En el país de las maravillas
1 -La madriguera de… ¿La tortuga?
Miguel Ángel empezaba a cansarse de estar sentado con Leonardo bajo la sombra del árbol sin tener nada que hacer, había lanzado rápidas miradas al libro que su hermano leía en voz alta:
-Bushido significa, literalmente, "modos militares de caballero"; es decir, las maneras que los nobles contendientes debían observar en su vida como en su vocación. Era un Código no escrito de principios morales que debían cumplir los nobles guerreros y en el que eran instruidos. Consistía en algunas máximas transmitidas en forma oral, y en algunas ocasiones de la pluma de algún sabio guerrero… - Mikey bufó, Leo lo miró con el ceño ligeramente fruncido - Miguel Ángel… -advirtió.
-Te estoy oyendo…-contestó sin ganas Mike.
Llevaban una semana en la Granja de Casey, el maestro Splinter consideró que necesitaban vacaciones luego de que sus hijos por poco destruyeran la guarida: entre las acrobacias de Miguel Ángel con la patineta, Donatello explotando su laboratorio a cada rato y las peleas entre Leonardo y Raphael, no encontraba el momento adecuado para relajarse y meditar… vivir con cuatro tortugas adolescentes, y además varones, no era fácil. Llamó a Abril en cuanto decidió que ya tenía bastante de tanto escándalo y, con ayuda de Casey, organizaron el viaje a la Granja. Sobra decir lo emocionados que se pusieron los cuatro.
Apenas llegaron cada uno se dedicó a lo suyo: Abril y Donnie se dedicaban a recolectar muestras y a observar la flora y fauna de los alrededores, Raph y Casey exploraban buscando aventuras, el Sensei al fin podía meditar sin interrupciones en el granero y Leo entrenaba y leía por los alrededores…Mikey por lo general siempre tenía algo qué hacer o algún lugar al que curiosear, pero ese día no tenía ganas de eso por lo que estaba sentado sobre la rama de aquel árbol escuchando aburrido a su querido hermano mayor, con el pequeño Klunk dormitando a su lado.
-Las virtudes del Código Bushido fueron las siguientes: La Rectitud, El Valor, La Benevolencia, La Cortesía, La Sinceridad, El Honor y El Deber. Constituyen la guía moral de estos nobles guerreros: "Sed fieles a él y vuestro honor crecerá. Rompedlo, y vuestro nombre será denostado por las generaciones venideras…" –Continuaba Leo entretenido…hasta que sintió el pie de su hermanito cerca de su cabeza. Suspiró –Miguel Ángel, tú mismo me pediste leer en voz alta ¿Podrías poner atención?
-¡Creí que estabas leyendo un libro de poesía! – se quejó Mikey.
-Eso fue hace dos días, hoy tocó al azar leer el código de honor del bushido – explicó Leo.
- ¿Al azar?
-Saben que me gusta mucho leer por eso traje unos cuantos libros, pero me es difícil escoger cuál leer en el momento, así que los agarró al azar, se lo dejó a la suerte…
-¡Vaya! ¿Así que si hubieras tomado uno de los libros de ingeniería de Don lo habrías leído solo porque salió?
-Sí –contestó con simpleza. Estaba por continuar su lectura en silencio cuando escuchó a su hermano quejarse.
-¡Aay, que aburrido! ¡¿Cómo puedo poner atención si ese libro no tiene dibujos?!
-Mikey, no todos son como en las historietas – dijo Leo con una sonrisa –además, los mejores libros que hay no tienen dibujos, así estimulan la imaginación…aunque de eso tienes demasiado.
-Sabes, en mi mundo ideal los libros tendrían muchos dibujos…-dijo Miguel con voz soñadora acariciando tras las orejas a su mascota. Leo solo rió.
-¿Tu mundo? Ya me imagino cómo sería ese mundo tuyo… un completo disparate.
-¡Tienes razón, viejo! – dijo Mike con una gran sonrisa. Leo solo negó con la cabeza y volvió a su lectura. Miguel Ángel se recargó sobre el árbol y tomó a Klunk elevándolo a la altura de sus ojos – Sabes Klunk, Leo tiene razón, mi mundo sería un disparate…todo sería lo que no es y al revés, lo que es no sería y lo que no podría ser sí sería – el minino lo veía atentamente con la cabeza ladeada– algo así como Alicia en el país de las maravillas ¡Imagínate Klunk! –dijo divertido.
Estaba a punto de cerrar los ojos cuando vio algo a unos metros a uno de sus hermanos. No había nada de extraño en eso, ni tampoco le extrañó oír a su hermano decir apresuradamente "¡Oh, por dios, es tarde! ¡Tarde!" y desapareciendo en el bosque, dio un vistazo hacia Leo, el cual seguía leyendo absorto, y bajó con cuidado del árbol con la intención de buscar a su hermano.
En minutos le dio alcance, percatándose de que era Raphael. Al verlo no pudo contener una carcajada: su hermano más rudo estaba vestido ridículamente con un chaleco rojo y pantalones grises, tenía su bandana puesta y miraba aterrado un reloj de bolsillo.
