Bueno, hola a todos los que han venido de curiosos aquí. Les deseo hoy 10 de Octubre, un muy feliz día mundial de la salud mental. Y sí, leíste bien. Como un "festejo" a este día el cual busca conscientizar y ayudar a los que no tienen un adecuado funcionamiento en el cerebro, esto va dedicado de igual modo.

La historia es sobre un grupo de ayuda donde todos los personajes de Kagerou project en algún punto se conocerán o se conocen, y se ayudarán mutuamente. Todo en torno a enfermedades mentales. Me recuerda un poco a lo que entendía por la esencia de Kagerou project de un grupo de amigos con problemas los cuales pasaban el tiempo juntos. En parte quería rescatar un poco eso.

Agradesco a ¡Maki! Este es un regalo para ella, específicamente con parejas las cuales aclararé al final y las cuales ella escogió~ (en sí sólo me designó las parejas, no sé porque diablos escogí el tema de las enfermedades mentales sin que ella lo supiera. Espero te guste chica y no te parezca muy extraño XD —probablemente es porque esta historia la he pensado casi como un original, así que, me temo pueda haber un poco de OCC.—)

En este cap sólo no aparecen Momo, Mary y Seto por cosas que se explican luego.

Espero esto ayude a crear consciencia.

Hecho con mucho amor. Kagerou project le pertenece a Jin.


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Una mejor reunión y segundas oportunidades

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—Bueno~ ¡Ayano les da la bienvenida~! Todos sean bienvenidos al círculo de terapia juvenil ¡en nuestra primera reunión oficial!

Todos podían notar la emoción sin medida en su rostro, y nadie más que Ayano Tateyama se sentía tan orgullosa de lo que estaban logrando con cuidadoso esfuerzo y paciencia. Fundar un grupo de ayuda para gente con discapacidad mental, expresamente enfermedades mentales y trastornos mentales, se había vuelto sin lugar a duda, un pequeño sueño suyo el cual, ahora, era toda una realidad expresa, concreta y dulcemente palpable.

El grupo existía, aún aunque este singular grupo novicio, tuviera una curiosa particularidad...

Algunos de sus amigos aplaudieron, y de inmediato ella se alegró ante aquel gesto sincero. Se dispuso entonces a mirar con toda la alegría de su ser inocente al que consideraba su "colega" en aquel centro, Kuroha Kokonose, un joven mayor que ella y hermano mayor de su compañero de salón; de cabellos negros largos atados en una pequeña coleta y un pequeño tatuaje amarillo bajo el ojo derecho ambarino.

—¿...Kuroha?

—Umh... —musitó él sin interés característico para entonces mirar a aquella figura femenina y la de los demás presentes. Notó habían en total sólo tres chicas, mientras los hombres eran los predominantes en la reunión. Había que añadir que Kuroha, a diferencia de ella quien era brillante y hacía palidecer en alegría a cualquiera; era un ocaso, era frío y parecía que se apagaba, pero por alguna razón contradictoria, de inmediato renacía en una llama roja de enojo y disgusto. Era alguien de carácter voluble, cansada y enojada mirada, y una rabia asesina. Y ese día, parecía no tener entusiasmo y rabiar como nadie; mas a pesar de esto, se levantó de la silla como estaba haciendo ella y comenzó a hablar como sabía era su "tediosa" labor.

— Mi nombre es Kuroha, y yo soy el apoyo, o al parecer perro, de Ayano. No es un placer.

Ayano se quedó petrificada al oírlo pues, no esperaba presentación tal.

Oídos y sonidos sinceros los cuales deseó fueran mentirosos.

—Ah... No digas eso, Kuroha—intentó disimular la sorpresa a pesar de que todo pronto cambiaría a enojo.

—Vamos, que me obligaste a hacer esto, Ayano.

—Pero, ¡es para ayudarnos entre nosotros...! Además, que yo sepa, tú estás aquí porque desde que te graduaste, ni una universidad te ha aceptado...

El hombre ante esa oración encolerizó y puso una mueca extraña, de enojo mezclado con disgusto y una extraña sonrisa sarcástica. No podía creer aquella niña de 18 años, de dulce apariencia de hasta 16, se hubiera atrevido a decir aquello; su punto débil, lo que carcomía su alma al haberse convertido en un simple estorbo para la sociedad: El no haber sido aceptado por la universidad de medicina Arakawa Misaki, la mejor de su país, por segunda vez. Recalcarle de igual modo que ante eso, aceptó el trabajo sólo por despecho, estaba de más decir que lo frustraba.

Enfureció y liberó las primeras palabras llegaron a su mente como si fueran una bala lista para matar las pasiones de quien fuera.

—Suerte en este "círculo" de terapia juvenil a pesar de que más bien, creo que las sillas están haciendo un óvalo... —La desafió con rostro desinteresado. Correspondiente en sentimientos negativos, tortuosos y oscuros a los de ella, quien desafiaba a su vez su actitud y conocimientos.

