-Sabes a que he venido -se limitó a decir antes de que el otro siquiera hubiese advertido su presencia.
She Li se giró y ante él apareció una cara conocida.
Sus miradas se atravesaron y el de pelo gris no flaqueo. Aunque cualquiera que hubiese tenido a He Cheng de frente lo hubiese hecho, She Li era diferente.
-Sabes a que he venido -afirmo repitiendo la frase.
No hubo contestación por parte de She Li y la reacción no se hizo de esperar. He Cheng con una velocidad pasmosa lo empotro contra la pared que había detrás , cogiéndole del cuello con una de sus manos. Ahora el de cabello gris estaba contra una pared aprisionado y con la garganta estrujada. Respiro con dificultar y apenas y podía coger aliento.
-No voy a matarte todavía -hablo con neutralidad He Cheng -Eso depende de ti -añadió provocando una sonrisa en el otro.
Cheng aflojo el agarre solo un poco, el suficiente como para que She Li pudiese hablar.
-Grandiosa bienvenida -dijo burlón.
-No estoy para fiestas -siguió hablando serio. Su aura desprendía peligrosidad por todas partes pero a She Li pareció no importarle -No vuelvas a meterte con los amigos de mi hermano.
-¿Es una amenaza? -pregunto divirtiéndose con el escenario y de como Cheng estaba de alterado por algo que había provocado él.
Cheng le ignoró y tan solo volvió hablar soltándole del todo.
-No volveré a advertirte.
La sonrisa de She Li se ensancho y empezó con lo que mejor se le daba hacer, provocar.
-Así que ahora eres el perro faldero de esa panda de desgraciados -comento y Cheng simplemente volvió a fijar su mirada hacia la suya.
Para She Li todo aquello no era más que un juego. No tenía nada que perder, nadie a quien perder. Simplemente era él y el mundo. Nada era importante, pelearse o meterse en follones era su día a día. Había lidiado con los peores matones del instituto, con bandas callejeras e incluso algún tipo de la mafia. No tenía reparos y no iba con medias tintas. Aunque sabía que ese hombre era diferente a todos, no iba a hacer una excepción.
-Debí haberte cortado la lengua cuando tuve la oportunidad -sentenció Cheng advirtiendo que era tiempo perdido querer entablar una conversación con él -Lástima.
-Ya me conoces. Y a mi lengua también -expuso juguetón pero el semblante de Cheng ni se inmutó -Es precisamente tu hermano quien siempre está tocándome los cojones.
-No estás a la altura de alguien como él -sabía todo lo manipulador y retorcido que podía llegar a ser She Li -Limítate a estar en tu ratonera y déjalos en paz.
-¿Y si no quiero qué?
-No es una opción. Es una orden mía ¿Te ha quedado claro? -pronunció esta vez autoritario.
-Creo que no ¿Me lo repites?
Cheng volvió a ir hacía él pero esta vez despacio y con suma tranquilidad, She Li no retrocedió, le espero hasta que estuvo casi pegado a su cuerpo.
-Cuando tienes la boca ocupada y no hablas es cuando más me gustas -no iba a conseguir nada con palabras duras por eso como ya le conocía, cambió su actitud -Te vuelves encantador.
She Li se hecho a reír.
-Muérete.
-Solo si tú te mueres conmigo.
She Li cambió esta vez su sonriente cara a una más seria cuando se dio cuenta de que (y como había pasado en otras ocasiones) de ninguna manera llegaba a sentirse ganador cuando se trataba de él. Siempre sabía qué y cómo contestarle, no era tan divertido como con otra gente a la que podía pisotear sin más. Con él eso nunca pasaba, al contrario. Se las devolvía de tal manera que le hacía sentirse inquieto.
-Corta el rollo y pírate. Me pone de mala hostia verte la cara tanto tiempo -soltó un poco ofuscado.
-Y yo que tenía pensado invitarte a cenar.
-Vete a infierno.
De pronto los papeles se habían invertido y ahora resultaba que el provocador ya no vacilaba. Le molestaba cuando Cheng cogía esa actitud hipócrita haciendo un papel que no le correspondía y diciéndole cosas con doble intención. Para él era un maldito cabrón. Quiso tomar distancia pero Cheng no le dejo y lo cogió de la muñeca.
-No te pongas tenso. ¿No te gustaría?
Había dado en el clavo. No era novedad para Cheng que ese intento de malote de cabello grisáceo le tenía ganas y si podía aprovecharse de eso lo haría. En otras ocasiones ya habían "tonteado" y lo había confirmado del todo.
-Mejor si te pasa un camión por encima y desapareces -mascullo siendo consciente de que estaba perdiendo la tranquilidad que solía tener.
-Qué dulce. ¿Sabes lo que de verdad me gustaría a mí? ¿Eh? ¿Lo sabes? -pronunció roncamente acercando su boca hasta su oído consiguiente que She Li terminase por paralizarse del todo.
No volvió a decir nada más, tan solo se quedo varios segundos en esa posición para finalmente volver a distanciarse sutilmente. She Li se desespero y lo cogió por la camiseta negra que traía puesta. Desafiante, con rabia.
-Asqueroso hijo de puta.
-El hijo de puta que te gusta -She Li al escucharle decir aquello se sintió atacado y su cara lo reflejo, abriendo los ojos más de lo habitual -Incluso los tipos como tú tienen sentimientos ¿No es así?
-No flipes. Eres un mierdas, nadie se fijaría nunca en ti -quiso contraatacar pero sin salirle como esperaba.
-Por lo visto tú sí. ¿Tan desesperado estás?
She Li le escupió en la cara mandando a tomar por culo cualquiera advertencia de su cerebro de no hacerlo. He Cheng hizo presión encima de su hombro y She Li acabo cayendo sobre sus rodillas y aunque quiso ponerse en pie, Cheng no le dejo intensificando su fuerza. Por supuesto era superior a la suya y se lo hizo saber.
-¿Vas a seguir siendo un completo imbécil? -dijo Cheng mirándole desde arriba -Tienes potencial y lo desaprovechas de esa manera -quiso ser sincero.
Y sí, lo tenía y eso era lo que pensaba Cheng pero She Li de todas maneras era un demonio solitario que nunca había aceptado ser capturado o atajar reglas.
-Eso no es asunto tuyo.
-Tienes razón, no es asunto mío -se quito la camiseta dejando al descubierto su espectacular figura y con ella se limpio el escupitajo que le había dejado She Li en la mejilla. Poco después se la lanzo a la cara a She Li -Toma, un recuerdo.
-Quién quiere esta mierda -She Li la tiro a un lado al momento.
-No la laves.
-¿Qué? -She Li que se había incorporado presenció como se alejaba -¡Eh tú!
¿Qué demonios le pasaba por la cabeza a ese gilipollas? Esa pregunta fue la que se formuló inmediatamente después de toda esa situación.
Hecho la vista atrás y se dispuso a volver a sus cosas. Agradeció que estuviese en un sito alejado de la multitud, uno de esos callejones a las afueras de la ciudad en donde le gustaba aislarse para estar solo.
Se paro al lado de la camiseta negra que aún estaba tirada en el suelo y le paso por encima siguiendo su camino. Cinco segundos después y volviendo la vista atrás volvió hacía ella.
¡Maldita sea!
La recogió y recordó lo que le había dicho. ¿Qué no la lavase? Ahora entendía el porqué. Olía fuertemente a él. Se la puso encima del hombro y siguió caminando.
¡No lo soporto!
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