¡Hola! Acá les dejo otro fic que, por cierto, no tiene nada que ver con los otros tres que he escrito. Bueno espero que lo disfruten y gracias por leer.


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Amanecía en Konoha una mañana más. Era un día caluroso, para estar en otoño. De hecho, lo único propio de la estación en la que estaban eran los árboles libres de hojas que se movieran al compás del cálido viento que había traído consigo la mañana.

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En un apartamento, en el centro de la villa, se encontraba una kunoichi de pelo lila, casi preparada para ir a trabajar. Estaba en el salón, buscando lo único que le faltaba para salir hacia la Torre Hokage, los protectores que siempre se ponía en las piernas.

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-Mierda.-maldijo en voz alta.- ¿Dónde demonios he dejado las espinilleras?-se preguntó Anko Mitarashi.-

Seguía buscando por todo el salón hasta que, en un descuido, le dio un golpe a la estantería que tenía detrás, haciendo que cayera un álbum de fotos. Cuando se agachó a recogerlo pudo ver sus espinilleras bajo un cojín que estaba tirado en el suelo.

-Genial Mitarashi.-se reprochó a sí misma.-Diez minutos buscando para que, al final, estén en el suelo. Muy hábil…

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Se puso las espinilleras y recogió el álbum. No recordaba que había en él así que lo abrió.

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Sonrió al ver la primera foto: un grupo de jóvenes aspirantes a ninja; todavía incapaces de hacer un simple jutsu de multiplicación de cuerpo. Empezó a mirar a todas las personas que salían en la foto: a la izquierda estaba Genma (le costó reconocerlo sin el pañuelo en la cabeza, aunque tenía un pequeño palillo en la boca. Parece que hay costumbres que nunca cambian, ¿no?)

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-Vaya, la foto del día de nuestra graduación.-sonrió con nostalgia.- ¿Cuánto hace, 15 años?-se preguntó en voz alta.- De hecho creo que fue por estas fechas.-se volvió a centrar en la foto.-

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A su lado se encontraba Gai, ese sí que no había cambiado nada, ni en el físico ni en la personalidad. Luego estaba Kurenai, que sonreía abiertamente pasándole a una joven Anko un brazo sobre los hombros mientras, esta, miraba de reojo, con una pequeña sonrisa, a un niño de pelo plateado con máscara que estaba serio por culpa de un gamberro Asuma, que le revolvía el pelo.

Había algunos niños más pero, de la mayoría, no se acordaba ni del nombre…

Se quedó mirando la foto y, sin poder evitarlo, empezó a pensar en todo lo que había pasado desde que eran unos simples estudiantes de academia. Especialmente, el un shinobi que, hacía un par de años, se había marchado de la aldea de la hoja: Kakashi Hatake.

Todos sus amigos lo echaban de menos, pero, seguramente, no tanto como ella lo hacía. Ya habían pasado tres años desde la última vez que lo había visto. Se había despedido de ella, y del resto de sus amigos, pero de ella en especial.

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Flash Back

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Anko estaba a punto de irse a la cama (era tarde y estaba cansada) así que apagó la televisión y fue hacia su cuarto. No había salido de casa en todo el día porque sabía que era el día en el que Kakashi se marchaba y todos pasarían el día con él; teniendo en cuenta que le habían preparado una gran despedida.

Cuando se metió en la cama, alguien llamó a su puerta. De seguro sería Kurenai, que quería echarle la bronca por no despedirse de Kakashi. Se levantó y abrió la puerta viendo tras ella un pelo plateado que brillaba bajo la luz de la luna.

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-Hola…-dijo tímidamente el Hatake.-

-¿Q-qué haces aquí Kakashi?-preguntó, visiblemente nerviosa y apartando la mirada hacia los pies del hombre.-

-¿No pensabas despedirte de mí?-quiso parecer una pregunta pero salió más como una afirmación que, además, tenía un tono triste.-

-Es que…-no sabía cómo continuar y optó por lo típico.-estaba ocupada…-en ningún momento le miraba a la cara.-

-¿De verdad significo tan poco para ti?-dijo de la misma forma que antes.-

-No. No es eso Kakashi…-dejó la frase a medias. Cuando Kakashi vio que no seguía; habló.-

-Entonces, ¿qué es?-preguntó el chico. Ante el silencio de la mujer, continuó- ¿Sabes? Hubiese podido irme de aquí sin decirle adiós a la mayoría de la gente de esta aldea pero… tenía que despedirme de ti. Ni siquiera sé por qué soy tan idiota como para pensar que te importaría que me fuese… Si tú me lo pidieras yo no…-se obligó a parar a sí mismo.- Bueno, no importa.

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Anko seguía sin decir palabra y ni siquiera lo miraba a la cara. El Hatake acabó por rendirse.

