Antes que nada, hola a todo el mundo. Estuve mirando los fics de este fandom en español y debo reconocer que encontré muchos tienen una trama inicial medianamente parecida. Veo algo muy recurrente el hecho de que la chica sea tan genio como Spencer o una nueva integrante de la Unidad, por lo que me propuse romper un poco como lo monotemático. DEFINITIVAMENTE ESTA HISTORIA TIENE SPOILERS SOBRE ALGUNOS EPISODIOS DE LA OCTAVA TEMPORADA. Tomo prestado el título de una maravillosa película que amo, sobre un genio que padece esquizofrenea. Este primer capítulo va dedicado a Romy, gracias por amar a Spencer como yo.
Capítulo Uno: Accidentes Licenciados.
Marlene Graham tomó los papeles en la mano. Acababa de imprimir su tesis en la biblioteca de la Universidad, tenía que anillarla pero estaba llegando tarde a la última práctica de la carrera. Si le aprobaban la tesis se recibiría, después de cinco años de estudiar y estudiar por fin sería Licenciada en Ciencias de la Comunicación.
Tomó las hojas y con cuidado las guardó en su bolso. No quería que nada altere el orden, porque una vez que las había impreso se percató de que no las había numerado. Eso es un error mal visto cuando se corrige un trabajo académico y más siendo la tesis que le daría el título, pero ya estaba hecho y no estaba dispuesta a imprimir de nuevo las ciento veinte hojas. Ni pensarlo.
Corrió por el pasillo de la Universidad y chocó con su compañera de cuarto.
— ¡Oh Anne! Te estaba buscando, recién acabo de imprimir mi tesis. — Comentó emocionada.
— ¿De verdad? ¿Ya la terminaste? — Preguntó asombrada. Todavía faltaba un mes para la entrega de la tesis y nadie la había terminado aún.
— Si, anoche la terminé, trabajé muy duro en esto, lo sabes, me viste trasnochar por estar investigando y escribiendo. Tú me traías el café. — Sonrió, y Anne le devolvió el gesto. — Ah, te buscaba porque hoy es nuestra última práctica.
— ¡Es verdad! Tenemos que ir con la profesora McHant cuanto antes, si no llegaremos tarde.
Anne la arrastró por el pasillo y llegaron justo a tiempo a la puerta de la Universidad cuando los casi graduados y la profesora salían de ahí.
— ¡Profesora McHant! — Exclamó Anne. — Ya llegamos, siento la tardanza.
La joven profesora sonrió. Le parecía raro que ambas llegaran tarde, nunca lo hacían. Sobre todo Marlene, que era muy puntual, y arrastraba a Anne con ella, aunque esta última insistiera en seguir durmiendo. Las anotó en la lista como presentes. Se encaminaron a un micro que los esperaba fuera del campus. Marlene y Anne se sentaron juntas en los primeros asientos y miraron a la profesora McHant que daba algunas explicaciones cuando vio a todos sus alumnos sentados.
— Bien, esta es su última práctica. Después de esto, entregarán las tesis. Por eso decidí para esta última práctica acompañar a la prensa que sigue el caso del "asesino de la ley." Es la primera vez que nos metemos en un asunto criminalístico, se que años anteriores y en este mismo solo han asistido a prácticas donde la prensa entrevistaba a abogados, celebridades, políticos, e incluso deportistas, por eso me pareció importante que su última práctica estuviera orientada a un aspecto que nunca vivieron: El periodismo de investigación criminal.
Marlene se mostró desinteresada. Su última práctica la iba a pasar viendo a periodistas hablar sobre un caso criminal. Que divertido. Odiaba la parte policial del periodismo, ella quería concentrarse en la política, en el periodismo inquisitivo con los funcionarios y autoridades del gobierno. Poco le importaba los crímenes.
Llegaron a un restaurante y todos bajaron del micro. La profesora McHant los guió hacia los periodistas, había muchos de ellos en el mismo lugar. Todos apretujados y levantaban los micrófono o cualquier objeto que grabara hacia alguien, al parecer una policía.
— ¡Agente, agente! — Gritó uno de los periodistas. — ¿Es verdad que el "asesino de la ley" se está saliendo de control y ahora ataca a cualquier persona?
— Eso no lo podemos saber ahora mismo. Por favor esperen a la conferencia… — Intentó en vano la joven agente. Una mujer rubia y encantadoramente linda.
Marlene la miraba atentamente. Se imaginó su vida si solo hubiera elegido esa carrera para ella. Confinada a pasar sus días en un cubículo gris las veinticuatro horas del día, viendo como gente demente asesinaba a gente inocente. No podía salir nada bueno de eso. ¿Cómo lo soportaba? Sus cavilaciones fueron interrumpidas por una sus compañeras.
