Disclaimer: Haikyū! no me pertenece. Es propiedad de Furudate Haruichi y Shōnen Jump.
Advertencia: El presente escrito pertenece a un concurso realizado en en FC de Kenma, cuenta con esta primera parte y una segunda, y posible tercera, en proceso. Argumento desarrollado en el mundo de Haikyū! creado por Furudate y el prototipo de AU de Soulmates.
Campo de girasoles
Kenma
La primera vez que se hizo un tatuaje para cubrir su marca de nacimiento fue cuando tuvo el dinero suficiente. Comenzó a ahorrar desde que sus padres le explicaron qué significaba ese girasol pintado en su espalda baja. No es que odiara todo el tema de las almas gemelas o que despotricara contra el universo, y quisiera saber la razón por la cual él era uno de aquellos que milagrosamente eran conscientes de la existencia de otra persona en el mundo que estaba destinado a él, que encajarían de manera maravillosamente perfecta. No. Es sólo que le asqueaba un poco la certeza de ser parte de algo ya pre-determinado.
No era muy grande, era fácil de tapar, y usar la excusa de "me pareció bonito como para tatuarme". Lo más difícil fue cuando sus padres y Kuroo notaron lo que hizo. Los primeros, enloquecieron un poco. Su madre fue la que se inclinó al lado más romántico diciéndole que esto sólo haría las cosas más difíciles para su alma gemela, ¿cómo se identificaban ahora si él iba y alteraba la marca que ambos comparten? Su padre derivó en lo esotérico y sólo le dijo que nadie podía escapar a su destino.
Kuroo, por otro lado, lo comprendió y lo apoyó.
Kenma no estaba seguro de si era por su larga amistad, o porque podía compartir la sensación de ser atado a algo sin decisión alguna… o por algo más. No quería pensar mucho en eso, cada vez que lo hacía terminaba con dolor de cabeza y un sentimiento de incomodidad. Lo importante era que su mejor amigo era un pilar fundamental en su vida.
Sólo vivió su vida como un chico normal, con problemas de sociabilización, introvertido, una inteligencia no tan común y una persona destinada a conocer y amar. Aunque se permitía omitir un tanto lo último. Kozume debe reconocer que una parte de él, negada por sí mismo, estaba aliviada. No considera que tenga la suficiente fuerza emocional como para soportar un corazón roto por culpa del amor. La existencia de esa otra persona en el mundo cerca suyo, le garantizaba que tendría a alguien junto a él sin reservas. La otra parte de él, la que lo dominaba, estaba aterrada. No podía imaginar ni quería que llegara el momento de que cualquier extraño cambiara todo su mundo.
—Kenma, hoy también debes dar todo tu esfuerzo en la práctica, ¡eh!
Una voz enérgica fue lo primero que escuchó el chico pudín al despertar. Kuroo tomó la absolutamente nada agradable costumbre de despertarlo todos los días con un grito para llevarlo arrastrando a la práctica matutina del equipo. Esta vez sólo se había dormido en el camino a Sendai, no eran muchas horas de viaje desde Tokio pero nunca le ha animado participar de la semana del Campamento de Entrenamiento. El cansancio es mucho más continuo.
El teléfono celular era lo único que tenía como distracción en este momento, y tal vez el culpable de que se perdiera en primer lugar. Quizás si hubiera prestado más atención al camino y la voz de Kuroo en vez de preocuparse del score del juego, no estaría perdido ahora mismo.
—¿Qué haces?
Kenma saltó un poco por el asombro a la voz desconocida. Se giró para encontrar al extraño hablante, un chico un poco más bajo que él con una mirada tan grande y brillante que lo sorprendió.
—Eh… ah… ¿me perdí…?
—¿Eh? ¿viniste aquí de una parte distinta de Japón?
—Sí —Kenma respondía mirando al chico y a su celular al mismo tiempo.
