¡Konnichiwa, minna-san! :D

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¡Lo sé, deben estar furiosos/as conmigo por no actualizar mis Long-fics, pero no me importa! (¿?) Nah, ya en serio, gomen por hacerlos esperar en ellos. Ya tengo adelantada una parte de "Kuroshitsuji III", pero por ahora deseo vaciar las ideas de One-shots o pequeños fics (no más allá d capítulos) que tengo en la cabeza. Éste es uno de ellos y como ya prácticamente lo tengo por la mitad, decidí ir subiendo los capítulos, quise que fuera Two-shot… pero como los capítulos quedaron algo largos, decidí dividir esos two-shots en algunos capis más, volviéndolo un mini-fic (d lo mucho). Eso igual fue sugerencia de una querida amiga y kouhai/senpai al mismo tiempo… ¡TE QUIERO, "Akashoujo"-chan! :DDDD

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La trama se inspiró de la saga de Canciones Vocaloid: "Prisoner" y "Paper plane", de los gemelitos Kagamine Len y Rin, respectivamente. Ésta saga en lo personal es bastante emotiva, ya que a su vez se inspiró durante el "holocausto" y la Segunda guerra mundial, en otras palabras… durante el tiempo de cacería de judíos por parte de los nazis… (¡Grrrrrrr, maldito Hitler! ¡Solo me agradas en las parodias de Youtube!) (¿?) Diría que el compositor de esa saga creó esas canciones, en honor a todas las personas que eran asesinadas en los campos de concentración de Alemania. Pero aún con eso, hay algunos aspectos inventados por mí y otros más inspirados en hechos reales, pero que NO se nombraron durante las canciones, sino de mi investigación en la poderosa Wikipedia (¿?)

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El fic estaría ambientado en Alemania, pero no exactamente en el orden cronológico exacto de la época, podríamos verlo como una ligera "parábola de tiempo", ya que aunque Kuroshitsuji se ambienta en 1880 y pico, la cacería nazi fue años después… aunque esto es Fandom, y todo se vale. Salvo la variación de la época, seré totalmente fiel a los aspectos reales. Pero agregando la fantasía presente en el anime/manga de Kuroshitsuji jeje

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Ah, sí, aunque habría unas poquitas partes narradas en 3era persona, el Fanfic sería principalmente narrado en 1era persona. No diré más nada, para no salirme de boca suelta, solo mencioné lo principal y para presentar brevemente el Fanfic xDDD

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¡Turururururú…! ¡AL FIC! ;3

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Disclaimers: Ni Kuroshitsuji, ni sus hermosos personajes me pertenecen, sino a Yana Toboso-sama *Reverencias (¿?)* Tampoco me pertenecen las canciones anteriormente nombradas, sino a su compositor: "Shuuji-P". Los hechos históricos nombrados tampoco son míos. Lo único que me pertenece es éste Fan-fic, los OC/s, las adaptaciones de las canciones, así como las ideas planteadas~

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Advertencias: Inclusión de pareja CC x OC (Canon Character x Original Character), más específicamente Eric x OC. Será una historia de O/U (Official Universe), aunque desde otro punto de vista del de la usual época victoriana. Se incluirán a veces algunas palabras fuertes, así como violencia. Leer con precaución, y con pañuelitos para lágrimas marca "Titanic" a la mano (¿?)~

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...Cap. 01...

"El prisionero de Auschwitz"

[Parte 01]

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En una determinada zona de Polonia, en Brzezinka para ser más exactos, se ubicaba una extensa zona de diversos campos de concentración llamados Auschwitz*(1), la cual se dividía en 3 distintos terrenos: Auschwitz I, Auschwitz II (Birkenau) y Auschwitz III (Monowitz). Nuestro relato se centra en el segundo Auschwitz: Birkenau. Entre todos los prisioneros que allí yacían, se incluía un joven hombre de piel menuda, con algunos vellitos adornando su mentón, teniendo ojos de un color avellana*(2),al igual que un peinado bastante peculiar. Aunque del lado derecho de su cabeza llevaba recogido su cabello, de coloración entre rubia y castaña, en unas trenzas algo prolijas, que él mismo se había hecho; del lado izquierdo, literalmente, no tenía nada y estaba raspado completamente.

¿Por qué? Pues porque los malditos y cínicos guardias nazis*(3)de aquél campo de concentración, en el momento en que él entró allí le intentaron raspar totalmente su cabello.

Pero él se había resistido fieramente, hasta el punto de dejar inconsciente a uno de los guardias, al sentir como éste raspó esa zona de su cabeza. Sus cabellos eran iguales a los de su difunta madre, el único recuerdo que le quedaba de ella, por eso es que no quería que se le arrebatara eso. No supo por qué, pero uno de los guardias (posiblemente de rango superior) al final hizo que desistieran de rasparle lo que le faltaba, y solo lo mando a encerrar en su respectiva celda.

El prisionero, de origen escocés (por parte de sus padres) y que recorría la edad de veinticuatro años, se agachó junto a la cerca de alambre de púas de considerable altura, que rodeaba el campo de concentración en donde se encontraba. La sangre y la suciedad cubría su cuerpo, el sudor le empapaba la ropa oscura y rasgada. La misma suciedad hizo que su cabello rubio-castaño adquiriera un aspecto marrón. Se puso de pie y el dolor atravesó su pierna derecha. Sus ojos avellana estaban apagados por el dolor y la tristeza ya resignada. Cojeaba un par de metros de distancia de la cerca, pero tuvo que pararse y doblar de nuevo. Dios… la pierna le dolía tanto.

A veces se sentía como si se hubiese olvidado de su propio nombre…

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A causa de los constantes castigos, agresiones y abusos psicológicos-físicos, que sufría de parte de los guardias de Auschwitz.

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Pero no… todavía sabía su nombre…

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Fue… Eric Slingby.

