¡Hola! ¡Bienvenido a esta nueva aventura! Estás apunto de empezar a leer mi nuevo proyecto. Esta historia es mucho mas divertida y "fresca" de lo que normalmente escribo. O por lo menos voy a tratar de mantenerla así. Esta por supuesto es la primera entrega, tengo muchas ideas y planeo actualizarla sobre la marcha. Lo único que les puedo decir, es que todas las ideas las tengo desde hace tiempo, así que por bloqueos no me preocupo mucho, solo por el tiempo que pueda dedicarle a cada capítulo. La idea ha estado calando en mi cabeza hace ya un tiempo, pero no quería empezarla hasta terminar la que ya tenía en proceso.
Como siempre Gracias por leerme. Si eres de las nuevas, que alegría haber llamado tu atención. Si eres de las asiduas, adoro que todavía este entre tus favoritos.
Disclaimer: Los personajes son de Meyer, la historia es mía.
Capítulo 1
Trabajos
Odiaba estos pasillos. No tenían nada para ser odiados. La pintura siempre parecía nueva, los muebles estaban limpios y el personal era un amor, el problema de Edward no era concretamente con los pasillos, era con las noticas que estos podían llevarle.
—Edward —levantó de inmediato la cabeza. Una amable enfermera le sonreía desde su altura, Edward respiró profundo esperando las noticas. —Puedes respirar Eddy —le dijo en todo jovial— él está bien —Edward le hizo caso y una respiración profunda y tranquilizadora le llenó los pulmones, Carlisle estaba bien, eso era lo único que importaba.
— ¿Qué fue lo que le dio? —su voz sonó rasposa y tuvo que aclararse la garganta, la amable enfermera le indicó a una de sus colegas que le trajera un poco de agua. Una de ellas, una rubia demasiado remilgona con la presencia del guapo hombre, corrió como si de una emergencia se tratara para traerle un vasito de cartón lleno de líquido trasparente.
Edward lo vació de un trago y la rubia de voz chillona replicó— ¿Quiere más señor Cullen? —Parpadeó como una muñeca y añadió— ¿Puedo ofrecerle algo diferente? Cualquier cosa estoy a la orden —su tono trataba de ser seductor, Edward tenía demasiada experiencia en el arte de seducir y embaucar, cosa que hacía que detectara cuando una mujer era coqueta con él a kilómetros de distancia. Sacudió la cabeza sin siquiera verla, así quizás la chica veía que era un patán y finalmente lo dejaría en paz.
—Jessica, ve a verificar al paciente del cuarto 72, luego actualiza las historias del piso, recuerda que el Doctor Newton te pidió que lo asistieras en la operación del día de hoy.
Jessica rodó los ojos— eso puede hacerlo el enfermero. —Ángela se cruzó de brazos
—Como recuerdas, el doctor Newton es nuevo y pidió amablemente que tú lo asistas, si no eres capaz de hacerlo avísame y juntas buscamos tu reubicación. —Esas eran las palabras mágicas, Jessica se dio media vuelta furiosa, haciendo volar su cola de caballo y despotricando mientras se alejaba a zancadas de allí.
—Lo siento por eso —la voz de la jefa de enfermeras fue mas dulce, Edward respiró profundo.
—No te preocupes, realmente fue bienvenida la distracción, pero por favor Ángela, dime cómo está.
Ángela se sentó a su lado, había estado tan nervioso que ni siquiera se había puesto de pie con la compañía de Ángela, sacudió la cabeza, su madre le hubiera dado un lepe por maleducado— Él está bien. Ahora está durmiendo, sus valores se descompensaron un poco y tuvo un pequeño colapso, al parecer encontraron chocolates y frituras bajo su almohada.
Edward alzó la cabeza sorprendido y furioso, pagaba una pequeña fortuna para que lo tuvieran cuidado, ¿Cómo demonios iba a tener frituras y chocolate escondidos?
Sacudió la cabeza— ¿Puedo entrar a verlo?
Ángela asintió— por supuesto. Está dormido, pero puedes pasar, se quedará aquí hasta que estabilicemos los niveles en su sangre. Colesterol, triglicéridos y el azúcar. Los tiene muy elevados. Necesitará dieta estricta y cuidados de 24 horas por un tiempo.
Edward asintió— los tendrá, lo prometo —Ángela le sonrió.
—Te creo, ahora deja esa cara y ve a ver a tu padre, si te ve así pensará que estuvo a punto de morir y ese no fue el caso Edward.
Le decía esas palabras para confortarlo. Edward era un hombre valiente y seguro, menos en lo que a su padre se refería, cuando Carlisle Cullen colapsaba o se enfermaba, Edward se convertía en un pequeño de cinco años.
Entró a la habitación y sonrió al verlo despierto, caminó hasta él con las manos en los bolsillos. — Me asustaste, viejo —el anciano próximo a cumplir 80 años vio a su único hijo y sonrió.
—Aun me falta chico, esto no fue nada que una cerveza y un cigarrillo no pueda curar. —Edward sacudió la cabeza, había tenido innumerables peleas con él y sus viejos hábitos, pero hoy los dejaría pasar.
—No puedes tener eso y lo sabes —dijo con voz baja, el anciano asintió mientras buscaba enderezarse. Detuvo a Edward cuando intentó ayudarlo.
—No estoy inválido, deja que yo puedo sentarme solo —era un hombre sumamente entero para tener tantos años. Como él mismo decía parecía un roble, Edward nunca parecía tener que preocuparse por su salud, siempre estaba bien, pero cuando algo se salía de control (como lo fue el hecho de comer frituras y chocolate) el viejo cuerpo de su padre colapsaba y eso lo aterraba.
—Solo intento ayudar pa. —A pesar de todo, verlo intentar valerse por si mismo era una delicia, significaba que estaba mejorando. Que estaba sanando.
Carlisle batió su mano descartando la ayuda y logró su cometido solo, Edward se sentó en el borde de la cama observándolo detenidamente— ¿Cómo te sientes? —El viejo se encogió de hombros y cerró sus ojos. Estaba agotado y Edward se dio cuenta de inmediato.
—Con los mismos achaques de todos los días —dijo restándole importancia— odio este sito sin embargo —Edward asintió, su anciana madre había muerto allí un par de años antes.
—Pero había que traerte. Estabas comiendo cosas que no eran sanas —Carlisle bufó con ojos cerrados.
—Buenas es lo que son ¿has probado los nuevos doritos sabor a pizza? Son exquisitos —. Edward respiró profundo.
—No quiero pelear contigo pa, hoy no por favor, sabes que eso te hace daño, no quiero que vuelvas a enfermar —su padre abrió un ojo y suspiró resignado.
