Era una noche tormentosa como ninguna otra, o al menos lo parecía para Maxwell Tennyson; los nubarrones eran mas oscuros, los rayos mas luminiscentes y los truenos mas escandalosos que nunca. Sus manos temblaban profusamente, su cuerpo destilaba sudor como si estuviese debajo de los arrasadores rayos del sol en pleno Sahara, sus rodillas temblaban y aparentemente se negaban a sostener por completo el peso de su cuerpo.
Pero todo esto palidecía ante el hecho de que sus pensamientos eran completamente erráticos en estos momentos. En su traje aun podía percibir el ligero olor de la sangre, tanto humana como sobrenatural.
No podía entender como estos seres le habían rastreado en su vida civil, mucho menos el como se las ingeniaron para tomarlo con las defensas bajas. Su comodidad le había costado caro hasta ahora, la vida de uno de sus hijos al igual que la de su yerno se habían perdido en el afán de la batalla, todos lucharon en contra de las criaturas con tal de evitar perecer en vano, mas aun cuando dos mujeres embarazadas estaban en peligro.
No le importo que su joven yerno revelara ser un plomero, aun cuando le sorprendió el hecho de que en realidad la organización no había sido desmantelada totalmente, aun era lo suficientemente inteligente como para suponer que una nueva facción con miembros mas jóvenes reemplazaría a la primera.
¡Era demasiado perfecta la idea de que su generación había liberado al mundo de todos estos desastres! ¿Más quien en su sano juicio puede culpar a un hombre de soñar con tal idilio? Por supuesto que en su lecho de muerte su yerno llamado Jhon, pudo entregarle toda la información que necesitaba para ilustrarse en la nueva organización, mas todo esto tenía que esperar, su hija Anne, estaba herida al igual que su hija política, ambas por distintas razones.
Anne Tennyson poseía una enorme herida en su espalda que estaba causando necrosis a un paso acelerado debido a las bacterias sobrenaturales que poseían las bestias en sus garras, con horror descubrió que quizás el niño en su vientre no sobreviviría por mucho tiempo si tardase en retirarlo de su madre, por lo que entrego confiado la mujer a los especialistas médicos de la nueva organización de plomeros.
Su hija política, anteriormente conocida como Susan Rivers, ahora apellidada Tennyson sufría de una coronaria, posiblemente el shock que sufrió gracias al inesperado ataque fue demasiado para su delicado corazón.
El era un hombre que albergaba grandes esperanzas, de hecho parte de el aun esperaba que las mujeres sobrevivieran a todo esto. Mas el hombre de conocimientos en el le había dejado en claro que quizás esta noche, el seria junto con su hermana, los últimos Tennyson.
El sonido de la puerta del cirujano abriéndose no brindo ninguna emoción al hombre de avanzada edad. No quería abrirse a las esperanzas solo para hundirse en la miseria luego de escuchar el veredicto del doctor. De hecho solo le basto una ligera mirada en dirección del individuo para saber que en definitiva era un portador de desgracias.
- ¡Lo lamento Señor Tennyson, pero esta experiencia fue demasiado para sus cuerpos, temo decir que no sobrevivieron! – Para el asombro del doctor el sujeto no se quebró ante el, simplemente decidió mirar al suelo destrozado por las noticias, por lo que al menos decidió otorgarle un rayo de esperanza al hombre, después de todo aun merece una oportunidad. – Y aun cuando se no es apropiado de mi parte, debo informarle que sus nietos están sanos y salvos, de hecho jamás había visto pequeños tan joviales como estos recién llegados. – Como lo esperaba sus palabras parecían apartar el dolor y la oscuridad de los hombros del hombre que estaba ante el.
- ¡Puedo verlos! – su voz aunque suave y sutil, mantenía un cierto rasgo de exigencia en ellos. No preguntaba si podía, simplemente había ordenado de buena forma el ver a sus nietos. Y el doctor, ligeramente intimidado por su mirada y presencia, simplemente se dedico a obedecer, después de todo era su trabajo.
