"Si una mariposa en Hong Kong bate sus alas, puede provocar una tempestad en Nueva York" (efecto mariposa)

CAPITULO 1.

Emily Prentiss debía tomar una decisión: tomarse o no aquella última copa de bourbon. Se encontraba en el bar del Hotel de Atlantic City, intentando lidiar con el último caso que habían tenido. Que las víctimas hubieran sido mujeres, aproximadamente de su misma edad, morenas y con éxito profesional, no ayudaba en absoluto. Como era habitual, habían atrapado al sudes, y hacía un par de horas que sus compañeros de equipo, que se había reunido para cenar, se habían ido uno a uno a sus correspondientes habitaciones. El alcohol que cada uno de ellos había consumido, guardaba estrecha relación con el orden en que se habían retirado: Reid, Hotch, JJ., Rossi y Derek. Todos ellos ya debían estar en brazos de Morfeo, y sólo quedaba ella, la siempre invencible Emily Prentiss. Aunque en aquel momento, se sentía cualquier cosa menos invencible. Sabía desde hacía al menos tres copas, que iba a tener una migraña de las que hacían historia por la mañana. Finalmente eso le sirvió de aliciente para seguir bebiendo, puesto que ya puestos a lo inevitable, poco iban a cambiar un par de copas más. Y realmente necesitaba olvidar.

Aún así, estaba debatiéndose ante su copa mientras la acariciaba suavemente con su mano. La cuestión básicamente consistía en si seria capaz de llegar hasta su habitación o no. ¿Recordaba el número de habitación? Si, el 705. ¿Era capaz de caminar con cierta dignidad hasta al menos llegar al ascensor?. Había suficiente pared para sujetarse en caso de algún leve tropiezo, así que la respuesta también era afirmativa. ¿Sería capaz de introducir la tarjeta- llave de la habitación en la ranura?. De nuevo sí.

Emily Prentiss decidió tomarse aquella última copa.

El camino hasta la puerta del ascensor, fue mejor de lo que ella había pensado. Sólo tuvo que buscar apoyo en la pared en una única ocasión, y afortunadamente nadie se había dado cuenta. Entró en el ascensor, y con un suspiro de satisfacción, pulsó el botón y dejó caer su cabeza sobre el cristal. De repente se sentía muy mareada. Pero podía controlarlo. Cuando las puertas se abrieron, caminó por el pasillo. Se dio cuenta de que su visión comenzaba a estar seriamente perjudicada por el alcohol. Así que contó el número de las habitaciones... 1,2,3,4... y 5, ahí estaba, su habitación.

El problema surgió cuando trató de abrir la puerta con la tarjeta, y ésta pareció no hacer el "click" que esperaba. Lo intentó en un par de ocasiones, sin resultado. Observó la tarjeta detenidamente y se dio cuenta de que la idea de haberla guardado en el bolsillo trasero de sus vaqueros, no había sido la mejor. Al sentarse, debía haberla roto, o al menos eso parecía indicar la grieta que la atravesaba. Suspiró frustrada, sin poder creer en su mala suerte. Se veía incapaz de volver hasta la recepción para pedir ayuda.

Se quedó allí durante unos segundos, con la cabeza apoyada en la puerta, barajando la posibilidad de dormir en el propio pasillo. Cualquier cosa era mejor que dar un paso más. Una voz la sobresaltó a sus espaldas.

- ¿Puedo ayudarla?.

Emily se giró y vio frente a ella a uno de los empleados del hotel. Lo recordaba perfectamente, porque le había indicado por dónde estaba el ascensor, cuando habían llegado por la mañana. Era un joven de unos veintipocos años, de aspecto risueño.

- ¿Es usted una de las agentes del FBI, no?- Le preguntó con amabilidad, aunque ya sabía la respuesta.

Se sintió un poco avergonzada de que la viera en aquel estado, pero al mismo tiempo dio gracias por haber encontrado a alguien que pudiera ayudarla.

- Se me ha roto la tarjeta, y no puedo abrir la puerta- Le explicó con inocencia- ¿Cree que me podría hacer el favor de pedirle a alguien que me la abra?- Le rogó- Es evidente que no estoy en mi mejor momento... ni piense que normalmente los miembros de mi equipo tendemos a llegar en este estado a nuestras habitaciones... por lo visto yo soy la excepción que confirma la regla...- Se excusó.

- No se preocupe- Le dijo sacando una tarjeta del bolsillo delantero de su chaleco- Tengo una llave maestra.

Emily abrió los ojos, gratamente sorprendida cuando vio como el joven procedió a abrirle la puerta para dejarla entrar. No podía creer que hubiera tenido tanta suerte. Le dio las gracias con una sonrisa de oreja a oreja, y entró en la habitación.