—Está bien chico, tendré más cuidado —Edward se inclinó hacia él depositándole un beso en la frente.
—Te quiero viejo —la mano arrugada y avejentada de Carlisle subió hasta su mejilla y lo palmeó un par de veces, esa era su manera de decirle que también lo quería. Cuando se sentó de nuevo a los pies de la cama vio como los ojos arrugados de su padre se empañaban un poco, para después aclarar su garganta y cambiar de tema.
— ¿Cuánto tiempo me debo quedar aquí?
—Ángela me dijo que un par de días, tienen que estabilizar los valores en tu sangre.
— ¡Patrañas! —Edward rió, Carlisle Cullen era demasiado elegante como para maldecir o decir malas palabras, estaba más que acostumbrado a sus excentricidades de lenguaje.
—Vendrás conmigo a casa cuando salgas de aquí, te quedarás con nosotros un par de días.
—No —Carlisle fue rudo y directo, Edward alzó las cejas.
—Necesitas cuidados especiales.
—En el asilo hay enfermeras —dijo con ojos entrecerrados— ellas pueden cuidarme.
—Ellas seguramente fueron las que te dieron los chocolates ¿con cuanto las sobornaste? —Carlisle se cruzó de brazos pareciendo un pequeño en vez de un viejo, Edward quiso reír pero la verdad era que había estado demasiado preocupado hacía unos minutos.
Carlisle en cambio sabía que ésta iba a ser una pelea perdida con su hijo, era cierto que había sobornado a una tonta y joven enfermera, pero no la iba a dejar en evidencia, su hijo era capaz de hacerla reubicar en el asilo de ancianos y no quería que lo hiciera.
—Si me voy contigo ¿Quién va a cuidarme? Nunca estás en casa.
Edward suspiró —siempre estoy en casa.
— ¡Durmiendo!
—Trabajo de noche papá, obviamente duermo durante el día, pero puedo reajustar mi agenda por unos días, puedo quedarme y cuidar de ti, además siempre está Jacob para ayudarte si yo no puedo.
La mención de su compañero de piso alivió un poco al anciano, siempre le había encantado el mejor amigo de su hijo, aunque una de las cosas que mas le gustaban era que Jacob le daba una cerveza de vez en cuando.
—No quiero que faltes a tu trabajo por mí.
— ¿Qué me dices si contrato una hermosa enfermera para que esté pendiente de ti, mientras yo duermo o trabajo?
Los ojos del anciano se agrandaron—¿Qué tan hermosa? —Edward soltó una risotada.
—La más hermosa que halla.
Carlisle estiró una mano hacia él. — Trato hecho —se apretaron las manos.
—Tengo que irme ahora —dijo Edward colocándose de pie— tú trata de dormir un poco, tengo un encuentro a las nueve que no pude cancelar. —Observó su costoso reloj de pulsera—deben estar esperándome ya —Carlisle asintió.
—Ve, ve, yo necesito dormir de todos modos —besó de nuevo su frente mientras Carlisle cerraba sus ojos.
—Te quiero, pa —susurró de nuevo.
— ¿Edward? —se detuvo antes de salir por completo de la habitación.
— ¿Sí?
—Asegúrate de que sea realmente hermosa.
Con una sonrisa y un asentimiento trancó la puerta del cuarto y se marchó.
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— ¿Cómo está? —Pocas cosas preocupaban a Jacob, una de ellas o quizás la única era el papá de Edward.
—Está bien Jake, sus valores se descompensaron un poco, estará internado aquí un rato sin embargo.
El moreno soltó una risa —debe estar acosando a todas las enfermeras.
Edward rió mientras sacaba las llaves de su auto, el mercedes dio un ligero pitido indicando que la alarma se había desactivado— Ángela está de guardia y eso lo frena un poco. Cuando le den de alta lo llevaré a casa por un tiempo, la única forma de convencerlo fue prometerle que contrataría una hermosa enfermera.
Jacob soltó una risa— el viejo Carlisle y sus manías, menos mal Esme no está por aquí, sino le daría unos buenos golpes. —Edward resopló.
—Cierto —entró al auto y metió el dispositivo de encendido— se va a tener que quedar en casa unos días, ¿no tienes problemas con eso, cierto?
— ¿Estás bromeando? Adoro estar con tu viejo, veremos el futbol y comeremos basura.
—Estará a dieta, Jake. —El moreno rió por lo alto.
—Oh Dios, va a estar de mal humor entonces.
— ¿Por qué crees que quiere una enfermera caliente?
—Bueno, entonces será beneficioso para los dos, mi entrenador me dijo que debía cuidarme bien el tobillo, ella pudiera darme baños de esponja.
Edward sacudió la cabeza —creo que tú y papá se llevaran mas que bien entonces.
— ¡Demonios que si! —Rió el lesionado jugador desde casa— ¿Vienes? Porque tengo un hambre de tigre, sería bueno que trajeras comida.
—Pues lamento informarte que te tocará comer a domicilio otra vez, tengo un encuentro a las nueve y voy en camino.
El tono en Jacob fue totalmente dudoso, — ¿Un encuentro? ¿Así las llamas ahora?
Edward colocó la luz de cruce y salió rumbo a la autopista— no seas idiota Jake.
—Solo preguntaba, Ed, ya sabes. —Un pitido en el celular le indicó que tenía una llamada en espera.
—Me está llamando. Te dejo, no me esperes despierto.
—Maldito prostituto. —Y sin más le trancó la llamada, atendiendo de inmediato a su otro interlocutor.
— Estoy en camino—dijo con voz ronca— llegaré en cinco minutos.
—Tendrás tú llave en recepción. —Fue la respuesta para luego trancar la comunicación.
La preocupación por su padre duro lo mismo que duró el viaje en auto, Carlisle estaba bien cuidado, el seguro médico cubriría sus gastos clínicos, pero las enfermeras privadas eran costosas y sabía que para que cualquier mujer que se viera como Carlisle quería, debía pagarle lo suficientemente bien para que soportara al viejo verde de su padre.
Así que esta noche no podía tomársela libre, esta noche tenía que trabajar… aunque tampoco era que le importara o que se sintiera mal por ello, como el mismo Jacob le había dicho, era un maldito prostituto. Había una cosa que Edward adoraba y eso era el sexo.
Llegó al hotel que ésta clienta acostumbraba a reservar, estacionó él mismo su auto porque no soportaba los Valet. Entró con un ligero trote al lobby mientras abrochaba el único botón de su chaqueta, a pesar de que la noche ya había caído seguía usando sus gafas oscuras. Sin esperar su turno para ser atendido, pidió la llave reservada para él y haciendo girar la tarjeta en sus dedos entró al ascensor. Una pareja se subió junto con él y la chica se le quedó viendo descaradamente, Edward bajó un poco sus lentes haciendo contacto visual justo cuando le hacía un guiño.
