一
Dejé mis zapatos en orden en el estante, abracé con fuerza mis libros y camino con la cabeza agachada por el pasillo siempre procurando no ir por el centro de este y llamar la atención, era lo único en que me consideraba experta.
Ser invisible.
Incluso cuando no lo intento, sobre todo en mi hogar, mi padre cree que soy un estorbo para la familia, sin talento, demasiado débil para siquiera tener el apellido Hyuga, dándole toda la atención a mi hermana menor que ya me ha superado en todo, considerándola más digna que su primogénita.
-Ten cuidado, torpe -exclamó un chico, nuestros hombros chocaron al ir sumida en mis pensamientos.
-L-Lo siento -murmuré sintiendo mi cara hirviendo.
Otra cosa que mi padre detestaba de mí, no poder hablar con alguien sin tartamudear ni sonrojarme, lo irritaba cada vez que lo hacía, no podía evitarlo.
-Un Hyuga siempre debe tener la frente en alto al hablar, tartamudear es signo de tu debilidad -dijo un día.
No quiero pensar en el peso que conlleva tener el apellido Hyuga, desde burlas por mis ojos, característico de la familia, o las bromas de parte de alumnos a los que les molesta mi presencia o por envidia de ser parte de una familia de alto prestigio, si supieran como es en realidad ser parte de la familia Hyuga no volverían a molestarme.
- ¡Oi, Hinata! -gritó efusivamente el rubio que me quitaba el aliento y hacia que mi estómago se revolviera cada vez que me miraba.
-B-Buenos días, Naruto-kun.
Dejé mis libros sobre la mesa y me senté suspirando, Naruto siempre logra subir mi ánimo con solo dirigirme la palabra, lo observé de reojo charlar con Sasuke y golpear el hombro de Gaara buscando su apoyo en sus ideas sobre qué hacer el fin de semana.
-Hinata -se volteó a verme- iba a preguntarte si vendrás con nosotros el sábado.
Me sonrojé sintiéndome incomoda de su mirada fija esperando una respuesta.
-M-Me gustaría, p-pero…
- ¡Ah, Sakura-chan, iremos al club el sábado! -exclamó ignorándome, tragué saliva y bajé la cabeza al ser olvidada por el chico del que he estado enamorada por años- tal vez ahora si acepte salir conmigo -susurró agachándose para luego correr detrás de la pelirrosa.
Me quedé congelada sin voltear a ver a Naruto, como también lograba subirme el ánimo podía hacerme sentir miserable, el provoca tantas cosas en mí del que no tiene idea y tal vez nunca la tenga, comienzo a perder las esperanzas sobre confesarle mis sentimientos sin ser amablemente rechazada.
Suspiré.
Soy realmente patética.
La jornada siguió normalmente, suelo pasar la mayor parte del tiempo junto a Shino y Kiba, el castaño suele recordarme a Naruto por lo inquieto y escandaloso que es, ellos son buenos amigos, siempre están haciéndose bromas o cosas así. Lo envidio, yo no puedo decir dos palabras sin comenzar a tartamudear y sonrojarme hasta parecer un tomate frente a Naruto, debe creer que soy extraña y eso me hace sentir aún más insegura.
-Nos vemos allá -se despidió Kiba cuando nos separamos para ir a los vestidores a cambiarnos para la clase de gimnasia y por fin poder terminar el día.
Asentí y me adentré hasta el fondo del vestidor donde se encontraba mi casillero, alejado de las miradas disimuladas y el bullicio, a diferencia de las demás chicas de mi clase que usaban su uniforme de gimnasia ajustado y apenas cubriendo sus glúteos yo prefería algo más holgado, como siempre. Suspiré desanimada, odiaba la clase de gimnasia por el embarazoso pantaloncillo corto.
-Apresúrate Hinata-chan -exclamó Kiba trotando delante de mí, coloqué mis brazos cruzados frente a mi pecho avergonzada del movimiento que hacia cada vez que saltaban mis senos, hace un año perdí un poco de peso y estos se disminuyeron, pero aún siguen siendo grandes.
Luego del trote para calentar hicimos ejercicios en pareja, volteé a ver como Naruto le insistía a Sakura que hicieran equipos, la pelirrosa aceptó con desgano luego de ser rechazada por un serio pelinegro.