El único sonido que se escuchaba era el viento que pasaba y el sonido del juego del chico rubio. El otro se agachó para quedar a su altura y acercándose más a él para observar cómo jugaba y preguntarle si era realmente entretenido. Kozume volvió a dar un salto entre susto y sorpresa ante los repentinos gritos de emoción del bajito junto a él.
—¡¿Juegas volleyball?! —la mirada dirigida a sus zapatillas que sobresalían de su bolso en el suelo fue suficiente explicación para la pregunta del niño. Al parecer también era un jugador de un club.
—Soy Hinata Shōyō.
En ese momento Kenma lo notó. En la polera blanca de Hinata sobresalían, casi como gritando, letras negras que indicaban su pertenencia al Instituto Karasuno. Pensó que era una suerte de encuentro gracioso del destino encontrarse con él antes de que se realizara el partido de práctica programado. Se lo quedó mirando unos segundos debatiendo si decirle o no quién era, o más bien, de dónde venía.
—Kozume…
—¿Kozume? ¿ese es tu nombre?
—Kozume… Kenma —las palabras salían de a poco, sumado a su casi nulo interés en las relaciones sociales, sucedía que este tampoco era un encuentro cualquiera.
Le resultó gracioso las formas cómo reaccionaba el pelinaranjo, prácticamente saltaba ante cada cosa que le respondía. No fue extraño saber que era menor que él pero era sólo un año, de manera que no lo encontró muy importante. Lo que llamó su atención fue su expresión al contarle que era defensa central (MB), no se veía muy emocionado por ello, tal vez un complejo por su estatura.
Kenma sabía que algo estaba sucediendo entre ellos cuando le preguntó a que escuela pertenecía. Su mirada se había agudizado y la de Hinata se tornó un poco más oscura. No estaba seguro si quería responderle, pero Kuroo los interrumpió antes de decir cualquier cosa.
Su amigo tenía cierto instinto, ¿gatuno?, para llegar en los momentos que no sabe si descifrar como adecuados o no. Antes de desparecer de su vista, volteó y se despidió.
—Hasta la próxima vez, Shōyō.
El nombre del chico en sus labios tuvo un sabor extraño.
Ya en el partido, Kenma entendió porque se sentía emocionado después de su encuentro con Shōyō en la calle. Podía ver en el pequeño de Karasuno un potencial que aún no habían explotado, tal vez porque sus compañeros no lo notaron o no sabían cómo manejarlo. Pero lo podía sentir. Hinata era más que el "kanabo" del "oni", podía llegar a ser un demonio tan temible como el otro pelinegro.
Kozume no es de aquellos que llaman la atención en un partido o en un grupo de gente, todo lo contrario al pelinaranja en cualquier situación. Tetsurō siempre le ha dicho que tiene buenos ojos y un buen juicio para analizar a los demás, dentro y fuera de la cancha, lo que ayuda bastante cundo acuden a él por opinión táctica. Pero esta vez, más allá de ver los puntos débiles del equipo contrario o del combo 9-10 de los cuervos, el chico no sabe exactamente qué, pero siente que algo se le escapa acerca de Hinata. De todas formas, no lo conoce lo suficiente aún. El partido apenas lleva su primer set.
Aprendió rápido que Shōyō no es un chico ni un jugador cualquiera. Esa mirada y esa sonrisa después de que Inuoka lo bloqueara tantas veces disparó una corriente eléctrica por todo su cuerpo. Esa sensación se esparció por toda la cancha, pudo percibirlo. Algo parecido a la excitación y anticipación comenzó a expandirse por su ser. Era notorio que Hinata era un jugador inestable aún, pero ya al final del partido, de los tres partidos, tuvo la certeza de que era especial.
—La próxima vez definitivamente te haremos pelear con uñas y dientes. Y cuando les ganemos... ¡Haré que digas «que frustrante» o «fue divertido», o cualquier cosa excepto «nada en particular»!