El novio de la chica estaba demasiado distraído en su celular como para fijarse en su osadía, puso los ojos en blanco al ver que no le prestaba atención a su mujer, él jamás ignoraba a una mujer, fuera como fuera, para él eran seres perfectos y únicos, a todas valía la pena observarlas.
La pareja llegó a su piso, no le sorprendió que él fuera algunos pisos mas arriba. Él hombre salió primero, ignorando por completo su cita, observándolo detrás de sus gafas y diciéndole mentalmente que era un imbécil, aprovechó su distracción y dio un paso adelante, acercándose a la chica hasta apretar tentadoramente su firme trasero, la chica dio un saltito y se giró tan solo para ver como le volvía a guiñar y reajustaba sus gafas nuevamente justo antes de que las puertas del ascensor se cerraran. La expresión de asombro de la chica y la no admitida pero existente lujuria que le despertó ese contacto se quedaron con él hasta que la puerta se cerró por completo, llevándolo diez pisos mas arriba.
No tocó la puerta. Por algo le habían dejado la llave en recepción, esto le gustaba de esta cliente, no fingía que era una cita, iba directo al grano y no estaba con cursilerías antes de lo que evidentemente sucedería.
La habitación estaba oscura. No le extrañaba, su clienta era bastante mayor que él y por alguna razón que a él le parecía tonta a ella le daba vergüenza mostrarse con luces encendidas y sin ropa, él no compartía esa opinión, a pesar de que solo la había visto a la cara y con luz cuando estaba vestida, era bastante hermosa y en la oscuridad, sus manos tocaban un cuerpo tocado por los años, pero firme y que sin duda había sido absolutamente delicioso en sus años de juventud.
Había algo mítico con las mujeres mayores que Edward adoraba, la vergüenza de hacer algo socialmente incorrecto mezclado con la experiencia y la lujuria encerrada por tantos años de abstención. Prendía el libido de Edward a niveles insospechados.
Abrió los primeros botones de su camisa y se sacó la chaqueta y los lentes, dejándolos en el armario de la entrada. Una cubeta de hielo con una botella de champaña lo esperaba. Se sirvió una copa vaciándola de varios tragos, el alcohol hizo que la tensión del día desapareciera.
Lanzó sus zapatos fuera de sus pies al igual que sus calcetines, tomó los condones de su bolsillo colocándolos en la mesita de noche. Siempre llevaba él sus condones, era una de sus políticas inquebrantables, esa y la de no mostrarse amoroso.
Entonces la vio de espaldas a él de frente a la ventana que tenía las cortinas abiertas, las luces nocturnas alumbraban tenuemente la habitación colándose dentro. Vio la silueta de ella vaciando su copa, al igual que lo había hecho él. Se acercó a su espalda y delicadamente quitó la copa vacía de sus manos, ella llevaba una bata de seda oscura.
Una vez sus manos libres, las pasó delicadamente por sus brazos encima de la sedosa tela, la mujer tenía el cabello por los hombros e inclinó la cabeza a la izquierda dándole un acceso directo a su cuello.
Edward olisqueó el cuello de su clienta mientras seguía acariciando sutilmente sus brazos, la escuchó respirar profundo y justo entonces su boca entró en contacto con su piel, con labios abiertos y lengua caliente, besó la curva expuesta tan solo para él.
Un gemido llegó a sus oídos y su pecho se hinchó de testosterona, amaba a las mujeres y sus sonidos.
Su clienta levantó las manos llevándolas directo a su cabello, lo mantenía de ese largo porque no era un secreto que sus mujeres adoraban halarlo de ahí cuando ejercía a toda plenitud sus "bondades" en el sexo.
Concentrándose en su trabajo y evidentemente en su placer, llevó sus manos al escote del albornos, acariciando sutilmente la experimentada piel, una mano curiosa se adentró apretando ligeramente uno de sus pechos, ella volvió a gemir, esta vez mas fuerte, mientras él con la otra mano desanudó la bata, deslizándola con una ligera caricia hacia el suelo. Ella estaba desnuda, lista para jugar.
La tomó por la cintura y la hizo girar, viéndose frente a frente, Edward acarició su quijada lentamente, ella respiraba acelerada pero su mirada estaba llena de lujuria, Edward le guiñó un ojo y se arrodilló lentamente frente a ella, que de inmediato llevó las manos a su cabello, mientras la olisqueaba, sonrió contra su piel… En verdad las mujeres adoraban halarle el cabello.
Con la primera probada, el grito de ella retumbó en sus oídos, su miembro se tensó dolorosamente y de inmediato le envió una orden mental de aguantarse, le habían pagado por una larga noche y se aseguraría que valiera jodidamente la pena.
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—Mamá, por favor —Bella cerró los ojos recostando la cabeza del sofá— no, no he hablado con el reverendo… ¡Porque no he vuelto desde la boda! —se detuvo de inmediato y respiró profundo. — Lo siento, no debí gritarte —la tetera pitó y se puso de pie para hacerse un poco de té. — Sí mamá, rezaré esta noche y pediré perdón por mis pecados.
Cuando escuchó la respuesta de su madre, abrió desesperada los ojos— ¡NO! —Esta vez no pidió perdón por gritar— ¡No voy a volver con Mike! ¿Cómo que por qué? ¡Lo dejé plantado en la iglesia precisamente porque no me quería casar con él!
Cerró sus ojos apretándolos con su mano libre. — Mira mami —dijo con voz baja— sé que no hice las cosas de la mejor manera. Sé que puedo irme al infierno por esto, no me cansaré de repetírtelo cada vez que hablemos, pero no podía casarme con Mike. Simplemente no podía, ¿puedes por favor ponerte de mi lado esta vez? — Cerró los ojos nuevamente.
—Por supuesto que no, que descaro el mío —respondió— ¿Papá como está? —El cambio de tema tampoco fue alentador— dile que no tiene que pedir disculpas en mi nombre… ¡Porque soy adulta y responsable de mis acciones!
Tomó una bolsita de té deshidratado y la metió en el agua caliente, tomó edulcorante y luego de pensarlo bien, lo cambió por azúcar de verdad.
—Mike sabía que tenía dudas, él sabía que no quería casarme aun…—rodó los ojos.
