Hola!

Aquí estoy con una nueva historia. Recuerdos.
Para aquellos que leen: ÉL, James Potter, decirles que no la he abandonado, sólo me falta inspiración para el tercer capítulo.
Estoy en ello, lo prometo.

Espero que les guste esta historia. ¿El argumento? Lily se marcha en busca de una nueva vida y se da cuenta de que no puede olvidar su pasado. La clave de todo esto es un diario, que le hace recordar a quien pertenece su amor: James Potter. Desde entonces, su único objetivo es y será siempre: Encontrarlo.

Disclaimer: Nada de esto me pertenece, Rowling es la afortunada que tiene una imaginación descomunal y a la que le dan el dinerito. Todo en uno.

Por cierto, cuando veais algo en cursiva significa que es un pensamiento de Lily.

Dizfruten del capítulo.

Recuerdos

Me sentía vacía, una parte de mi esperaba algo más en mi vida. No es soledad lo que ahoga a mi corazón, no es tristeza, ni dolor… Tengo un trabajo, amigas, una casa, pero me falta algo y no logro saber qué demonios es. Mi vida es una rutina, día tras día se lo que me espera en cada momento, lo que haré, lo que viviré… Lo sé todo. Me gusta pensar que es ese aspecto lo que me hace sentir vacía, me gusta pensarlo porque sé que puedo cambiarlo.

Me levanté como cada sábado a las diez y media, no porque tuviera algo que hacer, simplemente porque había decidido que esa era una buena hora, dormiría lo suficiente y no desperdiciaría la mañana. Sí, ya sé que estarás pensando qué clase de persona soy, pero me gusta controlarlo todo, y la hora a la que me despierto es entre otras cosas, lo poco que puedo decidir. Me calcé mis pantuflas, unos conejitos que me había comprado Alice, mi mejor amiga.

Mi casa no era grande, pero tampoco pequeña, vivía en el quinto piso de un edificio sin ascensor. Tenía cocina, salón, dos habitaciones y un baño, todo lo que yo necesitaba. Me había trasladado desde hace dos años, vivía con mis padres en una hermosa y gigantesca casa, con mis padres y con mi hermana por supuesto. Nunca nos hemos llevado demasiado bien y esta es una de las muchas razones por las que me marché. Al terminar Hogwarts mi vida dio un vuelco demasiado brusco, mis amigos, mis profesores, todos se habían quedado atrás. Mis perretas, mi orgullo y mi pasión por la medicina han hecho que ahora esté donde estoy, siendo una medimaga de prestigio en el país donde vivo, España, a miles de kilómetros de toda mi vida.

¿Qué planes tenemos para hoy? Me dije aún adormilada. ¡Ah! Claro, día de limpieza, ¡Estupendo!. Pensé con ironía. Con desgana bajé a desayunar, una vez zampadas las tostadas con mermelada de fresa y mantequilla subí de nuevo a mi cuarto para vestirme para la ocasión: Una camiseta cuatro tallas mayor que la mía, un pantalón de chándal y una cinta negra en el pelo. ¡Qué sexy! Me dije sonriendo al verme en el espejo. Decidida a terminar por fin la tarea que comenzaba cada sábado por la mañana, sin llegar nunca a finalizarla, busqué unos trapos que tenía en la estantería del salón. Escogí el más limpio, busqué un limpia cristales y me puse manos a la obra.

Os preguntaréis por qué diantres estoy limpiando toda mi casa a lo muggle, la verdad es que podría hacerlo con magia y solucionarlo todo en un pis pás, pero me había prometido no olvidar de donde vengo, sí, soy bruja, y sí, mis amigos (aunque no todos) también son brujos, es cierto, tengo un trabajo que requiere la magia, pero fuera de todo eso, mi familia es muggle. Llevo toda mi vida limpiando, cocinando y trasladándome al estilo tradicional y no veo por qué debo dejar de hacerlo.

-Dos horas más tarde- 12:30

Bien, el salón, ¡Limpio!, el cuarto de baño ¡Limpio!, la cocina ¡Limpia!, ahora sólo me queda… Mi habitación. Miré el reloj al entrar en ella. Ups, ¡las doce y media! Llamaré a Alice para comer juntas una vez haya acabado la faena. Cogí el teléfono, marqué el número de mi queridísima amiga y esperé.

Pi… Pi… Pi…

- ¿Hola?

- Bueno días, ¿se encuentra Alice en casa?

- ¡Oh Lily! ¡Cuánto tiempo sin verte! Por supuesto, espera unos segundos. – Aliceeeeeeee! – Esperé unos minutos, mientras jugaba con un mechón de mi pelo pelirrojo.

