— ¿Por qué me mordiste tantas veces?
— Para marcar mi territorio.
— Eso no tiene sentido.
— Tengo una regla My Princess.
— ¿Y cuál es?
— Si tiene una mordida ya tiene dueño.
— ¿Así que soy comida?
— Puede ser...
— ¿Eh? ¡No te acerques! No... Y-ya d-deja... ¡Ah!
— Porque siempre quiero comerte.