Tenía tanto sueño, y estaba tan cansada y tan alcoholizada, que simplemente se deshizo de toda su ropa y se metió en la cama. En cinco minutos estaba profundamente dormida.

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Derek Morgan no había tenido un buen día. Los casos en los que el perfil de las víctimas se asemejaba a los de algún miembro del equipo no eran buenos. Había estado preocupado por Emily quien se esforzaba por aparentar que aquello no la estaba afectando. Derek la conocía demasiado bien como para darse cuenta de que no era así. Además, después del caso, había bebido más de lo habitual en ella. La acompañó mientras pudo, pero tenía que reconocer que su límite de alcohol, estaba por debajo del de ella.. Finalmente se marchó a su habitación y se metió en la cama, sólo con sus boxers puestos. Escuchó a un par de clientes borrachos en el pasillo, pero no le preocupó. Con todo lo que había bebido, y lo agotado que estaba, sabía con seguridad que ya podrían hacer una celebración del año nuevo chino allí fuera, que no le impediría dormir.

En algún momento de la noche, notó un ligero movimiento junto a él, pero no era de extrañar que sintiera que todo a su alrededor se balanceara como un barco. Siguió durmiendo.

La luz del día lo despertó. Miró la hora en la mesilla de noche, y se dio cuenta de que sólo faltaba una hora para que el jet despegara. Se sentó en la cama, y se alegró de comprobar que por lo visto había parado de beber a tiempo. Su pensamiento inmediatatamente derivó hacia Emily. No estaba tan seguro de que ella también lo hubiera hecho, definitivamente luego se pasaría por su habitación por si se había quedado dormida. Se levantó para dirigirse a la puerta del baño, quería darse una ducha antes de salir. Recordó que su maleta estaba al otro lado de la habitación y se giró.

Se quedó petrificado.

¿Qué demonios hacía Emily durmiendo en su cama? O lo que era más importante ¿Qué demonios hacía Emily durmiendo, desnuda, en su cama?.

Intentó repasar los acontecimientos de la noche. ¿De qué estaba seguro?. Primero, estaba seguro de que había llegado sólo a su habitación; Segundo, estaba seguro de que en ningún momento él le había abierto la puerta para que entrara; Tercero, estaba seguro, muy seguro, de que no había tenido ningún tipo de práctica erotico-sexual con ella... no... definitivamente algo así lo recordaría. Y entonces volvió a la cuestión relevante: ¿Qué demonios hacía Emily durmiendo, desnuda... y muy desnuda por lo que podía apreciar, en su cama?.

Derek Morgan no se consideraba un voayer, pero para cuando se dio cuenta de que no era adecuado observar a su compañera mientras dormía, su ojos traidores ya habían grabado con detalle cada curva de su cuerpo. Estaba acostada de lado, cómodamente abrazada a la almohada, y parecía profundamente dormida.

Se acercó a ella, y la cubrió con la sábana. Sabía que tendría que despertarla o ambos llegarían tarde, y además supuso que tendría una resaca de mil demonios.

Una sonrisa perversa se dibujó en su cara. Se volvió a meter en la cama.

Comenzó a hacerle cosquillas delicadamente en los hombros, y en vista de que no daba resultado, se acercó a ella, y le susurró al oído.

- Em... Es hora de depertarse, o llegaremos tarde...

Murmuró algo en sueños.

Siguió llamándola hasta que por fin se removió somnolienta.

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Emily estaba soñando con algo relacionado con el chocolate, una botella de bourbon y una playa solitaria... Además, había un joven guapo vestido con uniforme dándole un suave masaje, luego el masaje se convirtió en cosquillas, y finalmente el joven pareció llamarla por su nombre.

"Un poco más", le dijo, pero insistía en llamarla. El sueño comenzaba a desvanecerse y se frotó los ojos para intentar despejarse. El latigazo de dolor que recorrió su cabeza, le recordó que estaba en Atlantic City, y que había bebido no mucho, sino muchísimo. Iba a tener una resaca de las buenas...

Finalmente sus ojos se abrieron, pero volvió a frotárselos pensando que aún estaba soñando. Si no, ¿Qué iba a hacer Derek Morgan en su cama, medio desnudo y con una sonrisa traviesa en la cara?.

Resultó que su sueño hablaba, y además con cierto tono de burla.

- Buenos días, princesa.

El grito tuvo que oírse en las habitaciones anexas. De un salto se quedó sentada en la cama aferrada a la sábana, más por la pura impresión que por pudor. Se apartó de Derek como si quemara, y en tres segundos más, estaba a dos metros de la cama, mientras que éste intentaba contener la risa sin demasiado éxito.