Había pasado una semana y aun su madre la llamaba a diario con la esperanza de que cambiara de opinión y se arrastrara a casa pidiendo perdón. — Mamá, nadie resuelve problemas de novios después de casados. —Suspiró agotada—. Tengo que colgar mami, voy a prepararle la cena a los chicos. —Al decir las palabras se arrepintió de inmediato— no, no estoy viviendo con varios hombres… ¡mamá por favor! ¡Vivo con Emmett! Tu sobrino, ¿recuerdas? —La puerta se abrió dejando entrar precisamente a Emmett, la saludó y ella repitió la seña señalando el teléfono en su oreja y articulando la palabra "Casa"— no, no me volveré promiscua —continuó la conversación y escuchó una carcajada reprimida detrás, rodó los ojos— lo prometo… ¡no! No dejé a Mike para unirme al camino de Satanás, ¡Solo no quería casarme con él!
Colgó el teléfono y bufó en voz alta llena de frustración. — ¡Hugggg!
— ¿Renné o Charlie? —Preguntó su amigo y primo, Bella sacudió la cabeza.
—Renné. Llevaba mas de dos horas hablando con ella, hace esto todos los días, estoy agotada de tanto decir que no.
Emmett soltó una risotada— estás como virgen aferrada a su anillo de castidad, diciendo no a diestra y siniestra —Bella rodó los ojos.
—No seas idiota —Emmett soltó una risa.
—Ahora enserio, ¿Qué te dijo Renné, cómo está tío Charlie?
Bella resopló— rezando por la purificación de mi alma podrida —Emmett apretó sus labios— mamá estaba intentando convencerme otra vez de que buscara a Mike y le dijera que me había poseído un espíritu maligno y que me dejara solventar "mi error" —dibujó las comillas en el aire— ¡no cometí ningún error! Hubiera sido un terrible error si me casaba con él.
Emmett acarició su espalda con ternura— sabes que estoy de tu lado en ésta, desde que el rubio de pacotilla puso el anillo en tu dedo te dije que corrieras, pero nunca me escuchaste y aunque esté feliz de que no terminaras emparejada con los Newton, tienes que admitir que fue de muy mal gusto dejarlo plantado en el altar de la única iglesia de nuestro pueblo natal.
Bella cerró los ojos ofuscada.
—No tienes porque recordármelo con detalles, idiota —él volvió a reír— Me llené de pánico, cuando el pastor habló, te juro que sentí como si esposaran mis manos, sentí que no podía respirar.
Emmett acarició un poco mas su espalda— te entiendo —dijo— yo pasé por algo parecido. Cuando me divorcié de Rose, sentí que finalmente me volvía el alma al cuerpo. —Bella rodó los ojos y se dedicó a revolver su taza de té.
—Tu retorcida relación con Rosalie Hale, no tiene nada que ver con mi fallido matrimonio, el tuyo falló por situaciones completamente diferentes. —Emmett subió sus cejas repetidamente en una mueca pícara.
—Un hombre debe probar, cuando empieces a usar a esa chica de ahí abajo, entenderás de que estoy hablando.
Bella rodó los ojos— eres un cerdo, Emmett —él soltó una carcajada.
—Entre más sucio más rico chica.
Emmett Swan. Hijo del fallecido hermano de Charlie Swan, era lo más promiscuo que Bella pensó que conocería jamás, cuando cumplió los dieciséis salió del closet, diciéndole a su mejor amiga y prima de quince sus deseos por los chicos de su mismo sexo. A pesar de que no le avergonzaba ser así, no le había dicho nada a su madre, esperando un momento mejor o más oportuno.
Pero no todo salió como él esperaba. Cuando se enamoró por primera vez, fue del mariscal de campo y compañero de futbol de la escuela, no podía ocultarlo, no podía fingir que no sentía nada por el impresionante Sam Uley, pero Sam era gay de closet y aunque mientras estaban a solas era un amor, cuando estaban en público o en el campo era un maldito desgraciado. Se la pasaba de arriba abajo con su flamante novia, Leah Clearwater, restregándole en la cara que era feliz con ella.
Por lo que, para pagarle con la misma moneda, empezó a salir con la porrista más hermosa del plantel, nada menos que Rosalie Hale, el culo que tooooda la escuela se quería tirar. Toda menos él.
Su vida no pudo complicarse más cuando Rose salió embarazada siendo ambos adolescentes; cuando su mamá y su tío Charlie (quien se había dedicado a velar por él desde pequeño) se enteraron, le dijeron, o más bien lo persuadieron a que debía casarse con la chica y darle un futuro y una familia al pequeño o pequeña que venía en camino.
Por mas que quiso negarse, sintió que le debía eso a la rubia, en verdad la quería, era realmente hermosa y ciertamente no le parecía "asqueroso" tener sexo con ella y ya que Sam no le daba ya ni la hora, se dijo a sí mismo "¡al carajo!" y se casó con la rubia, yéndose luego, de Forks a Seattle para progresar "en familia"
Pero… ¿de qué valió todo esto?
Valió tres años aburridos de matrimonio, dos años insoportables de terapia de pareja, cuernos por ambas partes y finalmente la cruda y real confesión de la condición sexual de Emmett.
"Soy bisexual" le había dicho a la rubia y con eso el matrimonio se había dado por terminado.
¿Un poco delicada la rubia, no? Emmett pudo haber dicho Homosexual, pero gracias a ella era Bi, ¿no debía sentirse orgullosa por eso?
La separación fue una enorme catarsis para ambos, Rose y Emmett habían podido llegar a ser amigos por el bien de su hija. Emmett retomó la universidad y habían logrado finalmente aquella armonía de la que hablaban.
Ya habían pasado un par de años desde eso, Emmett ahora estaba terminando sus pasantías en enfermería, Rose había abierto una pastelería y también había aprendido a lidiar con la excéntrica vida de su ex esposo.
La hija producto de esa unión. Renesme. Estaba próxima a cumplir ocho años, llamada Nessie por su familia, aceptaba sin problemas a sus padres separados, quienes compartían su custodia y la amaban por sobre todas las cosas.
Por supuesto, toda esa conmoción había sido terrible para sus parientes habitantes de Forks, sin embargo como vivía en Seattle todos se hicieron la vista gorda. Algo así como que, si no vivía a dos kilómetros a la redonda de ellos, él se volvía mágicamente hetero.
¿Tontos, cierto?
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Emmett había únicamente regresado a Forks para la boda de su prima, todos lo veían como si fuera un bicho raro, haciendo que le provocaba quitarse la ropa en medio de la iglesia y amenizar la boda con un jodido striptease.
Pero fue el centro de la atención tan solo hasta la mitad de la ceremonia, cuando en pleno ataque de pánico su prima se había negado a contestar la pregunta del reverendo y había salido corriendo con la enorme cola de su vestido persiguiéndola.