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[Eric POV]

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No me gustaba éste lugar. Ésta mierda de agujero conocida como campo de concentración. Me arrestaron hace siete años, sin siquiera hacerme un juicio y lo peor de todo, es que no había hecho nada malo. Yo sólo era un joven hombre de veinticuatro años, hijo de un humilde matrimonio entre un padre judío y una madre gitana, a los cuales lamentablemente vi como fusilaron, antes de arrestarme apenas a mis 17 años. Había sido enviado inicialmente al "primer Auschwitz", el cual (junto al tercero) constaba solo de trabajos forzados, alimentos lamentables y terribles enfermedades. Pero por diversos sucesos, quizás por mi rebeldía o insolencia o mero desprecio, pasados 7 años de encarcelamiento (y en los que ni yo sabía como había resistido a esas condiciones), los mismos jodidos guardias que me arrestaron me enviaron al "Auschwitz de exterminio: Birkenau". Estaba completamente seguro de que tomaron tal decisión, solo para corromper mi mente con el "temor" de la sentencia a muerte... ya que cualquer prisionero que fuese enviado al segundo Auschwitz, por más defectuoso o lamentable que se viera, tenía los días contados... incluyéndome entre ellos.

Seguro lo habían decidido, ya que el agotamiento de los constantes trabajos forzados, la flata de alimento o gérmenes no parecieron dar los resultados que esperaban. A diferencia de los demás prisioneros, mi tiempo de vida (según lo que les escuché decir a esos malnacidos, cuando me escoltaban a mi "nuevo hogar") se extendería hasta un año... si acababa llorando o suplicando piedad, me ejecutarían al acto... pero si aún en ese lapso de tiempo, resistía... o me ejecutarían igual, o no sé qué más atrocidades me harían... los nazis eran, literalmente, unos monstruos sin corazón ni remordimiento en sus acciones. Solía pasar mis días afuera de mi respectiva "habitación" de los barracones*(4) de la prisión, estando delante de la valla de alambre de púas, que se elevaba por encima de mí. Siempre me sentaba allí, sólo de pensar en ser algún día libre. Yo sabía que nunca iba a salir, pero era mi mayor deseo el salir de éste triste lugar.

[…]

«Dicen que en una cruel prisión…

Una persona llegó a amar…

A alguien en libertad…

Una muy cruel-realidad…

¡Aaaaaaaaaaah~!…»

[…]

Pero entonces, algo, o mejor dicho alguien, llamó mi atención y me sacó de mis pensamientos. Era una chica, aparentemente un par de años menor que yo. Estaba de pie frente a mí, en el otro lado de la valla. Nunca la había visto antes. ¿Quién era ella? No podía llamarla, ya que probablemente sería asesinado por los hombres estúpidos que trabajaban en el campo de concentración.

Llevaba un hermoso vestido largo y blanco, con un sombrero del mismo color y con una cinta verde esmeralda alrededor de su cuello, cayendo por sus brazos. Su piel era menudita, mientras que su larga y abundante cabellera era color carmín, con un curioso y ligero flequillo en medio de sus dos ojos. Tenía un hermoso rostro. Sus ojos eran de un tono azul claro, a diferencia de mis ojos color avellana.

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Resumiendo en una palabra… ella era simplemente: preciosa.

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Pero…

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¿Por qué esta chica habría venido a éste lugar?

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¿Sabía acaso lo horrible que era algo como "vivir" en éste campo de concentración?

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Su vestido se movió ligeramente por la brisa cálida y detuvo su caminata, viéndome fijamente… casi con curiosidad y ligero pesar en sus ojos celestiales… quizás por mi deplorable condición. No la culparía… me veía francamente lamentable, pues a diferencia de los demás prisioneros… yo era algo así como el "favorito" de los nazis, respecto a recibir castigos sin razón y por mero placer sádico para ellos. Lentamente me acerqué cojeando a la valla, mirándola igual de fijamente por un momento.

Entonces, la chica hizo un gesto con una de sus manos, saludándome y sonriéndome con amabilidad. Le devolví el saludo, sin saber por qué me había sentido tan cálido de repente. Pero entonces, ella se dio la vuelta y empezó a alejarse… ante eso, algo en mi pecho se contrajo y la calidez se esfumó.

—¡Por favor, no te vayas! —Le grité, con el acento escocés que me caracterizaba y que heredé de la fonética de mis padres.

Al parecer me escuchó, ya que se detuvo y se giró nuevamente, pero solo para decirme con una sonrisa dulce, junto a un acento conocido que me indicaba que era alemana—. Descuida, volveré aquí mañana~ —para luego retomar su caminata y alejarse poco a poco, no sin antes despedirse con una de sus manos.

Devolví el gesto, sin saber por qué sentí de repente una sensación de alivio inmenso… no sabía si fue por escuchar su dulce y tranquila voz, por ver su sonrisa cálida y amable… o por ambas cosas. Como pude le sonreí, hasta que la perdí de vista en el horizonte y al final, solo suspiré. Lo cierto era que la enorme barrera alambrada (que separaba el suelo arenoso y árido de mi lado de la cerca, a comparación del verdoso y adornado de abundante césped del suyo)… me impedía siquiera sacar una mano para saludarla con más claridad.

Incluso era escalofriante recordar la vez en que presencié, en mi primer día de ingreso en aquella prisión, como un pobre y desesperado prisionero se arrojó sin reparos contra esa vaya… murió poco después de aquello. Resultó traumante, sí… pero aguanté demostrar mi temor, luché y logré aparentar nada más que impresión.

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Por una promesa que les había hecho a ellos

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A mis padres

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Tiempo después de cuando los vi morir enfrente de mis ojos, sin piedad alguna por los nazis que descubrieron nuestro escondite, siendo atravesados por miles de balas… sentí que las lágrimas frías y amargas rodaban por mis mejillas. Poco después de que les dispararon, ellos yacían moribundos en el suelo y rodeados por charcos abundantes del líquido vital carmesí.