- ¡Hola Lils!

- ¡Alice cariño! ¿Cómo estás?- Me alegré bastante al escuchar su voz, llevaba tres días metida en ese apartamento.

- Cómo siempre, algo cansada. ¿Y tú? Menos mal que vuelves al mundo de los vivos, chica, te he estado llamando estos días pero jamás lo cogiste. ¿Estás bien?

- Claro, sí… He estado muy liada, ya sabes, el trabajo… Hace dos día hubo un enfrentamiento en Londres entre aurores y mortífagos, muchos salieron heridos y al estar escasos de recursos debido a los anteriores ataques, trajeron a la mayoría a España, ya sabes, un follón, tener que ir a buscarlos, traerlos y demás…

- Oh, vaya… Aún no me había enterado de ese ataque. La verdad ando un poco perdida desde la baja por lo del pie.

- ¿Cuándo empiezas?

- ¡Mañana! Por fin, echaba de menos ponerme en peligro… - Reí, sabía que a Alice le encantaba su trabajo, había nacido para esto, también ella había estudiado en Hogwarts, pero al morir su padre ella y su madre se trasladaron conmigo a España al finalizar mis estudios. En realidad la idea de mudarse a España la habían comentado ellas, y al querer trasladarme de mi casa cuanto antes (una larga historia) me vine también. – Por cierto, ¿llamabas para algo en concreto o sólo para saber cómo estaba tu encantadora y magnífica amiga?

- Sí, te llamaba para invitarte a comer, aunque claro, también para saber cómo se encontraba mi magnífica y encantadora amiguita.

- Qué graciosa… ¿A qué hora y dónde?

- A las dos en el italiano de la esquina, ¿te parece bien?

- ¡Claro! Allí estaré pelirroja.

- ¡Hasta luego!

Después de cinco minutos despidiéndonos colgué. Estaba hecha un asco, el sudor caía de mi frente a chorros, hacía un calor terrible, olía a productos de limpieza y tenía el pelo enmarañado y pegajoso. Suspiré. Tan sólo me quedaba mi cuarto. Comencé limpiando el polvo de los muebles y cambiando las sábanas. Llevé el cesto de la ropa sucia a lavar y barrí. Miré el reloj, quedaba una hora para encontrarme con Alice. Aún me da tiempo de ordenar los cajones del escritorio, ¡Y hasta el baúl! Si es que cuando me pongo, me pongo…. Sonreí orgullosa.

Me senté en la silla del escritorio, tenía ruedas y era de color violeta, al igual que la lámpara que descansaba sobre el mismo. Abrí los cajones. Creía que estarían peores. Comencé a sacar todo lo que había en ellos, tiraba lo que no necesitaba y volvía a colocar aquello que quería conservar. Tan sólo habían pasado quince minutos cuando acabé. Mmm… quince minutos más para ordenar el baúl, y media hora para bañarme y prepararme. ¡De acuerdo! A por el baúl. Me arrodillé ante la cama y saqué aquel viejo trasto de debajo, estaba lleno de polvo, y era de esperar, hacía dos años que no lo abría. De repente me entró pánico. Temía encontrar cosas que me hicieran volver al pasado, recordar todo aquello que dejé marchar simplemente, porque fui una estúpida. ¿Estaba mi sitio aquí, tan lejos de todo lo que una vez amé? Dejé de cuestionarme, me armé de valor y abrí la pesada tapa del baúl que llevaba conmigo nueve años de mi vida. Era mi más viejo y fiel amigo.

Me aparté un poco y tosí levemente. Mis ojos esmeraldas brillaron al ver su contenido, me sentía emocionada, una emoción muy diferente a todas las vividas anteriormente, era la ilusión del olvido. Creí haberlo superado todo, mi familia, a la que hacía un año que no veía, intentaba visitarles lo más a menudo posible pero sentía que no era bien recibida y ese es el dolor más grande que una persona puede experimentar, el sentirse rechazada por los tuyos. Recordé también mi otra casa, mi otra familia… Hogwarts. Los profesores, mis amigos… ¿Cómo olvidarlos? Habían enterrado todo aquello desde que me mudé, guardado en lo más profundo de mi corazón, decidida a no dejarlo salir. Pensé en Anna, en Kathie, en Susan… Todas las personas que me habían ayudado, todas las personas a las que yo misma había abandonado. Me sentí fatal.