Quiso reírse y lo hizo, rió de la cara de idiota de Mike Newton y de las caras de tragedia de sus tíos, que como fanáticos religiosos que eran, sentían que el infierno mismo se había mostrado en la pequeña iglesia ese día.
Sin embargo se compuso a sí mismo y salió corriendo de la iglesia para ir por su auto, en el camino se encontró a Sam Uley con Leah, ella llevaba en brazos a su pequeño hijo Seth, Sam abrió sus ojos de mas y dio un paso hacia él, Emmett le sacó el dedo del medio y corrió a buscar a su prima, que lo esperaba (vestida de novia) en la avenida.
—Tú sí que sabes dar un show, primita —la acusó cuando se apretujó con el pesado vestido en el asiento trasero del auto.
—Cállate y arranca.
—Tranquila Rachel, ya estoy arrancando, ¿casa de mis tíos o Seattle, conmigo?
—Seattle, ¿me das asilo en tu casa por un tiempo?
—Todo el que quieras Rachel.
— ¿Rachel?
—Sip, Rachel. La de Friends, —Bella frunció el ceño.
— ¿De qué hablas?
— ¿Enserio? ¿Rachel Green? ¿La serie Friends?
—Sí, ¿pero qué tiene que ver eso conmigo?
— ¡Huiste de tu boda como Rach! Solo falta que entres al central perk con tu enorme y odioso vestido, buscando a Mónica.
Bella rodó los ojos y recostó la cabeza del espaldar. — Solo conduce Emm, necesito salir de aquí, sin que nadie me vea.
—Lo lograremos, no te preocupes, tío Charlie debe estar recogiendo agua bendita para rociarte cuando te vea hasta que te enciendas en llamas y tía Renné debe estar flagelándose en este mismo instante.
—No es gracioso Emm.
—Lo es, dado que lo más probable es que sea cierto.
Estaban camino a Seattle, Emmett cantaba alocadamente sintiéndose feliz de que su prima se hubiera finalmente decidido a dejar al "huevo sin sal" de Newton.
—Tendré que hablar con él de todas formas —murmuró Bella viendo distraída por la ventana— el camión de la mudanza llevó mis cosas al departamento que compró en Seattle hace un par de días, todo lo que tengo está ahí.
—Podemos ir ahora, no creo que venga a buscarte, llevamos ventaja.
—No sé. No quiero entrar a su departamento si él no está, no me parece correcto.
— ¿Por qué? No sería primera vez que ibas ¿no? —Bella se mordió el labio.
— ¿¡Lo era!?
— ¡Por supuesto que no! —respondió a la defensiva.
— ¿Entonces qué importa que vayas al apartamento a sacar tus cosas mientras él no está?
Bella respiró profundo— fui solo una vez ¿ok? Apenas llegué al pasillo, no entré al departamento.
A pesar de querer gritar, Emmett preguntó en voz baja— ¿Por qué?
—Porque aun no estábamos casados y no era correcto. —Emmett parpadeó asombrado.
— ¿Nunca has estado a solas con Mike? —las mejillas de Bella estaban a punto de estallar.
—No.
— ¡Aun eres Virgen! —No lo preguntó, no hacía falta en realidad, Bella bajó la cabeza posando la mirada en sus dedos, el brillante que Mike le había dado en su compromiso se burlaba en su dedo anular.
—Hija de fanáticos religiosos ¿recuerdas? El sexo es algo tabú.
—Tabú mis cojones, siempre supe que lo eras, pero cuando te juntaste con Newton pensé que ya había zarpado ese barco, tu curiosidad siempre fue mucha, no hay nada del sexo que no sepas o me preguntes.
Bella respiró profundo— Mike no pensaba así —dijo entre dientes, Emmett subió muchos sus cejas.
—Pues, menos mal lo dejaste.
—No fue por eso Emm, si mi problema era que no me había acostado con él, ¿no te parece tonto dejarlo justo el día en que precisamente eso iba a suceder?
— ¿Entonces por qué lo dejaste? —Bella suspiró, esa era la pregunta que temía que le preguntaran.
—No lo sé aun, solo sé que debía alejarme. —Su voz fue taciturna, Emmett estiró una de sus manos hacía atrás y apretó cariñosamente su hombro.
—Oye, estoy aquí, todo estará bien, te instalarás en mi casa, te compraré algo de ropa, yo me pondré en contacto con Newton y buscaré tus cosas, juntos deduciremos que vamos a hacer con tu vida…—Bella asintió— todo esto después de algunos chupitos de tequila ¿okay? —Bella rió.
—En eso estamos de acuerdo.
Emmett subió el volumen gritando a todo pulmón la canción que sonaba en la radio, haciendo reír a Isabella.
Cuando redujo la velocidad, Bella vio que entraban a un estacionamiento, frunció los labios al ver el local al que iban— debería comprarme algo de ropa antes. —Dijo mordiéndose el labio, Emmett rió.
—Tranquila —apagó el auto y se giró completamente para verla aun sentada detrás de su camioneta— encajarás de inmediato, con las Drag Queen que vienen aquí, más bien estarás sencilla, confía en mi —Bella rió sacudiendo la cabeza.
—Te refutaría, pero en verdad necesito un trago —Emmett le guiñó un ojo— la cola del vestido se puede quitar, ¿me ayudas?
— ¡Diablos, si! —salió del auto moviendo las caderas eróticamente mientras abría su puerta.
—Saca tu sexy trasero de ahí, ¡que esta noche perdemos la razón!
Los chupitos se cumplieron. De hecho montones de ellos, habían ido a un local Gay al que Emmett frecuentaba, Bella se sintió aliviada de saber que nadie intentaría algo con ella, y rió como loca cuando en efecto todos la elogiaron por su vestido, así que se dedicó a beber y a bailar su abandono de iglesia, ignorando las millones de llamadas que insistentemente aparecían en su celular.
De eso había pasado una semana apenas. Mike se había mudado a Seattle como habían planeado, justo antes del matrimonio. Acababa de graduarse de medicina y haría su residencia en esa ciudad, en el mismo hospital donde Emmett trabajaba como enfermero. Al principio a Bella le había parecido genial la idea, sabiendo que viviría en la misma ciudad que su primo y que a pesar de la complicada agenda que tendría Mike, no estaría sola, dado que vería a Nessie y a Rose mas seguido.
Justo ahora no le parecía una buena idea en lo absoluto, aun no se había enfrentado a Mike. A pesar de que él la llamó y ella le lanzó el teléfono a Emmett y este se encargó de todo. Desde hablar con él, hasta buscar sus cosas en el departamento y trasladarlas al suyo, ella se decía todos los días que lo llamaría y le pediría ir a tomar un café, entonces se disculparía y le diría que no tenía nada que ver con él, que se había alejado por motivos propios.