Un odio rugió y una lucha interna entre dos facciones, suya contra la de ella, comenzó. Ayano encogió de hombros, pero en lugar de entristecerse, para sorpresa de todos, tomó carácter duro y enojó.

—¡Kuroha! ¡Deja ser tan pesimista!

El hombre no se quedaría atrás. Contratacó como si su hombría y conocimientos estuvieran en peligro. Él sentía aquello absurdamente pasaba.

—Tú eres demasiado optimista.

—Agh, ¿por qué continuas empeñado en hacer la vida de los demás tan miserable?

—Tú eres la miserable, niña tonta.

—Eres un...

A pesar de que cualquiera del exterior podría pensar en aquella pelea como terrible, la realidad era que entre ambos habían construido un muro entre lo que era una pelea real y dolorosa, y una de palabras simples y movimientos faciales exagerados. Gustaba creer que sus peleas nunca iban en serio. Por eso probablemente algunos de sus amigos se reían por sus expresiones exageradas y movimiento de brazos hacia el cielo preguntándole a Dios por qué debían soportar al otro.

Extraña costumbre compartida, nacida desde hacía dos semanas.

Obviamente, a pesar de todo, existía el odio y rencor entre ambos como si fuera la pelea de un gato negro minúsculo y una enorme víbora preparada para estrangular y engullir cualquier pequeño sueño o corazón. Y claro, de entre los dos enemigos, Kuroha no era exagerado ni mostraba esa exasperación cómica propio de un acto de circo. Era fácil distinguir no estaba fulminándola con la mirada; si no, ya habría lanzado impropios tan fuertes que ella estaría llorando.

—Si no tuviera otra opción, me iría bien lejos de ti.

—Eso dices, Kuroha.

—Mierda, ¡aún eres una mocosa inmadura!

—¡Y tú un chico insoportable!

El grito fue fuerte, pero no tanto como para herirlo.

Aquello era imposible.

Mas, acalló un segundo y sonrió triunfante, haciendo ella notara como podía trasfigurar su actitud fácilmente. La chica que odiaba las agresiones y deseaba un mundo de paz, podía fácilmente caer también en una guerra sucia de palabras; la cual, sólo podía llevarlos al dolor y más peleas.

—Discúlpenme...

Él no se inmutó. Le era divertido ver como la fundadora del grupo era más inmadura que cualquiera. ¿Qué clase de ejemplo era ese? Vaya que dejaba mucho que desear y a él le encantaba la miseria que el rostro contrario vestía.

—Creo que... sigo nerviosa

Aquel simple acto hizo que Ayano por su parte intentara calmarse y pedir perdón; aterrada a su vez de tener que ser la líder de aquella gran reunión.

—Lo que pasó la semana pasada, con nuestra primera reunión introductoria, fallida, no quiero se repita. Yo... creé este grupo deseando ayudar a las personas. No deseo el dolor se repita. Creo que... todos tenemos un pequeño lugar al cual ir. Todos estamos aquí por algo. Y este pequeño lugar creo debe ser un mundo con respeto mutuo.

Sus palabras entonces se dirigieron a su enemigo. Lo miró con decisión tal, que podía incluso mirar a sus ojos despiadados; cosa que no hacía regularmente por el miedo o timidez que la acongojaba.

—Kuroha... seré sincera. No me agrada como me molestas. Te lo he dicho ya varias veces y no cambias; pero, si es por un bien mayor, yo te soportaré. ¡Y haremos que este proyecto finalice con éxito! —una sonrisa tímida se asomó como un pequeño amanecer entre las montañas blancas que eran sus dientes—. Eso es lo que más deseo... quiero ayudar, para que cuando mire hacia el pasado, pueda ver he cumplido todo lo que deseaba. Y ahí, deseo verlos a todos también. Prometimos dar lo mejor de nosotros para que el grupo ayudara a todos. ¡Sé nosotros podemos!

Era así como todos los presentes recordaban la gran diferencia de aquel grupo con cualquier otro. El mundo estaba lleno de reveses y de esas pequeñas peculiaridades las cuales le daban un encanto extraño a la vida. Entre esas pequeñas cosas degustables y entrañables, estaba reflejado perfectamente ese grupo gobernado por aquellos dos jóvenes encargados, quienes para la sorpresa de quien fuera, tenían quizás un salón en un auténtico centro de rehabilitación psiquiátrico, pero no así, un título si quiera, y mucho menos, habían pisado alguna vez una universidad siendo alumnos. Todo lo contrario, eran simples jóvenes; inexpertos, con sentimientos a flor de piel, explosivos por la edad, y con un rencor que combatía a cualquier sentimiento amical.

