En Grecia, en la ciudad de Atenas, una joven de quince años y muy hermosa, vestida con un uniforme escolar, corría escapando de tres hombres que la perseguían. Conociendo la historia de Grecia se adentro en el santuario de Atenea, con la esperanza de que los mitos sean ciertos y alguien corriera en su ayuda. El santuario estaba vacío, ella ya sin fuerzas y sin esperanza se adentro en la primera casa, la de Aries. Grito pidiendo ayuda pero nadie salio, ya sin fuerzas cayó de rodillas al piso y los tres hombres lograron alcanzarla.
-Vendrás con nosotros.- dijo uno de ellos.
Ella llorando pidió ayuda, un ultimo grito de auxilio, y de la nada un hombre de tunica apareció.
-Suéltenla.- les ordeno.
Ellos se rieron ¿Qué podría hacer un solo hombre contra tres bien grandes y fornidos?
-Dejen de profanar mi templo, suelten a la chica y váyanse de aquí.- les ordeno el caballero.
El que tenía a la chica la arrojo hacia una de las columnas ella cayo lastimada. Al ver tal acto de salvajismo el hombre se enfureció, los tres hombres se abalanzaron sobre el ariano. Este sin problemas se deshizo de ellos ante la mirada atónita de la chica que no entendía lo que estaba pasando ¿serian ciertos los mitos entonces?
Con un ataque los tres hombres desaparecieron. El caballero se dirigió a levantar a la joven que le sangraba su cabeza y su brazo por el golpe y el salvaje comportamiento de los hombres. La chica llorando se abrazo a el y antes de desmayarse alcanzo a susurrarle "Gracias".
Despertó y un hombre apuesto de cabello largo y tunica estaba a su lado junto con un niño que le sonreía.
-¿estas bien?- le pregunto.
Ella no entendía que hacia pero recordó lo sucedido y comenzó a llorar.
-No llores, yo me deshice de esos malvados que querían hacerte daño.- le dijo el caballero acariciando su cabeza.- ¿Cómo te llamas?
-Mi nombre es Fátima. Y muchas gracias por haberme ayudado ¿Quién es usted?
-Mi nombre es Mu. Y este es mi discípulo Kiki.
-¿es usted un caballero de Atenea?
El hombre la miro con desconfianza y no le contesto a lo que ella prosiguió.
-Esos hombres querían secuestrarme, mi padre es dueño de una compañía y ellos querrían secuestrarme para sacarle dinero a mi padre. Pero corrí hasta aquí porque sabia de la leyenda de los caballeros que ayudaban a la personas que se encontraban en peligro. Supuse que talvez…
Mu escuchaba atento lo que decía la chica y la miraba fijamente. Ella era hermosa su cabello era rubio y muy largo y sus ojos eran azules como el mar, estaba vestida con un uniforme escolar, su pollera algo corta para la opinión del caballero.
-¿Cómo sabes de los caballeros?
-Mi abuela me contó la historia de los caballeros de Atenea. Cuando yo era una niña pequeña.
-Ya veo, creo que va a ser mejor que te acompañe hasta tu casa, puede que haya alguien que quiera hacerte daño todavía.
-¿Puedo ir maestro Mu?- pregunto el pequeño.
-Que la señorita Fátima decida.
-Si, no hay problema.
El caballero de Aries ayudo a la joven a levantarse, ella se tomo de su brazo y juntos salieron de la casa de Aries cuando se toparon con otro caballero, el de cáncer, quien no tuvo delicadeza en sus comentarios al ver a la joven.
-Mu ¿Quién es ella? Es muy hermosa y no lleva mascara.
La joven miro al canceriano con incertidumbre este se acerco y tomo su mano.
-Soy el Caballero dorado de Cáncer, a su servicio.- Dijo mientras besaba su mano y desviaba su mirada al escote que le hacia su camisa escolar.
La joven al percibir la mirada del canceriano llevo su mano a su pecho mientras que Mu fruncía el seño.
-No me dijiste Mu que te gustaban las niñas. Es muy bonita y tiene muy buenos atributos.- dijo en tono burlón el caballero de cáncer.
Mu lo miro con enfado y le respondió:
-No tengo que darte explicaciones a ti Deathmask. Con permiso debemos irnos.
Y tomando del brazo a la joven se fueron. La acompaño hasta su casa en el trayecto ella fue la que rompió el silencio.
-Entonces si es un caballero, ese hombre desubicado también lo era. ¿Por qué no me lo dijo?
-Porque no es correcto pero si soy el caballero dorado de Aries.
-No se preocupe no diré nada a nadie que me salvo un caballero.
-Te lo agradezco. A propósito ¿Cuántos años tienes?
