldemort, que el chico de la profecía era Neville y que salía ganando. Soñó que volaba por todo Londres hasta meterse a hurtadillas en el Ministerio de Magia. Se fijó en el ministerio, estaba completamente desierto...fue recorriendo puertas que ya conocía, hasta que llegó al lugar donde había perdido a Sirius, se acercó al velo y empezó a descorrerlo...
-¡Harry! –una voz susurrante interrumpió su sueño- ¡Harry, despierta!
Harry entornó los ojos e intentó ver quien le había despertado. Era una voz femenina, pero no era la de tía Petunia. Abrió los ojos del todo y se encontró a una bruja de pelo verde con una nariz muy parecida a la del profesor Snape.
-¿Qui...quién eres? –Preguntó mientras se concentraba con todas sus fuerzas en que el profesor Snape no tuviese familiares cercanos con el pelo verde...
-¡Soy Tonks, tonto! –La mujer cerró los ojos y transformó su cara al completo. Harry por fin la pudo reconocer, era Tonks, la bruja que le había ayudado a empacar el año pasado, una miembro de la Orden del Fénix. Harry se levantó de la cama y notó que le lanzaban sus pantalones y su camisa.
-Rápido, vístete. Cuanto más rápido salgamos de aquí mejor. Tranquilo –dijo Tonks con una sonrisa- no te voy a mirar, iré haciendo tu baúl. ,¡Bauleo! –dijo la bruja y la ropa comenzó a meterse en el baúl, además de sus libros y demás objetos personales.
-La verdad es que esta situación me resulta familiar –dijo Harry sonriendo- El año pasado me recogisteis de noche y tu me ayudaste a hacer el baúl igual que ahora mismo. ¿Dónde están Lupin y los demás?
-Harry... – la voz de Tonks cambió a un tono grave- Esta situación no tiene nada que ver. Ni siquiera es de noche.
-¿Cómo que no es de noche? –El chico miró por la ventana y vio que todo Privet Drive estaba a oscuras, ni siquiera se veían las estrellas o la luna- Mas de noche no puede ser, Tonks.
-No, Harry. Mira el reloj, son las cuatro de la tarde.
-¡¿Las cuatro de la tarde?! ¿Y cuándo tiene pensado el sol aparecer? –dijo Harry observando asombrado su reloj.
-No lo se, nadie lo sabe. Desde el Eclipse lunar todo se ha sumido en esta oscuridad. Creo que nunca más volverá a amanecer...