A Kenma seguía asustándole la efusividad del otro chico, pasado el mini infarto por sus gritos, sonrió levemente y simplemente le dijo que esperaría por ello. Intercambiaron sus números telefónicos puesto que ya era seguro que se verían nuevamente en un próximo partido. Esa sensación de cosquillas recorriendo por su cuerpo volvió a hacerse presente.
Antes de tomar el tren de regreso a Tokio, volteó hacia atrás para admirar el paisaje de Sendai sin estar seguro realmente de qué esperaba ver.
Unas semanas después del Campamento de Entrenamiento, Kenma volvió a tatuarse. Siguió la misma línea con la que ya había cubierto el girasol marcado en su piel. Al final simplemente terminó cubriendo su espalda baja de girasoles, como si estuvieran creciendo hacia arriba y se enredaran de forma ascendente en su piel. Su madre le pidió que no terminara con girasoles en todo el cuello y brazos.
Él sólo quería hacer algo que borrara o tapara la marca pero la chica que lo tatuó dijo que eso no era posible. Ella misma lo había intentado y no importaba cuanta tinta negra pusiera encima de la marca, esta no se impregnaba en su piel. Le dedicó una sonrisa triste mientras le sugería hacer "un campo de girasoles" donde nadie pudiera distinguir el original ni adivinar que era una marca de un soulmate, sino que pareciera un simple tatuaje más.
La idea le pareció práctica.
Cuando al día siguiente, en el camerino del club de volleyball de la Preparatoria Nekoma, los compañeros de Kozume notaron que había añadido más flores a su espalda, hubo un pequeño escándalo.
—¡Kenma! ¡ahora tienes el pelo teñido y estás lleno de tatuajes! ¡Eres todo un rebelde! Hahahaha —Tora se reía mientras molestaba al chico. Los demás carcajeaban con la idea de ver al chico pudín como un adolescente rebelde.
—¡Es como un yakuza! —Inuoka lo miraba con un admiración infantil, causando aún más risas.
Mientras los demás rodeaban al rubio pidiéndole tocar su tatuaje o preguntándole si dolía, si se iba a hacer más; Kuroo y Yaku se miraron entre ellos un tanto preocupados. Del equipo, sólo ellos dos sabían realmente qué significado había detrás de esas flores amarillas en la espalda de su amigo. A parte de la familia Kozume, ellos dos y Akaashi, nadie más tenía conocimiento de ello.
El hecho de que el número de las flores aumentara no era cualquier cosa, Kenma sólo lo hubiera hecho si estaba relacionado con esa persona. Ahora un pequeño ramo de girasoles adornaba la espalda de su amigo y ellos sabían perfectamente cuán doloroso era para él someterse a eso. Una vez, días después de la primera vez que lo hizo, comenzó a sangrar de la nada en medio de la práctica. Llevaba horas con dolor en la zona del tatuaje pero no dijo nada, cuando lo increparon simplemente contestó que al parecer tenía la piel muy delgada y no era completamente apta para realizarse tatuajes o perforaciones. Cuando Kuroo, ante esto, le recriminó el haberse hecho uno a pesar de eso, la mirada de Kenma calló cualquier palabra más que quisiese decir. Simplemente le dijo «Tardará más en cicatrizar y yo gastaré más en pomada para la piel».
Tetsurō nunca más dijo algo respecto al tema, hasta ese momento.
Al terminar la práctica de ese día lunes, camino a casa, el mayor finalmente preguntó:
—¿Por qué?
—¿Qué cosa?
—¿Por qué ahora tienes más flores?
Kenma dejó de mirar la pantalla de su celular y miró Kuroo directamente a los ojos.
—Creí que no hablábamos de esto.
—Pues creo que ahora sí debemos hablarlo.
El pelinegro no parecía querer transar en esto, su tono era duro y severo. Su amigo se detuvo y volteó completamente hacia él, guardó el teléfono y esperó por las preguntas que sabía venían.
—No hay una razón específica.
