Hola a todos, éste es mi primer Harmony, me ha costado pero al final me he decidido a escribirlo.

Es un AU. Espero que os guste.

Ysabel Granger



Capítulo 1. Harry Potter, a su completo servicio. Hermione Granger Malfoy, arquitecta, esposa y madre

Harry Potter conducía su flamante descapotable negro dirección a Londres. Había amanecido en una localidad cercana, en la cama de una mujer entrada en años pero muy generosa con él. Además de abonarle la cuantiosa cantidad que cobraba por su compañía, le había regalado un Rolex de oro. El viento hacía bailar sus cabellos negros, no demasiado largos. Sus ojos, verdes como la esmeralda, se protegían del sol de la mañana detrás de unos cristales oscuros. La vida le sonreía, tenía todo lo que podía desear. Disfrutaba de todos los lujos: vestía ropa y gafas de marca, conducía coches espectaculares, vivía en un apartamento dúplex con todas las comodidades de los ricos… Y todo se lo debía a aquella encantadora mujer que un día, ahora hacía nueve años, le reveló los enormes beneficios de tener una cara y un cuerpo bonitos.

Con sólo dieciocho años aprendió que su físico le permitía vivir de las mujeres, y harto de la pobreza de su infancia, no dudó en convertirse en escort o acompañante. Para Harry Potter, las mujeres eran sólo fuente de ingresos o de placer.

El moreno quiso tomarse la mañana para ir de compras en el distrito West End, especialmente en la calle Bond Street, donde se encuentran algunas de las más lujosas tiendas de diseñadores. No podía negarlo, le gustaba vestir bien y más aún observar cómo las jóvenes dependientas se derretían con sus sonrisas y sus piropos.

—Le sienta muy bien el traje.

—Gracias guapa, y a ti tu uniforme. —Le guiñó un ojo y la muchacha se puso un poco colorada y bajó la vista, nerviosa.

Siempre que tenía mujeres a su alrededor desplegaba sus encantos, no podía controlarlo, le salía ya de forma natural, probablemente por llevar casi una década comportándose de ese modo.


Comió en su apartamento de Kensington, se duchó y cogió el coche de nuevo, para visitar a una buena amiga. ChoChang se dedicaba a lo mismo que Harry y también disfrutaba de buenos ingresos. El moreno tocó a la puerta y esperó casi un minuto. Una mujer joven y atractiva de rasgos orientales abrió y le dio la bienvenida.

—Hola guapa, ¿me has echado de menos? —preguntó lleno de seguridad.

—No más que tú a mí —dijo Cho sin demasiado interés.

—Entonces no demasiado.

—Eres un completo idiota. —Le golpeó con el dorso de la mano en el brazo mientras Harry pasaba dentro y cerraba la puerta.

—Pero te gusto así. —La abrazó fuerte y se besaron en medio de una sonrisa.

—No tenemos mucho tiempo, esta noche ceno con un cliente.

—¿A quién le toca hoy? —preguntó con tranquilidad.

—Es un cliente nuevo. ¿Crees… que le gustaré? —preguntó contoneándose hacia la habitación.

—Si no le gustas es que está muerto. —la alcanzó y volvió a abrazarla. Sus labios se unieron deseosos de placer y sus cuerpos cayeron sobre la cama de la morena.


—¿Entonces no quieres salir esta noche? —exclamó contrariado.

—La verdad es que me gustaría, pero estoy cansado del trabajo y Ginny se enfada cuando salgo a solas contigo, te conoce demasiado bien —hablaba un pelirrojo al otro lado del teléfono.

—Pues dile a Ginny que se venga y tal vez se le vaya un poco de ese mal carácter que se gasta conmigo —bromeó Harry.

—Mira, si puedo acudir te mando un mensaje al móvil ¿de acuerdo?

—Está bien, pero anímate Ron, que presiente algo para esta noche.

—Tú siempre presientes algo —Enarcó una ceja, aunque su amigo no podía verle.