Los rubios y castaños cabellos de mi madre y mi padre (respectivamente) estaban manchados de ese color tan peligroso… sus ojos verdes y avellana (en el mismo orden) poco a poco perdían su brillo… pero con las últimas fuerzas que les quedaban, centraron sus semi-opacadas miradas en mí y sonrieron a duras penas… sonrisas de dolor pero tratando de transmitirme la calma que perdía. Yo solo pude llorar más, al verlos en tales condiciones… pero para mi sorpresa, ellos no lloraron, aunque la cristalización de sus ojos ya casi sin vida, demostraba que luchaban contra ello.

No llores, ni-… tengas miedo… se fuerte-… hijo… —fue lo último que pudo articular mi padre, a duras penas y con un hilo de sangre resbalando por sus labios.

Pareció que intentó añadir algo… pero no pudo hacerlo, finalmente murió. Aunque él era el padre… le tocaba transmitirme la mayoría de lo importante, lo que todo hijo necesitaba escuchar en las palabras de su padre: "Que no perdiera mi fortaleza".

Mi madre sujetó, a duras penas, la mano de mi padre, sin apartar su mirada color esmeralda de mí. Su respiración era cada vez más baja, pero luchando contra las punzadas y las lágrimas de pesar, que intentaban escapar de sus ojos, logró articular sus últimas palabras y las que casi sonaban como las que intentó pronunciar mi padre antes:

Recuerda que-… siempre te amamos-… y quien eres-… Eric…

La muerte se la llevó poco después de pronunciar mi nombre, poco después de escuchar su voz y el último tono de amor maternal que escucharía, por los próximos 7 años. Los guardias nazis ni se inmutaron ante ello, además… la única razón de que no me mataron, fue porque sus balas se terminaron. Pero eso no impidió que esbozaran unas sonrisas… sonrisas crueles y llenas de maldad… me tiraron al suelo, empezando a golpearme y patearme sin reparos, con bastante fuerza… yo solo luchaba por impedir que me diesen en zonas vitales o de alto riesgo, me cubría mi cabeza con mis brazos y yacía cual ovillo en el suelo…

Pero no les di la satisfacción de escuchar más que algunos quejidos, pero nada de gritos y menos lágrimas. Seguiría la voluntad de mi padre, no derramaría ninguna lágrima luego de la muerte de él y de mi madre… pero parecía que la única razón de que me encerraran, fue para lograr destruirme y corromperme por dentro, hasta que esa fortaleza que me brindaron mis padres se rompiera y finalmente, me quebrara y estallara en llanto ante ellos.

Pero eso no pasó… nunca. Ni durante las golpizas y torturas que recibía de esos nazis, día a día que pasaba en Auschwitz… nunca derramé una sola lágrima. Por más dolorosas que fueran las heridas, cicatrices y moretones repartidas en mi cuerpo… no obtendrían nada más que quejidos, nada más que eso.

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Ahora que me ponía a pensar… a comparación mía, esa chica de cabellera carmín tenía su piel de porcelana perfecta, sin una sola señal de agresión. Ella estaba en el lado de la luz y la libertad, mientras que yo yacía en el lado de la oscuridad y el sufrimiento… éramos totalmente distintos. Muchas más barreras nos separaban e impedían que nos conociésemos a plenitud, aparte de la alambrada de Auschwitz.

[…]

«… Muy injusta recuerdo que fue…

Mi condena y agresión…

Soy muy diferente a ti…

Barreras nos se-paran…»

[…]

Al poco tiempo, me llamaron para volver a mi respectiva celda. Acepté resignado, saliendo de mis tristes recuerdos y me giré, cojeando hacia donde uno de los guardias me esperaba, siempre para regresarme a mi celda… o vigilarme, en caso de que tratara de escapar. Aunque debía reconocer que él era uno de los (pocos) guardias más "amable" del lugar, no es que fuera un santo, pero curiosamente siempre era quien detenía a los demás guardias, cada vez que agredían a otros prisioneros o a mí, dándoles órdenes de que pararan y se marcharan. Ellos lo obedecían sin rechistar, pues era uno de los superiores y al parecer, había ascendido a tal puesto en poco tiempo.

Su carácter era sobrio (no por no estar borracho, sino por ser tan pulcro y correcto), así como firme, estricto y tranquilo, casi impasible (aunque no niego que en ocasiones se enojaba). Era de piel algo pálida, pero no al punto de parecer caucásico. Sus cabellos negros estaban perfectamente peinados hacia atrás, sin un solo pelo afuera del lugar debajo de su gorra militar. Su uniforme era de color negro y con algunos detalles plateados, los botones de su camisa estaban perfectamente abotonados. Sus botas estaban pulidas y sus guantes adornaban sus manos.

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Lo curioso de su rostro, adornado por gafas de bordes ligeros, eran sus ojos

Aquél par de ojos verdes-amarillentos y brillantes…

Casi lo hacían parecer alguien fuera de éste mundo, alguien que… no fuese humano

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¡Bueno!

No sé si eran cosas mías, pero así me parecía y esa impresión me daba cada vez que lo veía a los ojos.

Igual acentuaban la seriedad de su rostro… por lo que solía llamarlo "Señor superior", al desconocer su nombre real. Ya que los guardias siempre se dirigían a él como "Señor" o "Superior", por lo que acabé formando el apodo con ambas palabras. Mientras que el "Señor superior" y yo caminábamos, le pregunté:

—¿Podría darme un poco de papel y un lápiz, por favor?

—¿Para qué? —Me contestó él con otra pregunta, en un tono áspero pero no enojado, lo usaba para dirigirse a todos y con la firmeza que necesitaba todo superior.

