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Star Trek Primes en el Tiempo
Por Ladygon
Star Trek pertenece a nuestro visionario Gene Roddenberry, y también, a J.J. Abrams.
Primera Parte: En el universo no alterado
I
Spock temblaba de pies a cabeza. Sus manos se agitaban sin control en oscilaciones vacilantes y poco reprimidas al recoger sus dedos en puños apretados, dolorosos. Abrió sus manos, sus dedos estirados en tensión, pero el temblor no cesaba, no quería detenerse. Tampoco ir donde el doctor era una opción, rechazada la idea al instante por instinto, sí, por instinto. El mismo instinto que lo hizo ir hasta la habitación del capitán, aunque él creía que fue por una lógica rutinaria y responsable de acuerdo a su posición como primer oficial. Dar reportes y no preocupar a su oficial al mando, el cual tenía delante de él, eran su prioridad.
Estaba equivocado. Nada de eso explicaba el porqué se encontraba cerca de la cama del capitán. Su mente un poco nebulosa, le decía que se fue a mojar la cara al baño, porque comenzó a sentirse extraño, después de dar los reportes, y luego, el temblor en su cuerpo se presentó de improviso.
-Ven, sentémonos aquí… tranquilo- James T. Kirk no puede disimular su rostro preocupado- ya que no quieres ir con el doctor, esperemos a ver si se te pasa, sino tendrás que ir sí, o sí.
No le dijo que de todas formas, aun quitándosele el temblor, lo mandaría a la enfermería. Miró con angustia esos ojos clavados en las manos tiritonas. Se sentó en la cama, casi al mismo tiempo que lo hiciera su oficial científico.
-No puedo controlarlas- dijo Spock extrañado, presentando sus palmas abiertas hacia arriba.
-A ver, déjame ver- Jim extiende sus propias manos.
Antes de lograr alcanzarlo es él, Spock, quien le toma sus manos sin mirarlo a los ojos. Jim se deja, no piensa, queda en blanco. No sabe qué sucede mientras el otro comienza a tocarlas con minuciosidad. Recorre con su vista el rostro ocupado del vulcano en acariciar sus manos, y no pude dejar de mirarlo. Su corazón comienza a palpitar aceleradamente, aumentando ya el ritmo que tenía antes a causa del estado de Spock. Ahora no era un ritmo de preocupación, sino de anhelo. Spock siempre lo hacía sentir y no pudo soportarlo más al verlo temblar de esa forma. Algo gatilló en su interior.
-¡Spock!- exclamó con angustia y lo abrazó con calidez.
El vulcano respondió el abrazo dado con sorpresa y de a poco el temblor comenzó a apaciguarse. Respiró con profundidad el aroma embriagador de esa cobija, de ese cuerpo, de esa persona, quien acariciaba su espalda con lentitud, aferrado a él, con los ojos cerrados y el rostro sonrojado. Buscó el brazo derecho de Jim y luego su mano, la cual abrió en toda su extensión y volvió a acariciarla, otra vez.
Jim sintió la agitación de Spock, ya que era la suya propia. El abrazo se soltó y los dos miraron hacia abajo donde Spock tenía atrapada la mano derecha de Jim; la muñeca, atrapada con una mano, mientras con la otra, la acariciaba por encima de la palma abierta.
Jim volvió a levantar la vista pero esta vez, su mirada era de deseo. Volvió a recorrer el rostro de Spock, y ahora se topó con la mirada de él, quien lo observaba de la misma forma. Los rostros se acercaron con lentitud atraídos el uno al otro, con una fuerza magnética invisible, hacia un beso delicioso al principio, luego desesperado.
Soltó la mano de Jim y este último lo abrazó con fuerza sin romper el beso. Spock volvió a responderle, pero ahora sus brazos se movían, acariciando al igual que esos sentidos en su espalda. Lo atrajeron y él le cayó encima sin soltar los besos demandantes, exigentes por más piel que devorar. Le metió la mano por debajo del uniforme para acariciarle el pecho, luego se lo levantó y lamió los pezones.
Jim tembló y quiso más, así que agarró su propio uniforme con ambas manos y se lo quitó por encima de su cabeza para tirarlo lejos donde no molestara.
Teniendo el camino libre, comenzó a explorar al capitán donde, sin saberlo, "ningún hombre había llegado antes". Se quitó la parte de arriba del uniforme también, y luego se vio siendo atraído hacia el otro cuerpo. El contacto piel con piel fue delicioso y le sacó un suspiro notorio.