—Sólo hay que ser caballerosos y saber mimarlas y caen solas —rió el moreno.

—Pues yo creo que caeré pero en la cama temprano. —Harry sonreía.

Ron Weasley era su mejor amigo y casi el único amigo que tenía, pero le bastaba. Se conocían desde niños y habían compartido muchas cosas. Ginny era la hermana pequeña de Ron y se podía decir que su mejor amiga, aunque a veces tuvieran broncas por el trabajo especial de Harry, la pelirroja no lo toleraba y temía que arrastrase a su hermano a ese tipo de mala vida. Pero el moreno siempre se hacía de querer y Ginny acababa perdonándole todo hasta que se despedía de ellos y ella volvía a sentirse libre del embrujo de sus ojos verdes, entonces la razón volvía a ella y criticaba sin piedad su inmoral manera de ganar de dinero.


Harry saboreaba la copa que había pedido, mientras clavaba sus ojos en la rubia que lo miraba embelesada. Finalmente, Ron no lo había acompañado, así que el moreno estaba solo en uno de los numerosos pubs del Soho. Disfrutaba de la compañía del pelirrojo, pero yendo solo se desenvolvía mejor para conseguir ligues.

—¿Y tú a qué te dedicas? —preguntó la chica, que no tenía más de veinte años.

—¿Yo?... a vivir —contestó él con la mejor de sus sonrisas.

—Disculpa guapa, tengo que hablar con este hombre. —Un tipo alto y rubio la apartó con pocos modales. La chica se alejó de la barra con cara de indignación. Harry intentó caminar hacia ella pero el hombre rubio le bloqueó el camino.

—Oye tío, ¿qué demonios te pasa?, estaba con ella ¿vale?

—Me han dado buenas referencias de ti. Que das buenos servicios.

—¿Eh?, no, lo siento, yo no trabajo con hombres… —replicó el moreno algo incómodo.

—Qué lástima, creía que podría contratarte.

—Lo siento de verdad, se equivoca de chico.

—¿Eres Harry Potter?

—Sí… —Frunció el ceño sorprendido.

—Entonces no me he equivocado. No te alteres, el servicio no es para mí —explicó divertido. La cara del moreno se relajó.

—Quiero contratarte para una mujer, pero preferiría hablar los detalles en un lugar más tranquilo.

—Sí claro. Podemos ir a cualquier café nocturno.

Ambos se acomodaron en una mesa y después de pedir al camarero, el rubio empezó su explicación.

—Mi nombre es Draco Malfoy, soy el director ejecutivo de Travicom, no sé si conoce la empresa de mi familia.

—Me suena de algunas vallas publicitarias. ¿Quién le habló de mí?

—Una de tus satisfechas clientas —Harry supo que el rubio no tenía intención de dar más detalles—. Bueno, no me andaré con rodeos. Quiero pagar tus servicios para mi esposa.

—¿Cómo?, yo no trabajo con parejas… ni con público —afirmó con firmeza.

—Creo que no me he explicado bien. Quiero que te acuestes con mi mujer, pero no me interesa en absoluto estar presente ni participar en eso.

—Discúlpeme pero no entiendo nada… —Quería preguntarle al desconocido por qué querría un hombre pagar a un escort para que se acostara con su mujer, pero lo encontró inadecuado. ¿Tal vez él era incapaz de saciarla? Una sonrisa tonta se dibujó en su cara.

—Préstame toda tu atención Potter, porque odio repetir las cosas —El moreno lo miró con cara de desagrado, aquel tipo se daba muchos aires—. Quiero divorciarme de mi esposa, pero si lo hago ahora perderé la mitad de mi fortuna y probablemente la custodia de nuestro hijo. Para evitar todo eso quiero acusarla de infiel en el juicio de divorcio, pero será complicado hacerlo si ella me sigue guardando fidelidad como hasta ahora.

Harry trataba de asimilar todo lo que el rubio le acababa de decir.