Sonreí al ver a Sirius, a Remus, ¡hasta a Peter! en mis recuerdos. Y entonces, le recordé a Él… Sus ojos avellanas mirándome con decepción, con dolor, con…odio. Sentía un nudo en la garganta, las lágrimas se agolpaban en mis ojos dispuestas a ver la luz… ¿Cómo podía haber sido tan egoísta? Juré hace ya dos años, no volver a mirar al pasado, ¿pero cómo no hacerlo? Yo misma me había decepcionado al ser tan cobarde, huí de todo y de todos… Huí de él… Era la pieza que le faltaba a mi puzle, el sol que iluminaba mi vida, mi apoyo, mi amigo, todo giraba en torno a él y me asusté. Creí que alejándome de sus caricias, de sus sonrisas… Creí que podría volver a controlar mi vida.

¿Por qué me fui de mi casa? Es la historia más triste, dolorosa y absurda.

Flash back

Había recogido todas mis cosas, la ropa, los zapatos, los cepillos, las cremas, las sábanas, todo… Estaba sentada en la cama de mi habitación, hoy había decidido empezar una nueva vida.

Al salir de Hogwarts, Anna volvió a Italia, con su familia, era de esperar y nadie la juzgó por ello, nos enviábamos cartas cada semana, también con Kathie por supuesto, quien había decidido irse a vivir con su novio a Francia, hacía cuatro meses que no veía a una sola de mis amigas, ¡Hasta Susan se había marchado! Era reportera de una de las revistas mágicas más famosas y tenía que estar viajando constantemente. Ahora, sólo quedábamos yo, mis padres, y James.

Mi hermana me odiaba, no había una pizca de amor en sus palabras o en sus miradas, a ella no le importaría perderme de vista y mis padres… Ellos están demasiado ocupados. No me daba cuenta de ello hasta que salí de Hogwarts, mi madre era una escritora no muy reconocida en el mundo, por lo que estaba constantemente de gira promocionando sus libros, y mi padre, bueno, mi padre nunca se preocupó demasiado de nada. No es que no nos quisiese, tan sólo era que todo le superaba, yo y mi hermana siempre discutiendo, mi madre nunca estaba en casa… Al final, acabaría agradeciéndomelo, o al menos, eso creía yo.

Es decir, que sólo me queda Él… ¿Debería ser suficiente? Le amaba, le amaba por encima de todo y ese era el problema… Si algún día James Potter encontrara a otra mujer a la que querer yo estaría sola, mi mundo giraba en torno al suyo y yo, ya no era la dueña de mi vida.

Hacía una semana que me había llegado una carta de Dumbledore, en ella me hablaba de Voldemort, de los mortífagos y de su propósito. Matarnos. Creía que las personas a las que llaman sangre sucia, hijos de muggles, como yo, éramos inferiores a ellos y el director de Hogwarts me había confesado que vendrían a por mí. Desde entonces James se volvió más protector que nunca, y eso me hacía pensar que estaba en un serio peligro. El miedo inundaba mis sueños convirtiéndolos en pesadillas. Yo estaba aterrada. No por mí, sino por mi familia, mis padres, hasta mi hermana, todos los seres a los que amaba, de un modo u otro, todos estaban en peligro por estar junto a mi… ¿Se merecían eso?

James había resultado herido hasta tres veces por intentar protegerme, y si él moría… yo, yo… no podría seguir adelante. Jamás me recuperaría sabiendo que no volverá a deslumbrar a nadie con su perfecta sonrisa.

Estaba decidido. No volvería a poner en peligro a nadie si no es a mí misma.

Fin del flash back

Las lágrimas caían como cascada por mi rostro. Hacía tiempo que no saboreaba al dolor. Cogí entre mis manos el uniforme de Hogwarts, estaba perfectamente doblado tapando cualquier otra cosa que podría haber en el baúl. Tenía la insignia de prefecta colocada en él, también la de premio anual. Lo abracé con fuerza, como si de algún modo volviera al pasado al hacerlo. Lo dejé sobre la cama. Mirando una vez más en el baúl vi la pulsera que una vez nos habíamos regalado Kathie, Anna, Susan y yo. Estábamos en segundo curso y creo que la habíamos llamado la pulsera de la amistad. Sonreí al recordarlo. Una sonrisa llena de amargura. Hurgando un poco más saqué también el regalo de la última navidad que Sirius me había hecho, era un muñequito con la ropa del equipo de Quidditch de Gryffindor, montado en una escoba, tenía el pelo revuelto y castaño hecho con lana, unas gafas redondas y los ojos del hombre de mi vida.

Besé el muñeco con toda mi alma, imaginando que era él quien se encontraba entre mis brazos… Volví a caer en un mar de lágrimas, sentía que me ahogaba, respiraba con dificultad y miles de recuerdos invadieron mi mente, cada cual, mejor… Recuerdos que nunca volvería a vivir.

