Pareja: Mimato

Género: Romance - Amistad

Rating: M

Resumen: Mimi se encuentra de camino a la próxima boda de su grupo de amigos. Sin pareja y sin vestido adecuado, se pregunta como ha terminado siendo la soltera perfecta, a esa edad donde todos empiezan a casarse y a tener hijos. Tras una copa de Champagne acepta su destino como la nueva "Carrie Bradshaw" y se emociona por las aventuras que le depara el destino.

Advertencias: Short Fanfiction ( máximo 3 capítulos ) separados por la visión de ambos protagonistas. Es un universo alternativo en el futuro donde los jóvenes del grupo empiezan a afianzar sus relaciones, trabajos y familias. Las personalidades de los personajes pueden variar ligeramente con el anime. Ninguno de ellos me pertenece, solo me inspiro en ellos para escribir esta historia.

EL VESTIDO ROJO

MIMI

Observó un vestido tras otro desde su teléfono móvil ya a esas alturas sin esperanzas. No encontraba nada que fuera de su gusto o que fuera lo más mínimamente parecido a lo que tenía en mente.

Pensó que tenía el tiempo suficiente para buscar su vestido perfecto mientras volaba desde JFK hasta Tokyo, pero parecía que ni el largo trayecto en avión le sería suficiente. Tenía pensado encargar en su tienda online favorita su outfit para la próxima boda en dos semanas y hacerlo llegar a casa de su amiga Sora, donde pasaría las próximas semanas de vacaciones.

Gran error.

Ahora tendría que ir al centro a buscar algo decente con el tiempo pisándole los talones. Y es que en los últimos años había tenido la friolera cantidad de 7 bodas… ¡7 Bodas!

Y ya empezaban a acabársele las ideas para ir vestida como la perfecta invitada que siempre había sido. Con el estrés del trabajo de los últimos años también había perdido el gusto por ir en sus ratos libres al centro de compras. Sus días de descanso prefería ir a casa de sus padres en las afueras y disfrutar del campo, o hacer planes con sus amigos. Quizás escapadas de fin de semana con las chicas, pero no más tiendas y multitudes de gente… No desde que se había convertido en chef jefe de uno de los restaurantes más prestigiosos del Upper West Side.

Mimi Tachikawa bloqueo su móvil con un bufido de rendición y se quedo mirando por la ventanilla del avión, mientras intentaba acordarse cual había sido el vestido de la última boda.

Al principio le había encantado entrar en esa edad en la que tus amigos y conocidos empiezan a casarse. Tai y Sora habían empezado hacía 3 años y había sido la boda más romántica y esperada por todos. Sora había llevado un Kimono nupcial diseñado por ella misma y Tai había estado mas galante y atractivo que nunca. Mimi también se acordaba perfectamente del vestido que llevaba aquel día porque había tenido años para prepararse para aquel evento, un precioso vestido de palabra de honor y largo de color aguamarina que había sorprendido a todos, porque probablemente creían que aparecería con un vestido rosa con tul y corte de princesa real. Su acompañante había sido su ahora ex-novio, un americano de cabello oscuro y ojos azules muy atractivo que había resultado ser un superficial y egoísta, pero que había llevado una corbata a juego con su vestido y habían parecido Barbie y Ken juntos.

Su relación duro hasta la siguiente boda, un año más tarde, de Yolie y Ken. Allí también habían deslumbrado como pareja, aunque no se habían dirigido la palabra en todo el día por la tremenda pelea que habían tenido nada más sentarse en el avión hacía Japón.

En aquella ocasión también había estado más que segura de cual era el vestido perfecto. Un vestido corto de encaje color verde pastel con un escote de infarto que no hizo más que hacer rumiar a su acompañante toda la noche.

Después de esa boda empezaron a llover invitaciones y compromisos a su alrededor, y a todos tuvo que asistir como soltera porque del moreno de ojos azules no quiso saber más. Su suerte en el amor empezó a venirse abajo y su éxito laboral a subir como la espuma de una copa de champagne. Desde aquel entonces había tenido alguna que otra cita, una o dos relaciones que no duraron más de dos meses, y después de sus fracasos en "Tinder" e "Instagram" decidió concentrarse en su trabajo y amistades. Se acercaba peligrosamente a los 30 y ahí estaba, volando hacía la próxima boda, soltera y sin ideas para deslumbrar con su vestido.

No quería admitirlo pero la presión social empezaba a afectarla, sobretodo la insistencia de su madre de emparejarla con hijos de amigos y las preguntas de sus amigas en Japón, que debían de creer que encontrar novio siendo Mimi Tachikawa debía ser cocer y cantar.

Además el hecho de que los novios de la próxima boda fueran más jóvenes que Ella no la ayudaban.

Porque sí, Takeru y Hikari se casarían en varios días y aunque ella había esperado ese momento tanto o incluso más que para la boda de Sora, no podía dejar de pensar en la edad de los novios y en que era la única solterona del grupo. Joe se había casado después de Yolie y Ken, Kouchiro estaba comprometido desde hacía un año y ellos probablemente serían los siguientes. Daisuke y su novia estaban apunto de cumplir 6 años juntos, y el resto habían confirmado su asistencia con pareja. Y eso por supuesto lo sabía por Yolie, que es la madrina de la boda y le había contado todos y cada uno de los detalles de los preparativos en su cita de los jueves por Skype. Poniendo énfasis por supuesto en los invitados masculinos que asistirían sin pareja, como ella.

Su única esperanza había sido encontrar el vestido perfecto para al menos sentirse bien consigo misma, pero hasta eso empezaba a fallarle. Quizás estaba exagerando, pensó.

Pero si le hubieran preguntado hacía 10 años como se imaginaba su vida a los 30 no habría creído que llegara a ser Chef, quizás algo más relacionado con la música, o quizás la moda como Sora. La idea de estar soltera a su edad habría sido impensable, siempre había estado segura de que encontraría al amor de su vida en el Collegue, que se casaría pronto y sería una madre joven y cool con una casita en las afueras como había sido la suya. Ahora creía que un bebé no era para nada algo que necesitara en su vida actual y no tenía intenciones de moverse de Manhattan. Además para hacer bebés hace falta un hombre dispuesto a asumir esa responsabilidad y de momento no encontraba ni siquiera a un hombre que quisiera compartir más de una o dos noches con ella.

Aún así no se sentía desolada, le gustaba su vida y le gustaba mucho que no todo fuera al final como lo había planeado. La vida le había regalado muchos momentos y sorpresas, su viaje a Europa donde descubrió su pasión por cocinar, los años que allí paso aprendiendo y las amistades que ahora tenía en todos los rincones del mundo. Su vuelta a América y su éxito profesional que le permitía viajar y darse muchos caprichos, además de ser una mujer independiente y fuerte. Y sobretodo que sus amistades de la infancia en Japón fuera tan fuertes y unidas como antaño.