Así era siempre, Naruto perseguía constantemente a Sakura invitándola a citas, irse juntos, comer juntos. La pelirrosa solo tiene ojos para Sasuke Uchiha pero el rubio nunca se rinde, con nada, simplemente admirable.
Terminé agitada por los difíciles ejercicios que nos ordenaba hacer Gai-sensei, me dirigí junto a mis demás compañeras a los vestidores, tomé una larga ducha para esperar que todas se fueran, mi timidez es un caso perdido, irremediable. Envolví mi cuerpo en la diminuta toalla y caminé hasta mi casillero con la mirada gacha, me sorprendí al ver mi casillero completamente abierto, mi estómago se oprimió al ver que este estaba completamente vacío, mi uniforme no estaba y en la puerta con un marcador habían escrito perra en letras más que grandes.
Fruncí los labios tratando de no llorar, no podía salir de esta manera fuera de los vestidores para buscar ayuda, y seguramente la mayoría ya se han ido a casa, esto apesta.
¿Qué he hecho para merecer esto?
-Lindas piernas.
Salté del asombro y volteé hacia donde provenía esa voz, ese inconfundible cabello rojo y peculiar tatuaje.
- ¡¿G-Gaara?! -exclamé, el sonido de una cámara resonó en el lugar y Gaara sonreía ladinamente detrás de su teléfono- ¡¿Q-Que haces?!
- Ya lo verás -dijo riendo suavemente con una mirada extraña, reafirmé el agarre de la toalla, inquieta. Ese no era el Gaara que conocía, ese chico tranquilo y serio que solo decía lo justo y necesario, era diferente, su mirada era fría e inquietante además de la sensación de peligro que sentía al verlo, retrocedí unos pasos temerosa de lo que pudiera pasar.
Guardó el teléfono en el bolsillo de la chaqueta, su camisa estaba bajo su pantalón y su corbata perfectamente anudada, se veía elegante y pulcro, cosa que lo hacía más intimidante haciéndome sentir pequeña y más que acorralada.
Comenzó a acercarse y retrocedí hasta que mi espalda dio con la fría pared.
-N-No me gusta este tipo de broma -dije presionando con fuerza el nudo de mi toalla sobre mi pecho, su presencia me causaba escalofríos, algo que nunca había sentido con Gaara, no, el no solía ser así- p-por favor, devuélveme mi uniforme.
-Yo no bromeo -me encogí de hombros cuando estaba a centímetros de mí, jadeé asustada cuando agarró mi cuello haciéndome levantar el mentón, aplicó un poco de presión en mi cuello y ahí fue cuando el pánico se expandió por todo mi cuerpo, forcejeé buscando mi espacio personal pero mi fuerza no era nada comparada con la de Gaara, sosteniendo mis muñecas con fuerza inmovilizándolas aprovecho para robarme mi primer beso, sollocé en sus labios, esto no era como esperaba que fuera mi primer beso, claro que no. Me imaginaba un primer beso con Naruto, un beso tierno y lleno de sentimientos y mariposas en el estómago, no este beso agresivo que me daba Gaara, con el que nunca había tenido algún tipo de sentimiento más allá de un amigo cercano.
- ¡¿Por q-que haces esto?! ¡Tú no eres así! -sollocé, su aliento tibio chocaba en mis labios, evité mirarlo a los ojos ya que estos solo me provocaban aún más temor.
-No me conoces -dijo con una voz más grave de lo normal, si esto no fuera forzado pensaría que es la voz más sexy que he escuchado, pero los únicos pensamientos que ocupan mi cabeza son los de querer salir huyendo, lejos del pelirrojo.
Un horrible escalofrió recorrió mi cuerpo cuando introdujo su mano por debajo de la toalla que con tanto esmero sostenía. Cerré mis piernas con fuerza y el seguía presionando con sus dedos, por más que intentara empujarlo no lograba quitármelo de encima, gemí adolorida cuando mi cuello fue mordido con fuerza por el pelirrojo, sentí sus dedos fríos bastante cerca y uno de ellos entrar en mi sexo, gemí asustada tirando de sus antebrazos. Mis piernas temblaban y sentía extraños cosquilleos en mi entrepierna.