Algo más calmada saqué un libro que Remus me había dado, y un pequeño peluche con forma de rata de Peter. Dentro del baúl se encontraba también mi vestido, el vestido del baile de navidad, la noche más hermosa de toda mi vida, la primera noche con James…

Lo coloqué en mi cama, llorando otra vez, intentando volver a encerrar todos esos sentimientos. ¿Acaso no podría olvidarle jamás? Me quedé mirando el interior un buen rato, con las manos temblorosas, incapaz de sacarlo… Sería demasiado duro, mucho más difícil que todo lo anterior… Tragué saliva. Estiré un poco el brazo y cogí aquella pequeña cajita. Era negra, de cuero, tenía un bordado color dorado: Para ti Lily Evans, por siempre tuyo, James. Se me cayó de las manos, sentía como si un puñal atravesara mi corazón, para luego ser pisoteado por miles de trol gigantes, era una sensación horrible… Le amaba, le amaba aún después de dos años sin saber de él, le amaba incluso más que el primer día… Nunca se mereció que me fuera, lo había abandonado, y estaba segura de que ya habría encontrado a la mujer con la que siempre debió estar.

Valiente como solía ser, cogí aquella pequeña caja entre mis manos y la abrí, tan despacio que hubiera desesperado a cualquiera, pero no a mí, no ahora. Un reluciente anillo con una hermosa piedra brillante en el centro descansaba dentro… Durante mucho tiempo había estado en mi dedo. Sonreí. Mi regalo de Navidad. Abrí la carta que estaba pegada por una esquina a la caja, sabía que no sería bueno, pero necesitaba recordar cuanto me había amado James Potter.

Para Lily Evans, la mujer de mis sueños.

Recuerdo cuando una vez me dijiste que aquellos que no luchan por lo que aman jamás sabrán lo que es amar. Llevo siete años de mi vida luchando por ti, y ahora que te tengo, juro que no te dejaré escapar.

Eres mi musa, mi diosa… No hay nadie que pueda sacar de mi lo que tu logras sacar, nací por y para ti… Mi único deseo es tenerte siempre a mi lado y por eso, te pido pelirroja, que aceptes este anillo en señal de nuestro amor, te pido que me permitas pasar junto a ti el resto de mi vida…

Si aceptas, me gustaría que una vez que leyeses esto corrieras a mi habitación y me despertaras con un enorme beso, porque ya sabes, que mis labios son sólo tuyos.

Por cierto, recuerda cuidar de mi corazón, hace mucho tiempo que dejó de pertenecerme.

Por siempre, James.



Cada palabra hacía más daño que la anterior… Juro que no te dejaré escapar… me sentía miserable, terriblemente mal… ¿Cómo habría estado él después de que yo me marchara? No querría ni imaginarlo, sólo esperaba que no hubiera sufrido ni la mitad de lo que yo sufrí…

El tiempo pasó y yo no lograba cesar de llorar, los recuerdos eran demasiado dolorosos para mí… En un intento de ponerme de pie, divisé en el fondo del baúl una pequeña libreta demasiado familiar… Su tapa negra, con un bordado en ella del mismo color que la caja de James que ponía: Lily Evans.

Mi diario…

¡Ring Ring!

El teléfono me sacó de mis pensamientos, me levanté deprisa y corrí hacia él.

- ¿Diga?

- ¡Lily! ¿Cariño por qué no has llegado aún? – Mierda! Había quedado con Alice!

- Yo, esto… Lo siento Alice, se me ha hecho muy tarde y no he podido… - ¿Cómo mentirle a alguien con la que llevas casi toda tu juventud?

- ¿Estas llorando? ¿Lils? ¿Qué sucede? ¿Ha pasado algo? Espera un momento que en dos minutos estoy en tu casa. ¡No te muevas! – Y colgó.

Me dejé caer en el suelo, no tenía fuerzas ni ganas para nada más, y en exactamente dos minutos, Alice entró por la puerta de mi habitación.

- Lily… Mi vida… - Se arrodilló junto a mí y sin decir nada más me abrazó con todas sus fuerzas.

No sé cuánto tiempo estuve así, pero notaba como el dolor iba cesando, iba ocultándose una vez más en algún rincón de mi corazón…

- ¿Qué ha pasado? – Me preguntó cuando supo que estaba más calmada.