Una azafata pasó a su lado ofreciendo bebidas con una sonrisa y Ella decidió pedirse una copa de champagne con energías renovadas y pensamientos positivos, dispuesta a buscar de nuevo un vestido perfecto. Ella era Mimi Tachikawa después de todo y si tenía que aparecer de nuevo en una boda sin pareja a su lado, lo haría brillando.

Sus merecidas vacaciones las pasó en casa de los Yagami, una casita de dos plantas con jardín y terraza en la parte de atrás que muy pronto estaría llena de juguetes por todos sitios.

Sora se encontraba en su sexto mes de embarazo ya y había decidido empezar con su permiso de maternidad ya y así pasar esos días con Mimi. Tai se encontraba aún en un viaje por trabajo, pero llegaría unos días antes de la boda de su hermana, así que las dos mujeres tuvieron varios días para hacer cosas de chicas, pero sobretodo para comprarle mil cosas al bebé por nacer. El médico les había anunciado que esperaban un niño y se habían concentrado los primeros días en decorar la que sería su habitación y comprar kilos y kilos de ropita de color azul y verde.

Al final Mimi había terminado encontrando también su vestido perfecto, de encaje rojo con escote en la espalda y corto. El rojo nunca había sido su color, pero se había planteado que los cambios eran buenos y además Sora la había terminado convenciendo de que le quedaban como un guante.

Para la despedida de soltera de Hikari, que no era muy aficionada a las fiestas, habían decidido hacer algo tranquilo en la terraza de Sora. Una barbacoa aprovechando el buen tiempo de verano con todas sus amigas y compañeras de trabajo. Habían recordado entre risas y margaritas las despedidas de soltera anteriores, como por ejemplo cuando habían ido a Shibuya para la de Yolie y habían terminado muy borrachas cantando sobre la tarima donde el Stripper había bailado momentos antes y que al final las había acompañado en los coros. Hikari había tenido la maravillosa idea de traer las fotos de aquel momento y Mimi creyó que se caería de su silla entre risas.

Al final de la noche solo quedaron Ellas tres porque Sora se había retirado a descansar. La música ya no sonaba, solo se escuchaban los grillos y el silencio de la noche. Aunque Hikari no había bebido mucho parecía no tener ganas de irse aún, y por supuesto Mimi y Yolie habían perdido la cuenta de sus margaritas y todo les resultaba fantástico.

- ¿No tienes curiosidad por saber que harán en la despedida de soltero de Takeru?.- Le pregunto la pelimorada a Hikari, mientras esta se encogía de hombros.

- Creo que Yamato y Taichi llegan casi al mismo tiempo de sus viajes y se lo llevan a algún sitio, no me quieren dar información.

- Que envidia.- Bufó Mimi, dándole un sorbo a su margarita.

- ¿Es que no te ha gustado mi despedida?.- Hikari intento hacerse la ofendida, pero no pudo evitar soltar una carcajada.

- Seamos sinceras, nunca has sido muy dada a las fiestas.- Rio la castaña de ojos miel.

- Tengo que darte la razón.

- Ya me estoy imaginando la despedida de soltera de Mimi.- Brincó Yolie en su silla.- De seguro tendremos que volar a las Vegas y acabaremos como en esa película con el guapetón ese…

Todas rieron a coro y Mimi alzó su copa para un brindis.- No me importaría que Bradley Cooper fuera el novio, pero me temo amiga que tendrás que esperar mucho tiempo… con o sin Bradley.

- No seas pesimista.- La animó Hikari.- Quizás encuentres el amor de tu vida en nuestra boda, ¿quien sabe?

- Eso sería muy cliché.- Mimi volvió a llenar las copas de Yolie y suya, sin perder su buen humor.- He decidido dejar de esperar encontrar a alguien, a partir de ahora disfrutaré de mi situación actual. Soy una mujer independiente emocional y económicamente. Empieza a gustarme mucho "Sex and the City".

- ¡Si, hermana!.- Gritó Yolie emocionada, chochando su copa con la de ella.- Esa es la actitud.

Las risas se continuaron toda la noche.

En algún momento Hikari decidido seguir los pasos de Sora y entonces quedaron Yolie y Ella compartiendo confidencias y bromas, hasta que se les acabo el Margarita y tuvieron que irse a dormir. La semana siguiente era el gran día, y hasta entonces los planes solo serían preparar los últimos detalles del acontecimiento y encontrar los zapatos a juego para su vestido.

El gran día llego y despertó a todos con un remolino de nervios y emociones.

La ceremonia y fiesta se celebraba en un bonito hotel rural en las montañas, con pocos invitados y una decoración rústica y romántica. Algo que Mimi pensó era lo ideal para la pareja.

Las chicas habían compartido habitación la noche antes y despertaron llenas de energía para arreglar a la novia como era debido. El vestido de Hikari también fue muy propio de ella, lo había encontrado en una tienda de ropa vintage que Sora le había recomendado y que tenía un corte muy de los años 20, y por supuesto hacía juego con su corto pelo castaño.

Le pusieron una corona de flores silvestres y la maquillaron modestamente, como ella había deseado. La joven no podía estar más hermosa.

El novio no se quedo atrás. Takeru esperaba a su futura esposa con un traje de chaqueta a juego con la temática rústica. Mimi casi lloro al verlo tan elegante y guapo sonriendo frente al altar que habían montado en el jardín del hotel.

Fue una ceremonia corta y emotiva. Yolie y Yamato fueron los padrinos y habían decidido también vestirse a juego con los novios, siguiendo la línea vintage. Yolie con un vestido de flores largo y con poco escote que le resaltaba la silueta y una trenza desarmada a un lado, y Yamato con pantalón de lino beige, camisa de botones blanca y tirantes color rojo. Mimi no pudo si no admirar el buen gusto que había tenido el mayor de los hermanos Ishida y admiró lo gallardo que lucía. Ambos rubios siempre habían sido de admirar pero aquel día relucían como pepitas de oro.

Hikari termino soltando alguna que otra lagrima de emoción al final de la ceremonia y ahí entonces Mimi también tuvo que sacar los pañuelos y compartirlos con Sora, que por las hormonas estaba irreconociblemente sensible. Al terminar se levantaron y tiraron pétalos de flores a los novios con música de guitarra de un amigo de Yamato de fondo. Una boda de ensueño, pensó la castaña mientras observaba como los invitados seguían a los novios hacía la carpa de tela blanca donde comerían todos juntos.