-Tengo quince y soy estudiante de preparatoria, por eso llevo el uniforme.
-Si eres la hija de un hombre importante ¿Qué paso con tu custodia?
La chica comenzó a llorar y con sus manos se tomo el rostro:
-Los mataron, esos hombres que usted venció mataron a mis dos guardaespaldas, por eso salí corriendo.
Mu la miro asombrado y con ternura a la vez, apoyo la cabeza de la chica en su pecho, para asombro de su discípulo Kiki, y le dijo:
-Lo lamento, no lo sabia.
-Esta bien, no se preocupe. Ah esa es mi casa.
Llegaron a su mansión.
-Ahhh, ¿esta es tu casa?- dijo asombrado Kiki.
-Si, por favor pasen.
Los dos asintieron y entraron. Los mayordomos los miraron con desconfianza ¿Qué nuevos amigos traería la señorita? ¿Un monje y un niño?
Se sentaron en los lujosos sillones del salón principal cuando un joven uniformado apareció caminando de prisa hacia ellos. Se acerco a la joven, la tomo en sus brazos y la beso en la mejilla, Mu y Kiki se miraron sin entender lo que estaba pasando.
-Señor Mu, Kiki este es mi hermano mayor el comandante Andrew Portokalos, el es miembro de la fuerza aérea de Grecia.
El joven los miro y tendió su mano para saludarlo pero en realidad cuando Mu se levanto a darle la mano este lo abrazo
-Gracias, muchas gracias por haber ayudado a mi hermanita. Estábamos muy preocupados después de la muerte de sus dos guardaespaldas ¿Pero lo que no entiendo es como un monje pudo derrotar a tres hombres juntos?
Mu lo miro con desconcierto, la joven había cumplido su palabra y no había dicho nada.
-Es que los monjes también sabemos artes marciales.- dijo el caballero sonriendo.
-Ya veo, de todas formas muchas gracias, Fátima es muy importante para mí.
-Creo que ya es hora de que nos vayamos, estas aquí en tu casa y estas a salvo.- dijo Mu
La mirada de la joven se entristeció.
-Bueno yo los acompañare hasta la puerta.
Una vez fuera de la casa se despidieron y cuando Mu se dispuso a irse la chica lo tomo del brazo:
-¿Nunca mas lo volveré a ver, señor Mu?
La mirada de Mu fue de asombro igual que la de Kiki, ¿se habría enamorado de El aquella hermosa joven?
-Vendré a visitarte te lo prometo.
-¿lo promete? ¿En serio?
-Si. Vendré a visitarte.
-Lo esperare ansiosa.
La joven se quedo en la puerta de su casa mirando al joven caballero que se iba con su discípulo. Cuando volvieron al santuario Kiki le pregunto a su maestro:
-Maestro Mu ¿Qué opina de esa chica?
Mu se quedo pensativo, sin duda esa chica había llamado su atención.
-No lo se, es griega es obvio que sabe sobre la leyenda de los caballeros de Atenea, pero… ella…
-Es muy hermosa ¿verdad maestro Mu?
-No estaba pensando en eso.- dijo sonrojado el ariano.
-¿En que estaba pensando entonces?
-¿Por qué querría volver a verme? Es sospechoso.
-Maestro ¿no es obvio? Usted le gusta a esa joven.
Mu se sonrojo de nuevo, podría ser cierto lo que decía Kiki pero a el algo le parecía sospechoso. Al llegar al santuario Deathmask se había encargado de contarles a los demás caballeros de la presencia de esa chica en el santuario. Aldebarán fue uno de los que cuestiono a Mu.
-Mu esa chica…
-No dirá nada, ella me lo prometió.
-¿No te parece extraño que allá venido al santuario?- pregunto Milo.
Mu se quedo pensativo mientras que a Deathmask se le ocurrió una idea:
-Alguien tendría quien ira a hablar con ella y hacerla hablar, si tu quieres Mu puedo ir yo. Esa niña si que estaba bonita y además me gustaría…
-No, lo correcto es que vaya Mu. Ella tiene confianza en El.- dijo Shaka el caballero de virgo.
-Mu tendrás que ver que se trae esa chica. Y porque vino hasta el santuario para pedir ayuda cuando pudo ir a otro lugar.- dijo Aioria.
Mu suspiro y respondió:
-Esta bien, hablare con ella. Aunque no se que sospechan de esa chica.
-Podría ser la reencarnación de una diosa malvada y por eso vino al santuario.
-Aioria… yo estuve con ella y no sentí ningún cosmos maligno. Dudo mucho que ella…
-Tal vez puede ser una espía de alguna diosa o algún dios.- sugirió Aphrodite.
-Lo dudo, pero de todas formas para sacarnos la duda iré a hablar con ella.