— Marlene, ¿Cómo vas con tu tesis? — Le preguntó una jovencita de cabello castaño claro, la misma tonalidad que la de ella.
— Bien, Candy, ya la terminé. La imprimí hoy.
— ¿La terminaste? — Preguntó asombrada. — ¡Wow! ¡Debes ser la primera!
Marlene sonrió tímidamente
— ¿Por qué querías saber? ¿Necesitas ayuda con la tuya? — Preguntó amablemente. Le caía bien Candy, era una muchacha muy dulce y realmente le costaba pagar esa Universidad, tenía una beca y hacía su mejor esfuerzo, por eso, pensó, si podía ayudarla lo haría.
— ¡Si! Se que nuestro tema no tiene nada que ver, pero quiero ver el enfoque que le diste a la hipótesis. Se que debería haber resuelto este tema mucho antes y no a un mes de entregarlo, pero…
— No pasa nada Candy. — Sonrió ella despreocupadamente. —La tengo aquí, te la muestro y lo vemos juntas, ¿De acuerdo?
Marlene sacó de su bolso su tesis y cuidadosamente buscó en la introducción de su trabajo la hipótesis. No quería que nada altere el orden de las hojas, era demasiado meticulosa, sabía que no estaría tranquila hasta que estuviera anillado y listo para entregar. Ambas miraron lo que le preocupaba a Candy y Marlene le dio algunas indicaciones para ayudarla, y que le fuera más fácil de terminar. Un mes es muy poco tiempo para una tesis, y si ella estaba atorada en la hipótesis, realmente estaba en problemas. Candy le agradeció por su ayuda y volvió su atención a los periodistas. Marlene observó a la mujer rubia que pedía a todos que dejaran de hacer preguntas y esperaran a la rueda de prensa. Todavía tenía su tesis en la mano, intentó ordenarla, dejarla como debía anillarla.
— Debí numerar las hojas, ¿Cómo se me puede pasar eso? — Murmuró enojada consigo misma mientras se daba la vuelta sobre sus talones en busca de Anne.
Detrás de ella había una persona, que seguramente se había movido recién, porque no lo había visto antes. Marlene no pudo evitar chocar con él. Soltó una exclamación de sorpresa, ya que no se esperaba toparse con nadie. Y soltó las hojas de sus manos, que cayeron a su alrededor desparramadas.
— ¡Oh cielos! — Masculló al ver el desastre que había hecho con su trabajo.
— Lo siento. — Murmuró a su espalda. Marlene lo vio y le restó importancia al asunto, aunque por dentro estaba desesperada. — Déjame que te ayude.
Observó como un hombre moreno y rapado se agachaba a ayudarla con las hojas. Tenía una campera del FBI, era él con quien había chocado, y no lo culpó, realmente ella tenía la culpa por no numerar las hojas.
— Diablos, diablos. — Dijo iracunda consigo misma Marlene. — ¡Yo sabía que debía numerarlas!
— Oh, oh. — Murmuró otra persona. Marlene solo vio sus pies en su campo de visión. — ¿No las numeraste?
Marlene lo miró frunciendo el seño. Era otro joven del FBI, de cabello largo hasta la nuca. Tenía un café en una mano y su mirada era muy infantil. Tomó una hoja del suelo y la miró.
— ¿Es tu tesis? — Preguntó mostrándole la carátula.
— Si. — Contestó tomando la hoja amablemente. — Si la apruebo me recibo.
— Diría por el título que estás estudiando una carrera de comunicaciones ¿No?
— Si, así es. — Contestó ella.
Marlene volvió su vista a las hojas que debía recoger cuando una camioneta estacionó sobre la acera y la empapó con agua. A ella y al agente del FBI moreno que la ayudaba a recoger las hojas.
— ¡Maldición! — Gruñó él. — Diablos, Hotch, tienes que fijarte bien.
Marlene no oyó nada de la conversación. Su rostro se transformó y su expresión era de pánico total.
— Oh Dios… — Susurró todavía a gatas sobre el suelo, alrededor de todas sus hojas mojadas. Nadie pareció darse cuenta. Salvo el agente que aún estaba parado.
— ¡Oh Hotch nos has mojado todos! — Reclamaba el agente moreno una vez de pie.
— No solo a ustedes. — Intervino de nuevo el joven con su voz suave. — A la tesis de esta chica también.