Después de varias sesiones de fotos de los novios con familia y amigos por fin pudieron disfrutar de un aperitivo y buscar cada uno su mesa. Hacía muchísimo calor aquella tarde y Mimi estuvo agradecida de no haber olvidado su abanico en casa de Sora. Aunque la pelirroja terminó quitándoselo de las manos porque no podía aguantar el calor. Mimi decidió acompañar a su amiga pelirroja a la mesa donde estaban sus nombres mientras todos los demás se acercaban al bar a pedir las primeras copas, observando sonriente como los chicos, todos con sus mejores galas, reían por alguna broma de Daisuke.

- Que guapos están todos, ¿verdad?.- Pregunto la castaña con una sonrisa tonta.- ¡A Tai le quedan tan bien las corbatas!

- No te imaginas lo que me costo convencerle de que se pusiera una…- Comentó Sora con un bufido.- Ya las odia lo suficiente por el trabajo y encima viene Yamato sin corbata. Esta noche tendré que oír sus quejas de porque Yamato puede venir sin. Probablemente más de una vez, porque estará borracho.

Ambas no pudieron evitar soltar una carcajada.- Yamato pudo venir sin corbata porque su novia no esta. Y hablando de ella…, ¿donde esta? No me acuerdo de su nombre.

- ¿Te refieres a Sakura? Hace casi un año que terminaron.- Contestó la pelirroja con desinterés.

- ¿Me estás diciendo que no soy la única solterona del grupo? Tendré que brindar por ello.- Mimi bromeo levantándose de su asiento.- ¿Necesitas algo de beber?

- ¡Mimi no eres la única soltera de la fiesta! Deja de escuchar a Yolie, es una exagerada. ¡Tengo agua suficiente!, ¡Gracias!

Después de la primera copa de vino blanco francés llego la segunda, luego la comida y después el esperado baile.

La banda toco una canción tras otra con alegría y luego de que Hikari y Takeru abrieran el baile la pista se lleno por completo con los invitados. Mimi Tachikawa bailo y rio como hacía mucho tiempo que no lo hacía, disfruto de la compañía de sus amigos de la infancia y aguanto estoicamente todas las conversaciones tediosas de los solteros de la fiesta. Después de varias copas de vino Yolie se había tomado la molestia de comentarle a todos los solteros que ella también había venido sin pareja.

Algunos compañeros de la editorial en la que Takeru había empezado a trabajar, un primo lejano de los Yagami y un ex compañero de clase de Hikari se dedicaron a llenarle la copa e intentar conseguir su número de teléfono, pero lo último que necesitaba Mimi era un novio en Japón, cuando Ella vivía tan cómodamente en Nueva York. Acepto los halagos con amabilidad y los fue despachando uno a uno, hasta que entrada la noche, una enfadada y borracha Yolie se acerco a la barra donde la había dejado el último de los solteros de la boda.

- ¡Tanto quejarte de que estas soltera y espantas a todos los hombres!.- Le señalo la peli morada con el dedo, alargando las vocales a causa del alcohol.- ¿Que paso con el moreno de hace un momento?

- Yolie, no necesito un novio a miles de kilómetros, necesito uno cerca de casa.- Rio Mimi quitándole la copa de vino para beber de ella.

- Tenía la esperanza de que te enamoraras esta noche y volvieras a Odaiba.- Su amiga puso morros, mientras recuperaba su copa de vino.- Búscate tu propia copa.

La joven Tachikawa creyó que moriría de tanto reírse aquella noche, mientras observaba a Yolie ir a quejarse a Hikari como si fuera una niña pequeña. Cuando bebía era realmente como una niña pequeña, hasta que Ken la convencía de irse a casa con palabras cariñosas y toda la paciencia del mundo. Así que en el estado en el que se encontraba no tardo en ocurrir.

Decidió quedarse en el bar disfrutando de un momento de tranquilidad, mientras observaba atenta a las parejas que bailaban en la pista y los pocos invitados que quedaban en las mesas a aquellas horas.

Sora había decidido retirarse a su habitación hacía una hora, acompañada de su suegra que también estaba cansada y dándole algo de tiempo a Tai para seguir festejando. Joe, Koushiro y sus respectivas parejas hablaban tranquilamente en una de las mesas del fondo, probablemente de algún tema que ella no entendería a esas horas.

Hikari y Takeru bailaban en una burbuja de felicidad en medio de la pista, rodeados por sus amigos. Tai era el más animado de todos, y entre él y Daisuke habían terminado por sacar a Yamato a la pista también.

Por una pequeña fracción de segundo se sintió como lo que era, la amiga de la infancia que vivía en otro continente y que no compartía los pequeños momentos de la vida cotidiana.

La hizo sentir algo triste, como siempre que se encontraban todos para celebrar algo. Las primeras horas se sentía como si jamás hubiera abandonado Japón, pero al final cuando la euforia se calmaba cada uno encontraba su lugar y el de Ella estaba a miles de kilómetros de allí. Las primeras veces que esto le ocurrió se sintió triste y desconsolada, pero a aquellas alturas de su vida había aprendido a aceptar muchas cosas y a agradecer por lo que tenía. Tenía mucha suerte de tener amigos por todo el mundo, y aunque no podía estar con ellos tanto como quería, sabía que si los necesitaba podía contar con ellos.

De pronto sintió una paz interior muy inusual. Ella era una persona nerviosa, imparable y no conocía la palabra paciencia, sentir ese tipo de tranquilidad la hizo sentir extraña, pero curiosa.

Se pidió una última copa de vino y decidió salir de la carpa, asegurándose de que nadie la siguiera. Quería disfrutar de aquel momento a solas.

Camino por los jardines del hotel que eran iluminados solo por alguna que otra farola. Se acordaba de que el día anterior había visto una pequeña piscina de aguas termales en la parte trasera y recordó aquellos Spring Break de cuando era adolescente y se colaban en la piscina del hotel en Miami para nadar de noche. Por supuesto no tenía en mente tirarse con su vestido nuevo en el agua, pero la idea de meter los pies y disfrutar del silencio se le había colado en la mente como una obsesión.

Como pensaba a aquellas horas de la noche la piscina estaba desierta y solo se escuchaban los típicos sonidos nocturnos de la montaña. Grillos, ranas, algún que otro ave y muy de fondo la música de la fiesta.

Le pareció un momento único, sobretodo cuando se sentó al borde de la piscina y metió los pies descalzos en el agua tibia. Sobre su cabeza miles de estrellas brillaban sin que las nubes se atrevieran a taparlas. Pensó que si algún día llegaba a pasar por el altar le encantaría hacerlo en una noche como esa. Estrellada y cálida.

No calculo el tiempo que estuvo contemplando el cielo nocturno, pero debió de ser un buen rato porque cuando quiso darse cuenta la música había parado y su copa de vino estaba vacía. Fue el ruido de pasos lo que la termino de despertar de sus pensamientos. Parecía que después de la boda, alguien había tenido la misma idea que ella porque se acercaba con pasos decididos y rápidos.