El camino fue corto, de hecho Maxwell solo pudo sonreír al ver a través del cristal como sus dos pequeños nietos eran mimados con cariño por las enfermeras, pudo detallar que el miembro alienígena portaba un pequeño bulto de color azul en sus delicadas garras, que dormitaba tranquilo ignorante de lo que hasta hace poco tuvo que experimentar. Mientras que la chica faltante que era humana, arrullaba con paciencia otro bulto de color rosa que parecía sollozar nerviosa ante las nuevas sensaciones que estaba experimentando.
Supo de inmediato que había tenido un retoño de cada sexo, un pequeño niño y una niña. El doctor toco dos veces el vidrio que los separaba de la cámara, alertando a las féminas de su presencia. Obedientes ambas acercaron a los pequeños al hombre que le acompañaba. Que ahora portaba un rostro apacible y caritativo al observar con detenimiento a los pequeños niños ante el.
El tiempo pasó y ambas enfermeras dejaron en sus respectivas cunas a los pequeños, el doctor pregunto con que nombres deseaba identificarlos. Mas Maxwell Tennyson no titubeo ni un segundo en colocarles los nombres que sus padres tenían planeado otorgarles una vez llegasen al mundo.
- Benjamín y Gwendolyn Tennyson. - Y sin decir no más, abandono la sala con tal de resolver algunos asuntos.
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Para su consternación, el ataque en realidad no había sido en contra de su persona, sino más bien hacia su yerno, por lo que no pudo evitar odiarlo en ese instante, como era posible que alguien tan disciplinado como lo era Jhon dejase que le rastreasen hasta su casa.
Mas aun cuando sabia que podría poner en riesgo la vida de sus familiares y conocidos.
La respuesta fue simple, los nuevos reclutas eran tontos, descuidados y ególatras, carecían de las experiencias de las batallas que forjaron a los primeros plomeros. Nunca experimentaron el terror de una perdida, ni mucho menos el miedo al exterminio que sufrieron los originales.
Los de ahora simplemente lidiaban con los residuos de sus hazañas, criaturas pequeñas e insignificantes que por mucho evadieron el radar de los originales. Por supuesto que podían ser agresivas si eran acorraladas, mas por lo general eran demasiado tímidas o incluso reservadas como para representar una amenaza real a la humanidad.
Pero los historiales de los nuevos reclutas informaron de inmediato de todas sus fallas al experimentado plomero, alguien no solo estaba otorgándoles información detallada de las guaridas de dichas criaturas, sino que les estaba proveyendo de entrenamiento promedio que no encajaba a la perfección con los estandartes de la profesión. Aparentemente la empresa responsable por esto no es más que una antigua patrocinante secreta de los primeros plomeros, liderada por una avariciosa mujer llamada Aori Fuyita, de nuevo no pudo evitar que la ira invadiera sus venas.
Cada misión en específico, estaba situada en una tierra hostil e inhóspita, de hecho cada una de estas criaturas protegía o protegió un gran tesoro mineral. La mas grande de ellas era una mina de diamantes en sierra leona. Luego del "exterminio" de sus guardianes la empresa de inmediato adquiría por cualquier medio posible el lugar con tal de explotar sus riquezas naturales para su propio beneficio.
No fue de extrañar que con esos simples motivos, Maxwell Tennyson hubiera decidido tomar por la fuerza esta nueva organización de plomeros. Pero como el nombre de la mujer lo indicaba la industria principal se encontraba en Japón, una tierra que a pesar de sus peculiaridades y excentricidades rebozaba de peligros sobrenaturales que ameritaban constante vigilancia por parte de antiguos miembros de la primera organización.
De inmediato se irguió en dirección de un panel en su cocina, presionando un botón escondido en la parte inferior de la mesa, dejando que una gran consola emergiera de la nada ante el.
Después de todo, su camioneta a pesar de su apariencia era lo más avanzado en el mundo en cuanto a tecnología se refiere. Sin perder tiempo tecleo con rapidez con tal de conseguir su objetivo y más rápido de lo que imaginaba alguien estaba al otro lado de la pantalla ante el.