—Para un dibujo —le respondí. Era una mentira, pero procuré decirlo con la espontaneidad necesaria para que el "Señor superior" se lo creyera… cosa que al parecer funcionó.

Luego de que me hiciera entrar en mi celda, la cual compartía con otro chico del que les hablaré más tarde. "Señor superior" se retiró algunos minutos hacia su oficina, pero cumplió con su palabra y regresó con unas cuantas hojas blancas, al igual que un lápiz. Le agradecí con cierta sinceridad, a lo que él añadió que no lo hiciera, no amablemente pero tampoco con desagrado.

—¿Cuándo le devuelvo el lá-…?

Pero él me detuvo, con voz firme y arreglando sus anteojos con su diestra, diciendo—. Honestamente… no hace falta, tengo más en mi escritorio. Puedes conservarlo o no, eso depende de ti —acabó, para luego retirarse nuevamente de allí.*(5)

Sonreí por lo bajo, aún con esa actitud sobria… "Señor superior" no ocultaba la amabilidad de sus acciones. Me costaba creer que se tratara de un nazi, por el símbolo rojizo bordado en uno de los hombros de su uniforme. Pero recordando la razón de que le pidiera tales artículos, me giré y deposité el papel ya extendido sobre la delicada mesita que yacía en la pequeña celda, en una esquina cerca de la pequeña ventanita de las paredes de frías piedras y ladrillos. Las "camas" del lugar constaba de dos columnas similares a unas columnas inclinadas y apiladas sobre dos piedras enormes a cada lado (manteniéndolas firmes y levantadas), cubiertas de pajas en el interior. Comencé a escribir en la delicada hoja, con sumo cuidado pero con emoción también… algo que no había sentido en mucho tiempo. Poco a poco iban apareciendo letras y luego, palabras.

Había decidido escribirle una carta a esa chica, ya que la barrera de alambre que nos separaba nos impediría hablar con claridad. Quería preguntarle tantas cosas… hacerle tantas preguntas que invadían mi mente y corazón. Pero acabé escribiendo solo algunas pocas, quizás mi subconsciente me indicaba que no era el momento de iniciar con tanta presión, sino con delicadeza y cosas simples.

¿Eric…? —Di un leve respingo, ya que me sorprendió escuchar la voz de mi compañero de celda, al estar tan concentrado en escribir la carta, ya terminada y la cual oculté velozmente debajo de mi almohada, entre la paja de mi "cama" inferior.

—A-Alan, ¿ya estás despierto? —Pregunté, maldiciendo internamente el leve temblor de mi voz (a causa de los nervios) y tratando de actuar casual.

—Ajaaaaa~ —respondió el chico 7 años menor que yo, soltando un bostezo y alargando esa palabra. Su piel era blanca, sus ojos (entrecerrados por el bostezo) eran de color miel… unos ojos muy brillantes y dulces, al igual que su apariencia. Sus cabellos eran cortos y castaños. Vestía las mismas "ropas" (o mejor dicho: arapos) oscuras que yo… pero al ser algo pequeño y escuálido, les quedaban algo grandes. Una vez se desperezó, asomó su cabeza por sobre la "cama" encima de la mía—. ¿Qué haces~?

—Yo… estaba… —alargué la última letra de esa palabra, tratando de sacar una buena excusa—. Ettoooo… recién volví de la "salida" diaria, Alan —bueno, no había mentido del todo, eso hacía que mis nervios bajaran un poco.

—Ah, ya veo~ —asintió el pequeño Alan, sonriendo como siempre—. Entonces creo que dormí mucho… gracias por pedirle al "Señor superior" que me dejase descansar. Es una pena que no pueda ayudarte a la hora de los "trabajos"… quisiera pasar más tiempo contigo, que adentro de la celda o en la hora de la… comida —dijo la última palabra con una sonrisa triste y nostálgica, pero luego ésta se volvió de agradecimiento profundo, al verme por unos segundos a los ojos.

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Algo que debía admitir, es que él tenía tantas o incluso más heridas que yo, solo que las tenía más que todo en su cuerpo, brazos y piernas, no tantas en la cara. Por más "favorito" que fuera yo en los castigos de los guardias, si por casualidad no podían golpearme, iban contra él y no solo lo castigaban, sino que se desquitaban por el simple hecho de no haberme golpeado antes. Por esa razón es que yo me sentía culpable al ver sus heridas.

Pero aún con eso, Alan conservaba una sonrisa y brillo en sus ojos dorados… siempre diciendo:

«Si el último preso perdiera la esperanza… ¿Quién les daría ánimos a los demás~?».

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Y tenía razón…

No es que fuese un gran amigo de todos los prisioneros… pero procuraba nunca hacernos perder la fe, los ánimos… ya que como recitaba el dicho: «La esperanza es lo último que se pierde».

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Trataba de nunca dejarlo solo, por temer que en alguna de sus agresiones fuese a morir desangrado o inconsciente. Le tenía no solo ese sentido de protección, sino mucha estima. También compartía de la poca comida que me daban con él, ya que por tenerle rabia (al ver que lo cuidaba tanto) los guardias de broma le daban la mitad de una migaja como sustento. Por esa razón es que estaba tan flacucho y escuálido, yo procuraba alimentarlo a tal punto… que a veces ni yo comía, mintiéndole al decirle que ya había comido y entregándole todo mi alimento. Él parecía dudar en ocasiones, pero ante mi gran insistencia, aceptaba con timidez. Fue ganando un poco de peso, cosa que me aliviaba, necesitaba fuerzas… le agradecía a Dios con que no lo mandaban al área de trabajos forzados, (aunque aquél Auschwitz era principalmente de exterminio, no dudaban en hacernos sufrir con trabajos innecesarios), más que suficiente tenía Alan con las golpizas de desquite o las migajas en su plato.

—No debes… preocuparte por esas cosas, Alan —le respondí, intentando sonar seguro y tranquilo, ocultando mi tono conmovido ante las palabras de mi amigo.