Se quedo quieta como si estuviera en Jurasic Park y un tiranosaurio estuviera buscándola para comérsela. Como si por no mover un solo musculo fuera a pasar desapercibida.

Con la poca luz amarillenta de las farolas consiguió distinguir la silueta de un hombre adulto bastante alto, que dejaba una ráfaga de humo a sus espaldas mientras caminaba.

El hombre tardo poco en darse cuenta de que no estaba solo y paro en seco, incomodo. Ella no lo reconoció de inmediato, pero él pareció que si.

- Todos pensaban que te habías ido a dormir.- Dijo una voz grave que entonces reconoció a la primera.- ¿Estas bien?

Mimi parpadeo como si despertara por fin de un sueño.- ¡Oh, si! ¡Perdona!, Se me paso el tiempo volando, supongo… ¿Ya se fueron todos a dormir?

- Como ves, no todos.- Yamato reanudo su caminar y entonces la castaña pudo verlo con más claridad. El rubio se quedo de pie a su lado y entonces señalo con un dedo el agua.- ¿Esta buena el agua?

- Esta perfecta. ¿Te apuntas?.- La respuesta que recibió fue rápida. Yamato se quito los zapatos y se sentó a su lado en silencio fue entonces que Mimi reconoció el olor de su cigarro.- ¿Es eso un porro, Yamato?

- No te hagas la ofendida, como si no los conocieras.- Rio él pasándoselo, Ella titubeo unos instantes antes de aceptarlo.

Y es que hacía mucho tiempo que no fumaba Marihuana, pero la ocasión lo merecía. De hecho la última vez había sido en Europa y entonces se acordó de la última vez que había tenido un momento así con Yamato Ishida. Tenían poco menos de 25 años y Mimi estaba apunto de terminar sus estudios de cocina en Paris, fue entonces cuando recibió un mensaje de Takeru diciéndole que Yamato estaba de mochilero por Europa y pasaría unas semanas en Francia visitando a la familia.

De todos los miembros del grupo ellos dos eran sin duda los que menos contacto habían tenido a lo largo de los años, pero realmente no podía decir que no se llevaran bien. Aquel verano en Europa había sido divertido y habían acabado conociéndose como realmente eran. Después de aquello mantuvieron el contacto con esporádicos e mails y algún que otro mensaje, pero la vida sigue y con ella la rapidez del día a día. Mimi volvió a América a empezar su carrera como Chef y por lo que tenía entendido Yamato volvió a Japón a terminar sus estudios en astrofísica, con trabajos como aquellos eran imposible mantener el contacto y aparte de bodas y vacaciones no se encontraron más los siguientes años.

- ¿Te acuerdas el fin de semana en Mónaco?.- Pregunto de repente Yamato, volviendo a despertarla de sus pensamientos. La marihuana empezaba a adormilarla.

- ¿Como olvidarlo?.- Sonrió Ella devolviéndole el cigarro.- ¿Aún tocas la guitarra? Nunca olvidaré la hoguera que hicimos en la playa y como aprendiste algunas canciones francesas con mis compañeros de residencia.

Se giro para escuchar su respuesta y entonces se dio cuenta de lo cerca que estaba.

No se había parado hasta entonces a verlo de verdad. Yamato había cambiado mucho desde aquella noche en Mónaco 5 años atrás. Lucía una corta barba de 4 días y se había dejado de nuevo crecer el pelo rubio, además sus facciones se habían vuelto con los años más masculinas… Siempre había considerado a los hermanos Ishida-Takaishi su estereotipo de hombre perfecto, pero la edad había dado a Yamato algo más que belleza. Algo mucho más interesante y profundo.

Se revolvió incomoda y volvió a mirar al frente al ver a donde la llevaban sus pensamientos, notando como las mejillas le ardían.

- Me gustaría tener mas tiempo libre para tocar la guitarra, creo que la vida adulta se ha tragado mi pasión musical.- Intento bromear él, girando su rostro hacia ella.

- Eso lo conozco bien…- Susurro Mimi.- Ya ni me acuerdo de como se canta.

- Es una pena, cantas muy bien.

La castaña lo miró de vuelta y entonces sus ojos se encontraron directamente y sintió la piel de sus brazos erizarse. ¿Estaba Yamato coqueteando con ella? La idea le pareció divertida e inocente.- Lo mismo debería decir de ti.

El rubio hizo una mueca irónica con sus labios y volvió a darle una calada a su cigarrillo.

- ¿Que paso con tu novia la rubia guapa? Pensé que era la única solterona del grupo de parejas perfectas.- Pregunto Mimi sin vergüenza alguna.

- ¿Que le paso a tu muñeco Ken?

- Eso fue hace mucho más tiempo.- Respondió indignada, quitándole el cigarro.- Whatever, me alegro de no ser la única.

- Yo me alegro de haber venido a fumar antes de ir a dormir.

Quizás fue por los efectos de la hierba, pero Mimi no pudo evitar soltar una carcajada desde el fondo de su alma al darse cuenta de la conversación tan irreal que compartían.

- Eres imposible, Ishida.

- Tu sigues intentando hacer como si nunca hubieras roto un plato, Tachikawa.- rio él también, mientras Mimi abría la boca ofendida.

- ¡Eso no es verdad!.- Quiso protestar hasta que vio una de las cejas rubias de Yamato alzarse.- Bueno, puede que un poquito sí…, ¿pero eso que más te da?

- En realidad me gusta, tengo la sensación de que soy el único que conoce esa parte de la princesa.

- Deja de llamarme así, lo odio.

Aquella respuesta le salió casi sin poder evitarlo, sorprendiéndose así misma. Espero una pregunta por parte de Yamato que nunca llego, él pareció no estar sorprendido y fumaba tranquilamente mirando el agua de la piscina, como si no hubiera pasado nada. Algo que Mimi agradeció mentalmente.

- Creo que también soy el único al que no dejas llamarte princesa.

- De tus labios suena como un insulto.- Bromeo Ella, salpicándole un poco con el pie.- Es tu lado amargado.

Ahora el ofendido era el rubio.- Yo no soy un amargado.

- Ah, perdona.- La castaña se hiso la inocente por unos segundos, haciendo enfurruñar a su interlocutor.- Debe ser el aura oscura de estrella de rock que aún te queda. ¿Funciona con las chicas?

- Desde luego.- Yamato rio y volvió a mirarla con un deje de arrogancia que empezaba a molestar a Mimi, poniéndola a la defensiva.

- Debe de funcionar bien cuando has venido a la boda de tu hermano sin pareja.

