Hi there!
We're in that special time of the year and like last year I want to share a beautiful Christmas story with you, this one is from the amazing author, ericastwilight. Thank you so much for allowing the translation of this story hun! Thanks for your trust! :)
¡Hola!
Estamos en esa época especial del año y como el año pasado, quiero compartir una historia de Navidad con ustedes, esta es de la increíble autora, ericastwilight. ¡Muchas gracias por permitir la traducción de esta historia, cariño! ¡Gracias por tu confianza! :)
Como siempre les recuerdo que nada me pertenece, los personajes son de Stephanie Meyer y la Hermosa historia es de ericastwilight, yo solo traduzco.
No podia fallar mi fiel compañera y Beta, Erica Castelo que siempre me ayuda para dejar mis traducciones más lindas :D ¡Gracias por los jalones de orejas!
Capítulo Uno – El nuevo vecino
Edward Cullen arrojó su chaqueta a un lado maldiciendo a la nieve que cubría uno de sus zapatos. El invierno era una de las peores estaciones para él. Las mujeres usaban demasiada ropa, estaba el trabajo diario de raspar el hielo del parabrisas de tu coche, y junto con el clima venía los intolerables días de fiesta.
La primera advertencia era el cambio en las hojas a los colores cálidos del otoño. Esas hojas de brillantes colores les costaban a los contribuyentes un montón de dinero cuando saturaban las alcantarillas y las calles. Poco tiempo después, se cocinaban pavos y jamones, o se recocían, y atiborraban las gargantas de millones por todo el país mientras veían la televisión y caían en un coma alimenticio.
Había una estampida por regalos a precios increíbles el siguiente día, por lo general demasiado buenos para ser verdad, lo que solo servía para sacar lo peor de las personas. Cada año las noticias estaban plagadas con algún incidente en alguna tienda departamental, donde otra persona lastimó a alguien por un espacio en la fila o un producto.
Cerca, frente a una tienda local, alguien fue electrocutado con una pistola eléctrica en un viernes negro tres días antes y por un maldito teléfono caro. Eso le asqueaba.
Edward odiaba cada segundo del tiempo desde el inicio de noviembre hasta unos días después de la primera semana de enero. Solo para tener unas cuantas semanas hasta que el Día de San Valentín lo asaltara. ¿A cuántas prostitutas y sus clientes ha arrestado ese día de fiesta cuando trabajó en G Street, años antes?
Demasiados y alrededor de la mitad estaban casados.
En su línea de trabajo, había visto lo que la temporada sacaba a relucir de las personas. Nunca era fácil ser policía, pero un detective a menudo veía lo peor de ello, sobre todo durante los días de fiesta.
Las vacaciones de dos días que había tomado para mudarse a su nuevo departamento terminaron antes cuando su capitán lo llamó. Había un ladrón en el área con un modus operandi que encajaba con varios casos sin resolver del año pasado. Había esperado que los responsables simplemente hubieran pasado a algo más, ya que por meses no hubo actividad, no tendría tanta suerte.
Se sirvió una bebida vaciándola igual de rápido. Mientras se preparaba otra, sus ojos estaban en la acera debajo de su ventana, oculto detrás de una gruesa cortina. En los últimos minutos, su mirada siguió a una mujer con largo cabello suelto color azabache, con un abrigo rojo puesto. Se destacaba entre un mar de blanco, gris y negro.
"Sobresale como una mosca en la leche," refunfuñó, tomándose de un trago otra bebida y alejándose de la ventana.
Los últimos tres días, había visto a la mujer e hizo lo que mejor hacía, observar y analizar. Vivía en su edificio, aunque en cuál piso no estaba seguro. Desde donde estaba, no podía decir si era hermosa, pero había una sonrisa en su rostro cada segundo que la observaba. No estaba seguro que tuviera otra expresión.