- Yo… Alice yo… Soy un monstruo… – Volví a sollozar…

- ¿Un monstruo? ¡Lily no digas tonterías! Eres la mejor persona que pude haber conocido…

Señalé a mi cama, donde aún estaba todo tirado, mi vestido, mis regalos, mi uniforme, mi diario…

Alice se levantó y fue hacia ella, se quedó unos segundos mirándola, sin decir nada… Luego se volvió hacia mí.

- No eres un monstruo… Hiciste lo que creíste conveniente, lo que pensabas que era lo mejor para todos… Miraste por los demás antes que por ti Lily…

- ¡No! No es cierto, no miré por James! ¿Qué me dices de él Alice? No me quedé a pesar de saber que sin él, que sin mí... Ninguno de los dos lo pasaría bien…

- Nadie lo pasó bien, yo tampoco… ¿O acaso crees que fue fácil dejar a Frank atrás? A mis amigos… Claro que no, he intentado como tú seguir adelante, y culpándote no lograrás nada Lils. Hace dos años juramos no volver al pasado, y si te soy sincera… No puedo evitar pensar cada noche en todo lo que dejamos atrás… Mi madre necesitaba cambiar de vida y yo me vine con ella y tú Lils también necesitabas dejar de preocuparte.

- Nada de eso me justifica, nada…

- Ven, levanta… - Me agarró del brazo y me ayudó a ponerme en pie. – Quieras o no, tenemos que almorzar, así que vas a ducharte y a vestirte, yo recogeré todo esto ¿de acuerdo? Cuando hayamos comido y te hayas despejado hablaremos con más calma - No me dio tiempo ni de asentir, ella ya me había metido en el baño a empujones y cerrado la puerta. Sin ganas, me desvestí, me duché y me vestí tal y como mi amiga me había dicho. Al salir del cuarto de baño ya no había nada sobre mi cama.

- ¿Dónde lo has puesto todo?

- Tranquila, lo he guardado en el baúl, debajo de tu cama.

- Está bien… ¿Vamos?

Entramos en el italiano que estaba a unos cien metros de mi casa. El camarero nos recibió con la habitual sonrisa de siempre.

- ¿Qué desean tomar?

- A mi me dejas una botella de agua sin gas… - Dijo Alice algo indecisa.

- ¿Y para ti Lily? – Otra vez, ya estaba mirándome de arriba abajo con una sonrisa en los labios, eso era lo peor del restaurante.

- Coca-cola light por favor.

- ¿Ya sabéis lo que vais a comer?- Dijo una vez anotó las bebidas.

- Sí, lo de siempre, una pizza carbonara con extra de queso.

- ¡Marchando!. – Me guiñó el ojo y se fue a otra mesa.

- ¿Me puedes decir que se te ha pasado por esa cabecita mientras rebuscabas en el baúl?

- Nada Alice… Sólo recordé demasiadas cosas…

- Soy tu amiga Lils, te conozco demasiado bien, me lo puedes contar… Te apoyaré en lo que sea…

- Bueno yo… - Realmente sí que había estado pensando en algo, pero… ¿Cómo lo sabía ella?- Se me pasó por la cabeza, tan sólo durante unos segundos el que yo…

- El que tu…

- PudieravolveraInglaterraabuscaraJamesypedirleperdón. – Cogí aire, ¡Bien! Lo dije.

La cara de Alice era todo un poema, el desconcierto se hacía notar.

- ¿Qué? ¿Podrías hablar en mi idioma por favor? – Preguntó sarcástica.

- Que en lo que había pensado era en la posibilidad de volver a … Inglaterra a… buscar a… James y pedirle perdón por todo.

Silencio absoluto.

- ¡No me mires así Alice! Quiero volver a verle entiendes? Deseo pedirle perdón mil veces por todo lo que le hice, quiero volver a ver a mi familia y justificarme ante ellos, necesito hablar con Anna, con Kathie, con Susan… ¡Quiero volver a vivir de verdad!

Silencio absoluto.

- Sé que es una locura, y no pienso hacerla, sólo traería más problemas para todos. Viviré con esto toda mi vida. ¡Por Merlín! Ni siquiera tengo el valor de escribirle…

- Lils…

- No, déjame que termine. Nunca le di una dirección, nunca le dije donde estaría, no sé nada de él desde hace dos años y esto me está matando. Quiero ver a mi familia, explicarle por qué me marché, quiero aclararlo todo. Pero sé que no debo, que eso dañaría más a todos, no podría volver a irme así como si nada, así que, Alice, ahórrate el sermón.

Una vez acabado mi mini-discurso vino el camarero con la pizza y las bebidas.

- Gracias – Dijimos al unísono.