—¿Pretende tenderle una trampa a su propia esposa?

—Veo que lo vas pillando —exclamó con maldad—. Ella no puede saber quien eres realmente, tendrás que mentirle, hacerle creer que te interesas en ella de verdad ¿Puedo contar contigo o tienes demasiados escrúpulos?

Harry se tomó unos instantes para reflexionar. El rubio se llevó la taza a los labios con calma. Nunca había hecho nada parecido antes. Cuando una clienta requería sus servicios, ella sabía bien quien era Harry Potter y lo que le ofrecía por cierta cantidad de dinero. En esta ocasión tendría que interpretar un papel, hacerle creer a una mujer que albergaba sentimientos hacia ella. Si aceptaba la oferta tendría que manipularla, engañarla…

—Quizá esto pueda ayudarte a decidir —Draco Malfoy deslizó un papel rectangular sobre la mesa hasta que los ojos de Harry pudieron leer la cifra numérica escrita en él—. Eso sería sólo para empezar. Sé que te gustan las cosas caras y el lujo, me he informado bien antes de recurrir a ti.

Aquella cifra era enorme, y prometía más. El maldito sabía bien como tentarlo. Los escrúpulos de Harry empezaron a flaquear alarmantemente.

—Si aceptas este trabajo, ganarás más que si continúas con tus clientas. Hablo muy en serio.

Lo único que podía convencer a Harry Potter para hacer ciertas cosas era el dinero, el cochino dinero. Después de una infancia triste y solitaria en la más absoluta sencillez no era de extrañar que hubiese cogido con gusto los lujos que podía proporcionar el dinero. Si aceptaba podría ahorrarse durante algún tiempo algunos trabajos con mujeres demasiado maduras.

—¿Cuánto llevan casados?

—Siete largos años. —El moreno miró su taza sobre la mesa y volvió a mirar al rubio.

—Tendrá que hacerla venir a algún local donde esté yo para que pueda…

—Qué estupidez… ella jamás caería la primera noche, ni la segunda, ni la tercera… no te estoy diciendo que la emborraches y te la tires sin que ella sea consciente. Quiero que lo haga a sabiendas, que no pueda negarlo después con excusas baratas. Y para eso, tú tienes que seducirla de verdad. No te bastarán los trucos de ligue nocturno y no olvides que tampoco se trata de una de tus clientas. Mi esposa es una mujer enamorada, así que tendrás que seducirla por completo, hasta el punto de que deje de pensar en mí y llegue a sentir algo fuerte por ti, o de lo contrario jamás se acostará contigo… mis planes se echarán a perder… y yo odio perder.

"Veo que odia muchas cosas señor Malfoy" pensó el moreno.

—No se preocupe. Haré que su esposa acabe loca por mí, se lo garantizo.

—Espero que así sea. Para empezar lo meteré como empleado en mi empresa, donde trabaja también mi mujer.

—¿Me va a contratar?

—Por supuesto, quiero que todo sea lo más casual y auténtico posible. ¿Acaso crees que un guaperas de la noche bastaría para conquistarla? Tienes que convertirte en alguien cercano, alguien aparentemente honrado que se gane su confianza. No veo otro modo de hacerla caer. Y por supuesto, no puedes seguir con tu… trabajo. Tendrás que abandonar un tiempo a tus queridas clientas, sólo faltaría que ella te viera con otras mujeres, así jamás te tomaría en serio.

—Pero entonces me está exigiendo dedicación las veinticuatro horas del día, eso será mucho dinero.

—¿Y cuál es el problema?, puedo pagarlo perfectamente y te aseguro Potter, que pagarte a ti unos meses me ahorrará muchísimo más en el divorcio —Harry bebió varios tragos de café y devolvió su mirada al rubio—. Ahora es el momento perfecto. Su secretaria Padma Patil está embarazada de varios meses y en breve le daré la baja temporal. Te convertirás en su nuevo secretario personal.

