¡Hola, mis guerreros!

Bien, se que querrán explicaciones. Abajo las podrán encontrar.

NOTA: VicTORIous no me pertenece. Todos los derechos son de Dan Schneider y Nickelodeon. Yo, solo soy una humilde Jori shipper, a la que la vida dio un don para escribir sobre estas dos hermosuras 3


I

Se removió una vez más en su asiento. Las manos le sudaban horriblemente y sentía unas inmensas ganas de vomitar. Su corazón latía rápidamente y, en un fallido intento por calmarlo, miraba las enormes calles de Los Ángeles.

–Todo estará bien, Tori. – la delicada voz de Cat la tranquilizo unos segundos. Mirando a su pelirroja amiga, pudo dibujar una de sus más conocidas sonrisas. Solo fueron unos segundos, hasta que sus manos volaron a su plano vientre y la tristeza se encajó en su corazón.

Era la cuarta vez, que tomaba ese camino.

Aunque era difícil, sus expectativas estaban por los suelos. Se preparaba mentalmente a recibir una respuesta negativa. A volver a ver como sus sueños se esfumaban como arena entre sus dedos.

Y, era en estos momentos, donde más necesitaba a Jade.

Aunque no lo dijera abiertamente, sabía que la pálida mujer tampoco se hacía mucha ilusión con esta vez. Había tenido la oportunidad de mirar en sus orbes azulados, la tristeza y decepción. Sabía que Jade se había excusado con el pretexto de arreglar unos papeles de la empresa de su fallecido padre. Para ella tampoco era fácil mantener las expectativas bajas.

Pero, aun así, había algo que las consolaba. Y eso era tener a Liz. La niña de nueve años era la adoración de ambas mujeres y, hace dos años atrás, luego de haber dado sus votos nupciales, habían tenido la dicha de poder adoptarla como hija.

Treinta minutos después, Tori y Cat se encontraban pisando el suelo de un enorme hospital. Aunque el olor a alcohol le pusiera los vellos de punta y aumentaran sus horribles ganas de vomitar, caminaron por los enormes pasillos de este, hasta toparse con una secretaria. Las palabras fueron innecesarias, pues apenas las vio, la mujer se dirigió al consultorio de su jefe y, luego de unos minutos, permitió que la latina y la pelirroja entraran.

– Victoria West. –sonrió al escuchar su nuevo apellido. Dos años portándolo y aun le resultaba algo extraño no ser más Victoria Vega.

– Doctor. –le sonrió, sentándose con pesadez en una de las sillas frente al galeno. Cat le tomo la mano y le dedico la mejor sonrisa que tenía.

Y ella, internamente, se lo agradeció.

– Muy bien, Victoria. –comenzó el galeno, colocando un sobre sobre su escritorio –estos son los resultados de la inseminación. ¿Quieres que los veamos?

No.

La respuesta era un rotundo no.

No quería volver a decepcionarse, con una respuesta negativa.

Pero, en lugar de eso, simplemente asintió. Sus manos temblaban y, de pronto, sentía que el oxígeno del pequeño cuarto no era el suficiente para sus pulmones…


Haberla dejado ir sola, había sido su mayor idiotez.

De acuerdo, no estaba del todo sola. Cat había ido con ella. Puede que siguiera conservando la esencia de aquella niña en Hollywood Arts, pero debía admitir que había madurado.

Pero, ¿y si Tori la necesitaba? ¿Y si en estos momentos estuviera sollozando su nombre y rogando que estuviera con ella?

Se sintió físicamente enferma. Cat la animaría, eso no lo dudaba. Había confiado en cederle el cuidado de la mujer de su vida, para poder animarla si el resultado fuera negativo por cuarta vez. La mujer pelirroja tenia tacto en ello. Un helado, o una visita al departamento que había heredado de su Nona, eran unas formas que estaba segura usaría para animar a la latina.

Aunque realmente eso no la animara.

El simple pensamiento de una Tori, llorando desconsoladamente y gimiendo su nombre, le hizo sentirse pésima. La necesitaba. Necesitaba tenerla a su lado y mirar que estuviera bien. Sostenerla en sus brazos y arrullarla. Susurrarle en su oreja cuanto la amaba a ella y a Liz, decirle lo orgullosa que estaba de la cantante en la que se estaba convirtiendo; lo bendecida que estaba de que la hubiera escogido como su esposa.

Apenas escucho el sonido de un carro aparcándose, corrió con todas sus fuerzas hacia la puerta principal. Maldiciendo el que la puerta se abriera hacia adentro, tomo la perilla y, abriéndola con fuerza, ahogo un gemido cuando esta reboto y le golpeo su brazo izquierdo. Tori la miro preocupada, Cat simplemente rio y Jade no paso por largo un pequeño detalle.

Los ojos hinchados de Tori. Una clara razón de que había llorado.

– Vega…– aquello le hizo sonreír por un segundo. Aunque ahora estaban casadas y, habían adoptado su apellido a petición de Tori, adoraba llamarla a veces por su apellido de soltera y verla hacer un puchero. Pero esta vez, en lugar de un puchero, recibió una enorme sonrisa como respuesta.

El corazón le empezó a latir con fuerza.

La adrenalina que hace poco la poseía, se esfumo por completo. La latina le seguía mirando con la enrome sonrisa y ella permanecía estática en el mismo lugar. El mirar las lágrimas que empezaban a derramarse por sus morenas mejillas la hizo reaccionar. En menos de un minuto, la tuvo entre sus brazos. Se dejó llevar por el exquisito aroma a canela que irradiaba su cabello y no pudo evitar lanzar un diminuto gemido sollozante. Estaba temblando. Estaba siendo inundada por miles de emociones, en estos instantes.

Sin separarse mucho, observo los orbes cafés de su esposa. Brillaban. Como si fueran dos estrellas, a mitad de la noche. También ella temblaba.

– Estas… ¿Estamos…? – no hubo necesidad de terminar su pregunta. Tori simplemente asintió, aun con su sonrisa y con las lágrimas en los ojos. Rompiendo el abrazo, dejo que la latina tomara su pálida mano y la colocara en su moreno vientre.

– Funciono, Jadey. –esas dos palabras erizaron todo su cuerpo y sintió como su corazón se expandía –vamos a tener un bebé…


¡Ay, que me da nostalgia! :'D

Bien, he decidido reescribir antiguos escritos mios. Este, en particular.

No prometo actualizar pronto. Pues estoy ya en ultimo semestre de bachillerato y eso me va a absorber parte de mi vida, pero prometo darme un tiempito para escribir y subirlo 3

He vuelto B) (Parcialmente)

Nos leemos luego. ¡Se cuidan, mis guerreros!