- ¡Konnichiwa Max-San, a que debo tan inesperada llamada mi querido amigo! – comento sereno un hombre asiático de largo cabello negro, su rostro era firme y su expresión era serena y controlada. Más aun así no podía ocultar que ya entraba en sus cincuenta años. – Buenos días Hajime-san, lamento importunarte en estos momentos, pero me temo que esta no es mi típica llamada de placer como siempre suelo hacer, tenemos problemas… graves problemas amigo mió. – expreso frió Maxwell mientras comenzaba a explicarle la situación a su viejo camarada.
Cabe decir que al segundo día, Aori Fuyita fue despojada de su cargo y empresa, además de arrestada por fraude y evasión de impuestos, por supuesto que ella negó cada una de las acusaciones, más las pesadas pruebas que el "gobierno" mostró ante ella no pudieron disuadir al jurado a pesar de los ruegos de la mujer.
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Una semana Después…
Monte Roushmore
Jueves – 1300 horas.
Una gran cantidad de personas se encontraban ahora en la antigua sede que en tiempos pasados les albergo en momentos de dificultad. Algunos de ellos parecían demostrar con clara indignación, que no apreciaban el que fuesen reintegrados a la organización después de vivir tanto tiempo entre civiles.
Mas la realidad que se les había planteado no había dejado cabida para negaciones. Por lo que ahora, algo remilgosos de escuchar lo que su antiguo compañero estaba por proclamar, esperaban atentos a que se dijese lo que tenia que decirse.
Maxwell no tardo en compensar su espera.
- Hace aproximadamente nueve días, procedimos a retirar de sus funciones a la líder de una nueva tanda de plomeros del mercado, dicha mujer, conocida como Aori Fuyita, quien gracias a nuestros contactos, paga por sus crímenes bajo la pantalla que hemos creado. Se encuentra en una prisión de mínima seguridad sin derecho a libertad bajo palabra. Y aun cuando salga libre, sus ahorros, su empresa y contactos han sido completamente reemplazados con lo que merece… nada.
Sus inescrupulosas acciones han cobrado incontables vidas tan solo para obtener más ganancias con las cuales mantener al aire su compañía, entre ellas se pueden contar las vidas de mis hijos y yernos, hasta hace poco creía que el mundo estaba a salvo de cualquier evento supernatural, ya sean alienígenas, entes del otro mundo o maniáticos con delirios de grandeza, las cosas no han cambiado en lo absoluto. Muchas de las criaturas que cazábamos al aire libre y a plena luz del día, han cambiado sus rutinas por completo, ahora cubiertas por las sombras se aglomeran en nuestra contra cada vez que pueden. La noche es su manto y han estado usándolo a placer mientras nosotros criamos eran fechorías de bandas y asesinos.
Propongo que reabramos la compañía, pero no como miembros activos, no… ya estamos demasiado viejos para soportar el estrés de esta carrera, lo que yo intento decir es que tomemos a los mejores candidatos de esta nueva tanda con tal de entrenarlos para que cumplan mejor su labor. Y que aquellos que no llenen los requisitos sean despachados con tranquilidad a la vida civil una vez nos encarguemos de sus recuerdos de la compañía. Se que suena drástico, pero tenemos que evitar el crear mas "ovejas negras" en esta organización, si saben a lo que me refiero.
El universo es inmenso, y lamentándolo mucho nuestro planeta no es considerado lo suficientemente valioso como para que la alianza interplanetaria nos ofrezca un manto de ayuda. Simplemente somos neutrales y por lo tanto ningún bando se esfuerza lo suficiente en protegernos de la escoria que nos llega del espacio exterior en busca de una vida fácil… Propongo que aquellos que no desean ser incluidos en la nueva estratagema procedan a salir de esta sala con tal de que podamos discutir los rangos y los trabajos que cada uno desempeñaran según sus habilidades. – Para la alegría del hombre nadie siquiera intento erguirse de su puesto.
Fue así que los plomeros renacieron y esta vez para quedarse.
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Dos años después…
Osaka Japón.
Dos pequeños niños jugaban tranquilos bajo la vigilancia atenta de los adultos presentes. Maxwell entre ellos.
- ¿Estas totalmente seguro de que los datos son exactos? – pregunto preocupado el hombre mientras observaba atento a la pequeña jugar con algunos cubos de juguete, mientras su pequeño primo era alimentado por una de las enfermeras.