-No puedo detenerme, Jim- le dijo muy excitado.
-No te detengas, lo necesito. Te necesito- le respondieron con la misma excitación.
Entonces se besaron con sus lenguas calientes, deseosas. Spock le metió los dedos en la boca e hizo que los chupara, luego los deslizó por el pecho hasta desaparecer las manos bajo los pantalones para llegar a la entrada oculta y penetrarlo. El otro pegó un gemido delicioso cuando sintió la invasión de esos dedos. Le bajó el pantalón hasta las rodillas. El miembro erecto lo saludó y de esta forma tuvo mayor acceso para las penetraciones con sus dedos, pudiendo así meterlos hasta las coyunturas. Cuando su mano libre acarició la dureza de Jim- y este jadeaba y gemía de una forma tan excitante- tuvo que cerrar los ojos para controlar sus propios jadeos. No obstante, le fue imposible. La molestia en su propia entrepierna lo llamaba a la liberación, y no pudiendo aguantarlo más, apartó sus manos de la carne y la llevó hasta su propia ropa para quitarla de forma rápida.
Jim estaba medio ido, pero entreabrió los ojos para ver la razón del cese de las caricias, entonces se incorporó para ayudar también, y librarse de las botas, que hacían de tope al pantalón no permitiendo bajar más de las pantorrillas. Solo ayudó en el proceso, porque Spock ya le estaba quitando el calzado. Este se sentó frente a Jim, dejando sus propias botas en dirección a él, como una petición para que hiciera lo mismo y le ayudara a quitarse también las botas. Sonrió, por supuesto lo haría. Fuera los pantalones y fuera los calzados; sonaron con golpe seco en el suelo donde los tiraron. Ambos se quedaron mirando por momentos. Jim con cara de felicidad, pues Spock también estaba despierto, duro y listo como él.
Se besaron, un beso corto hacia un lado primero, después al otro lado. Un beso más, repitiendo la acción. Otro beso profundo terminó el beso anterior y Spock volvió a posicionarse encima de él cuando Jim se recostó, atrayéndolo.
Las caricias volvieron a intensificarse, volviéndose más desesperadas a cada rato. Jim rodeó su cuello y lo abrazó. Lengüeteó su garganta hasta llegar a la punta de su puntiaguda oreja y la mordió. El suspiro como resultado de la acción hizo un sonido excitante a más no poder, así que se vio en la obligación de volver a repetirlo. La respuesta del vulcano no se dejó esperar y recibió un abrazo muy intenso con un temblor de todo su cuerpo.
-Jim...- y su voz lo sedujo.
-Spock, házmelo, por favor- le pidió con un suspiro.
Spock con suavidad deslizó su mano hacia abajo. Redondeó el glúteo y la pierna se alzó para darle espacio. Puso su pene en la entrada y empujó con suavidad, entrando. El cuerpo de Jim lo recibió relajado, pero se tensó y él se detuvo. Volvió a relajarse con un suspiro y él volvió a meterla un poco más. Este cuerpo se agitaba de manera asombrosa; el pecho subía y bajaba debido a la respiración rápida; y el rostro se contraía por el dolor, que luego cambiaba por el placer. Entendió ese dolor ajeno, porque el agujero lo apretaba y dolía, pero era exquisito; entendió el placer, así que volvió a presionar con más fuerza, esta vez para llegar más profundo dentro de ese trasero. Jim pegó un grito y se detuvo. La visión lo enloqueció y fue por esa boca llena de quejidos para besarla como un desquiciado. Ya no se retuvo más. Su parte lógica que lo mantenía en continuo control y que aún lo retenía, pese al estado en que se encontraba, se fue, lo dejó sin guía, sin correa, entonces se desbordó.
Jim lo sintió y abrió más las piernas, porque sabía que entraría con todo, así que se preparó. Se relajó lo más que pudo y tomó aire, el cual exhaló en un grito, cuando no pudo controlar el dolor del golpe recibido en su trasero, dado por la completa penetración. Las lágrimas saltaron de sus ojos y fueron bebidas por el vulcano, quien no esperó más y comenzó a moverse, pillando desprevenido a Jim, el cual comenzó a gritar vergonzosamente.