—Bueno, como digas… —suspiró él, resignado, pero retomando su sonrisa, añadió—. Y… Eric…

—¿Mande?

—Gracias~ —di un leve respingo, con mis ojos abriéndose de par en par, al escucharle decir eso—. Gracias por todo~

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Duramos en un largo rato de silencio, él conservando su sonrisa y yo mi impresión. Hasta que rompí el silencio…

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—No debes agradecer… —fue lo que respondí, con un ligero rubor inundando mis mejillas, a causa de la empatía que sentí y cruzándome de brazos—. Tonto…

Alan solamente soltó una larga carcajada divertida, ante mi expresión orgullosa y mi rubor, provocando que éste último aumentara, así como apartara mi mirada con brusquedad y tratando de salvar mi dignidad. A lo que el solo siguió riendo, poco después… acabé uniéndome a las risas.

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«Gracias por todo…»

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Puede que en ese instante no lo hubiese notado, ni sabido, ni adivinado, ni precavido… puede que no hubiese analizado el significado de la importancia de esas tres palabras, ni el tono con que Alan las pronunció, ni el leve deje de tristeza que adornó su sonrisa o sus ojos por unos instantes.

Nunca me lo hubiese planteado, ni hubiese entendido esa frase como una "despedida" (por algo que solo Alan sabía, pero se negaba a decirme)... al menos no en ese momento.

o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o- o-o-o-o-o-o-o-o-o- o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o

Al día siguiente, cuando fue mi turno para salir al "jardín" (si es que un terreno árido y rocoso podría llamarse así) una vez me soltó el "Señor superior", corrí tan rápido como pude (y lo que me permitiera mi pierna) hasta el lugar donde la chica y yo nos conocimos antes, frente a aquella imponente valla alambrada… y ella estaba allí, tal como me dijo ayer.

—¡Hola~! —Saludó ella, con emoción, al parecer estaba alegre de verme igualmente.

—H-hola… s-sí, viniste —Fue todo lo que pude responder, maldiciendo el temblor de mi voz y sonriéndole con timidez. Aún sostenía mi hoja entre mis manos, desplegada, ella la vio con curiosidad.

—¿Y ese papelito? —Preguntó.

—Ehem… pues… ya verás… —contesté con paciencia, pero solo aparentándola, pues estaba ansioso por darle mis palabras escritas.

Rápidamente y ante la atenta mirada celeste de la peli-carmín, doblé mi carta en una pequeña esquina, luego otra y otra, hasta que acabé dándole la forma de un pequeño avión de papel, el cual tiré lo más fuerte y alto posible hasta que éste sobrevoló la valla, cayendo en picada hacia el lado de ella. Con rapidez y reflejos, la chica logró atrapar el pequeño avión antes de que cayera, para luego desdoblarlo y leerlo con tranquilidad. A medida que sus ojos examinaban y se movían, leyendo, yo por mi parte… re-memorizaba mentalmente las palabras que escribí ayer.

[…]

«… Yo te dedicaré una carta…

Como un avión de papel…

Para que cruce ésta alambrada pared…

Y que lejos-vuele…»

[…]

No pasó mucho tiempo después de que recitara mentalmente la última oración, cuando noté que un tierno rubor inundó las mejillas de porcelana de la chica; al parecer había acabado de leer. Admito que no esperaba que se sonrojara, pero al apreciar su rostro teñido de ese tierno carmín (tan similar a su cabellera)… no pude evitar echarme a reír, no por burla… sino diversión y ternura, a causa de la expresión de ella. Solo provoqué que ella se sonrojara aún más. Con el paso del tiempo, sus mejillas se volvieron de color rojo brillante (incluso mayor que el de su cabello). A continuación, ambos comenzamos a reírnos, duramos un buen rato haciéndolo, hasta que noté como ella dobló con extremo cuidado la hoja, sujetándola entre sus manos y posándola sobre la altura de su pecho.

—E-ettoooo… —comenzó a decir ella, con timidez, hasta que me sonrió de forma cálida (tal como cuando la conocí)—. G-gracias por tus palabras… q-quisiera responderte ahora, pero… —bajó con pena su mirada, hasta que algunos mechones carmíneos ocultaron sus ojos, intentando también ocultarse con su sombrero—. M-me temo que ya debo irme, debo volver a mi… hogar.

Enarqué una ceja, extrañado del tono con que dijo «Hogar», pero comprendiendo su situación, le dije—. D-descuida, no debes responderme en éste momento. Si quieres… la próxima vez que vengas, ya que ésta barrera nos impide hablar con normalidad-… —me llevé una mano detrás de mi nuca, tratando de no apenarme por lo que iba a proponerle—.-… Puedes responderme y hacerme tus propias preguntas, escribiéndolas en un avión de papel… —Ella pareció sorprenderse ante mi propuesta, a lo que añadí, ya un poco nervioso—. ¿T-te parece bien?

—¡Claro~! ¡Así lo haré! —Con renovados ánimos me respondió, sonriéndome nuevamente y dándose la vuelta, no sin antes agitar una mano, añadiendo con su acento aleman—. Cuídate, trataré lo más posible de venir mañana, pero si no… volveré en cuanto pueda~

—M-me parece bien… —asentí tranquilo y añadí—. Cuídate también…

Una vez ella desapareció, tras alejarse en dirección al horizonte, escuché la voz del "Señor superior" llamándome. Ya era tiempo de volver a mi celda. Estaba aliviado de, aunque sea, haberme despedido de la chica… así como muy feliz porque ella se alegrara ante las palabras que le dediqué en aquél avión de papel.