La gran revelación y forzada unión entre ambos, era no sólo debido a que una era entusiasta e iba a dar lo que sea por ayudar; mientras el otro, por necesidad, estaba dispuesto a usar su basto conocimiento si aquello lo ayudaba en la vida; si no que además de eso, una iniciativa les había abierto las puertas a algo mayor, algo que sólo entenderían al crecer y darse paso en la vida.

La joven entusiasta continuó portando una sonrisa como era la costumbre. Sabía que si daban el esfuerzo, un grupo de tontos como ellos, quizás, podrían solucionar los problemas de alguien más. Era lo feliz y notable de tener esperanzas y tener el desconocimiento a lo que realmente te enfrentas. Podías incluso luchar contra lo descabellado y ridículo de la vida con los métodos más tontos alguna vez ideados.

Pero, esto finalmente poco a poco se desbordó al ver el rostro de su compañero que fulminaba sus deseos. Le expresaba con su silencio que no se volverían realidad sus sueños en una mezcla de burla y desagrado. Y probablemente Ayano, quien necesitaba palabras de apoyo al tener pequeñas muestras de baja autoestima, al no llegar aquel sentimiento de comprensión, sintió por esto su rostro bajar y sentir el deseo de desbordarse de dolor, llorar cuanto fuera; algo él poco a poco notó e hizo hablase entonces.

—Supongo que si vas a andar así, te dejaré. Pero, deja de poner ese rostro. No me gusta ver a las niñas llorar.

Eso la asombró, pues, estaba segura su rostro no estaba rojo aún. Y sorprendió a los demás, pues, el hombre siniestro parecía tener un corazón por ahí.

—Sólo quiero ayudar... ¿Es... tan difícil de creer?

—Te creeré si no actúas de manera lastimera. Si algo quieres cumplir, lucha contra cualquier escoria, ¡incluso aunque sea tu compañero o hasta tu maestro!

Un momento. Sólo un momento les tomó calmarse y dar tregua a su odio e incomprensión.

—No me hagas decir que creo en ti, porque sabes es mentira... —pronunció avergonzado. Quizás no se tenían si quiera respeto, pero si la veía llorar, sabía se iba a odiar demasiado.

Ayano a pesar de aquello, quedó dubitativa y pensante en las cosas que la habían llevado a aquel punto lejano en su vida. Uno lejos de las cuestiones de la vida y la gran pregunta de "qué haré cuando sea grande". Uno donde estaba decidida de lo que deseaba hacer en su corta existencia. Aun con los ojos y carácter del otro que podían matar y quitarle la luz a aquel deseo sobre ella; sabía que quería en la vida. Extrañamente, ya no dudaba.

—Y pues... supongo que como dijo Ayano, este es un grupo de terapia para ayudar a jóvenes de nuestra edad.

Quien hablaba era Kuroha una vez más, quien no soportaba la situación tal. El silencio poderoso que rompía la calma y el cual odiaba como ninguno, lo mandaba. Sabía era culpa propia la situación además, esa tensión la cual hacía nadie desease hablar ocurrió por su orgullo.

—Entre los 20 a 12 años aproximadamente, son bienvenidos. Ese lapso de tiempo serían los inicios y finales de la etapa de la adolescencia... —murmuró Ayano sintiendo timidez se estuviera equivocando.

—La adolescencia es la época más crítica en la vida junto con la época de la "tercera edad". Como aclaramos la semana pasada en nuestra reunión introductoria. —suspiró—, no tengan miedo de traer a alguien nuevo —esas eran palabras Ayano debía decir, y él lo sabía—. Este grupo fue ideado para salvar incluso vidas. Todos nosotros en cierto sentido nos conocemos y... todos en algún momento nos hemos sentido mal. —De inmediato dirigió la mirada hacia la chica de cabello oscuro. Le había robado el discurso y ella debía reaccionar de una buena vez ante el hurto.

Hubo un disimulo en su rostro sombrío, pero Ayano sintió él deseaba oír lo que tenía que decir. Aquello... por alguna razón le dio confianza.

—La mayoría de aquí están enfermos de alguna enfermedad mental... Aunque tenemos un caso de enfermedad... "física" —sus dedos se doblaron al hablar. Nos... dieron el pase libre a que puedan venir ya sea por bullying, problemas familiares, o si son algún apoyo emocional para alguien que tiene problemas y siente temor de venir, son admitidos de igual modo... —sus palabras eran un dulce suspiro que moría en la bruma.

Dieron así inicio a la primera reunión "no fallida" del extraño grupo. Era el momento en el cual, darían cada uno de su parte y junto a sus nuevos compañeros de grupo, ayudarían a las personas que estuvieran "enfermas".

Es noble volar por tus medios; más aún, volar por los otros y cargar la espada que desea acabar con el odio, y llevar tu escudo el cual, defenderá a quienes amas.

Era el momento de luchar por el lejano sueño de crear ese pedazo de mundo destino sólo a ellos. Su Edén en el cual, cualquiera podía ser feliz a pesar de estar enfermo.