—¿Yo?, nunca he trabajado de eso, no sé qué tengo que hacer.

—Tranquilo Potter, tendrás tres semanas para prepararte. Te informaré de todo lo que debes saber para que no hagas el ridículo. De todos modos, has estudiado en la universidad ¿no?

—Así es, la carrera de empresariales.

—Pues entonces no encontrarás dificultades en tus tareas.

—Pero para contratarme necesitaré referencias o algo, si no ella podría sospechar…

—No te preocupes Potter, de los credenciales y el currículum me encargo yo. Soy el director ejecutivo de toda la empresa, puedo decidir contratos y despidos sin consultar con nadie. Y jamás se cuestionan mis decisiones.

"Menudo prepotente. Pero por ese dinero ya puede ser el mismo diablo, no me importa" reflexionaba Harry.

—Parece que lo tiene todo bajo control —replicó con falsa amabilidad.

—¿Cuento contigo? —Le tendió su mano y el moreno se la estrechó.

—Sí, cuente conmigo señor Malfoy.


Hermione Granger Malfoy se despertó en su cama de dos por dos metros, sola. Su marido, Draco Malfoy, siempre se levantaba una hora antes, porque tenía que revisar muchos documentos y hablar con mucha gente al comienzo del día, ser director ejecutivo de una empresa tan grande como Travicom requería de éstos y otros esfuerzos, o al menos eso le contaba a su mujer. Hermione sospechaba que dedicaba algunas de esas horas extra a ampliar su colección de amantes. Ella lo sabía, era demasiado lista como para no darse cuenta, aunque nunca se atrevía a confirmar sus sospechas, porque era menos doloroso sospechar que tener la certeza de que Draco era infiel. Seguía enamorada de su marido, el único hombre de su vida, el padre de su hijo, el que la había incluido en uno de los estudios de ingeniería y arquitectura más importantes de Londres… y seguía soñando con que él la amase del mismo modo.

Se duchó y se vistió con prisa, le gustaba sacar unos minutos para su hijo, antes de llevarlo al colegio. El pequeño Scorpius, que había heredado el cabello rubio y los ojos grises de su padre, contaba seis años de edad.

—¡Mamiiii! —Se arrojó al cuello de su madre, que se agachó para facilitarle el abrazo y los estrujó con cariño.

—Buenos días tesoro, qué enérgico te has levantado hoy. —Lo besó y lo acompañó hasta la mesa para desayunar.

—Buenos días señora.

—Buenos días Mary. —Mary Sullivan servía en casa de los Malfoy desde mucho antes de que Hermione llegase a esa familia.

Tras un desayuno fugaz y amenizado por las risas del niño, la castaña cogió a su hijo de la mano y lo subió a su coche, un BMW de color plateado. Condujo hasta el colegio al que asistía y se despidió de él.

—Acuérdate de comer el almuerzo.

—Sí mamá, que no tengo dos años jo.

—Claro que no, ya eres todo un hombrecito. —Se irguió mirándolo de soslayo, esperando su reacción. No se hizo esperar, Scorpius se encaró hacia ella.

—Pero quiero mi beso de "ten el mejor día" —farfullaba poniendo pucheros.

—Claro que sí, todo para mi príncipe. —Se agachó y le dio un sonoro beso en la mejilla, el pequeño se lo devolvió.

—Ten el mejor día mami. —Se alejó de ella agitando su manita y sonriendo. Hermione lo observó hasta que se metió en el edificio charlando animadamente con otros niños de su clase. Suspiró. El mejor día… qué difícil sería tenerlo para ella. Amaba a su hijo y él la adoraba a ella, amaba su trabajo como arquitecta en "Malfoy Technics", el estudio de Ingeniería y Arquitectura que poseía la empresa Travicom y cosechaba bastantes éxitos a pesar de tener sólo veintiocho años… pero amaba a su marido y él… simplemente se dejaba querer.