Ella a menudo se detenía para hablar con alguien en la calle, y voluntariamente esta gente se acercaba a ella. En ocasiones, podía verla cantando o silbando siguiendo su camino de una forma demasiado alegre.
Él odiaba a las personas que trataban de contagiar a otros con su felicidad. ¿Y qué hay con los abrigos rojos, de todos modos? A menudo se preguntaba. Cada vez que la veía, llevaba puesto uno diferente y botas a juego.
Culpaba a su atuendo el hecho de haberla notado. ¿Cómo podría alguien ignorar tanto rojo? Lo que lo encabronaba era que siquiera la hubiese notado. Claro, él siempre estaba consciente de su entorno y eso era por ser policía. El hecho de que la buscaba diariamente, le molestaba como nunca.
Cuando la mujer en cuestión desapareció bajo el alero de su edificio, cerró las cortinas y decidió que era mejor continuar sus bebidas con algo de comida. Antes de ordenar algo, recordó que había olvidado revisar su buzón. Se maldijo a sí mismo durante todos los tres tramos de escaleras abajo y se negó a creer que eligió ese momento en particular para bajar. Desde luego no fue con la esperanza de ver a la mujer de cerca por primera vez.
Sin embargo, se encaminó hacia su buzón, y ella no se veía por ningún lado. Trató de tomarse tanto tiempo como fuera posible sin verse obvio. Alguna otra persona igual de animada probablemente la detuvo en los escalones de entrada.
"Probablemente viajan en grupos," se dijo a sí mismo. Tal vez emigraban unos a otros. Después de otro minuto, se dio por vencido y subió las escaleras.
De vuelta en su departamento, estaba de un humor de perros con una mísera comida de un calzone (1) calentado en el microondas mientras esperaba su comida china. Después de diez minutos de estúpida televisión de realidad, determinó que necesitaba cambiar de canal.
En serio, ¿quién ve esta mierda? Aquí estoy, rompiéndome el trasero a diario por unos míseros treinta mil al año y estas personas que hacen licores caseros reciben el doble de la cadena televisiva.
Después de ver eso, también determinó que pronto necesitaría otra bebida. Antes de que pudiera hacer lo que pensó, escuchó la música que se filtraba desde la dirección del departamento al otro lado del pasillo. Eso por lo general no le molestaría en lo más mínimo; él a menudo tocaba algo de música mientras hacía ejercicio en su departamento.
Sin embargo, la mierda que su vecino estaba escuchado era música de Navidad.
La mujer que le mostró el departamento dijo que su vecino al otro lado del pasillo estaba de vacaciones en alguna parte por un mes. Era obvio que alguien estaba ahí ahora. Tal vez debería revisar, considerando todos los robos en el área.
Edward rodó los ojos ante lo que estaba pensando. "No pondrían música de Navidad, pendejo." De ninguna manera soportaría la música por mucho tiempo.
El timbre lo asustó. Maldiciendo, le habló bruscamente al repartidor cuando le respondió y abrió la puerta de su departamento para esperar su comida.
La puerta del departamento de su vecino estaba abierta. Una cálida luz dorada emitía un suave resplandor, un decadente aroma a manzana y canela salía del interior como un faro prometiendo delicias maravillosas. Lo atrajo al pasillo, los aromas eran tentadores, aunque los sonidos viniendo del interior del departamento lo irritaban.
Recargándose en el marco de su puerta, esperó, deseando un vistazo de su nuevo vecino. Edward vio un destello de rojo, antes de que la puerta se abriera más, dándole el vistazo, que había esperado ver por tres días.
La mujer con el abrigo rojo y su nuevo vecino eran el mismo.
Ella no lo había visto cuando se movió para agarrar una enorme bolsa de plástico de un vivo color verde junto a su puerta. Completamente ajena a su mirada, tarareó al ritmo de la música, balanceando su trasero de un lado al otro bailando.
Casi parecía como una maldita invitación a mirar.