Todos la miraron. Marlene giró los ojos y observó a sus compañeras. Ninguna le estaba prestando atención, miraban a la agente hablar con la prensa. Se sentó sobre el suelo y se agarró la cabeza con la mano.
— Oye… — La llamó el agente moreno poniéndose en cuclillas. — Discúlpanos por este desastre. Te lo compensaremos. Ahora cuando nuestra compañera termine con la prensa, volveremos a las oficinas de la BAU, y te imprimiremos de nuevo la tesis. ¿La tienes guardada en tu computadora verdad?
— Si. — Contestó Marlene mirándolo seria. — Obviamente, no la borraría. Tengo la net acá. — Comentó señalando su bolso. — Por suerte no se mojó.
— Te daremos algo de ropa de alguna de nuestras agentes, alguien tuvo que dejar ropa en las oficinas.
— JJ dejó algo de ropa limpia en su oficina la semana pasada. — Comentó el joven.
— ¿Cómo te llamas niña? — Preguntó el moreno.
— Marlene. Marlene Graham.
— Muy bien Marlene, soy Dereck Morgan, agente del FBI, de la unidad BAU.
— ¿BAU? — Preguntó frunciendo el seño.
— Unidad de Análisis de Conducta. — Comentó automáticamente el joven. Marlene lo miró.
— Él es el Doctor Spencer Reid, y él el agente Aaron Hotchner.
Marlene se levantó y miró el inescrutable rostro de Aaron. Parecía impenetrable.
— Siento haberlos empapado. — Comentó mirándola por un segundo. — Iré con JJ.
Hotchner se encaminó hacia la mujer rubia que hablaba con la prensa, y le dijo algo al oído. Esta se volvió a los periodistas y siguió hablando, el agente moreno fue tras de él y ambos entraron al restaurante. Marlene se levantó del suelo y miró una vez más las hojas desparramadas por el suelo. Suspiró.
— No te preocupes. Morgan te imprimirá la tesis nuevamente. — Comentó a su espalda el joven.
— Si, gracias por eso. — Dijo con un tono cansado al voltear a verlo. — No quiero quitarles mucho tiempo, deben tener trabajo.
— Está bien, fue culpa de Hotch y Morgan en realidad, no es molestia para nosotros. Deberías avisarle a alguien que te irás.
— La profesora McHant no me dejaría irme con nadie, ni aunque fuera el FBI. Le diré a una amiga que me cubra. — Respondió buscando con la mirada a Anne. — ¿No les molesta?
— Esta bien, pero no se lo digas a Hotch ni a Morgan, probablemente no les agrade ir con una joven sin la autorización de la Universidad.
— Ehh… ¿Cuál era Hotch? — Preguntó confundida Marlene.
— El que tiene cara de "Me dices algo y te pateo" — Bromeó sonriendo.
— Ah si, ya lo tengo. — Comentó riendo. — Perdón, ¿Cuál era tu nombre?
— Mm, soy Spencer Reid.
— Ah si, lo siento. Yo soy…
— Marlene Graham, lo se. Lo recuerdo.
Marlene se sintió pésima por no recordar su nombre ni el de ninguna de las personas que estuvieron ahí con ella, estaba tan concentrada en su tesis hecha polvo que no podía retener tres simples nombres y en cambio él que ni siquiera le preguntó el suyo, lo recordaba.
— Lo siento, tenía la cabeza en otro la…
— No te preocupes. — Sonrió él. — Es muy normal con la gente que pasa por un momento de estrés. Yo solo lo recordé porque tengo buena memoria.
— ¡Marlene, vamos! — Le dijo alguien poniéndole la mano en el hombro. — Oye, ¿Por qué estás mojada?
— Anne, te estaba buscando, discúlpame pero…
— ¡Oh por Dios! ¿Es tu tesis la que está en el suelo? — Chilló preocupada.
— Shh, shh Anne, por Dios, baja la voz. — La riñó. — Si, si es mi tesis, pero escúchame, fue un accidente, choqué con un agente y se me cayó de las manos. Ellos se disculparon y me llevarán a cambiarme y me imprimirán la tesis de nuevo. Solo…
— La profesora McHant no te dejará hacerlo. — Comentó mirándola seria.
— Ya lo se, necesito que me cubras un segundo.
— ¿Cómo vas a volver? — Le preguntó preocupada. — No quiero que se te haga de noche y no puedas entrar al campus, ni tampoco que vengas sola.
— No se preocupen. — Intervino Spencer Reid detrás de Marlene. — Nosotros nos encargaremos.
— ¿Eres del FBI? — Cuestionó Anne. Marlene la miró asustada, no se daba cuenta pero a veces aplicaba un tono agresivo a algunas preguntas.