-P-Por favor, no…
Me besó con fuerza sin dejarme terminar, sollocé cuando un segundo dedo se deslizó en mi intimidad haciendo movimientos en círculos, se alejó un poco para volver a lamer de mis senos.
Aproveché que bajó la guardia y golpeé con mi rodilla su entrepierna, de inmediato soltó mis manos para llevar las suyas a sus partes bajas emitiendo un gruñido, corrí sin importarme que estaba desnuda y con una diminuta toalla.
Necesitaba alejarme de él.
No llegué muy lejos, Gaara me alzó sosteniéndome de la cintura con un solo brazo, grité, pero fui callada al instante por su mano. Me bajó y volví a forcejear contra él, como si fuera una muñeca de trapo me levantó sosteniéndome de mi trasero, mis piernas quedaron rodeando su cintura y avanzó hasta que mi espalda chocó con fuerza en los casilleros, gemí por el dolor y el volvió a besarme con furia, recorriendo vulgarmente con su lengua mi boca, traté de alejarlo con mis manos en sus hombros.
Cada intento de defensa era en vano, se acercó más a mi cuerpo presionándome contra los casilleros, tomo ambas muñecas y las subió arriba de mi cabeza con una mano, con la otra tocaba mis senos por sobre la toalla volviendo a besarme con esa furia incontrolable, desvié la mirada cuando el nuevamente tenía sus ojos frente a los míos.
- ¿P-Por qué haces esto? -murmuré.
-No creí que debajo de esa larga falda y ropa aburrida escondieras semejante cuerpo, no eres tan aburrida como pareces.
Grité cuando bajó la toalla dejando mis senos libres para comenzar a succionarlos.
-Si gritas, vendrán a ver qué sucede, ¿crees que a tu padre le gustaría que le digan que estabas haciendo con un chico?
Sonrió perversamente cuando vio cumplido su propósito, tenerme a su voluntad.
-P-Por favor, déjame ir, prometo que no se lo diré a nadie -dije llorando.
-Cállate -habló fríamente, besó mi cuello dejando húmedo y succionando en algunas partes, fruncí los labios esperando lo inevitable.
Seria violada, por el mejor amigo del hombre que amo.
Solté un sollozo reprimido en mi garganta, esto pareció molestar a Gaara, gruñó y se alejó de mi haciéndome caer sobre mi trasero, traté de ponerme de pie para huir y agarró mi brazo con rapidez, cerré los ojos con fuerza esperando un regaño, con un dedo en mi mentón levanto con delicadeza, abrí los ojos y me arrepentí de ello, su mirada reflejaba odio, deseo, era tan intensa que me sentía amenazada y expuesta.
Golpeó mi mejilla con una fuerza mínima, pero la suficiente para hacerme voltear la cara ligeramente.
-No vuelvas a hacer eso -ordenó volviendo a abofetearme.
Se puso de cuclillas y desabrochó su corbata, no podía quitar la mirada de sus ojos y él tampoco pensaba hacerlo, algo parecido a algo que sola jugar de pequeña con mi hermana o Neji, el primero en pestañear perdía, pero en este caso si apartaba la mirada le daría a entender que me intimidaba.
-Voltéate -ordenó con voz ronca.
- ¿P-Por…
-Obedece.
Bajé la mirada, había perdido el juego y él ya lo tenía asumido, obedecí temerosa de lo que me haría si no acataba a sus órdenes, colocó mis manos detrás de mi espalda y en un tiempo record ató mis muñecas con su corbata. Se puso de pie y lo observé tratando de descifrar que significaba esa expresión seria, me alejé un poco cuando comenzó a desabrochar la correa de su pantalón y esta cayó, la hebilla metálica hizo eco al chocar en el suelo. Tragué duro y gemí asustada cuando agarró con fuerza mi cara enterrando sus dedos en mis mejillas.
¿Por qué me pasaba todo esto? Nunca le he deseado el mal a nadie ni he sido poco amable con las personas, entonces, ¿Por qué el destino desea castigarme?