Ese había sido el factor inicial que le dio forma a nuestra (curiosa) amistad, ya que durante los próximos meses… la chica y yo continuábamos viéndonos el uno al otro entre aquella valla, lanzándonos aviones de papel y comunicándonos entre nosotros… para así provocar que nuestra amistad… a juzgar por las palabras de ambos, que estaban plasmadas en las cartas-aviones que recibíamos… se convirtiera en "algo más" que eso…

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Poco a poco, las palabras de amistad de los aviones de papel

Fueron evolucionando, hasta transformarse en… palabras de amor.

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Ya había pasado cerca de la mitad de un año, desde que la chica y yo nos habíamos empezado a enviar los aviones de papel. Durante ese lapso de tiempo, fue que mi amigo Alan se enteró de mi situación… al descubrir (sin querer) una de las cartas de esa chica, la cual descuidé y quedó en el suelo. Por lo que él, sin ninguna intención mala sino más que curiosidad, la abrió y leyó. Pero Alan más bien estaba emocionado y muy feliz por mí:

—¡Ah~! ¡Genial, Eric! ¡Encontraste a la chica de tus sueños! —Recuerdo que fue lo primero que me dijo, todo risueño y con sus ojos miel deslumbrantes.

¡Shhhhhh! ¡Baja la voz, tonto! ¡O los guardias te van a oír! —Fue mi respuesta inicial, de completo nerviosismo, pero parecía que él (en su euforia) no me escuchaba.

—¿Cómo es? ¿Es linda? ¿Hermosa, tal como su letra? ¿Cuántos años tiene? ¿Es alta como tú, o bajita como yo? —Esas y muchas más preguntas salían de su pequeña boca, una tras otra y casi como si un tsunami interrogativo se tratase. Tuve que taparle la boca velozmente con una mano, aún más nervioso que antes, pero Alan continuaba "preguntando" cosas ininteligibles—. ¿Huuuum~? ¿Hum hum huuuum~?

¡Calladito te vez más bonito, enanito! —Le reclamé, en susurros amenazantes, mirando de reojo para atrás y suspirando de alivio. Al parecer ningún guardia nazi pasaba por allí, a lo que volví a ver a Alan—. Escucha, Alan… te soltaré y te hablaré de ella… ¡Pero debes estar muy, y óyeme bien: MUY calladito! ¿Está claro?

¡Uuuuhuuuum~! —Asintió él, animado, a lo que suspiré y alejé mi mano de su boca. Duró unos segundos en silencio, hasta que abrió su boca y empezó a corear, a lo bajito—. ¡Eric está enamoraaaaado~! ¡Eric está enamoraaaadoooowww~!

Alan… ve al grano, tonto… —le reclamé en susurros, cruzado de brazos y con mi mirada apartada hacia otro lado, para que no viera mi rubor.

Je je je~ —rió en lo bajito, pero tranquilizándose, preguntó ya con algo de seriedad, pero con sus ojos aún brillantes—. Y dime… ¿Hace cuánto que se conocen? ¿Cómo es ella, es hermosa? ¿Cuántos años tiene? ¿Puedo ser el padrino? ¿Cuántos hijos o hijas tendrán?

Un tic nervioso apareció en uno de mis ojos, ante la hilera de preguntas… algunas razonables y otras ridículas, pero respondí una a una—. La conozco hace… 5 o 6 meses, no estoy muy seguro. Ella es… sin duda hermosa, es de cabellera larga y roja cual manzana… sus ojos son como un par de cielos, azules y serenos… su piel es blanca, cual la más fina porcelana… siempre lleva puesto un vestido de color blanco, al igual que un sombrero y una cinta verde alrededor de su cuello… pero… sin dudas, las dos cosas más hermosas de ella son… su sonrisa y su voz~

Pero al notar que me estaba desviando y sonrojando, al recordar a mi amada, tosí falsamente unos minutos. Alan solamente me miraba fijamente, aparentando seriedad… pero sabía que en el fondo se moría de la risa, el verme apenado le resultaba tierno. Proseguí con mi relato y contestando a las demás preguntas, procurando usar un tono de voz bastante bajo (en caso de que viniera algún guardia), pero lo suficientemente alto para que Alan me escuchara.

Por lo que me dijo, en una de nuestras primeras cartas… ella tiene 22 años… —Así era, había acertado en pensar que era dos años menor que yo—. Es un poco alta, lo suficiente para rebasarte por unos pocos centímetros, pero no llega más allá de mi pecho —sonreí internamente de diversión, al ver a Alan inflar sus mofletes. No le gustaba ser más bajito que una chica.

¿Y… ya te dijo su nombre?

—… —mis ojos se abrieron de par en par, al cerciorarme de ese pequeño pero importantísimo detalle. ¡Joder! ¿¡Cómo se me había olvidado preguntarle tal cosa, así como presentarme yo también!? Alan ante mi expresión, solo suspiró comprensivamente.

No se lo has preguntado todavía… ¿Verdad? —Bajé mi mirada con cierta pena, con mis ojos ocultándose debajo de mechones rubios-castaños, Alan volvió a suspirar—. Tomaré eso como un "". Aunque… seguro eres tan feliz estando con ella, enviándole esos aviones, que cositas así no te importan… —sonrió con diversión y dulzura… pero poco a poco, su expresión fue tornándose triste—. Es un alivio muy grande para mí… saber que Eric… ya no se sentirá tan solo… —y tras decir eso, se quedó callado.

¿Alan? —Lo llamé aún bajito, al cerciorarme de su extraño silencio y esa expresión en él—. ¿Qué sucede?

—…

—¿Alan…? —Lo llamé de nuevo, de forma más audible y posé una mano sobre uno de sus hombros, para llamar su atención. Él dio un ligero respingo, mirándome de forma inexpresiva por unos segundos… para luego sonreír de una forma triste, dolida, apenada, arrepentida… culpable… no sabía por qué—. ¿A-Alan…? ¿Qué es esa sonri-…?