Él se negó a morder el anzuelo, su deseo por verla ahora estaba desapareciendo por completo cuando se dio cuenta que ella era literalmente una representación de la señorita Navidad. Había pensado que el color rojo simplemente era un color que le gustaba. Se horrorizó al descubrir que no solo le gustaba el color, sino que se vestía de acuerdo al día de fiesta.
Le echó un vistazo a su bonito rostro en forma de corazón y su boca jodidamente sexy, solo cuando vio que llevaba puestos unos pendientes de bastones de caramelo… que titilaban con verdaderas luces miniatura. Sus botas de piel color rojo le llegaban justo por encima de sus tobillos, con suela de plataforma, correas rojas y hebillas doradas, con un cascabel colgando de cada una. Unos leggings abrazaban cada curva en negro, y en la abertura de su abrigo, podía ver un suéter de color crema adornado con copos de nieve de lentejuela.
Por el rabillo de su ojo, vio aparecer al repartidor, con una bolsa blanca con el logo de Hong Kong's Bowl que estaba bajando la calle. El chico, probablemente con apenas dieciséis años y con acné cubriendo la mayor parte de su rostro; tenía sus ojos fijos en el trasero de la mujer.
Aclaró su garganta, llamando la atención del pedazo de mierda.
"Señor Cullen," dijo, también aclarándose la garganta. "Tengo su orden."
Con un sobresaltado "Oh," la vecina de Edward finalmente se dio cuenta que ya no estaba sola, girándose para mirarlo. "Hola," dijo con una sonrisa, viéndolo pagar por su comida. Él solo le ofreció una mirada y se movió hacia su puerta sin una palabra.
"Hola, Mike."
Ella procedió como si él no la hubiera ignorado deliberadamente. El chico se sonrojó cuando al parecer ella sabía su nombre.
"Hola, señorita Navidad." El chico tuvo problemas para sacar el cambio de Edward. Él estaba tentado a dejarlo que se quedara con los diez dólares extra.
Mike se fue después de murmurar su despedida cuando Edward metió su cambio en su bolsillo.
"Lo siento. No he tenido tiempo de venir a presentarme," declaró ella con una carcajada, una que provocó que sus ojos se abrieran e iluminaran. "He estado muy ocupada últimamente." Colocó la bolsa que sostenía justo al entrar por su puerta, quitándose un guante negro y extendiendo su mano al mismo tiempo que se acercaba a él. "Tengo adentro algo de pie de manzana caliente recién salido del horno. ¿Te gustaría entrar y comer una rebanada? También tengo café."
Era una tentadora invitación, pero la luz cayó sobre su suéter en el ángulo correcto. Las luces se reflejaron desde su brillante suéter, recordándole, que ella era la personificación del maldito día de fiesta que él despreciaba.
Su actitud amable lo irritaba. Nadie debería ser así de dulce y que le gustara tanto la Navidad. Sin decir una palabra, entró a su departamento, ignorando su expresión de confusión, y estrelló la puerta en su rostro.
(1) El calzone es una especialidad de la cocina italiana originaria de Nápoles, derivando de la pizza napolitana y de la focacciabarese. Elaborada de forma similar a la pizza en un horno pero completamente cerrado por una masa (como una empanada), suele estar relleno de queso (generalmente mozzarella y ricotta, pero algunas variedades contienen parmesano, provolone, o un queso local sustitutivo), carne molida, vegetales, etc.
¡Les presento al Grinch! Bastante antipático el tipo, ¿no creen? No solo odia la Navidad sino todas las fiestas, y la pobre señorita Navidad se llevó un portazo en la cara solo por amar la Navidad. ¿Cuál será la reacción de Bella? ¿Qué harían ustedes si se encontraran a alguien como Edward? Ya veremos cómo se llevan estos dos. Espero que les guste esta traducción adecuada para estas fechas y por supuesto, espero que me regalen sus palabras de agradecimiento y opinión en un review. De su respuesta depende la publicación del fic, espero que lo disfruten ;)