-¡Viejo! Jajajajajajaja ¡¿Qué onda con tu ropa?! - Mikey no podía parar de reír, y estaba esperando que su temperamental hermano le gritara y tratara de golpearlo para callarlo, pero lo único que escuchaba de su parte era "¡Ya es muy tarde! ¡Tardísimo! ¡Me voy, Me voy, me voy!" y se alejó presuroso. Confundido por su reacción Miguel Ángel corrió tras él, hacia la carretera "¡Qué raro! ¿Para qué se le hace tarde?"
-¡Ey, Raphael espera! – gritaba, Raph lo regresó a ver y paró abruptamente, Mikey también se detuvo a su lado.
-¡Oh, que la…! ¡Deja de seguirme! – Gritó Raphael molesto - ¡Te digo que tengo prisa! Aléjate, llegaré tarde por tu culpa.
-¿Tarde para qué? –preguntó confundido el menor de los quelonios.
-¡Qué te importa, metiche! – Contestó de mala forma la tortuga mirando el reloj - ¡Ya es tarde, muy tarde! ¡No tengo tiempo para ti! –Siguió corriendo con Mikey pisándole los talones. Sin parar siquiera y sin duda se metió en una alcantarilla que estaba al lado del camino, oculta entre los arbustos. Miguel Ángel se detuvo.
-Qué lugar tan raro para una alcantarilla –se dijo - ¿Qué habrá para que Raphita lleve prisa? Mmmm, tal vez una fiesta… ¡Eso es! Seguramente él y Casey se van a colar a una fiesta clandestina, que malos son por no invitar – un poco indignado Mike se acercó y asomó, estaba muy oscura, ni siquiera podía ver el fondo –está muy oscuro… bueno ya qué, yo también tengo derecho a divertirme no nada más ese par –decidido se metió a la alcantarilla, notando con asombró que no estaba profunda. Caminó con una mano en la pared, pues estaba más oscuro de lo que pensaba, apenas si podía ver su mano enfrente.
Al principió la alcantarilla se extendía en línea recta como un túnel, torciendo bruscamente hacia abajo… tan inesperadamente que Mikey no tuvo tiempo de pensar en detenerse, y se encontró cayendo por lo que parecía un pozo muy profundo, gritando con sorpresa.
-"¿O el pozo es en verdad muy profundo, o estoy cayendo muy despacio?" – se preguntaba la joven tortuga, ya que mientras descendía podía sentir que había algunas cosas a su alrededor que caían en cámara lenta pero no podía asegurar nada- "En que lugares se va a meter Raphael…"- Intentó mirar hacia abajo y ver a dónde iría a parar, pero estaba demasiado oscuro para distinguir más allá, con cautela alargó la mano hacia lo que parecía una lámpara de mesa… el túnel se ilumino y observó con asombroso el lugar: las paredes del pozo parecían cubiertas de armarios y estantes llenos de libros, aquí y allá vio mapas y cuadros colgados. Cogió, a su paso, un jarro de los estantes. Llevaba una etiqueta que decía "MERMELADA DE NARANJA", pero vio, con desencanto, que estaba vacío. No le pareció bien tirarlo al fondo, por miedo a matar a alguien que anduviera por abajo, y se las arregló para dejarlo en otro de los estantes mientras seguía descendiendo. Mesas, sillas, mecedoras, relojes, una que otra chimenea e incluso vio un piano…
-"¡Vaya!" - pensó Mike- ¡Después de una caída como ésta, rodar por las escaleras me parecerá algo sin importancia! ¡Qué valiente me encontrarían todos! ¡Ni siquiera me quejaría aunque me cayera del tejado!"
Abajo, abajo, abajo. ¿No acabaría nunca de caer?
-Me gustaría saber cuánto he descendido ya -dijo en voz alta-. Tengo que estar bastante cerca del centro de la tierra… ¿A cuántas millas había dicho Don? –Suspiró –Ojalá le hubiera puesto atención a eso… ¡A lo mejor caigo a través de toda la tierra! ¡Qué divertido sería salir donde vive esta gente que anda cabeza abajo! Pero entonces tendré que preguntarles el nombre del país. Disculpe, señora, ¿Estamos en Nueva Zelanda o en China?
Y mientras decía estas palabras, ensayó una reverencia con diversión. ¡Reverencias mientras caía por el aire! ¡Qué locura!
-Jajajajajajaja, a lo mejor así no grita al verme y solo se va corriendo en silencio…como si fuera normal ver a una tortuga gigante caminando y hablando como si nada…tendré que conseguir ropa para cubrirme.
Abajo, abajo, abajo. No había otra cosa que hacer y Miguel empezó enseguida a hablar otra vez… no soportaba el silencio por mucho tiempo.
-¡Pobre Klunk! Me echará mucho de menos, espero que se acuerden de alimentarlo…- en este punto comenzó a bostezar medio dormido ya, a punto de caer en brazos de Morfeo cuando de pronto….¡Cataplum! Cayó sobre ramas y hojas secas. La caía había terminado.