El día iba a ser largo pero relativamente tranquilo. Tenía que tratar unos temas de instalaciones con los ingenieros y después resolver el diseño de una escalera que se le había puesto peleona. Con un poco de suerte estaría en casa sobre las diez.

—¡Buenos días, señora Malfoy! —saludó con alegría Katie Bell, la recepcionista de Travicom.

—Buenos días Katie. ¿Cómo está el personal hoy?

—Pues… han llegado todos menos su marido —Hermione la miró con cierto desconcierto—. Tenía una reunión urgente con un cliente en una cafetería cercana.

—Claro… —Sonrió con tristeza y se despidió de Katie con un leve movimiento de cabeza.

—Buenos días Padma, ¿cómo va el embarazo? —saludó a su secretaria.

—Buenos días señora Malfoy. La verdad es que con ganas de irme a casa a descansar y el día acaba de empezar.

—Bueno, esta es tu última semana en Technics, hasta después del nacimiento, ánimo.

—Gracias —Ambas mujeres se sonrieron. Hermione era bastante apreciada en el estudio y en la empresa en general. Su carácter amable, su eficiencia y su inteligencia le habían abierto las puertas de aquel lugar y le habían otorgado un puesto por méritos propios—. Ya están todos esperándola.

—Qué puntualidad —bromeó.

—¡Hola Hermione! —dijo Sirius Black, uno de los ingenieros de Technics.

—Hola Sirius, Remus…

—Buenos días Hermione.

—Severus, Víktor…

—Buenos días —contestaron al unísono.

—Tenemos unas instalaciones pendientes ¿no chicos?

—Así es —replicó Remus.

—Víktor y yo seguiremos con la casa de campo del señor Smith.

—Muy bien Severus.

Se dividieron en dos grupos, ocuparon dos mesas amplias y empezaron a trabajar sobre planos de papel y digitales en las pantallas de sus ordenadores.


Al mediodía, Hermione tenía la esperanza de comer con Draco en la cafetería de la plaza que había a los pies del edificio sede de Travicom. Pero su marido se disculpó alegando que tenía una comida de trabajo, al menos era cierto, Parvati Patil, gemela de Padma y secretaria de Draco se lo confirmó. A la castaña le dolió que no la avisara antes, porque había rechazado comer con Luna Lovegood, su mejor amiga, para poder comer con él.

—¿Al final comes sola? —preguntó indignada la rubia.

—Bueno sí…

—De verdad que Draco es de lo que no hay.

—Déjalo Luna, lleva muchas cosas en la cabeza, es normal que se le pasara decírmelo.

—Ya, pero tú también estás muy ocupada, y yo… y aún así sacamos tiempo. Ese hombre vive en su mundo ¿eh? —Luna compartía las sospechas de Hermione, pero no quería amargarla con sus intuiciones, así que se conformaba con meterse con su marido por otras razones— Espero que por lo menos no me falles en la próxima exposición, porque me enfadaré de verdad.

—Claro que iré Luna, ya te dije que me hacía mucha ilusión ver tus nuevos cuadros.

—Te tomo la palabra, quiero que me juzgue mi peor crítica —rió la rubia.

—Pero ¿qué dices?, estudié arte en la universidad bonita, tengo más conocimientos de los que te piensas.

—Sí, sí, lo que tú digas —Siguieron bromeando hasta que se despidieron.


—¿Te quedarás mucho Hermione? —se interesó Víktor.

—No, sólo hasta que resuelva la dichosa escalera —contestó desde su mesa de bocetos, inundada de papeles, lápices, reglas…

—Mucha suerte, y no te estreses tanto que mañana puedes continuar.

Víktor Krum tan amable como siempre. Entró en "Malfoy Technics" sólo un año antes que ella, eran los miembros más jóvenes del equipo. Seguramente lo esperaba su novia francesa para tener una cena romántica o ir al cine, salir a tomar algo… ella en cambio no había visto a Draco en todo el día. De pronto el sonido de su móvil acaparó toda su atención.

—¿Sí?