—Perdóname, Eric… lo lamento mucho… —me interrumpió de forma abrupta, aunque hablando de forma tranquila también, conservando esa sonrisa triste en su rostro, al igual que reflejándose pesar en sus ojos color miel… estos lucían algo cristalinos, como los de una persona que luchaba por reprimir el llanto.

—¿Qué…? —Estaba pasmado, extrañado por esa expresión suya. ¿Que lo perdonara? ¿Que lo lamentaba? ¿Que le perdonara "qué"? ¿Qué era lo que lamentaba? ¿Por qué actuaba de esa forma? No me gustaba nada aquello, por lo que sujetándolo de los hombros, lo zarandee ligeramente y sin hacerle daño—. ¿De qué diablos hablas, Alan? ¿Qué mosca te picó hoy?

—Yo… yo… —por fin se habían quebrado… tanto su voz, como su sonrisa y su resistencia… las lágrimas saladas resbalaban por sus ojos, como alguien que había cometido algo terrible y cuya consciencia lo carcomía por dentro—. Lo siento, Eric… y-yo… yo quise decírtelo… p-pero… tuve m-mucho miedo por c-cual sería tu reacción… —tuvo que detenerse y secar sus lágrimas con sus manos, ya que los hipidos leves del llanto le impedían hablar con normalidad.

—¿D-decirme qué…? —Mierda… hasta mi voz empezaba a quebrarse, sentía también cierto ardor en mis ojos, ese típico ardor de alguien que igual luchaba por no llorar... pero me negaba a hacerlo, tanto por la promesa a mis padres, como para no poner peor a Alan. Perdiendo un poco la paciencia, lo zarandee más fuerte y provocando que su pequeñamente escuálido cuerpo temblara—. ¿¡Decirme qué, Alan!? ¡RESPÓNDEME!

¡V-voy a morir, Eric! —Gritó él, ya en histeria y totalmente arrepentido—. ¡VOY A MORIR DENTRO DE POCO!

Detuve abruptamente mis zarandeos, en lo que mis ojos se abrieron de par en par, el ardor en mis ojos aumentó… pero no supe nunca cómo hice para aguantarlo, para reprimir las lágrimas que luchaban para escapar y resbalar por mis mejillas… no supe cómo, ante esas palabras de Alan. ¿Por qué…? ¿Por qué algo dolía dentro de mí? ¿Por qué de repente sentía… angustia y melancolía? ¿Por qué…?

—¿C-cómo dices eso… A-Alan? —Logré articular, con voz temblorosa—. ¿E-estás jugándome alguna broma pesada o-…?

—No es ninguna broma… —respondió de nuevo, bajando su mirada y con más lágrimas resbalando por sus mejillas, aunque mechones castaños me impedían ver sus ojos—. É-él dijo… él dijo que… yo… moriría dentro de poco… pues tengo Fiebre tifoidea*(6)

—… N-no puede… ser cierto, A-Alan… —articulé con dificultad, pero sin tener ningún descuido de llorar, al estar en tal estado de shock—. ¿C-cómo que tienes esa enfermedad? ¿Quién diablos te dijo eso? ¿¡Fue uno de los malditos guardias, para atormentarte!? —Al pensar que se tratase de eso, no pude evitar sentir rabia creciendo dentro de mí y apretar mis puños—. ¡Siendo así, les voy a dar su-…!

—N-no fueron ellos… al menos, no los que nos molestan siempre… —respondió con timidez, ya calmando su llanto poco a poco, aunque aún con voz temblorosa—. F-fue…

¿¡Quién!? ¿¡Quién carajo fue!? —Estaba harto y dispuesto a darle su merecido a quien quiera que fuera el que le hubiera dicho tal mentira a Alan… rezaba porque fuese solo una vil mentira, de verdad quería que fuera así. Antes de que Alan respondiera, o yo dijera algo más, una voz conocida sonó a mis espaldas.

Fui yo quien lo dijo, señor Eric…

Me giré abruptamente y… descubrí que quien habló, fue nada más ni nada menos que… él… el "Señor superior", parado con su porte elegante e inmutable, al otro lado de la cerrada celda. Su semblante se notaba un tanto más serio de lo normal, más frío… más calculador… y ligeramente, más cruel.

—¿Qué diablos…? —Fue lo primero que pude decir, en estado de shock nuevamente. Pero al ver que él ni se inmutaba o daba señales de decir algo más, hasta que yo hablara antes, salí de mi ensimismamiento y apreté los puños. Mi ceño se frunció hasta límites inimaginables y corriendo, golpeé con un puño (reuniendo bastante fuerza y sin percibir el dolor) uno de los barrotes de la "jaula" donde me encontraba. Eso no pareció ni asustarlo, en lo más mínimo—. ¿¡Por qué carajo le dijo esas cosas a Alan!? ¿¡Por qué le mintió, diciéndole que tenía esa enfermedad!?

—Primero que nada: controle su vocabulario —frunció ligeramente su ceño, algo ofendido, aunque sin perder la frialdad de su semblante. O la crueldad en sus ojos verdes-amarillentos—. En segundo lugar: no le mentí al joven Alan, en ningún momento… —la firmeza con que dijo esa frase provocó que sintiera un pequeño escalofrío recorriera mi columna vertebral… sus ojos resplandecían de forma extraña, casi era como ver a los ojos de la muerte, literalmente hablando—. Tercero: fui totalmente sincero con el joven Alan, pues si el momento de su muerte está próximo… pensé que tenía el completo derecho de saberlo…

—P-pero… —maldita sea, mi voz aún temblaba—. ¿C-cómo es que… usted está tan seguro de eso? ¿P-por qué lo dice como… si supiera cuando es que Alan vaya a morir? ¿Q-quién… es usted?

—Honestamente… es algo tedioso que deba repetirle esto, a todos los mortales con los que soy sincero… —suspiró él, fastidiado. Pero arreglándose sus gafas con su diestra, continuó diciendo—. Soy William T. Spears… y la razón de que sepa todo esto, se debe a que soy un cegador de almas… soy un Shinigami.