El asiático no tardo en responder su inquietud. – Cien por ciento, la niña posee una habilidad innata en las artes místicas, de ser entrenada apropiadamente puede que incluso alcance a una temprana edad el titulo de Mago Maestro o en su caso… Maga Maestra. El niño por su parte, posee muy poca adaptación a la magia, puede usar uno que otro hechizo, pero dudo mucho sea su vocación, sin embargo como puedes ver… posee una inexplicable fuente de energía... – dicho esto ambos voltearon en dirección del chico que gustoso eructaba sus gases gracias a la ayuda de una contenta enfermera. - … Además de un agujero negro por estomago. – Esto solo logro que ambos hombres estallaran en risas ante la disposición del chico por la comida.
- Lo mejor seria que dejases a la niña conmigo, mi esposa no solo se ha encariñado con ella, sino que podría guiarla en sus habilidades lo más pronto posible. En cambio el niño… se que sabes que mi hermano le ha tomado mucho apego. – Maxwell para el alivio de Hajime solo pudo sonreír ante las noticias a pesar de la tristeza que su aura emanaba. – A pesar de que los amo con todo mi corazón, tengo demasiadas responsabilidades y mi hermana esta demasiado afectada por la muerte de sus sobrinos como para encargarse de ellos, además que a su edad no es fácil encargarse sola de dos pequeños niños. Ser el comandante en jefe de los plomeros en América tiene sus buenos y malos ratos. Algunos me han pedido adoptarlos pero sus trabajos tanto como los míos ocupan demasiado su espacio como para tener a dos niños. Sabes bien que mi país por alguna razón es un imán para los alienígenos. – Hajime al menos tuvo la decencia de fruncir el seño ante las noticias, reconociendo la verdad en sus palabras.
- Nuestros contactos en el espacio exterior nos han otorgado perturbadores rumores sobre un arma de increíble poder que se esta creando en algún lado del universo. Los datos son poco confiables, pero el revuelo es demasiado poderoso como para ser solo eso… rumores. – Maxwell asintió ante sus palabras.
- Una vieja amiga me ha pedido que viaje con ella al espacio con tal de verificar que tan reales son estos rumores. Si no te molesta he decidido aceptar la oferta, con suerte regresare en cuatro años con noticias sobre el asunto. Mientras tanto, confió en que los niños estarán a buen cuidado, el papeleo legal será rellenado esta misma tarde si no te molesta, me duele dejarlos atrás, pero lo que hago es para que tengan un futuro mejor. – Hajime no pudo ocultar su alegría a pesar de todo.
- Haces lo que debes hacer amigo mió, y no importa lo que suceda ellos siguen y seguirán siendo tus nietos. Benjamín y Gwendolyn seguirán siendo Tennyson a pesar de estar bajo el cuidado de nuestra familia. Confía en mí, para cuando regreses ambos chicos estarán sanos y salvos. Solo asegúrate de regresar en iguales condiciones… Ellos no solo necesitan un futuro mejor en el que vivir, sino un abuelo amoroso con el cual contar cuando mas lo necesiten… no dejes que el trabajo te aleje de ellos amigo mió. - Comento Sereno Hajime.
Maxwell por su parte simplemente decidió sonreír al escuchar esto, sabiendo que no había podido dejar en mejores manos al futuro de su familia. ¿Quien sabe, tal vez sus nietos serian el futuro del mundo algún día?
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Cinco años después…
Una pequeña niña de siete años corría entusiasta por todo el patio de su casa, al parecer finalmente su tío regresaría de su viaje a las montañas trayendo consigo a primo y mejor amigo. No es que sus amigas y compañeros de clases fuesen malas amistades, mas por alguna razón el hecho de que Ben compartiese los mismos ojos verduzcos que ella hacia que la chica se sintiese profundamente unida a el.
Eso y claro, que hace mas de año y medio que no lo veía desde que su tío Kisame le llevo a las montañas con tal de incrementar el nivel de su entrenamiento personal.