—¿Hermione?

—Cormac…

—¡Hola!... ¿has terminado tu jornada?

—Pues…

—¿Te apetece que quedemos para tomar algo y luego nos pasamos por la exposición de Mies van der Rohe?

—No voy a poder Cormac, me encantaría pero tengo que terminar unas cosas.

—¿Y cuando termines?, aunque sea una visita rápida, que me han dicho que está muy bien.

—No insistas Cormac, llevo todo el día a tope y cuando termine me marcharé a casa.

—Vale, como quieras Hermione, pero a ver si nos vemos pronto, que hace más de dos meses que no hay forma de quedar contigo.

—Claro Cormac, te compensaré.

Cormac McLaggen, el único amigo de la universidad que todavía conservaba. Estudiaron juntos arquitectura pero sus destinos fueron distintos. Él entró en el modesto estudio de su padre, que estaba ansioso con la idea de trabajar al lado de su vástago, mientras que ella, cuyos padres dentistas tenían nula idea de su carrera, acabó trabajando en el conocido estudio de su marido. Le tenía bastante cariño, el rubio siempre había sido un apoyo en momentos de crisis, arquitectónicas naturalmente, de las sentimentales prefería no hablar con casi nadie.


Suerte que Mary iba a recoger a Scorpius al colegio los días que ella o Draco se retrasaban en el trabajo. Pero siempre que podía, le gustaba ir a por él personalmente, y ayudarlo un rato con los deberes o jugar con él. Pero sobre todo le gustaba acostarlo y darle las buenas noches y le dolía no haber llegado a tiempo esta vez. Aún así, la castaña entró en su habitación sigilosa, se acercó al niño y lo besó en la sien con ternura. Después lo contempló unos minutos y se despidió de él en un murmullo.

—Duerme ángel mío.

Draco todavía no había llegado a casa, ya pasaba de las once. Hermione cenó con la única compañía de la televisión. Se duchó y se metió en la cama. Después de intentar coger el sueño en balde se volvió hacia el despertador digital, sus números verdes indicaban las doce y diez. Su marido no siempre llegaba tan tarde, lo que la hacía pensar que estaría con alguna mujer. ¿Cómo no iba a pensarlo?

Estaba tumbada de lado, movía su brazo sobre el espacio que debería estar ocupando Draco en la cama, pero sólo podía sentir la suavidad de la sábana de seda y el frío de la ausencia. Hacía muchas horas que él abandonó esa cama y todavía no había vuelto a llenarla.

Sobre la una y media escuchó un ruido leve en la puerta de la habitación, seguía despierta. No había duda de que era Draco. Dio pasos lentos y amortiguados sobre el suelo hasta el baño, llevaba los zapatos en la mano. Al rato salió del baño y se sentó en su lado de la cama. Se quitó la corbata y empezó a desabotonarse la camisa. Hermione se removió un poco.

—¿Estás despierta? —preguntó el rubio.

—Estaba dormida pero te noté en la cama —mintió la castaña.

—No quería molestarte… la reunión se alargó mucho, me tienen frito con tantos desacuerdos, a este paso no sé cuando podremos emprender la rehabilitación del hospital.

—Es igual Draco, ya estás aquí, no pienses en eso ahora. —Se irguió hasta sentarse en la cama, y abrazó a su marido por la espalda.

—De acuerdo. —Posó su mano sobre la de su esposa y giró su rostro para besar sus labios.

—Te he echado de menos todo el día —se confesó ella.

—Yo también a ti.

Si sus palabras eran ciertas o no poco le importaba a Hermione, sólo quería sentir a su marido como tal. Draco le hizo el amor con bastante intensidad. Tal vez era cierto lo de la reunión, no parecía con falta de energía. Después de la intimidad, Hermione se abrazó a él y cerró los ojos deseando ser la única mujer para él.

CONTINUARÁ…


Hice un póster para la historia, está colgado en mi blog de fics, la dirección aparece en mi perfil ^^