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CONTINUARÁ

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N/A: *(1) Auschwitz II (Birkenau) es el campo que la mayor parte de la gente conoce como Auschwitz y el que se uso en éste relato. Allí se encerró a cientos de miles de judíos, gitanos y deportados, a diferencia de Auschwitz I y III (su progenitora y sucesora, respectivamente) que solamente ejercían trabajos laborales, el Auschwitz II se encargaba del exterminio de los prisioneros. El campo está ubicado en Birkenau, a unos 3 km de Auschwitz I. La construcción se inició en 1941, como parte de la Endlösung (solución final). El campo tenía una extensión de 2,5 km por 2 km y estaba dividido en varias secciones, cada una de ellas separada en campos; los cuales al igual que el complejo entero, estaban cercados y rodeados de alambre de púas y cercas electrificadas (algunos prisioneros utilizaron las cercas electrificadas para suicidarse)~

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*(2) En mi imaginación, ese fue el color de los ojos de Eric en su anterior vida humana, antes de renacer en Shinigami. Un hecho NO confirmado en la serie original, sino solo en éste Fanfic, al igual que lo de sus padres judíos-gitanos, pero lo del acento escocés SÍ es oficial. El color de ojos humanos de Alan igual es solo invento del Fanfic~

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*(3) Aunque la denominada "Alemania Nazi" se formó en 1933, el curso de la historia de Kuroshitsuji es en 1880 y pico, bueno… ¡Éste es un Fan-fic, por dios, no todo debe ser exacto! ¡Encima, en el manga Soma mencionó que Ciel tenía una Televisión! Pero bueno, quise aclarar esto para evitar confusiones y reclamos, gracias.~

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*(4) Los barrecones eran los lugares donde dormían los prisioneros, hechos de ladrillo y de madera, similares a antiguas caballerizas con diminutos tragaluces. Con excepción de dos ventanas abatibles, las restantes 17 ventanas no se podían abrir. Cada barracón disponía de dos pequeñas habitaciones (una para el decano, otra servía para almacenar el pan) y 60 paredes divisorias, entre las que se encontraban literas compuestas por tres camastros respectivamente con un total de 180 plazas~

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*(5) Aja… ¿Ya adivinaron quién era el "Señor superior"?~

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*(6) La "fiebre tifoidea"o "fiebre entérica"es una enfermedad infecciosa producida por Salmonella typhi (bacilo de Eberth), o Salmonella paratyphiA, BoC. Su reservorio es el humano, y el mecanismo de contagio esfecal-oral, a través de agua y de alimentos contaminados con deyecciones. La enfermedad puede evolucionar a la curación en 2 semanas o prolongarse con localizaciones focales a partir de la quinta semana. Si no se somete a un tratamiento adecuado pueden presentarse complicaciones graves, como hemorragia y perforación intestinal, shock séptico. Se produce un cierto grado de inmunidad que, aunque no protege frente a las reinfecciones, cuando éstas se producen son más benignas. El estado del portador puede ser transitorio o crónico.

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Uuuuuuuuuuuh, así es… el "Señor superior" era nada más ni nada menos que Will-sama *w* Y aja… se encuentra de incógnito en Auschwitz no solo como superior, sino para… una importante misión que se le encomendó. No diré más nada, para no hacer Spoiler xDDD. Más o menos así me imaginaba la forma en que se habrían conocido el Shinigami amargado y sus superiores del musical, antes de los últimos volverse Shinigamis. A las fans de Eric y Alan, de verdad, espero no me odien ni nada por lo que les hago pasar… o sin actúan algo OOC, pero créanme que no lo hago por maltratarlos, los quiero tanto como ustedes, pero… siempre me imagine que estos dos renacieron en Shinigamis, tras ser humanos y tener una vida pasada.

Bueeeeeeeeeeno… y ese fue el primer capítulo… espero les haya gustado o3o y si los hice llorar en algún momento… ¡GOMEEEEEEEEN! Aunque si hasta yo lloré escribiéndolo, no negaría que algunos lectores llorarían QwQ Lamento si el final fue un poco abrupto, pero ya me estaba quedando muy larog el capítulo y tuve que cortarlo hasta allí u.u Pero no crean que la letra/adaptación de "Prisoner" temrina allí, no, no, no, el resto seguirá citado en el capítulo dos ;D

Espero de verdad que la historia vaya agradándoles, o llamándoles la atención. Apreciaría bastante que dejaran sus reviews, cortos o largos, para saber sus opiniones. También recibir sus consejos o críticas CONSTRUCTIVAS, de ser posible. Lo apreciaría muchísimo, en verdad…

La continuación no sé cuándo la suba, quizás dependa por la cantidad de reviews, o tan pronto termine el capítulo dos de "Prisionero", para luego proseguir con los últimos dos capítulos, narrados desde el punto de vista de la "chica de los aviones de papel". En fin… ¡No olviden comentar, favoritear y darle a follow, pero sobre todo lo primero! De verdad quisiera saber las opiniones de todos, acerca de éste nuevo mini-proyecto.

¡Cuídense! Se les quiere mucho :D

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EDIT: Hola, aja, soy yo... otra vez xDDD Bueno quise agregar ésta notita, para agradecerle de todo corazón a mi querida lectora y primer review en éste fic: " 19", ya que en su comentario me dio sus críticas y consejos, aclarándome unas dudas y errorcitos que había en el relato, como el hecho de que puse la ubicación de la prisión en Alemania, cuando en realidad se ubicaba en Polonia. Pero como dicho país durante la invación nazi se llenó de alemanes, esa fue mi confusión -w-U Pero bueno, ¡ARIGATO, QUERIDA! Gracias a ti, el fic mejorará y será más exacto :D

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Ahora sí... ¡NOS VEMOS! x3