La comida transcurrió con normalidad, no volvimos a sacar el tema. Salimos de allí un poco más entusiastas y decidimos dar un paseo por la avenida.

Estábamos en el barrio muggle, donde yo vivía, no había una pizca de magia en él, tan solo yo. Alice sin embargo se había ido a vivir con su madre a uno mágico, donde podía usar libremente la magia. Nos dirigimos a su casa, tenía ganas de ver a la madre de mi amiga.

Pasamos delante de un quiosco, y pensé que hacía más de una semana que no compraba el periódico (no muggle). Nos paramos para que yo pudiese pagar el de hoy.

- ¿Algo nuevo? – Preguntó sin interés.

- Mmm… De momento no.

Seguimos caminando durante unos minutos más, llegamos a su casa, donde su madre nos esperaba con unas tazas de té y unas galletas recién hechas, con trocitos de chocolate, como a mí me gustan.

- ¡Muchísimas gracias! ¡Qué detalle! – Dije entusiasmada.

Pasamos la tarde charlando y comiendo galletas. Eran cerca de las siete de la tarde y la madre de Alice dijo que iría a hacer la compra, aproveché que ella se fue a buscar el pan para seguir leyendo el periódico.

Comienza el curso escolar…

Nuevo libro de recetas de…

Acaba la temporada de Quidditch profesional, ahora le toca a los…

Leía los enunciados, para decidir cual leería primero.

Nuevo ataque de los mortífagos en Londres.

El pasado martes, hace tan sólo tres días, se produjo un nuevo ataque de los mortífagos. Un auror murió en la batalla y 11 están heridos, fue una batalla de alta escala, se dicen, sin confirmar aún, que habían alrededor de 15 mortífagos, y tan sólo uno resultó herido, son cada vez más y peores. San Mugo, demasiado involucrado en estos ataques, se ha llevado la peor parte, ese mismo día los mismos atacantes hicieron su aparición en el hospital dejando a cientos de pacientes, entre ellos los aurores heridos, sin protección, sin medicación y sin recursos. El director del hospital ha anunciado el traslado de seis de los aurores a España, donde no hay apenas ataques, pero, ¿qué pasa con los cinco aurores y pacientes del hospital que aún siguen allí?

¡Claro! Por esa razón los trasladaron aquí… Creí que sólo era por falta de recursos.

Según las declaraciones, los pacientes del hospital menos graves se llevaran a las plantas que no han sido afectadas por el ataque, los aurores con heridas más graves se trasladarán también a España.

Dice el auror más famosos del cuerpo, ya recuperado de sus leves heridas en el brazo:

"No importa cuántos sean, nosotros estaremos aquí. Preparados, firmes, y dispuestos a todo, pagarán por lo que han hecho."

Estas son las palabras de James Potter, quien no se da por….

El corazón se me paró, sólo de ver su nombre todo lo demás dejó de tener sentido. De acuerdo, tranquilízate, sabes que está bien, no le ha pasado nada, nada…James Potter, James Potter… Su nombre no dejaba de atormentarme, no podía escuchar nada sino su voz, no podía ver otra cosa que no fueran sus ojos llenos de decepción, sus lágrimas cayendo, haciéndome temblar de dolor…

- ¡Ya estoy aquí! – Escuché a Alice entrar. Tenía unas barras de pan en la mano.

- Oye, Alice, yo me marcho ya… Muchas gracias por todo cariño…

- ¿Ya? ¿Qué ha pasado?

- Nada, estoy cansada y mañana por la mañana debo ir a trabajar, al parecer nos enviarán a más pacientes de Inglaterra.

- ¡Oh, claro! Está bien… Descansa. – Me dio un beso en la mejilla y me acompañó a la puerta. Se ofreció a acompañarme a casa pero la verdad prefería caminar sola. Me prometí no pensar en nada mientras llegaba al piso, al parecer dio resultado.

Llegué a casa sobre las ocho y media de la noche, todo olía a limpio. Sonreí.

Dejé las llaves sobre la mesita que tenía a la entrada, me quité los zapatos y me tumbé en el sillón. Me puse a ver un rato la televisión, pero no había nada que llamase mi atención, así que me levanté y fui a ducharme, sí, una vez más.

Me desvestí despacio, no tenía nada que hacer, podría relajarme y darme un buen baño... solté mi pelo que antes estaba atado por una coleta, y me metí en la ducha. Tal vez llevara allí una hora, o tal vez dos... Pero los dedos comenzaban a parecer pasas. Me había quedado dormida. Me levanté, me sequé, me puse el pijama y vacié la bañera.