- Habla la que se ha dedicado toda la noche a espantar hombres como moscas.- Sin embargo el rubio parecía inmune a todos sus ataques.- Yolie no te lo ha puesto nada fácil hoy, ¿no?.

Mimi se llevo las manos al rostro con cansancio, recordando al último tipo que había insistido pesadamente con una cita.- No me lo recuerdes…, que vergüenza… No quiero ni imaginar lo que les habrá dicho.

- Solo halagos. Aunque no creo que hiciera falta la intervención de Yolie esta noche.- La joven se destapó los ojos y se dio cuenta de que Yamato estaba algo más cerca y la miraba con sus ojos azules brillando, como un niño pequeño cuando hace una fechoría.- Tu vestido rojo hizo todo el trabajo.

Aquella última frase la dijo con la voz aún más ronca de lo normal y Mimi sintió su cuerpo arder.

No sabía si era por el alcohol, por el cigarro o por toda aquella situación juntos. Yamato estaba demasiado atractivo, demasiado cerca y ese tono de voz no la estaba ayudando nada. Casi era incapaz de pensar con claridad y una alarma sonaba en su cabeza peligrosamente. Debían de ser los meses de abstinencia sexual. ¡Si, exacto!

Pensó que debía pagarle con la misma moneda.

- ¿Algún problema con mi vestido rojo, Yamato?.- Pregunto Ella en un susurro que hizo que la mueca divertida del Ishida desapareciera de su rostro. Dejándole completamente serio mientras acercaba su rostro otro centímetro más al de la castaña.

- Buena pregunta…, creo que si tengo un problema con el.- Contesto también en susurros, sorprendiendo a Mimi que no esperaba que le siguiera el juego. En el fondo de su alma pensaba que el rubio saldría corriendo si seguían por ese camino, pero Yamato no parecía querer retroceder.- Esta demasiado seco.

La joven pestañeo desconcertada.- ¿Como…?

Pero ya fue demasiado tarde.

Sintió un empujón en la espalda y poco después se encontraba bajo el agua templada de la piscina, completamente atónita. Al salir a la superficie seguía aun sin creer que Yamato la hubiera empujado al agua, cogió aire con fuerza y le miro como si hubiera visto un fantasma, mientras el rubio reía intentando no hacer demasiado escándalo. Era inconcebible lo que acababa de ocurrir y de repente Mimi Tachikawa solo tenía pensamientos homicidas hacia su amigo. Apretó la mandíbula con fuerza y sabiendo que no tendría suficiente fuerza para arrastrarlo a la piscina, hizo lo único que se le ocurrió.

Levantó ambos brazos y salpico tan fuerte que dejo completamente empapado a Yamato que había parado de reírse de repente, mientras observaba como su camisa de botones blanca se volvía transparente y su cabello chorreaba agua, luego observo el cigarro en su mano que ya no tenía salvación.

- ¿Te has vuelto loca?.- Intento molestarse, pero la risa volvió a poseerle e hizo lo que Mimi menos esperaba.

Yamato Ishida tiro el cigarro al suelo, se quito la camisa dejando ver su bien entrenado torso y dejando paralizada a Mimi, en el momento en que se dio cuenta de que estaba dispuesto a entrar con ella en la piscina. Justo en el momento en el que el joven se tiro al agua Mimi tuvo una reacción impulsiva, sabiendo que aquello no podía acabar bien. Si no salía de esa piscina algo pasaría a lo que Ella no podría resistirse, conocía esa sensación.

Nado hasta el otro extremo de la piscina observando por el rabillo del ojo como Yamato volvía a la superficie y la buscaba con la mirada, mientras su cabello rubio empapado le caía sobre el rostro.

- Si no te conociera creería que estas huyendo de mí.- Dijo él, mitad broma mitad verdad.

Mimi llegó en ese momento justo al borde de cerámica de la piscina, observándole con curiosidad.- ¿Y si estoy huyendo de ti?

- Entonces me preguntaría a que le tienes miedo.

- Te haría la misma pregunta.- Susurro Ella, pegando su espalda por completo a la pared de la piscina.

Yamato la miró por primera vez en toda al noche serio. Como si estuviera hablando de alguno de sus temas espaciales, manteniendo la distancia que los separaba.

- Ahora mismo no le tengo miedo a nada. De hecho, creo que lo que tengo es curiosidad.

La castaña parpadeo, quedándose petrificada en su posición.- ¿Curiosidad?

- Si, curiosidad.- Ishida empezó a acercarse poco a poco, como un depredador acechando a su presa.- Y creo que tu también la tienes. Si no ya habrías salido ofendida del agua.

- Yo no tengo nada...- Mintió la castaña, sin poder mover un músculo.

No hubo respuesta por parte de Yamato que siguió acercándose lentamente hacía ella, mirándola directamente con sus ojos azules y paralizándola por completo. Su raciocinio le decía que aquella situación era absurda, después de todo eran amigos de toda la vida y jamás habían tenido ningún tipo de acercamiento de ese tipo. Quizás alguna que otra mirada cómplice aquel verano en Europa, pero Mimi nunca se hubiera atrevido a pensar más allá. Y allí estaba, atrapada en una especie de película sin sentido de la que parecía no querer escapar.

Se maldijo mil veces a sí misma por no ser lo suficientemente fuerte, sobre todo en el momento en que Yamato la alcanzo y sin tocarle un pelo se quedo observándola tan de cerca que sentía su aliento cálido y con olor a cigarro en la nariz. Si hubiera estado de pie en tierra firme las rodillas le hubieran castañeado de emoción por esa mirada.

- ¿Aún quieres huir de mí?.- Le pregunto él, dándole una ultima oportunidad de irse.

- ¿Quieres que huya?.- Preguntó de vuelta sin saber de donde había salido aquello. Debía de estar loca, sí.

Definitivamente el rubio no quería que se fuera.

La agarro de la cintura pegando sus cuerpo bajo el agua haciendo que una corriente eléctrica corriera por todo su cuerpo, dejándola sin aliento. Se había olvidado de respirar, sólo podía observar aquella mirada azul que parecía comérsela. Luego noto sus labios sobre los suyos y ya no supo más.

Al principio del beso se agarro de sus antebrazos como si fuera a ahogarse, tensa por la impulsividad del momento. Cuando Yamato se adentro en su boca agarrándola por la nuca perdió por completo la fuerza que le quedaba y se colgó instintivamente de sus hombros. Aquel beso fue sin duda alguna el mejor que le habían dado en mucho tiempo y aquello debió de pensar también el rubio, que la soltó por unos segundos de golpe para mirarla de nuevo. Parecía que sorprendido.

