Ni "Prince of Tennis" ni sus personajes me pertenecen (bien que me gustaría, pero lamentablemente no son míos,salvo en mi imaginación), son propiedad de Konomi Takeshi (a quien amo e idolatro por crear a una historia genial llena de personas perfectos). Sin más que decir, los dejo leer, espero que lo disfruten :)

Helado

Amaba el helado.

El helado lo hacía feliz.

El mundo podía caer en un precipicio y él estaría bien, siempre que tuviera helado.

O al menos eso había creído siempre. Pero ahora… Ahora no estaba tan convencido.

Todo se reducía a que no podía creer que Oishi le hiciera eso.

Ellos jugaban juntos. Eran pareja de dobles.

¿Por qué no se lo dijo antes? ¿Por qué tuvo que enterarse así?

Lo odiaba.

Odiaba a ese cabeza de huevo.

¡Todo era culpa suya!

Ni siquiera podía disfrutar de su helado y eso era, tal vez, lo peor de todo.

No quería pensar en el helado que se derretía en su mano mientras caminaban por el parque.

Ni quería levantar la vista del suelo, porque si lo hacía lo iba a ver a los ojos y no podría seguir conteniendo las lágrimas.

Después de que él y todos los demás titulares se enterarán que Oishi no iba a jugar en los Nacionales, el sub-capitán lo había invitado a comer un helado y dar un paseo.

Eiji conocía a Oishi, ellos eran compañeros de dobles desde hacía mucho tiempo, y sabía que el moreno no lo había hecho intencionalmente.

En realidad, jamás cruzaría por su mente que podría haberlo hecho intencionalmente, después de todo, el de ojos verdes era realmente bueno.

Y justamente ese era el problema.

Oishi era endemoniadamente bueno. Era por ser bueno, por ayudar a los otros, que ellos no iban a poder jugar juntos.

Odiaba a Oishi.

Lo odiaba por ser tan educado, tan considerado, tan buena persona.

Lo odiaba porque siempre soñó con jugar dobles en los Nacionales con él y ahora su sueño no se iba a cumplir.

Lo odiaba porque esa noticia rompió su corazón.

Y se suponía que Oishi nunca rompería su corazón, porque Oishi amaba a Eiji. Lo amaba casi tanto como Eiji amaba a Oishi.

No pudo seguir caminando y levantó la vista. Oishi, que caminaba a su lado, se detuvo y cuando sus miradas se encontraron Eiji vio toda la culpa y el dolor que el sub-capitán sentía, y no pudo contener más las lágrimas.

El de ojos verdes se acercó al acróbata de Seigaku y lo envolvió con sus brazos, intentando calmarlo.

El pelirrojo odiaba a Oishi.

Porque era imposible odiarlo cuando se portaba así. Y el hecho era que Oishi siempre se portaba así.

Incluso aunque Eiji quisiera realmente odiarlo por abandonarlo, por arrebatarle sus sueños, por arruinar sus ilusiones y por romper su corazón, no podía.

Eiji sabía que no importaba cuanto lo intentará, nunca iba a poder odiar a Oishi más de lo que lo amaba.

Eiji amaba el helado. Si, lo sabia, y no lo negaba.

Pero amaba más a Oishi.

El mundo (y los torneos de tenis, y el helado mismo) podían irse al infierno, y él estaría bien.

Él estaría bien siempre que tuviese a Oishi para abrazarlo así y secar sus lágrimas, mientras le decía lo mucho que lo amaba.

Y Eiji sabía que era verdad.

Sabía que Oishi lo amaba, casi tanto como él amaba a Oishi.