Aun recuerda el día en que su padre le dijo que Ben seria apartado de su lado, en su desesperación y tristeza sus poderes se habían salido de control incendiando el cuaderno de notas que llevaba en sus manos. Por supuesto que esto altero enormemente a la niña, mientras que sus padres intentaban en vano apagar la llama mágica con tal de evitar que la rarísima y muy costosa alfombra que cubría su hogar pasare a mejor vida. Solo su madre con un hechizo de agua pudo apaciguar la fiereza de las llamas invocadas por Gwen.
Eso y que la pobre niña había arrancado a llorar al creer que su compañero de estudios en magia y mejor amigo se le había arrebatado para siempre. Solo basto la presencia del susodicho y su tío para calmarla, logrando que ambos prometiesen el regresar algún día y no abandonarla jamás. Para su satisfacción, Ben no tardo en prometerlo con una gran sonrisa en su rostro.
Claro que eso nunca evito que la niña de nuevo estallara en lagrimas y tristeza el día en que su joven primo tuvo que marcharse a las montañas.
Desde entonces ambos habían estado comunicándose por medio de cartas sin cesar, cada uno contando con lujo de detalle que estaban experimentando en sus vidas. Cabe decir que la chica algunas veces intento en vano convencer a sus padres de visitar a Ben con tal de que ella tuviese algún entrenamiento físico también. Lo cual sin saberlo, logro que su padre se interesase lo suficiente como para entrenarla desde entonces en las artes marciales nacionales.
Mas regresando al presente, nos encontramos de nuevo con una ansiosa niña que intentaba a como de lugar no romper las etiquetas de su hogar, aun cuando fracasaba en ello gracias a su entusiasmo. De hecho algunas sirvientas no pudieron más que sonreír al verla desvestirse a pasos acelerados en el baño público con tal de tomar una merecida ducha.
- ¡Ara, Ara! Estamos algo ansiosas no es así. – pregunto una chica un poco mayor que Gwen. – ¿a que se debe tanta emoción? – la de pelo naranja no tardo en sonreír al encontrarse con su mejor amiga en el onsen, por lo que contenta respondió. – Es por que Ben regresa esta misma tarde. – la pobre niña no supo que cabo su propia tumba ante su mejor amiga al ignorar la mirada perversa que esta comenzó a portar cuando escucho ese nombre.
De hecho jamás espero que la joven asiática disparara tan rápido sus primeros ataques. – Huuuum, no me digas que el es tu… - Gwendolyn solo pudo sonrojarse enormemente al ver que la chiquilla había extendido su pulgar al aire y lo ondeaba de un lado al otro, enfatizando en las costumbres orientales que esa era la señal para "novio o pareja". – ¡Sayaka-senpai! – grito apenada la de pelo naranja mientras escondía su rostro en el agua a pesar de su temperatura.
La identificada agresora solo soltó una carcajada ante su reacción, - Ara, Ara… no me lo has negado aun Gwen-chan. – arrojo de nuevo Sayaka logrando una reacción apenada por parte de su victima. - ¡SAYAKA-SENPAI! BEN ES MI PRIMO. – esta reacción de nuevo solo proporciono mas diversión a su atacante. – Gwen-chan, sabes muy bien que en nuestra cultura no hay nada de malo con las relaciones entre primos, de hecho era muy común el que hermanos comprometieran a sus primogénitos en matrimonio antes de nacer, con tal de que la sangre se mantuviese pura. – Lastima que este estatuto solo provoco una reacción normal en la pequeña Gwendolyn… Perdida de conciencia.
Moviéndose de inmediato a salvaguardar su victima, Sayaka solo pudo sonreír al ver que por alguna razón a pesar de todo el alboroto que había causado. Gwendolyn se había marchado al mundo de los sueños con una enorme sonrisa en su boca, logrando preocupar ligeramente a la joven de nueve años. – Ara… no pensé que en serio le gustase su primo. –
Si alguien mas hubiese entrado en el onsen en ese momento, hubiese salido de inmediato ante la escena que allí se presentaba. Una niña de nueve años sonreía malignamente mientras sujetaba el cuerpo inconciente de otra pequeña dos años menor que ella, todo el que vivía en la mansión Hayate, sabia muy bien que cuando Sayaka portaba esa mueca en su rostro, era clara muestra de que habían problemas en el futuro.
¿¿Continuara??