Mimi sólo soltó un gemido lastimero al notar que él ponía distancia y abrió los ojos algo confundida y cegada por la pasión. Cuando vio el ceño fruncido de Yamato pensó que efectivamente había sido un error y él lo acababa de comprobar. Esa milésima de segundo le resulto dolorosa, porque a ella si le había gustado su beso y su corazón palpitaba desbocado de miedo y emoción al mismo tiempo. Si Yamato la rechazaba en ese momento, no sabría como mirarle nunca más. Ni a su hermano, ni a su madre, ni a nadie...

Lo que ocurrió fue aún menos esperado.

El rubio la agarro aún más fuerte de la nuca y llevo su mano más debajo de su espalda, agarrándola con suavidad de uno de sus glúteos y pegándola a su cuerpo completamente. Luego volvió a besarla aún con más pasión que la primera vez y Mimi volvió a gemir, pero esta vez de placer. No sabría decir cuanto tiempo estuvieron devorándose en el agua, disfrutando del sabor del otro. Las manos de Mimi volaban tímidamente por el cuerpo del rubio y Yamato tampoco se quedaba atrás. Cada vez hacía más calor.

Cuando él empezó a besarle el cuello y los hombros supo que estaba perdida. Le dejaría hacer con ella lo que quisiera, porque estaba viviendo el momento mas intenso, sexualmente hablando, de su vida.

Y tenía que admitirlo, le gustaba. Le gustaba Yamato, su perfecto y entrenado cuerpo, su suave cabello y la manera en que la besaba.

Yamato la agarro de los muslos haciendo que ella le rodeara la cadera con sus piernas, pegando sus partes intimas lo suficiente para que ella notara lo mucho que al rubio le estaba gustando también ese momento. Luego empezó a subirle el dichoso vestido rojo para tocar directamente su piel.

- Hemos perdido la cabeza.- Susurro Ella inconscientemente, mientras sentía sus besos bajar hasta uno de sus pechos.

- Ya lo creo.- Yamato soltó un gruñido al dejar el pequeño pecho blanco de Mimi libre de ropa, antes de empezar a devorarlo.- He deseado quitarte este vestido desde que te vi esta mañana.

- Yamato.- Gimió Ella sorprendida no sólo por sus palabras, si no por lo que sus labios estaban logrando con su cuerpo.

Yamato volvió a adueñarse de su boca con fiereza, acallando su gemido con uno propio.

Mimi terminó perdiendo el control sobre su cuerpo con ello. Nada era suficiente, era lo único que pensaba en ese momento, si se podría llamar a aquello pensar. Su piel vibraba por donde el rubio la tocaba o besaba y le dio igual todo lo demás. Se sorprendió al buscar la hebilla de su pantalón y notar lo grande que era, nunca se había parado a pensar en el tamaño que tendría por supuesto, pero no se hubiera esperado algo así. Yamato la ayudo con la tarea de dejarle sin ropa interior y poco después arrancó sus tangas negras de un tirón, rozando su entrada con una suavidad que la desespero.

No sabía lo mucho que lo había necesitado hasta que el rubio la llevo al borde de la locura aplazando el momento de entrar en ella, mientras le daba pequeños besos en las mejillas mojadas, en el cuello…

- Dios mío, Yamato…- Susurró al notar como Él entraba un poco para volver a salir.- ¿Que intentas hacer conmigo?

- Quiero que lo desees.- Le dijo al oído, apretándola mas contra él.

- Te voy a matar si no lo haces ya.

Por respuesta escucho una pequeña risa, luego la beso profundo y noto como él la penetraba lentamente.

Al principio dolió un poco, por culpa de su larga abstinencia, pero Yamato consiguió hacerla olvidar a base de caricias bien planeadas y besos húmedos. No supo cuanto tiempo pasaron allí dentro, ni cuantas veces lo hicieron después de la primera. Sólo sabía que no quería que acabara y no quería pensar en el mañana. No quería pensar en absolutamente nada, ni preocuparse por nada. Al día siguiente tendría suficiente tiempo para pensar si se había vuelto loca de remate.

Por como el cielo oscuro empezaba a iluminarse dedujo que amanecería dentro de poco. Aún así las estrellas brillaban con fuerza y aquello era con una gran diferencia la noche más bonita que había disfrutado. Aún sin pensamientos de remordimiento en su mente se encontraba echada en el césped del jardín, con el vestido rojo empapado y mal puesto y compartiendo un cigarro con Yamato que estaba echado a su lado, observando también el firmamento. A veces le contaba detalles interesantes sobre astrología, otras veces ella decía simplemente lo que se le pasaba por la cabeza, pero casi todo el tiempo disfrutaban del silencio sin sentirse incómodos. Algo que jamás había sentido con nadie.

Pestañeo al darse cuenta de que el sol no tardaría en salir y con ello acabaría toda la magia. Volverían a ser Yamato y Mimi.

Se sentó de golpe llamando la atención del rubio y le miro con cansancio, sin saber que decir exactamente, pero segura de que uno de los dos tenía que despedirse.

- Nunca olvidaré esta noche.- Le susurró con una sonrisa.- Pero me temo que tenemos que volver a la realidad.

Yamato se incorporo lentamente y acerco su rostro demasiado al de la castaña.- Parece que tienes razón…

Mimi decidió tener por una vez tomar la iniciativa y le dio un beso casto en los labios, en realidad tenía planeada otra cosa, pero así era ella.- Gracias, y buenas noches. Supongo que no hay que decir que será nuestro pequeño secreto.

No obtuvo respuesta, pero lo aceptó como una afirmación.

Se puso de pie y busco sus zapatos con desesperación, deseando que nadie estuviera despierto cuando entrara en el hotel.

- Mimi.- Escuchó su nombre a sus espaldas. Yamato la miraba desde su posición mientras humo salía de su boca.- Yo tampoco la olvidaré.

No pudo evitar sonreír como una tonta y sonrojarse, como si tuviera 13 años. Por suerte para ella era aún suficientemente oscuro y no creía que él lo hubiera notado. Encontró sus zapatos al lado del borde de la piscina y camino rápido y de puntillas en dirección a la entrada del restaurante. No quería entrar por la entrada principal porque seguro que el recepcionista de noche estaría aún allí.

Consiguió llegar al segundo piso donde se encontraba su habitación sin encontrarse con nadie. Todos habían quedado para almorzar sobre la 1 del mediodía para que cada uno pudiera disfrutar de su resaca como quisiera y en ese momento estaba mas que agradecida por la brillante idea, posiblemente de Tai o de Daisuke. Cerró la puerta de su habitación y lo primero que hizo fue dejar caer sus zapatos de tacón al suelo. Corrió hacia la ventana y corrió las cortinas quedando en completa oscuridad, luego se desnudo y se metió en la cama con el corazón latiéndole a mil por hora.