Al entrar en la habitación recordé lo que había en el baúl segundos antes de que Alice me llamara.

Mi Diario… ¿Dónde lo habrá puesto? Buscaba en el baúl la pequeña libreta negra. ¡Aquí está!.

Me acosté en la cama, con el pelo mojado y mi pijama puesto. Suspiré. Suspiré. Suspiré…

No puedes alargarlo más, ¡ábrelo! Quería volver a sentir todo lo que sentía antes, quería volver a ver las cosas de otro modo. Esa era una manera de volver al pasado, leyendo el diario.

Lo abrí con cuidado, como si me fuese a morder. La primera página estaba en blanco. La pasé, demasiado despacio. La segunda, decía: Diario de Lily Evans.

Tragué saliva y comencé a leerlo. Había comenzado a escribir ese diario en sexto curso, cuando Kathie me lo regaló por mi cumpleaños…

Recuerdos
Flash Back

- ¡Potter! ¿Podrías soltarme de una vez? ¡Lo creas o no esto es MUY incómodo! – Lily gritaba exasperada mientras James apretaba con fuerza sus brazos contra la cintura de la chica. Estaban a escasos centímetros el uno del otro y Lily sabía, o creía saber que el muchacho se aprovecharía de la situación.

- Vale, ¡pero deja de pegarme! Lo creas o no, duele. – Dijo por fin el castaño sacándole la lengua y dejando de hacer presión con sus brazos.

- Eres odioso. – La profesora McGonagall había decidido que sería buena idea hacer una clase muggle para el baile de navidad de ese año. Les había puesto por parejas, chico y chica por supuesto, y les había enseñado unos pasos de baile.

- ¿Yo odioso? Eres tu quién no… - Pero Evans ya se había marchado de allí dejando a un James confundido, y con la palabra en la boca. – Será… - Sonrió, sí, esa era su Lily.

Fin del Flash back.

Recuerdos
Flash Back

Su pelo pelirrojo descansaba sobre la almohada de una forma casi perfecta, unos mechones le caían por el rostro ocultando sus ojos cerrados, sus labios estaban algo entreabiertos y ella simplemente soñaba calmada y plácidamente…

- ¡Lils! ¡Lils! – Kathie entró gritando en la habitación despertando a la chica.

- ¿QUÉ?

- Chica que humor… - La aludida puso cara de muy pocos amigos intentando matar a su compañera con ella. – Bueno escucha, escucha… ¿A qué no sabes con quién voy a ir al baile de Navidad de este curso?

- MMmm… Sí, sí, lo sé… Creo que escuché algo cuando… Dormía tranquila en mi cama sin que ninguna bruja chillona entrara en mi habitación como una loca sólo para contarme esta tremenda estupidez.

Kathie carraspeó, le dedicó una mala, muy mala mirada y pasó olímpicamente de las quejas de su amiga. – Voy a ir con, ¡Remus! – Dijo entusiasta.

Silencio…

- Voy a ir con… ¡Remus! – Repitió Kathie con entusiasmo renovado.

- ¿En serio? ¿Qué le has dicho? No, peor aún, ¿qué le has hecho? – La pelirroja estaba sorprendida ante la noticia, ¿Remus yendo al baile de Navidad? No, no podía ser, ¡si tocaba luna llena dos días antes!

- Me dijo que se las arreglaría para poder asistir, que tendría que ir a visitar a su madre que estaba enferma y que vendría el día del baile para estar conmigo… ¿No te parece adorable?

- Eh... Sí, sí, claro… Oye, ¿qué hora es?

- Las diez y media.

- Ahora vuelvo. – Se puso el uniforme y salió pitando de la habitación.

Corrió hacia la sala común de Gryffindor y luego subió una vez más en dirección a la habitación de los chicos. Toc Toc

Tocó un par de veces más pero no obtuvo respuesta, decidió por entrar, seguramente estarían dormidos. Tenía que preguntarle a Remus… Si se había vuelto loco! ¿Acaso quería que Kathie se enterara? ¿Qué pasaba si lo ve en ese estado? ¿Acaso no haría preguntas?