Las lágrimas no habían parado de caer por mis mejillas, el miedo me paralizaba a pesar de que solo quería salir corriendo, fruncí los labios cuando se acercó para besarme, chasqueó la lengua y tiró de mi cabello, abrí la boca adolorida y el aprovechó eso para meter su lengua y jugar con la mía, cerré los ojos con fuerza y moví mis manos en un inútil intento de deshacer el amarre.
Bajó el cierre de su pantalón y avanzó unos pasos, aparte la mirada y cerré los ojos cuando vi fugazmente su miembro, grande e hinchado y sentí miedo al pensar que eso entraría en mí.
-Soy virgen -lloré con más fuerza. Él lo sabía y es que era demasiado obvio, no podía acercarme a Naruto o cualquier otro chico sin sonrojarme y hasta solo unos meses logré superar los desmayos, mi personalidad me delataba, cuando las chicas hablaban sobre sexo no hacía más que avergonzarme de todo lo que hacían mis amigas cuando yo ni siquiera he dado un beso, hasta ahora.
-Puedo arreglar eso -dijo secamente, se puso de rodillas frente a mí para volver a besarme, sin delicadeza tiró de mis piernas para recostarme en el suelo, mis manos seguían atadas en mi espalda y como si mi cuerpo fuera un saco de papas me volteó, su mano volvió a acariciar mi sexo haciéndome gemir por la sorpresa y la sensación.
-N-No hagas eso… esto es… sucio, no me gusta -mordí mis labios.
-Si no te gusta, ¿Por qué estás tan mojada?
Puso sus dedos frente a mí, estaban humedecidos hasta la mitad, entreabrí los labios y balbuceé, pero las palabras nunca salieron de mi boca.
Salté asombrada cuando algo tibio y grande se posiciono en mi entrada, con sus manos en mis caderas levantó mi trasero.
- ¡P-Por favor, detente! N-No debería ser así, por favor, para…
Las lágrimas seguían cayendo sin control, no tenía fuerzas, tal vez, debería aceptar mi destino, ya no podía hacer nada, mi debilidad me ha condenado a esto.
Enterró sus uñas en mi cadera con fuerza.
-Maldición, eres patética -se retiró empujándome y haciéndome caer de lado, respiré con fuerza tratando de calmarme y parar de llorar, tal vez eso lo molestaría más.
Volvió a agarrar mi brazo con fuerza hasta ponerme de rodillas, exclamé asustada cuando vi su miembro justo frente a mi cara.
-Abre.
Negué con la cabeza y cerré con fuerza mis labios como una niña pequeña haciendo berrinche. Me abofeteó como hace unos minutos, no era con tanta fuerza, pero seguramente mi mejilla está roja justo ahora. Volvió a abofetearme cuando me negué y esta vez sí se veía bastante enojado.
Apretó mi nariz hasta taparla por completo dejándome sin respiración, no aguanté mucho y abrí la boca, apenas inhalé un poco de aire el aprovechó para adentrar su miembro, traté de alejarme y de mi garganta salían gemidos asustados, pero seguía sosteniendo mi nariz con fuerza, la soltó para jalar mi cabello adentrando más su miembro, hice arcadas y luego de unos segundos él se alejó, el olor de su pene me mareaba.
Lo sacó por completo y tomé profundas bocanadas de aire, lo miré a los ojos y le rogué que parara, frunció el ceño y tiró de su cabello para acercarme a su miembro.
-Saca tu lengua.
Negué con la cabeza y su mano volvió a golpear mi mejilla.
-Hazlo, lámelo como si fuera un helado -exigió volviendo a tirar de mi cabello, esta vez gemí por su falta de tacto.
¿Por qué de pronto se comportaba de esta manera? Desde que llegó a estudiar aquí nunca se había comportado agresivo ni tenia comportamientos sexuales cuando las chicas coqueteaban descaradamente con él, más bien, las ignoraba.
Volvió a jalar mi cabello sacándome de mis pensamientos, con inseguridad y vergüenza lamí la punta, tiró de mi cabello hasta que esta estuviera por completo en mi boca. Levanté la mirada y nos miramos fijamente, la esquina de su labio inferior temblaba ligeramente, hice lo que me dijo e imaginé que era un dulce, moví mi lengua alrededor de la base con dificultad ya que estaba dentro de mi boca y era la primera vez que hacia todo esto, seguí observándolo, jadeaba ligeramente y me estaba entreteniendo demasiado mirando sus reacciones a cada movimiento que hacía, tiró de mi cabello de adelante hacia atrás.