— Si, soy un… agente. — Comentó algo nervioso.
— Pareces demasiado joven para estar en el FBI. Tienes seguramente nuestra edad…
¡Oh por Dios, Anne, deja de hablar ya, es el FBI!
— Anne, es del FBI por favor deja tranquilo al agente, ¿Si? — Dijo codeando a su amiga.
— Está bien, no me molesta. En realidad es normal todo el mundo piensa que soy demasiado joven para ingresar al FBI. Pero prefiero que no me llamen agente.
— ¿Y cómo si no? — Preguntó frunciendo el seño Anne en plan altanera.
Dios, mío Anne, cállate.
— Mi mentor en la unidad solía presentarme como "doctor"
— ¿Doctor? — Preguntó aún más extrañada la amiga de Marlene. — ¿En que especialidad? Aún así eres muy joven para ser un médico.
— Ehh Anne, creo que no esa clase de "doctor". Debe tener un doctorado.
Spencer la miró extrañado. Como si fuese un bicho raro. Era la primera persona en su vida que entendía por "doctor" a alguien que tuviera doctorados, y no a un doctor en medicina.
— En-en realidad… — Tartamudeó. — Tengo tres.
Ahora si, que tanto la joven inquisidora como Marlene lo miraban extrañadas.
— ¿Tres? — Preguntó la niña empapada. — ¿Cuántos años tienes Spencer?
— Uhm treinta y cuatro. — Respondió mirando al suelo. Le avergonzaba contar sobre sus habilidades.
— Oh Dios, yo tengo veinticuatro y ni siquiera soy licenciada, quiero llorar. — Dramatizó Anne.
— Pero… no tiene nada que ver con ustedes ni con su capacidad, solo es porque, uhm… bueno, puedo leer 20.000 palabras por minuto y tengo una memoria eidética excelente, además de licenciaturas y otros estudios, porque tengo un coeficiente intelectual de 187. Soy solo yo el que está mal.
— Spencer, eso no es estar mal… — Comentó sorprendida. — Eso es genial. Ser inteligente te abre puertas, te hace ver el mundo de otra forma. — Exclamó con emoción.
— A veces solo te hace un centro de acumulación de datos…
— No tiene que ver con los datos, si no con la utilidad que le des. Ahí radica la diferencia.
— Entonces eres un genio. — Comentó Anne sonriendo. — ¡Genial! — Bromeó. — Bueno, Marlene me tengo que ir. Te espero, por favor, tráiganla sana, ¿Si genio?
— Ehhm, s-si, claro. — Contestó tartamudeando. Nunca había sido bueno para relacionarse con mucha gente.
Anne salió corriendo hacia la multitud que se movía junto con los periodistas. La profesora McHant miró para atrás, seguramente para comprobar que nadie se quedara. Marlene se escondió detrás de Spencer agarrándolo de los brazos.
— Lo siento, no quiero que la profesora me vea.
— Está bien. — Contestó mirando hacia la joven profesora, cuando esta se dio la vuelta y continuó con su marcha, él se giró para verla de frente. — Ya se fueron.
— Gracias. — Suspiró. — ¿Qué están haciendo aquí? ¿Resuelven un caso?
— Si, JJ es nuestra encargada de los medios de comunicación, es el enlace con la prensa, vinimos a recogerla para ir a las oficinas.
— La BAU… — Dijo pensativa. — ¿Ustedes son los que hacen los perfiles de los asesinos? ¿Lo que lo dibujan?
— Ehmm, si, pero hacemos el perfil psicológico, analizamos a los secuestradores, asesinos y torturadores.
— Oh, si te soy sincera, nunca me interesó demasiado el crimen. La verdad es que no estaba contenta cuando me enteré que vendría a esta práctica, porque no me gusta el periodismo de investigación. Yo prefiero ser periodista política. A lo que voy es, ¿Cómo hacen?
— ¿Ha-hacer qué?
— ¿Cómo soportan enfrentarse diariamente a la muerte, a la sociedad podrida y corroída, a la humanidad en su peor estado? ¿No les afecta?
La pregunta quedó en el aire, porque Morgan apoyó su mano sobre el hombro de Spencer y lo empujó hacia la camioneta.
— Reid te estábamos esperando dentro de la casa. — Sonrió burlón. — Te quedaste atrás. — Rió. — Vamos, volvamos a la unidad. Tú también Marlene.
— Estoy muy mojada… — Intentó excusarse.
— ¡Yo también! — Sonrió Morgan. — Dale, vamos.