—¿La conociste? ¿sabes quién es?
—¿Ah?
—La persona que se supone que es tu… tu alma gemela. No se me ocurre otro motivo realmente importante como para que quisieras cubrir tanto tu marca —dijo con una voz que no dejaba lugar a dudas, pero con una mirada que no sabía cómo interpretar, cargada con nostalgia y tristeza. —Cuando decidiste tatuarte, tres girasoles pequeños más eran suficientes para que tu marca pasara desapercibida, pero, Kenma, por dios, ahora tienes cinco más y me fijé que la chica te tatuó flores aún en capullo.
—Eres bastante observador. Y dices que yo tengo buen ojo.
—Hablo en serio, ¿de qué va todo esto? ¿cuál fue la necesidad de agregar más si nadie sabe qué significan o la ha visto?
El silencio se instauró entre ambos.
—¿La conociste?¿sabes quién es?
—No.
Kuroo lo miró asombrado, ¿y aliviado?, puesto que estaba seguro que esa era la razón. Esperó que el chico le contestara apropiadamente, pero pasaron los minutos y nada salía de su boca. Se acercó a él y tomó su mano y la apretó fuertemente.
—Tú ya sabes que puedes contar conmigo.
—Lo sé.
—¿Entonces?
—No… no es que tenga algo que decir. No tengo nada que decir. No sé quién es.
—¿Decidiste sufrir más sólo para adornar tu espalda?
—Es que… es… es sólo una sensación. Es difícil de justificar, pero es como si algo dentro de mí supiera quién es y me dice que está cerca, que vendrá. Es como un estúpido radar que me hace ser altamente consciente de todo esto y lo que significa que haya nacido… marcado. Es...extraño.
—¿Como si ya la hubieras conocido?
—Sí, supongo que sí.
El cerebro de Kuroo comenzó a trabajar a mil por hora. Y la conclusión a la que llegaba no le gustaba para nada.
—Tú sabes que mi mamá también nació con una marca de soulmate.
—Sí.
—Pero mi papá no es su alma gemela. Y están casados y existo yo.
—Sí… también lo sé.
El chico le había contado la historia de sus padres cuando Kenma supo finalmente lo que significaba ese girasol en su piel. La madre de Tetsurō nació con una nube pintada en su tobillo, nunca le prestó mayor interés simplemente esperando a que apareciera en su vida otra persona con una nube en su tobillo y estuvieran juntos. Pero eso nunca pasó, conoció al padre de su hijo y cuando ya se enamoró de él se dio cuenta que no era la persona "destinada". Su amigo siempre lo dice con las palabras exactas que ella lo relató: «No tengo necesidad de conocer a otra persona más que a tu padre, lo amo a él por quien es y él me ama por quien soy, no por un dibujo en su piel. ¿Si tengo miedo de que un día pueda conocer mi alma gemela? No lo creo, pero me daría pena si esa persona estuviera esperando por mí, porque ya no vale la pena».
De cierta forma, encontró coraje en la historia de la familia de su amigo. Para él era una prueba de que no todo tiene que estar pre-destinado, nada está escrito en piedra.
—No tienes que esperar a nadie. No tienes por qué amar a nadie sólo porque hay un girasol en su espalda. Puedes… puedes estar con alguien más-
—Kuro.
—Tú lo sabes, Kenma. Yo puedo-
—Kuro, no.
El mayor apretó un poco más fuerte su mano y la soltó. Respiró profundamente y volvió a mirarlo con esa sonrisa característica en su rostro y le dijo:
—No te preocupes demasiado por ello. Y tal vez debamos pasar a la farmacia a comprar pomada para ti.
Kenma no se preocupó del asunto. Hasta que llegó la semana de entrenamiento con Fukurodani, Shinzen y Ubugawa pero esta vez con un invitado especial: Karasuno.
Después de eso, Kenma tuvo en qué pensar.