La disculpa sonaba tan patética en su cabeza que se negaba a hablar con él hasta encontrar una mejor que dar.
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—Tengo algo que contarte —Bella levantó la mirada de su taza de té humeante.
—Si no tiene que ver con mis padres, dispara, de lo contrario cierra la boca. —Emmett rodó los ojos y se sirvió otra taza para él.
—Es sobre el hospital, están buscando personal en el área geriátrica, pensé que podía gustarte la idea, —Bella casi se atragantó.
— ¡Claro! sabes que estoy buscando trabajo, cualquier cosa sirve.
Emmett soltó una risotada— solo tú podrías emocionarte por cuidar a los viejitos desahuciados —Bella le lanzó una mirada de odio y él levantó las manos en rendición— no me malinterpretes, cuidar ancianos no es fácil y eres la única persona que en verdad disfruta haciéndolo.
—No tienes idea de la cantidad de historias maravillosas que puedes oír de ellos, están llenos de sabiduría —Emmett sacudió la cabeza y probó de nuevo su bebida.
—Como tú digas Rach, ahora, esa no es la noticia completa. —Bella frunció el ceño.
— ¿Qué? ¿Crees que no consiga el puesto?
—Claro que no tonta, encajarías de inmediato y la jefa de la unidad te amaría, el problema es tu ex.
Bella cerró los ojos, había olvidado momentáneamente que tanto Emmett con Mike trabajaban en el mismo hospital.
— ¿Mike?
— ¿Tienes otro ex? —No la dejó continuar— sí, Michael Newton estará en el mismo espacio que tú.
—Pero él no trabaja en el área geriátrica, ¿no se supone que esté en emergencias o algo así?
—Síp, eso es toralmente cierto, pero existe la posibilidad de que te lo consigas en algún pasillo o en la cafetería, el hospital tiene más de mil metros cuadrados, pero seamos realistas, no has salido de este departamento por el miedo de encontrártelo en la calle. Y Rach. Él y yo vivimos en lados opuestos de la ciudad—rodó los ojos dándole énfasis a su declaración— imaginé que ponerte bajo el mismo techo que él estaría fuera de contexto.
Bella suspiró— no he salido de aquí por temor a encontrármelo, eso es mentira —Emmett alzó mucho sus cejas— ¡No es así! — Las cejas de Emmett se dispararon mas arriba, Bella rodó los ojos— ¡Bien! —Concordó— no es exactamente así, pero si. No quiero encontrarme con él, eso es cierto, pero no salgo de aquí por eso, sería tonto pensar así —se encogió apenada de hombros.
— ¿Entonces porque cada vez que salgo y entro te encuentro aquí? El apartamento nunca ha estado mas limpio como en esta semana, ¿Por qué no sales?
Bella se encogió de hombros— no lo sé Emm, no tengo idea, supongo que tengo miedo.
— ¿Miedo de qué mi Rach? —Bella sacudió la cabeza.
—De la vida, creo. Por dios Emm, es primera vez que vivo sola —Emmett abrió la boca y ella extendió una mano deteniéndolo— ya sé, mis padres no ayudaban y nunca tampoco me rebelé, pero Dios, pasé de una jaula a la maldita jungla, ¡tengo miedo hasta de perderme!
Emmett sacudió su cabeza y rió— Baby, tienes veintitrés años, no puedes temerle a la jodida ciudad.
—Veintitrés recién cumplidos —contestó sacando la lengua, Emmett rió de nuevo.
—Mañana saldremos juntos, te explicaré el sistema de autobuses y te compro un jodido mapa, eso debe ayudarte.
Bella extendió una enorme sonrisa en su cara— te adoro, primo.
—Seh, seh, ahora ¿me preparas algo de comer? Muero de hambre y tengo una cita en dos horas, eso quiere decir que tengo el tiempo justo para arreglarme.
—Claro —se dirigió a la cocina y abrió la nevera— ¿Un emparedado estará bien?
—Perfecto —terminó su té—mientras más ligero mejor, no quiero estar demasiado lleno antes de tener sexo.
— ¡Emmett! —la chica cerró los ojos.
— ¿Qué? —Preguntó como si nada— ¿No sabías que es mejor no comer nada fuerte antes de tirar? —Bella sacudió la cabeza— pues hazme caso, lo menos que quieres es tener gases cuando te meten…
— ¡Demasiada información! —Emmett soltó una carcajada, lo estaba haciendo apropósito.
—Solo te aconsejo pequeña, el día que finalmente lo hagas te hará bien todo esto que sé.
—Seh, seh, soy tu única alumna, ¿no?
—La única y la mejor, pero recuerda, cuando finalmente desflores a esa chica de ahí abajo, —la señaló en la entrepierna, Bella le dio un manotón alejándole la mano— me contarás todos y cada uno de los detalles, me lo debes.
—Anda a bañarte, Emmett, apestas —soltó otra risa y pasó detrás de ella, dándole una ligera nalgada, Bella dio un salto pero no le reclamó, solo sacudió la cabeza mientras le preparaba algo de comer. En el fondo le fascinaba la vida de su primo, estaba tentada a preguntarle si su cita era con una mujer o un hombre, pero se abstuvo, quizás Emmett le daría mas detalles y por ahora estaba bien sin ellos.
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Edward salió de su habitación con una toalla amarrada a la cintura, acababa de bañarse para salir a trabajar, tenía una cita a las 9 en la aguja de Seattle y estaba justo de tiempo, pero los gritos en la sala hicieron salir sin chance de siquiera ponerse ropa.
— ¿Qué demonios pasa?
Habían pasado cerca de diez días desde que Carlisle se había trasladado al ático de Edward, a pesar de todas las comodidades que tenía el viejo estaba realmente cascarrabias. Jacob estaba con el pie en alto en el sofá mientras una bolsa de hielo abrazaba su lesionado tobillo, sus manos entrelazadas tras su cabeza con una sonrisa burlona en los labios.
Edward lo vio pidiendo explicaciones, Jacob, lo único que hizo fue señalar hacia la cocina con su barbilla.
La escena era bastante cómica, Carlisle estaba sentado en su silla de ruedas electrónica rodeando el mesón del centro, delante de él la mujer que había contratado como enfermera, huía con un paquete de galletas de chocolate en las manos.
—Que me lleve…—susurró entrando, — ¡Papá! ¡Tania! —ambos se detuvieron, y voltearon a verlo, la mujer se atragantó al verlo en toalla con el cabello mojado y cara furiosa, Carlisle más bien se cruzó de brazos furioso y maldiciendo haber sido encontrado.