-Mantén tu lengua afuera, y ten cuidado con los dientes o te golpearé -ordenó.
Movió sus caderas penetrando mi boca hasta casi llegar a mi garganta, cada vez que hacia arcadas gruñía y adentraba su miembro con fuerza hasta el fondo de mi garganta, cerré los ojos y aguanté, el sonido de una cámara me alertó, abrí los ojos con rapidez y vi la sonrisa mal intencionada de Gaara con su teléfono frente a mí, me removí exaltada y tiró de mi cabello con fuerza volviendo a los movimientos de cadera esta vez adentrando del todo su miembro en mi boca, moví la cabeza negando al notar que comenzaba a jadear y cerraba los ojos con el ceño fruncido, apoyó su mano en los casilleros y mantuvo su miembro dentro hasta mi garganta, un líquido salió disparado y traté de tragarlo todo siendo la única opción para no ahogarme. Sacó su miembro y tocí escupiendo los restos de semen.
Subió sus pantalones sin decir nada, desató la corbata en mis muñecas y la anudó en el cuello de su camisa, limpié mis labios con la toalla con lentitud, estaba avergonzada y humillada.
-Ha sido divertida, Hinata, y gracias por las fotos -dijo riendo.
- ¿P-Podrías devolverme mi ropa? Por favor…-susurré ignorando lo de las fotos, pedirle que las borrara seria en vano, solo quiero irme a casa.
Me miró extrañado.
-Lamento decirte que yo no he sido, pero escuché a unas chicas comentando sobre una broma y una chica desnuda -sonrió maliciosamente, los cabellos que caían sobre sus ojos lo hacían ver aún más temible- sabía que sería algo interesante y no aguante por venir a husmear.
-T-Tu… tú no eres así, no eres el Gaara que conozco…
- ¡No actúes como si lo hicieras! -exclamó con furia.
- ¿Por qué me hiciste esto? -murmuré, refiriéndome a todo el abuso al que había sido sometida.
Gruñó fastidiado.
-Eres muy molesta, pero te responderé de todas maneras, niña tonta. Lo hice porque quise, corromper a alguien como tu es... gratificante, fue delicioso verte sufrir mientras me dabas placer -dio media vuelta con las manos en los bolsillos, antes de salir por la puerta se detuvo y volteo a verme de reojo- aunque al final no te resististe tanto, podría decir que hasta te gustó.
Abrí los ojos desmesuradamente, estaba aturdida por todo lo que había dicho, era cierto que al final no me resistí, pero fue para que no se enfadara, ¿cierto?
Sacudí mi cabeza y comencé a pensar en qué hacer para salir de aquí, mi teléfono se encontraba en mi bolso, suspiré y comencé a buscar por todos los casilleros, luego de una hora descubrí que lo habían escondido en un pequeño y sucio estante al fondo de los vestidores.
El camino a casa fue más deprimente que nunca, al llegar solo se encontraban los del Boke en la cocina, rápidamente se acercó Natsu preguntando si querría algo para comer, negué con la cabeza y me dirigí a mi habitación, ordenándoles que no me molestaran.
Preparé la bañera y me senté esperando que el agua caliente y jabón se llevaran esa sensación impura de mi cuerpo, refregué con fuerza la esponja en mi cuerpo volviendo a llorar. Nunca me habían tocado de esa manera, nunca había sido tan cruelmente humillada.
Fue delicioso verte sufrir.
¿Cómo alguien puede disfrutar haciendo sufrir a la gente? Recordar sus ojos imperturbables me estremecía.
Esa noche tuve pesadillas, horribles pesadillas donde Gaara era el protagonista, haciéndome toda clase de perversidades sin importarle mis suplicas para que se detuviera. Al día siguiente decidí quedarme en cama y pensaba hacerlo los dos días que quedaban para el fin de semana, no estaba preparada para volver a verlo sin temblar de miedo.