A Spock eso le gustaba, porque no se detuvo, sino que hizo el ritmo más largo y profundo, como si estuviera penetrándolo por primera vez, una y otra vez. Spock gruñía y se quejaba también, convirtiendo el ambiente junto a Jim en sonidos eróticos.
El placer los poseyó totalmente. Jim sentía como era invadido y con esa sensación arrebatadora, no supo de dolores, solo de placer, y algo que no había sentido nunca antes. Se dejó llevar por el ritmo del vulcano donde también ayudó instintivamente, desde lo más profundo de su ser. El cuerpo de Jim comenzó a perlarse con hermosas gotas de sudor, y al balancearse a su ritmo, su cuerpo se semejaba a las ondas de alta mar.
Spock pasó su mano por el costado del otro, hasta llegar a pellizcar su pecho al lado de los pezones. Estaba atrapado por la carne de Jim y eso lo hizo querer más. Aumentó el ritmo pese a la estrechez del otro.
Sus mentes ya no pensaban en nada. Los dos, completamente, perdidos en el placer que los embargaba de la cabeza a los pies. Los besos, las caricias, a Spock, el contacto con ese hombre le nublaba todos los sentidos y los traspasaban de una forma abismal.
El vulcano sentía que caía en un abismo sin fondo, pero lejos de ser una sensación desesperante, era una sensación que lo cobijaba, lo envolvía. En esa sensación, su cuerpo seguía cayendo al vacío, pero ya no caía de forma perpendicular, sino que ahora, su cuerpo se inclinó hacia atrás hasta comenzar a caer de cabeza, hacia abajo, hacia las profundidades. No se alarmó, por el contrario, la calidez seguía, porque ese abismo era él: era Jim. Siguió cayendo y cuando se iba a dar por completo, la razón lo apuñaló por la espalda, y su espíritu sintió pánico. La caída se volvió vertiginosa y desesperante. Abrió los ojos y vio el otro cuerpo entregarse sin condiciones a él.
Jim lo abrazó.
-Te amo Spock, te amo- le gemía.
La confesión de su amigo, dolió interiormente, mientras en el exterior solo había placer. Eso lo confundió al extremo.
-Jim...- la voz tuvo un tono duro que lo extrañó.
-Por favor, no digas nada- Jim gimió y lo abrazó más.
Spock no vio, pero Jim escondido en la curva de su cuello, cerró los ojos con dolor. Luego, los abrió y había tranquilidad en ellos, pero también decisión. Volvió a cerrarlos e hizo la cabeza hacia atrás, gimiendo las embestidas recibidas por ese pene delicioso. Cruzó sus piernas más arriba en la espalda del vulcano y gimió sin ataduras.
Esa visión del placer absoluto en ese rostro deseado, le hizo a Spock excitar su fuego animal, y comenzó a golpear ese trasero con cada penetrada, de manera salvaje casi sin control. El placer volvió a poseerlo al igual que la lujuria desatada por lo desconocido. Un placer que lo llevaba derecho al éxtasis, nunca experimentado por él. Ahora era ese instante trascendental, ese instante donde lo azota una explosión candente que lo llevará a la cúspide. Pegó un grito orgásmico final, que lo hizo derramarse en ese interior y sentir la humedad caliente en su estómago también, a causa del orgasmo de Jim.
Estaba muy agitado, tan agitado que no podía creerlo. Tratando de controlar el aire, sentía su cuerpo lánguido y con una sensación sin igual, que tampoco pudo identificar. Se mantuvo sobre Jim sin ganas de moverse de su posición, luego, salió de su interior con sumo cuidado.
Pasaron minutos silenciosos de palabras, pero ruidosos de respiraciones a controlar.
-Wow, eso estuvo increíble- dijo Jim con voz traviesa y con aire entrecortado- a puesto que las chicas se mueren por ti.
Spock despertó como saliendo de un trance.
-No comprendo a qué se refiere- respondió, tratando de llenar sus pulmones también.
-Bueno, no importa- dijo Jim ya con aire controlado, pero con voz lánguida- Estoy satisfecho y muy cansado. Creo que voy a dormir un rato. Mira, acomodémonos.
El capitán lo empujó con suavidad de encima para acostarse a su lado y luego, se acomodó en su pecho, usándolo de almohada. Spock quedó con el brazo levantado al darle el espacio suficiente para acomodarse, y como no supo donde dejarla, solo la dejó caer encima de Jim.