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-Bueno, ya que está claro que no vas a decir nada, acabemos con esto, ¿no?…-se acercó a ella para intentar abrazarla, más la peli-lila no se movió. Finalmente optó por tenderle la mano (que, junto con los pies del Hatake) era lo único que Anko veía al tener la mirada clavada en el suelo. La Mitarashi estrechó la mano de él, apenas con fuerza, mientras que su otra mano libre se abrazaba a su propio abdomen.- En fin, adiós Anko. Te voy a echar de menos…-ante esta declaración, la kunoichi, cerró los ojos con fuerza y soltó la mano del que, a partir de entonces, sería su ex compañero de trabajo. El hombre esperó unos segundos más, para ver si ella decía algo o si, simplemente, lo miraba una vez más pero, al ver que eso no pasaba, giró sobre sus talones. Anko abrió los ojos y siguió el recorrido de los pies con la mirada, sin siquiera mover la cabeza, hasta que desaparecieron de su campo de visión. Fue entonces cuando levantó la vista y logró ver un último destello plateado, que la luz de la Luna le ofreció cuando entró en contacto con el pelo de él, perdiéndose tras las escaleras del bloque de pisos en el que vivía.

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Se quedó en la puerta un rato más, hasta que dejó de escucha los pasos pesados y lentos de Kakashi. Finalmente, se metió en casa, preparada para volver a la cama aunque daba igual que no lo hubiese hecho. Aquella noche no consiguió dormir…

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Fin del Flashback

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-"Ni siquiera sé por qué no me despedí de él"-pensaba con un deje de tristeza la jounin.- "Mierda, ¡es que no sé por qué no le dije que quería que se quedara!"

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La Mitarashi, seguía sentada en su sofá, sin recordar siquiera que llegaba tarde al trabajo. Tocaron a su puerta pero ella ni lo notó. Como iba a salir de un momento a otro para trabajar (o eso tenía pensado hacer 5 minutos antes) la persona que llamaba entró al no encontrar respuesta por parte de la kunoichi.

La puerta se cerró pero Anko seguía con la mente centrada en la foto y el Hatake.

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-"De seguro se fue pensando que me daba igual que se fuera"-se decía a sí misma con rabia.-

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Unos pasos se iban acercando a la par que alguien llamaba a Anko, a pocos metros de esta. Finalmente oyó la voz, que la sacó por completo de sus pensamientos.

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-¡Kurenai!-escondió el álbum, aún abierto, tras su espalda.- ¿Qué haces aquí?-preguntó, con voz nerviosa y sonrisa forzada.-

-¿Cómo que "qué hago aquí"? Llegas veinte minutos tarde y Tsunade me ha mandado a buscarte.-entrecerró lo ojos y se acercó unos cuantos pasos a la de ojos caramelo; los mismos pasos que Anko retrocedió.- ¿Qué escondes?-inquirió, volviendo a avanzar unos pasos, haciendo que Anko retrocediera.-

-¿Yo?-levantó la ceja izquierda, con cara inocente.- Nada.-ante la respuesta Kurenai siguió avanzando y ella, a la par, iba hacia atrás. Unos segundos después, la de pelo lila, se topó con la pared; cosa que aprovechó la de ojos rojos para agarrar a su amiga y coger el álbum con una expresión de triunfo.- ¡Espera Kurenai, devuélvemelo!-antes de terminar la frase, la de pelo negro ya estaba viendo la foto que antes había observado la Mitarashi.-

-Oh, Anko…-la Yuhi, cambió de expresión, para poner una cara, ¿triste, quizás?- Yo también lo echo de menos, ¿sabes?-se acercó a la kunoichi de la gabardina mientras dejaba el álbum en la mesita del salón. Cuando estuvo al lado de la Mitarashi, le pasó un brazo por encima de los hombros, igual que en la foto, solo que de manera más suave; reconfortante. Anko empezaba a estar incómoda. Se sentía mejor con Kurenai consolándola, pero en cuanto sus ojos le empezaron a picar, decidió que era hora de parar eso antes de acabar llorando. No lo había hecho delante de nadie y eso no iba a cambiar ahora.-

-Solo estaba recordando viejos tiempos, Kurenai.-se apartó de Kurenai, que seguía con la misma expresión entre preocupada y triste.-

-Lo que tú digas… Pero, Anko,-la nombrada miró a la Yuhi.-si quieres hablar, solo dilo.-acabó la peli-negra con una sonrisa cálida.-

Tras un silencio en el que la Mitarashi no sabía dónde meterse, la peli-lila volvió a hablar.-Vale, finalicemos el episodio de: "desnudemos nuestra alma en el salón de Anko" y vámonos a trabajar.-Kurenai sonrió.- Me gusta mi culo, es una de las mejores cosas de mi cuerpo, y no me gustaría que Tsunade lo patease.-se fue hacia la puerta rápidamente.- ¡Venga!-ordenó, haciendo que ambas saliesen a toda velocidad al trabajo.-


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¡Hola, gente! Como ya hacía tiempo que no me prodigaba por estos lares me he dicho:

"Oye y, ¿por qué no escribo algo para FanFiction?" Y claro, como me voy a llevar la contraria, ¿no? xD

Bueno, aclararé en el siguiente capítulo el porqué se fue Kakashi.

Un saludo:

Averno#10