Entró con una seguridad envidiable, pero todo se desvaneció cuando notó que la habitación estaba vacía… Espera… Se acercó a la cama que estaba a la derecha de la ventana, había un chico durmiendo, tenía la almohada sobre la cabeza y la sábana hasta el cuello. Levantó con cuidado la almohada para poder ver quien de todos ellos era, con suerte sería Remus…

Se quedó paralizada, demasiado quieta, en silencio… Su pelo estaba más revuelto de lo habitual, de ese color castaño a lo James Potter. No tenía las gafas puestas, y se podían ver unas largas pestañas en sus ojos, que ahora descansaban, sus labios se veían más apetitosos que nunca, parecía tan inocente…

De repente le entró curiosidad por saber que había debajo de las sábanas, y sin poder controlar sus impulsos destapó al muchacho sin pensarlo dos veces…

Tragó saliva, y pasó los próximos cinco minutos mirando al joven… Tan sólo unos bóxers cubrían su cuerpo, aquellos abdominales, su espalda, sus piernas, sus brazos… Todo era tan perfecto. Le entraron unas inmensas ganas de besar su cuello, sus labios, sus hombros, su cuerpo…

Tal vez pasó demasiado tiempo observándolo… Tal vez…

Un carraspeo claramente intencionado la sacó de sus pensamientos. Era él, oh, oh…

- ¿Dónde ha quedado la educación? – Se sentó en la cama, tranquilo. – Buenos días.

- S-si, buenos di-ías. – Notó como sonreía, era una sonrisa maliciosa, llena de picardía y travesura, se asustó.

- ¿Y se puede saber qué haces aquí? Bueno, ¿se puede saber qué haces aquí, delante de mi cama, mirándome mientras duermo casi en pelotas?

- Yo, yo... Bueno yo… esto, venía a buscar a Remus y como no estaba... Pues… Yo…

- ¿Estas nerviosa Lily? Acaso tienes algo que ver tú con que yo esté así? – Dijo refiriéndose al estar completamente destapado.

- Sí, esto quiero decir no… Jeje que tontería. Bueno, tengo que irme. Adiós. – Dio media vuelta con la intención de salir de aquel bochornoso infierno, pero un brazo mucho más ágil y fuerte que el suyo la paró en seco obligándola a dar media vuelta. Sus cuerpos estaban casi pegados, y ella no podía estar más nerviosa.

- ¿A dónde crees que vas? En mi opinión, si tú me has visto a mi casi desnudo… Lo justo sería, que te viera a ti… casi desnuda.

- ¿QUÉ?

- Pues eso, ¿no sería lo justo pelirroja?

- ¡NO! Por Merlín. ¡NO! – Se estaba poniendo cada vez más nerviosa…

- Y cuando tú me tiraste mi caldero en pociones porque era lo justo ya que yo, SIN QUERER, te lo tiré a ti… ¿No es lo mismo?

- No, no es lo mismo… yo… - ¿Era lo justo?- ¿Qué pasa? ¿Qué como no puedes ver a una mujer desnuda tienes que conseguirlo así?

James se rió con ganas, a Lily eso le desconcertó y le molestó, sabía interpretar muy bien esa risa.

- ¿De verdad crees que no puedo ver a ninguna mujer desnuda? Tal vez es que sólo quiera verte a ti… ¿No crees?

-¿Qué es lo que quieres? Tengo prisa Potter.

- ¿Te has enfadado?

- No, no estoy enfadada, pero sí molesta, me estás haciendo perder el tiempo.

- Está bien. Tú te quitas la ropa yo te veo y te largas.

- Pero, pero…

- Pero nada Lily, es la justicia la que habla…

¿La justicia? Estaba confundida, quería salir de ahí, y al parecer Potter no la dejaría sin antes haberla visto. Llena de vergüenza, timidez, odio, y enfado, comenzó a desabrocharse la camisa del uniforme. James abrió los ojos como platos. ¿Qué estaba haciendo esa loca?

- ¡Hey! Para para… - Puso su mano sobre la de Lily, quien seguía con la misión de desabrochar su camisa. - ¿Estás loca?

- ¿No era esto lo que querías? ¿No era esto lo justo?

- ¡Claro que no! Nunca pensé que tú, bueno que tú te desnudarías…- Eso le hizo sentir estúpida, demasiado estúpida.- He de admitir que sí que me gustaría verte, pero… - Dijo antes de que ella replicara- también es cierto que no de esta manera… ¿Qué clase de persona crees que soy? ¿Tan mal concepto tienes de mí?

- Bueno yo… no sé… - Parecía una niña pequeña, no se le ocurría nada que decir.

Él, aun con la mano sobre la de Lily, comenzó a abrocharle los botones que ella misma se había quitado. – Tranquila pelirroja, algún día estaremos en esta misma situación pero con el consentimiento de ambos y el amor que te llevo gritando desde cuarto año.

Fin del Flash back.

Y Fin del capítulo xD!

¡Hasta aquí hemos llegado! ¿Queréis que actualice esta rara historia?
Bien pues dale al Go y mándame un R/R ! xD soborno, sobornoooooo