-No cree que deberíamos hablar de...- comenzó diciendo Spock.
-No- respondió seco- no lo arruinemos. Déjame disfrutarlo un poco más.
Se acomodó más en su cuerpo.
-Vamos a dormir, después hablamos- el capitán dijo con voz somnolienta, pero con ese mando que lo manejaba.
Kirk se quedó dormido, alejando los pensamientos incómodos, y solo dejando las exquisitas sensaciones que siempre le causaban el post sexo. Cuando despertó, no se sorprendió verse solo en la cama. Hizo sus cosas cotidianas un tanto adolorido eso sí, le dolía el trasero, pero nada que no pudiera soportar. Fue al puente como cualquier día y recibió los informes acostumbrados. Se sentó en la silla con cuidado, como siempre hacía cuando estaba hundido en sus pensamientos, así que nadie sospechó nada, y él lo sabía.
No se preocupó de Spock, no quería pensar en él. Después supo que el vulcano tuvo un problema metabólico, generado por unas esporas espaciales, y que por eso tuvo esa reacción con temblores, que ya estaba controlado, y que al parecer, fue leve.
-¡Ah!- fue lo único que le dijo Jim a McCoy cuando le explicó lo anterior.
Todo era demasiado lógico para su gusto, él no era nada lógico y por eso dolía como un demonio, pero era lógico y como era tan lógico, no había nada más que hacer. Al menos sabía que decir a todo esto.
-Me alegro que se encuentre mejor señor Spock- le dijo con su típica sonrisa, enterrando sus sentimientos en lo profundo de su ser.
-Gracias, el doctor observó...
-Sí, las esporas, bueno, no puedo negar que me sentí un tanto... desilusionado el saber que unas esporas le ganaron a mis encantos- dijo Kirk con esa sonrisa traviesa tan característica suya.
-¿Por qué dice eso?- Spock lo mira extrañado- No comprendo. Si se refiere a que las esporas son más atractivas que usted no es lógico.
-Muy galante de su parte- amplió su sonrisa- pero el hecho, es que la culpa la tuvieron las esporas.
-Afirmativo, en la misión anterior estuve expuesto. Las esporas comprometieron mi sistema metabólico y crearon un pequeño Pon Farr, el cual no pasó a mayores gracias a usted y por eso estoy muy agradecido.
-No faltaba más, para eso son los amigos- dijo Jim con simpleza.
-Dudo que los amigos hagan tales cosas- Spock lo miró con curiosidad.
Aquí venía la parte que temía. Afortunadamente, sabía qué decir para mantener su "dignidad".
-No lo crea, entre los humanos existe esa clase de relación se llama "amigos con ventaja" y no hay compromisos ni sentimientos, solo una simple amistad- concluyó Kirk como dando una explicación a un alumno.
-Usted dijo que me amaba. Yo no...
-¡Pero claro que lo dije!- interrumpió Jim con carisma- Yo lo quiero mucho Spock, es usted una persona muy importante en mi vida. Es mi mejor amigo, y lo amo por eso, y bueno, en un momento de pasión, pues me emocioné. No me puede culpar por eso, después de todo, soy humano- explicó, rascándose la nariz con su dedo índice.
Spock lo miró confundido.
-¿Usted se refiere al amor de amigos?- preguntó curioso.
-Exactamente, eso trato de decir- le dijo el capitán muy seguro de sí.
-No estaba en conocimiento de esa conducta humana y por ende, pueda manifestarse en el sexo- Spock meditó.
-Es natural que no lo sepa, después de todo tiene relación con las emociones humanas.
-Comprendo. Ese punto de alguna forma, es un alivio- quedó pensando con la mirada en el suelo.
Jim se mordió el labio inferior y con el corazón apretujado respondió:
-Entonces, no hay nada más de que hablar. Solo trate de alejarse de esas esporas, ¿ok?- le da un golpe cariñoso en el brazo- bien, volvamos al trabajo.
Spock iba a decir algo, pero no supo que decir. Vio como Jim se alejaba de él y eso de alguna forma lo inquietó.
Muchas cosas pasaron después durante la misión de cinco años, y estaba claro para Spock, que él también lo amaba como amigo. Sin embargo, la inquietud afloraba cada día más fuerte, y estaba lejos de poder controlarla con meditación o con sus técnicas vulcanianas aprendidas. Necesitaba algo más radical. Algo extremo.
