TE AMO.
Nuestro viaje terminó hace algunos años atrás y con ello el sufrimiento que cada uno de mis compañeros y yo vivimos, la señorita Kagome volvió inmediatamente a su época, nosotros no tuvimos la oportunidad de despedirnos, el único que pudo fue el testarudo de Inuyasha, quién en este tiempo se ha sentido triste y solo, aunque él lo oculta de los demás o eso es lo que cree, cada vez que quiero sacar el tema lo evade con su típico bufido. El pequeño Shippo ha estado entrenando muy duro para ser un youkai muy fuerte.
Sango y yo formalizamos nuestra relación, hoy me mando traer el agua, es algo pesada, así que me detuve a descansar y heme aquí, veo pasar a algunos aldeanos con sus hijos, también puedo observar hermosas señoritas caminar de aquí para allá… Hace mucho tiempo que no cortejo a una jovencita, ahora que recuerdo, la última vez que lo hice Sango me golpeo tan fuerte que no pude moverme en un mes, ¡oh sí! Lo recuerdo como si hubiese sido ayer. Pero en estos momentos no está ella y una oportunidad así no se presenta dos veces en la vida.
Me levanto del lugar en el que me encuentro, comienzo a caminar rumbo hacia donde se localizan las señoritas, una de ellas me ve con aquellos ojos color azul cielo, me sonríe tan angelicalmente, las otras la siguen con la mirada, vaya que sí son bellas, no puedo evitarlo, está en mi naturaleza; se aproximan a mí, me rodean con sus pulcras figuras, yo me acerco a cada una y le agarro las manos a cada una, les pido que tengan un hijo conmigo, observo como todas se sonrojan, yo sé que soy irresistible…
No sé porqué de repente la imagen de ella viene a mi cabeza, su cara está enojada, veo como le sale un aura negra, eso me da mucho miedo, de repente distingo una pequeña lágrima escurrir por su delicada mejilla, ¿acaso está llorando?
Cuando vuelvo al mundo real, mi vista se fija en aquellas doncellas, las cuales me observaban con una cara de preocupación, supongo que lo que mi mente vio recién, es la imagen que tantas veces oteé en el pasado; no quiero que se vuelva a sentir así, dirijo mi mirada a las muchachas, les pido una disculpa y me retiro de aquel lugar, es un poco difícil hacerlo, pero es necesario.
Vuelvo al lugar en donde deje el recipiente con agua que me pidieron, me inclino, recojo el utensilio, lo pongo en mis hombros y comienzo a caminar…
Ingreso a la aldea, logro distinguir a mi preciosa Sango, le grito que ya estoy de regreso, ella voltea y me sonríe, como amo esa sonrisa, me reúno a su lado dejo la vasija a un lado de nosotros, la abrazo por la cintura y la acerco a mí, deposito un suave beso en sus labios y le susurró en el oído un simple… "Te amo".