En realidad lo primero que hizo fue pegarse una bofetada mental. Todas las señales estaban ahí pero él simplemente las ignoró o las tomó de otro modo. Era todo hasta casi literal.
Girasoles. Hinata. Shō-yō. Sol.
Shōyō era su alma gemela. Y eso explicaba muchas cosas, toda esa sensación que lo dominaba cada vez que lo veía o se mandaban mensajes. Esa emoción que sentía cada vez que estaban en un partido. Kuroo en forma de broma le había dicho que debía regalarle algo al pequeño número diez por despertar esa llama e interés por el juego en él. Al parecer despertó más que eso en realidad.
En realidad Kenma no era muy experto en el romance y tampoco le interesaba, por eso se asustó cuando se dio cuenta que tal vez lo que sentía por Hinata era más que sólo amistad. Lo notó a mitad de camino, sonreír tanto cada vez que recibía un mensaje suyo no era tan normal. Y tal vez eso era lo que le asustaba más. No era normal. Ambos eran hombres y la sociedad no admitía eso.
Y tampoco lo haría Hinata. El chico pudín lo notó apenas en el segundo día de la semana de entrenamiento. La nueva mánager de su equipo también miró directamente al sol y quedó encandilada con él. Y al parecer Shōyō no era ajeno a eso, podía ver cómo la miraba en medio de los partidos o cómo ella acudía a él con agua o con toallas cada vez que paraba a tomar aliento.
Lo cual hizo todo más desastroso cuando vio ese tatuaje en su espalda. Fue sólo casualidad que justo girara hacia el lado del gimnasio donde jugaban los chicos cuervos, sólo fue necesario un poco de viento creado por el impulso de su salto y lo notó. Un girasol brillante adornando su espalda baja. Apenas lo vio sintió un dolor en el estómago y el inicio de un ataque de pánico. Salió de inmediato del lugar.
Kuroo lo encontró sentado en el suelo, cerca de donde estaban las fuentes de agua para beber. Kenma estaba encogido en sí mismo con su cabeza hacia abajo casi escondida entre sus rodillas.
—¿Te sientes bien? ¿Estás enfermo? —el chico no contestó y simplemente movió su cabeza para negar.
—¿Lev hizo algo mal y te enojaste?
De nuevo silencio.
—¿Te hice algo yo? No, seguramente fue Lev. Sabes que él aún es como un niño, no puedes pedirle mucho, aún está aprendiendo todo, igual que el enano de Karasuno.
—Ugh.
Bueno, esa fue una reacción al fin. Pero no era lo esperado. El pelinegro lo miró con asombro.
—¿Pasó algo con el enano? Seguramente te agota que te pida tantos pases, pero si hasta su propio armador se los niega, el pequeño sólo quiere sacar toda la energía que lleva dentro. Haz un poco más de esfuerzo y entrena con él, es divertido para ti, ¿no?
Aunque ahora no respondió con silencio, el pequeño quejido de Kenma asustó a Kuroo.
—Kenma… estás… ¿estás llorando?
Se acercó hasta colocarse frente a él, agachándose para quedar a su altura. Tomó la cabeza del rubio con sus manos y obligó a que levantara su rostro para mirarlo a la cara. Un pequeño surco de lágrimas marcaban una delgada línea por sus mejillas. Tetsurō no sabía qué decir, había pasado mucho tiempo desde que vio a su amigo de esta forma.
—Es Shōyō.
—¿Qué? ¿el enano te hizo algo?
—No.
—Te prometo que no me importará que sea un niño, si te hizo algo yo-
—Shōyō es mi alma gemela.
Cuando la voz de Kenma se rompió al final de la frase, Kuroo sintió como su corazón también se quebraba. El menor volvió a esconder su rostro y el pelinegro sólo atinó a posar una mano en su cabeza y otra en su espalda mientras lo consolaba en un semi-abrazo. Él también había visto como se miraban el enano y la nueva asistente del equipo.
Kenma lloró de nuevo cuando acabó esa semana.