-¡¿Qué diablos haces en mi cama, Morgan?!- Le increpó atónita- ¡¿Y por qué estás practicamente desnudo?!.

Derek la miró con expresión autosuficiente, señalándola con el dedo.

- Primero, estás en mi habitación y segundo, creo que tú no eres la más adecuada para preguntarme por mi indumentaria- Le dijo arqueando una ceja y con una sonrisa traviesa en la cara.

Emily miró a su alrededor, comprobando que la primera afirmación era cierta. Aquel evidentemente no era su dormitorio. Luego, husmeó debajo de la sábana, y jadeó al descubrir que la segunda, para su vergüenza, también lo era.

Derek disfrutó del rubor que apareció repentinamente en sus mejillas. Una serie de balbuceos sin sentido salieron de su boca "¿como?... ¿Qué?... ¿Cuándo?...". No conseguía recordar cómo había llegado hasta allí. Finalmente se centró en la cuestión importante.

- ¡Oh, por Dios!, ¡Dime que no ha pasado!- Exclamó desesperada.

Se acercó lentamente hasta ella, que iba dando un paso hacia atrás a medida que se aproximaba. Cuando chocó con la pared, sólo le quedó aferrarse a la sábana, mientras sentía que su respiración se aceleraba. Derek se encontraba frente a ella, apenas a un suspiro de distancia, con la mano izquierda apoyada en la pared, pero sin tocarla.

- ¿No te acuerdas?- Le susurró suavemente junto a su oído. Emily sintió su aliento en la piel, y notó cómo se le erizaba.

Un leve gemido salió de su garganta, "Oh, Dios mío", se lamentó al tiempo que escapaba de su captor, volviendo a poner distancia entre ellos.

Derek inclinó levemente la cabeza sin borrar aquella sonrisa engreída de la cara.

- Eso fue exactamente lo que dijiste anoche...

Los ojos de Emily se estrecharon, cegados por la ira. Si hubiera sido capaz de matar con la mirada, él habría muerto en aquel mismo instante. Dio un par de pasos hacia él, con expresión colérica.

- Hazte a la idea de que esto no ha ocurrido, Morgan- Le dijo utilizando deliberadamente su apellido- Como se lo cuentes a alguien, te juro que será lo último que hagas en tu vida.- Añadió en un susurro amenazador.

Se volvió, dándole la espalda y se dedicó a buscar su ropa. Afortunadamente todas las prendas yacían en un mismo montón junto a la puerta. Le dirigió una última mirada furiosa antes de meterse en el baño para vestirse. Desde dentro aún pudo oír cómo Derek continuaba burlándose de ella.

- ¡No sé por qué te escondes, si no hay nada bajo esa sábana que no haya visto ya!- Exclamó, sabiendo que al menos, en eso no había mentido..

No pudo contener la risa, al escuchar el jadeo furioso de Emily, seguido de una serie de palabras en diferentes idiomas. No entendía nada pero estaba bastante seguro de que eran insultos hacia su persona.

Se sintió realmente complacido por el desarrollo de los acontecimientos, al fin y al cabo ella sóla se lo había buscado.

Dos días antes

Se iban ya a casa, cuando les avisaron de que tenían que volar a Atlantic City esa misma noche. Emily, suspiró frustrada al recibir la noticia.

- ¿Tenías de nuevo planes con tu jacuzzi?- Se burló de ella. Últimamente el tema del jacuzzi era muy recurrente entre ellos.

Emily lo miró de reojo incapaz de admitir que había dado en el clavo.

Derek soltó una carcajada.

- ¿Ves? Es el karma por negarte a invitarme.

- Olvídalo Derek- Le dijo ella recogiendo su mochila de debajo de su mesa- Eso no va a pasar.

- Creo que no deberías desperdiciar la oportunidad de disfrutar de mi compañía. Hasta ahora ninguna mujer se ha quejado- Le dijo en tono sugerente.

Emily le dirigió una mirada de reproche.

- Y eso otro que estás pensando, sólo va a ocurrir en tus sueños, Derek Morgan...- Le advirtió con el dedo mientras se dirigía contonéandose hacia el ascensor.

Derek, sonriendo, siguió con su mirada el movimiento de sus caderas, mientras escuchaba las risas del equipo detrás de él.

"Definitivamente, se lo tiene merecido", murmuró con satisfacción.

Unos cinco minutos después, Emily salió del baño, totalmente vestida, y sin dirigirle la palabra, abrió la puerta de la habitación intentando conservar toda la dignidad posible, y luego la cerró tras ella. Fue al intentar localizar su habitación en el pasillo, cuando se dio cuenta de que la habitación de Derek era la 605. Su habitación estaba justamente una planta encima.

En aquel momento deseó no haberse tomado aquella última copa.