Mikey no sufrió el menor daño, como comprobó con alivio, y se levantó de un salto. Miró hacia arriba pero estaba nuevamente oscuro. Ante él se abría otro largo pasadizo y alcanzó a ver a Raphael que se alejaba a toda prisa. El quelonio de bandana anaranjada ya estaba harto de tanto misterio, ya lo escucharía ese hermano suyo… Seguramente que todo era una broma. Sin un momento que perder y sin vacilar echó a correr para alcanzarlo.
-¡Raphael, espera! Tu bromita no es divertida…
-¡Joder! – Exclamó molesto la tortuga de rojo sin dejar de correr -¡¿Otra vez tú?! Te dije que me dejarás en paz, que se me hace tarde.
Iba casi pisándole los talones pero cuando dobló una esquina no vio a su temperamental hermano mayor por ningún lado. Se encontró en un vestíbulo amplio y bajo iluminado por una hilera de lámparas que colgaban del techo. Había puertas alrededor de todo el vestíbulo, pero todas estaban cerradas con llave, y cuando Mikey hubo dado la vuelta, bajando por un lado y subiendo por el otro, probando puerta a puerta, se dirigió tristemente al centro de la habitación, y se preguntó cómo se las arreglaría para salir de allí.
De repente se encontró ante una mesita de tres patas, toda de cristal macizo. No había nada sobre ella, salvo una diminuta llave de oro, y lo primero que se le ocurrió fue que debía corresponder a una de las puertas del vestíbulo.
-Ok, Miguel, piensa…esta llave es muy pequeña para que abra una de estas puertas… así que hay que buscar una puerta con una cerradura pequeña –silenció de su parte - ¿Una puerta con una mini cerradura? ¡Por dios! Eso es imposible no puede… - de pronto vio una cortinilla a lado de una de las puertas, y detrás de ella había una puertecita tan pequeña que solo un ratón entraría por ahí. Probó la llave de oro en la cerradura, y notó que ajustaba bien - Parece que sí existe una cerradura así de pequeña.
Abrió la puerta y se encontró con que daba al jardín más maravilloso que podía imaginar, alcanzó a ver a Raphael alejándose a través del jardín. Contrariado se alejó un poco, sin dejar de observarla…
-Esto no es normal, no es para nada normal – se dijo – Es imposible que Raph entrara por esta puerta, apenas si entra mi cabeza y él en definitiva no podría pasar…-se quedó pensando un momento, cuando de pronto le vino la idea – esto se parece mucho a ese cuento, el de Alicia… Pero yo no caí en una madriguera de ningún conejo, solo seguí al cabeza dura de Raphael por la alcantarilla…un Raphael que vestía chaqueta y pantalones ¡aah! ¿Será posible que exista el país de las maravillas?... aunque pensándolo bien, ya hemos viajado al espacio y a varios mundos y a través del tiempo, podría ser posible…
Miguel Ángel pensó en la posibilidad de la existencia de ese mundo, tal vez había caído por un portal multidimensional sin querer y ahora estaba ahí…posiblemente el Raphael que siguió no era su verdadero hermano. Pensaba seriamente en buscar una salida para regresar…pero la curiosidad y la emoción eran demasiado grandes en Mikey y prefirió explorar ese mundo.
-Bueno pues, si esto es como el cuento debe de haber una botellita con el líquido que me encogerá –
Dando vueltas por la habitación buscó la dichosa poción, encontrándola sobre la mesa, alrededor del cuello de la botella había una etiqueta de papel con la palabra «BEBEME» hermosamente impresa en grandes y coloridas letras.
-¡Sí, esta es! –Dijo triunfalmente – Aunque para estar seguro… -inspeccionó la botella con la intención de encontrar alguna advertencia de peligro, incluso lo olfateo para asegurarse de que no fuera veneno. Donatello tenía la costumbre de tener sustancias tóxicas en su laboratorio y, aunque estaban debidamente etiquetadas, sus hermanos le habían insistido hasta el cansancio el que revisará las botellas, y se le había quedado de costumbre. Además, Leo le contaba cuentos de niños que se habían quemado, o habían sido devorados por bestias feroces u otras cosas desagradables, sólo por no haber querido recordar los consejos que las personas que buscaban su bien les habían inculcado.
Al no encontrar ninguna advertencia se atrevió a darle una probadita al contenido de la botella, el líquido era transparente y un poco espeso como la miel, su sabor era dulce, algo así como caramelo y vainilla. Con rapidez tomó la llave de la mesita y volvió a darle un sorbo al dulce líquido. No le pasaría lo mismo que a Alicia.
Sintió una sensación extraña, como si lo jalarán hacia el suelo. En cosa de segundos se encogió al tamaño de un ratón y su cara se iluminó al ver que pasaría por la puerta. Dando brinquitos se acercó a la puerta y la abrió, siendo cegado por la luz que entraba.
