Disclaimer: Teen Wolf es de Mtv y Jeff Davis. Yo sólo sueño con sus personajes.
El abismo
El oficial Parrish vio a Lydia, de pie en el borde del barranco y con la mirada perdida. El cabello rubio fresa y la falda azul se sacudían con el viento, y la blusa blanca se ceñía en su pecho y cintura, enseñando la figura de aquella chica con la mirada perdida y los ojos llorosos.
―¿Martin? ―preguntó Parrish acercándose con sigilo, cuidándose de cualquier movimiento que la adolescente pudiera hacer―, ¿está todo bien?
―No ―contestó ella sin cambiar su posición―, desde hace mucho tiempo nada está bien.
Parrish llegó al borde del barranco, junto con ella y vio hacia abajo.
A pesar de haber servido en Medio Oriente y ser parte del escuadrón anti explosivos, aquella vista al mar sacudido por las olas y los cuerpos en descomposición junto a la balsa destrozada le movieron todo por dentro. Pero se limitó a volver mirar a la joven, que seguía con la mirada perdida en el océano y su cabello se desordenaba aún más con el viento y sintió que podía llegar a entenderla. Desde que había llegado a Beacon Hills estaba rodeado de cosas que nadie podía explicar ―tal vez el Sheriff Stilinski pero lo respetaba demasiado para incomodarlo con preguntas― y que él se negaba a afirmar que existían, y antes de todo eso estaba Lydia Martin, que podía oler, escuchar, o lo que fuera, a la muerte.
Y este caso era uno de ellos.
Se estremeció y llevó su mano con la de ella, tomándola y enredando sus dedos con los pequeños de ella, ganándose la primera mirada de Lydia en el día diferente a la que le dedicaba al mar.
―¿Quieres ir a casa? ―preguntó y ella le sonrió, asintiendo y logrando que un escalofrío le recorriera la espalda, seguido de una sensación cálida en su pecho.
―Estaría muy agradecida si me llevas ―contestó Lydia dirigiendo una última mirada al horizonte, donde el sol empezaba a ocultarse―, no tengo idea de cómo llegué hasta aquí.
Sin soltarse de las manos caminaron hasta el coche patrulla de Parrish y él le abrió la puerta para que subiera al auto. Lydia dirigió una última mirada al barranco antes de subir, soltando la mano del asistente del Sheriff, que se sintió vacío y rodeó rápidamente el auto para volver con ella. Lydia soltó una risita antes de que lo encendiera y Parrish la miró.
―¿Qué? ―preguntó con curiosidad girando la llave de arranque. Lydia lo miró con esos ojos verdes y brillantes que tanto le gustaban.
―Puedes llevarme a tomar un café ―afirmó la joven y Parrish sonrió complacido.
―Insisto, eres psíquica ―dijo antes de acelerar el auto de regreso a Beacon Hills.