—Deberías estar durmiendo —fue lo único que dijo el patriarca, Edward alzó las cejas incrédulo.
—Tengo una reunión a las 9, pero hubiera sido imposible dormir con semejantes gritos, vuelvo a preguntarles, ¿Qué demonios pasa?
Tania se atragantó, Edward ladeó la cabeza esperando su respuesta.
—Ehh, su…—la pelirroja sacudió la cabeza— su papá quería galletas —sacudió torpemente la cajita que llevaba en la mano— me… me indicaron que no podía comer azúcar y carbo… carbo… —se quedó atragantada cuando la toalla bajó un poco mostrando una jodida y sensual "V" en las caderas de Edward. De no haberse encontrado tan molesto, le habría gustado el tartamudeo de la chica, adoraba ponerlas gagas.
En cambio se giró hasta su padre levantando una ceja y anclando sus manos a sus caderas, — ¿Galletas? ¿Me estás jodiendo?
—Una jodida galleta no va a hacerme daño. —Se enfurruño el viejo cruzándose más de brazos y evitándole la mirada.
Edward sacudió la cabeza y caminó hasta Tania arrancándole la caja de las manos, la mujer no separó la vista del camino de vello debajo de su ombligo, Edward la ignoró. — ¡No puedes comer galletas! —Regañó a su padre— debes hacerle caso a Tania, ella es enfermera, ella sabe lo que hace.
—Ella no sabe nada —dijo con desdén— está más pendiente de que se te caiga esa condenada toalla que de mí, estoy seguro que si me como una jodida torta de chocolate ahora, ella ni se inmutaría. —Edward apretó los labios para no reírse, la enfermera se puso tan roja como su cabello.
—Papá —empezó con voz dulce— ¿En qué habíamos quedado? ¿Me vas a hacer botar toda la comida que pueda dañarte de casa?
— ¡Demonios, No! —esta vez gritó Jacob desde la sala, Edward cerró los ojos, ambos parecían unos jodidos niños.
— ¡Tú cállate! —gritó Edward hacia la sala, respiró profundo y sacudió su cabello con su mano, algunas gotas de agua volaron por los aires. — Tengo que prepararme para salir. No puedes comer galletas, si tienes hambre en la nevera está el yogurt que Ángela dijo que podías comer. — Carlisle hizo sonido de arcadas, el cual Edward ignoró, se giró hacia Tania.
—Estuvo bien que no le dieras esto de comer, te lo agradezco, —inclinó la cabeza—permiso, voy tarde. —Salió de la cocina para ir a cambiarse, Jacob seguía sonriendo desde el sofá, Edward le sacó el dedo del medio mientras seguía su camino, Jacob soltó una carcajada socarrona, que aun continuó después que aventara la puerta de su habitación.
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—Lo están esperando Mr. Cullen —le indicó el maestre del lugar, Edward asintió mientras era escoltado a su mesa, no conocía esta cliente, la dama de hacía dos noches le dijo que lo necesitaba para una sobrina que estaba pasando por una terrible pérdida, Edward había sido un tanto renuente a aceptar, las mujeres despechadas no era algo que le gustara, se ponían demasiado sentimentales a la hora del sexo y él no abrazaba a nadie después de acostarse, no las trataba mal, pero tampoco hacía eso de los arrumacos. Así le ofrecieran pagarle por ellos.
Pero la Sra. Carmen Delani, había sido bastante convincente y fastidiosa al respecto y adicionándole unos buenos y grandes billetes verdes, Edward había accedido a reunirse con la chica en cuestión, ya había aceptado para cuando le dijeron que se reunieran para cenar primero, eso no lo hacía, mostrarse en público con sus clientas no era algo aceptable, pero de nuevo el dinero y la promesa de sexo joven lo convencieron, últimamente había estado con viejas, tener una chiquilla sin mucho kilometraje podía ser divertido.
Siguió al maestre y se alivió al ver que la chica había elegido una mesa apartada y de luz tenue, no tendrían mucha audiencia después de todo.
—Buenas noches —inclinó su cabeza hacia la chica sentada sola, ésta levantó la cabeza rápidamente y al verlo (como todas) se deslumbró un poco, Edward sonrió torcido y agachándose lo necesario tomó la mano que la chica no había podido mover aun y le depositó un beso como un caballero.
—En… encantada —le guiñó un ojo provocándole una risita tonta y desabrochándose el botón de su chaqueta se sentó a su lado.
—El placer es mío —sin voltearse a ver al maestre le indicó— Chivas Regal 18, en las rocas. —El hombre asintió— ¿Quieres algo? —preguntó a la joven, se sintió fascinado con la lozanía de su piel, ella negó rápidamente y Edward hizo entonces una seña despidiendo al maestre.
—Lamento llegar tarde, —dijo, no era cierto, pero era una buena línea para romper el hielo.
—No… no llegaste tarde —aun pudo escuchar un temblor en su voz.
—Estás nerviosa —dijo viéndola a los ojos, ella asintió rápidamente.
—Nunca… nunca he hecho esto —Edward sonrió se hizo un poco a un lado cuando un mesero diferente le entregó su trago. Le indicó que esperara y tomó la copa de la chica, con un leve olfateo se dio cuenta de que era una bebida afrutada sin nada de alcohol— tráeme otro trago igual —le indicó al mesonero que de inmediato buscó la orden.
—No quiero beber esta noche —Edward le colocó su trago sin tocar al frente.
—Solo una probada, estás nerviosa y temblando, esto te hará entrar en calor y relajarte un poco, créeme. —La chica, con una mano temblorosa y con un poco de duda, lo tomó y cuando el líquido ambarino tocó su lengua vació el vaso de varios tragos, Edward soltó una risa mientras la chica se colocaba una mano en el pecho y pasaba la lengua por su encía hormigueante.
— ¿Mejor? —preguntó divertido, la chica no habló pero asintió, Edward agradeció al mesonero que venía con su trago y lo tomó inclinándolo hacia ella para brindar.
—Edward Cullen, encantado de conocerte… —esperó, ella reaccionó y tomando su vaso vacío pero con hielo chocó ligeramente con el de él.
—Alice Brandon, gracias por el trago. —Edward asintió y lo vació igual que lo había hecho ella, pidió otra ronda y empezó a trabajar.
—Entonces, Alice, ¿Qué deseas para esta noche? Soy todo tuyo, solo dime lo que quieras.
A la chica le recorrió un escalofrío en la espalda— Podemos… humm —su voz era bastante baja, Edward ocultó lo mejor que pudo su sonrisa divertida y se inclinó lo suficiente para escucharla.