Si no fuera por las agujetas que empezaba a tener en su parte intima creería que había sido todo un sueño, uno muy caliente. Jamás en su vida se hubiera imaginado que algo así podría pasarle, y mucho menos con Yamato. No es que no lo considerara guapo, que lo era, ni que no hubiera tenido alguna vez curiosidad en como sabrían sus besos. Las semanas que pasaron en Europa años atrás se había preguntado inocentemente ese tipo de cosas, sin ninguna intención. Los Ishidas siempre habían estado prohibidos de alguna manera, Takeru porque era como su hermano pequeño, Yamato porque alguna vez 10 años atrás había salido con Sora por unos meses y además era del grupo de amigos, por lo que lo descartaban como hombre disponible para su entender.

Tampoco había esperado nunca que el rubio estuviera interesado lo más mínimo en ella.

Aunque aquello no era importante.

Cuando despertara todo volvería a la normalidad. Ella volvería en un par de días a América y todo se quedaría en sus recuerdos. Un bonito y grandioso recuerdo de las locuras de su juventud.

Aún así no quería pensar que sería la primera y última vez que volvería a notar aquellos brazos definidos rodeándola, aquella boca que la hacía temblar…

Sus ojos empezaron a cerrarse y el último pensamiento que tuvo antes de caer rendida fue la visión de unos ojos azules.

Cuando volvió a abrir sus ojos miel lo primero que hizo fue preguntarse que había hecho. El pequeño ataque de pánico duro sólo de camino a la ducha y mientras notaban las gotas de agua fría resbalándole por el cuerpo se acordó de la maravillosa experiencia que había sido y aceptó que lo hubiera hecho una y mil veces, por mucho que su conciencia se empeñara en decirle que aquello estaba mal.

¿Porque estaba mal? Había pasado una noche espontanea y placentera con un amigo de la infancia, que además de atractivo parecía tener un gran talento en el sexo.

Además no tenían ninguna relación amorosa ni responsabilidades así que hoy la vida seguiría su ritmo y nadie jamás se enteraría. Porque estaba seguro que Yamato no iría por ahí contando lo que había pasado. No tendrían que escribirse mensajes románticos, ni hacer planes de futuro y de alguna manera aquello la tranquilizaba.

Cero estrés.

Aquella había sido su decisión unos días antes. Dejar de sentirse presionada y disfrutar de la vida tal y como llegaba.

Se puso un vestido veraniego largo de color amarillo pálido con tirantes cruzados a la espalda y decidió que era hora de volver a la vida real y encontrarse con sus amigos para comer.

En el comedor del Hotel ya se oía el alboroto de los invitados, y entre las voces pudo reconocer la de Yolie quejándose de que no hablaran tan alto. Posiblemente por la resaca que traía del día anterior.

Sus amigos se repartían en distintas mesas mientras disfrutaban del Buffet de mediodía.

Takeru y Hikari no estaban en la sala porque habían salido temprano a su luna de miel, de la familia solo se encontraban los padres de ambos compartiendo una mesa. Se sorprendió buscando al rubio mayor y se reprocho enseguida ese hecho. Con energías renovadas se sentó a la mesa donde Yolie bebía litros de jugo de naranja, junto a un Tai que se cogía la cabeza y se pasaba hielo por el cuello. Daisuke a su lado no parecía en mejor estado, pero al menos no había perdido el apetito y tenía un plato lleno delante.

- Vaya cuadro.- Sonrió Ella cogiendo una silla vacía al lado de Yolie.- ¿Donde están los demás?

- Los que no tienen resaca están en la piscina.- Dijo su amiga con voz ronca.- ¿Porque has tardado tanto?, ¿Y porque no tienes resaca? No es justo…

Mimi se encogió de hombros, sirviéndose un vaso con jugo de naranja.- No bebí tanto como parece, pero estaba realmente cansada.

- ¿Como no se puede beber "tanto" en una boda?.- Rio Daisuke.- ¿Para eso se casa la gente, no?

- Pues con esa teoría me sorprende que sigas sin pedirle matrimonio a Harumi.- Esta vez pareció que Tai había resucitado.- Creo que soy capas de comer algo…

- Te acompaño al Buffet. Muero de hambre.- La castaña se puso de pie al mismo tiempo que Tai.

Después de echarle un vistazo a la mesa de buffet llena de deliciosa comida cambió el color en la cara del moreno y empezó a llenarse el plato con todo lo posible. Mimi también moría de hambre y siempre terminaba contagiada del buen humor de Taichi. Entre risas terminaron llenando otro plato con postres y cuando regresaron a la mesa se dieron cuenta de que Harumi, la novia de Daisuke, y Yamato entraban desde la puerta de la piscina con el cabello mojado, toalla en mano y bromeando sobre algo.

Mimi perdió el paso por un segundo al ver los ojos azules de Ishida, que la observaban mientras iban hacia la mesa. No pudo evitar girar la cabeza hacía Tai, intentando ignorarlo.

Era estúpido ponerse nerviosa, se suponía que no había pasado y que no pasaría nunca más. Llegaron demasiado rápido a la mesa, para su gusto.

Harumi, una morena de ojos oscuros muy tierna, se sentó junto a Daisuke dándole un beso en la mejilla.- Un baño en la piscina te sentara bien, cariño.

- No pienso moverme de aquí hasta terminar mi tercer plato.- Respondió Él, cansado.

- Eres un bruto.- Yolie se masajeo las cienes lentamente.

- ¿Que tal la piscina, Yamato?.- Pregunto Tai con la boca llena, haciendo que la castaña volviera a centrar su atención en él.

No podía creer que el rubio estuviera tan fresco como una lechuga y encima sonriente. ¿Desde cuando Yamato Ishida desprendía esa aura positiva?

- El agua esta buenísima.- Respondió el susodicho, sentándose junto a Tai y llenándose un vaso con agua.- Pero no tan buena como anoche.

Mimi casi se atraganto con un trozo de pan con aquel comentario, por suerte nadie recayó en ello. ¿Desde cuando Yamato Ishida tenía también humor?

- ¿Estuviste nadando desnudo por la noche, o que?.- Rio Taichi, sin esperar que su broma fuera verdad.

- Deberías probarlo.- Le giño un ojo a su mejor amigo.

El resto de la conversación fue una incógnita para Mimi porque tras esa respuesta solo oía sirenas de alarma en su cabeza. Para su propia suerte las bromas con Yamato nadando desnudo en la piscina terminaron rápido y empezaron a hablar de lo bonito que había sido el día anterior y lo contentos que se habían ido Takeru y Hikari a su luna de miel en Tailandia. Pronto empezó a sentirse de nuevo cómoda en presencia del rubio y éste pareció volver a comportarse como el Ishida que siempre había conocido. De vez en cuando sus miradas se cruzaban sobre las copas de agua y de zumos de frutas por accidente, o eso creía Ella.

Sora y Ken volvieron al poco tiempo de la piscina y entonces llegó el momento de hacer las maletas y volver a la ciudad.

Ella volvería con Tai y Sora a su casa en Odaiba y al día siguiente iría a visitar a sus abuelos antes de volver a América. Mientras bajaba con la maleta al Lobby del Hotel sonreía complacida por las maravillosas vacaciones que había tenido y empezaba a notar que llegaban a su fin. Odiaba los últimos días de vacaciones en Japón porque se ponía tan melancólica que incluso se detenía a pensar si debería volver a vivir en su país natal. Se pegaba todo el vuelo de vuelta a Nueva York lloriqueando y con cara larga, pero dos días después de su vuelta siempre volvía a su estado normal, y se alegraba de vivir en la gran ciudad.

En el Lobby estaban ya despidiéndose la mayoría del grupo e intento como siempre no soltar lagrimitas cuando empezaron los abrazos y buenos deseos. Intento tampoco pensar que probablemente no los vería hasta el año siguiente para sus próximas vacaciones y cuando volvería para conocer al nuevo miembro de la familia Yagami. La peor parte llego al despedirse de Yolie y Ken porque ellos aprovecharían para quedarse un par de días más en el hotel y hacer algo de senderismo en las montañas.

- ¡No puedo creer que te vayas de nuevo!.- Sollozo la peli morada.

- Todavía estoy esperando que vengas a visitarme, Yolie.- Mimi la apretó fuerte en un abrazo.- ¡Espero que vengas pronto!, ¡Siempre eres bienvenida en casa!

- ¡Veré si puedo ir antes de navidad a verte!

- Mimi llevaré tu maleta al coche.- Le anunció Tai, luego le dio dos besos a Yolie como despedida.- ¡Disfruten de sus vacaciones!, Nos vemos cuando vuelvan.

Ken también se acerco para despedirse con un abrazo.- Mándanos un mensaje cuando llegues a casa, Mimi. Te visitaremos pronto, ¡prometido!

- ¡Muchas gracias, Ken!.- Le devolvió el abrazo.

Luego le toco el turno a Joe, Kouchiro y el resto. Intento ser rápida y no demasiado sentimental, prometiéndose mentalmente que los vería en algunos meses. Espero a que Sora y Tai se despidieran de Daisuke y Harumi que se habían mudado también a Tokyo, mientras suspiraba profundamente al sentir todo el amor y amistad que desprendían sus amigos, sintiéndose agradecida por tenerles en su vida.

Sintió a alguien muy cerca de su espalda y se giró pensando en que había olvidado despedirse de alguien, encontrándose directamente con Yamato que la miraba tranquilo, poniéndola nerviosa a Ella.

- Hey…- Dijo Mimi automáticamente, sintiendo que empezaban a temblarle las manos.- ¿Te vuelves a Tokyo ya?

- Mi padre y yo volvemos juntos esta noche.- Informo el rubio con media sonrisa.- El lunes tenemos que volver a trabajar. ¿Te quedas aún en casa de Taichi?

- Solo hasta mañana. Pasaré dos días en casa de mis abuelos y luego vuelvo a casa.

- Es una pena.- La cogió suavemente de los antebrazos para darle un beso en la mejilla.- Creía que nada podía superar el vestido rojo, pero el amarillo no te queda nada mal.

Noto como el calor le subía a la cara de golpe y como la lengua se le trababa, como si se hubiera tomado dos tequilas de golpe.- Supongo que…, ¿gracias?, Yo tampoco sabía que tenías ese humor sarcástico y debo admitir que te queda muy bien.

- ¿Lo dices por el comentario de nadar desnudo de noche?.- Rio el rubio, muy cerca. Demasiado cerca, pensó Mimi.- Es la pura verdad, además nadie me pregunto si estaba acompañado.

- ¿Me hubieras delatado, Ishida?.- Pregunto en un susurro.

- No es mi estilo, aunque me hubiera encantado verte sonrojada como ahora.- Él le giño un ojo con coquetería y se fue alejando.- Buen viaje, Mimi Tachikawa.

No sabía si odiarlo, porque aunque sabía que solo estaba bromeando y quitándole peso al asunto que compartían, la estaba poniendo realmente nerviosa. Y aquello no tenía sentido.

Taichi llegó para darle un abrazo al rubio y después de las despedidas fue a sentarse al coche para volver a Odaiba. No hubieron mas palabras con Yamato, ni siquiera lo vio en la entrada cuando el coche arranco. Y cuanto más se alejaban del Hotel mas despacio volvía a latir su corazón. Volvía a recuperar el control de sus emociones.

Había sido una boda maravillosa, en general unas vacaciones perfectas. Jamás olvidaría tampoco la noche que había compartido con Yamato, pero eso había sido. Una noche.

Cuando volvió a sentarse en el avión se dio cuenta que la vida continuaba y que en América la esperaban su querido trabajo, amigos y sus padres para continuar con la rutina y una gran parte de ella se alegraba de volver a casa. Yamato le escribió justo antes de embarcar un mensaje deseándole un buen vuelo que la sorprendió por un momento y al que entonces no pudo contestar, preguntándose que era lo que quería y para que de repente. No solían mandarse mensajes a sus teléfonos privados, como mucho por Facebook o Instagram.

Al llegar a su apartamento en Manhattan y tras hablar con su madre y con Michael se acordó entonces de nuevo del mensaje de Yamato y decidió que solo podía ser un mensaje inofensivo y amable por parte de su amigo. El estaba en Tokyo y Ella de vuelta en América, y probablemente no hablarían más hasta que Ella volviera el año siguiente a casa de los Yagami. Contesto agradecida y decidió desconectar para descansar después de tal largo viaje. Al día siguiente empezaba de nuevo a trabajar y probablemente le costaría un par de días recuperarse del Jet lag, por lo que era buena idea intentar dormir a una hora normal.

Se dejo dormir con las buenas vibraciones que le quedaban de aquellos días de relax en Japón y sintiéndose llena y positiva, sin darse cuenta de que tenía un mensaje de buenas noches en su teléfono móvil.

FIN DEL CAPÍTULO

Notas de la Autora:

Bienvenidos a mi nueva historia queridos lectoras y lectores.

¡Primero desearles una feliz navidad y prospero año nuevo!

Aquí les presento una historia basada en la pareja Mimi - Yamato, inspirada en la propia vida, la rutina, amistades, circunstancias... Como llegados a una cierta edad nos damos cuenta de que todo no salió como lo planeamos y como el destino nos sorprende a cada momento. Espero que la disfruten y que me ayuden a seguir escribiéndola con sus mensajes y comentarios.

Saludos,

Miss Löwenhertz