— ¿Podemos? —Dejó la pregunta para que ella la continuara, Alice retorció la servilleta de tela en sus manos— ¿pedir algo primero? —Edward rió esta vez.
—Por supuesto, por eso estamos aquí, ya te dije Alice, haré justo todo lo que quieras —la chica volvió a atragantarse.
—Lo… ¿lo que yo quiera? —Edward asintió despacio para que no se perdiera ningún movimiento.
—Lo que sea.
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— ¿Cómo te fue? —Edward se sorprendió al encontrar a Jacob en el sofá de la sala, vio en su rolex que eran pasadas las dos de la mañana, dejó sus llaves en la mesita, había dejado su chaqueta en el auto así que solo caminó hasta él y se dejó caer a su lado.
— ¿Así de mal? —Preguntó Jake, Edward solo rodó sus ojos, — ¿Quieres un trago? —negó en respuesta.
—He tomado demasiados esta noche —suspiró cerrando sus ojos. — Pero no tengo ánimos de hablar de eso ahora, cuéntame, ¿Cómo está el viejo?
Jake soltó una risotada, —bien, después que despidió a Tania, se quedó más tranquilo. —Edward abrió los ojos y se sentó más derecho.
— ¿Después de que hiciera qué? —Jake se encogió de hombros.
—Lo que escuchaste, después de que te fuiste él exigió que le diera las galletas, ella se sintió valiente por tus palabras y se plantó frente a él, debo agregar que fue una jodida y divertida escena que ver, pero tu viejo ejerció su poder y la echó, no fue nada sutil y dudo que regrese.
— ¡Maldición! —Gruñó Edward, —¿Por qué demonios sigue haciendo esto?
Jake suspiró, —sabes cómo es tu viejo.
—Demonios, Jake, ya despidió a cinco, no pensé que fuera así en lo absoluto, Tania apenas estaba terminando su primer día, ¡y fue la que duró más!
Jake rió, —Diablos hombre, de verdad que tu viejo es un caso.
—Pero ya no mas, lo voy a amenazar con contratar a un hombre si sigue así, tengo suficiente con que lidiar sin su continua despedidera de enfermeras.
— ¿Un hombre? Ya quisiera ver cuando se lo digas, además Ed… ¿Tienes suficiente con que lidiar? ¿Me estás jodiendo? ¡Tú lidias con puras tipas! Tu gran problemas es cogértelas y darle orgasmos, ¡eso no es demasiado con que lidiar! —Edward rodó los ojos.
—No me jodas tú. Jake, esto es un trabajo y aunque no lo creas, algunas clientas son más complicadas de complacer que otras. —Jacob sacudió la cabeza.
—Maldito suertudo. —Edward se colocó de pie.
—No pienso discutir contigo mi trabajo y tampoco que lo entiendas, me voy a dormir, estoy reventado y aparentemente mañana debo conseguirle enfermera nueva al viejo.
—Seh, seh, piérdete, yo me quedo un rato mas, están dando un maratón de The Wlaking Dead.
Edward caminó hacia los cuartos pero se detuvo a mitad de camino, — ¿Cuándo tienes consulta con el médico? —Jacob se removió un poco incómodo.
—En dos días.
— ¿Es por eso que aun estás despierto? —Jake ladeó su cabeza y sonrió de una manera que parecía macabra.
—Casi no puedo apoyarme aun en él Ed, las noticias no van a ser buenas.
—No pienses así, hombre, quizás solo necesitas mas reposo. —Jake repitió la misma mueca de antes.
—Seh, o quizás ya estoy acabado.
—Eso no lo sabes.
—Ujum. —se dedicó a ver la televisión de nuevo y Edward sin saber que mas agregar a la desgracia de su mejor amigo, se fue directo a la ducha, sintiéndose terrible por no saber cómo ayudarlo.
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— ¿Isabella? —la chica pegó un salto y salió corriendo, perdiéndose al cruzar el pasillo y entrar en un armario de artículos de limpieza.
Se apoyó contra la puerta llena de terror, cerró los ojos y rogó porque no la siguiera.
— ¿Isabella? —tapó su boca con ambas manos para que no la escuchara respirar, tendría que irse en algún momento, esta no era su ala del hospital y no entendía que demonios hacía aquí. Pensó que esperar diez minutos sería suficiente, pero cuando pasaron, prefirió que pasaran diez mas y así sucesivamente.
Toc, toc, toc.
Bella pegó un salto y se cubrió de nuevo la boca— me dijeron que llevas ahí una hora encerrada, ¿estás bien? —El alivio le recorrió cuando escuchó la voz de su primo, se incorporó y abrió tan solo una rendija de la puerta.
— ¿Estás solo? —Emmett rodó los ojos.
—Si Rachel, estoy solo, ¿sales o entro? —Respiró profundo.
—Salgo, —arrugó sus ojos con lo brillante de los pasillos, Emmett se apartó lo necesario y negó despacio.
—Sé que yo mismo te dije que trabajaras aquí pero si vas a correr así cada vez que veas a Mike, —sacudió la cabeza, —esa no es vida Rach.
Bella mordió su labio inferior, — ¿Cómo supiste que huía de él? —él soltó una risa.
—Él fue el que me dijo donde encontrarte, le costó conseguir donde estaba, por eso me demoré, lo siento.
Bella casi se atragantó— ¿Él te dijo donde encontrarme? —Emmett la instó a caminar por el pasillo.
—El chico no es malo, Rach y creo que seriamente está preocupado por ti.
—Debería odiarme Emm, lo dejé plantado frente a ambas familias.
—No sabrás si te odia o no hasta que hables con él. —Ella tan solo negó rápidamente, Emmett rió pasándole el brazo por los hombros.
—Vamos, acompáñame.
— ¿A dónde?
—A casa de un paciente, estuvo internado antes de que entraras y al parecer a despedido a todas sus enfermeras, necesita una inyección y voy a ponérsela.
— ¿Haces trabajos a domicilio?
—Solo esta vez y solo porque Ángela me lo pidió, al parecer el hijo del paciente es muy amigo de ella —se encogió de hombros.
— ¿No les molestará que yo vaya contigo?
—Nah, no lo creo, después vamos a buscar a Nessie y vamos a comer—alzó sus cejas en una invitación.
—Me tienes con solo mencionar a Nessie.
—Lo sé.
Lo que ambos no sabían es que estaban a punto de cambiar radicalmente sus vidas.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
¿Que les pareció? ¿Merezco el comentario?
Les cuento que cree un grupo en Facebook llamado "Los fics de Mar" por si se quieren unir.
Mar!