Y lloró aún más cuando decidió que Hinata Shōyō no significaría nada para él más que un enemigo en la cancha.
Cuando años después, una noche que se juntaron a comer y beber, Tetsurō, con bastantes tragos de sake encima, le preguntó por qué no hizo nada respecto a Hinata en el pasado.
—Hubieras sacado la carta de "somos almas gemelas" y ¡boom! Listo. Nadie lucha contra el destino.
—Kuro, tus padres "lucharon contra el destino" —el chico sólo miraba el vaso que sostenía entre sus dedos, sin estar seguro si eran los años o el alcohol lo que le hacía querer hablar de todo.
—Ellos son un caso especial. Están tan estúpidamente enamorados que no hay forma de separarlos. A veces es un poco asqueroso verlos juntos, ¿sabes?
El pelinegro extendió su mano hasta atrapar un mechón del cabello de Kenma, ahora negro nuevamente. Enredó sus dedos en el pelo del chico mientras le sonreía coquetamente.
—Deja eso —le golpeó suavemente la mano para quitarlo de encima. —No creo que a tu esposa le guste saber que estás coqueteando borracho conmigo de nuevo.
—No importa. Ella me entiende, también tiene un pequeño crush por ti.
Kozume se río un poco ante el intento de broma por parte de su amigo. Tomó otro trago y dejó el vaso en un golpe seco sobre la mesa.
—Creo que lo que sentí fue miedo.
—¿Uhm? ¿de qué?
—De todo. Era él, un amigo, un hombre, un rival, un chico ya enamorado de una chica.
—¿Por eso no me quisiste a mí tampoco? ¿porque soy hombre?
Y ahí estaba otra pregunta que estuvo atorada por años en su garganta y en su corazón.
—Puede ser. Pero no fue por eso. No podía perderte a ti.
—No entiendo —Kuroo bebió otro trago y llenó su vaso de inmediato, sabiendo que lo necesitaría nuevamente.
—No iba a estar contigo si no te amaba. Y si llegaba a amarte, no quería perderte cuando de repente apareciera mi alma gemela.
Tetsurō lo miró fijamente mientras volvía a tomar otro trago de alcohol. Respiró profundo ante el conocido ardor bajando por su garganta, y se atrevió:
—Pero supiste quién era y decidiste ocultárselo. Y yo estaba ahí a tu lado.
Kenma también bebió otro trago antes de responderle al hombre frente a él.
—Pero ya no había posibilidad de que te amara, ya amaba a alguien más.
Y ahí terminaba todo. Ambos sabían esto hace años pero nunca fueron capaces de ponerlo en palabras. Kuroo acabó saliendo con una chica que conoció en la universidad y Kozume terminó con un campo de girasoles pintado por toda su espalda y uno especial en la nuca. Él, en ese entonces, aún chico pudín, acompañó a su amigo a comprar el anillo de bodas y fue su padrino en la ceremonia. El pelinegro acompañó al otro chico cada vez que fue a agregar flores a su espalda cuando le llegaban noticias sobre Hinata por medio de Daichi o Bokuto, amigos del mayor.
Se bebieron todo el alcohol que pudieron comprar con el dinero que llevaban, una esposa embarazada y un gato por otro lado, consumían bastante de su presupuesto. Las noches de verano eran frescas, mientras el hombre casado se fue directamente a su hogar, Kenma decidió dar una vuelta y tal vez pasar a una tienda a comprar algo para el desayuno de mañana. Se amarró el cabello,ahora largo hasta cubrir sus hombros en un moño desaliñado. Metió sus manos en los bolsillos de su pantalón y no pudo resistir sacar su celular y jugar camino al establecimiento.
Al girar la calle, topó con alguien sin darse cuenta y soltó su teléfono que cayó directamente al suelo. Se agachó a recogerlo pidiendo al universo que no se hubiera quebrado la pantalla. Aliviado de ver que no le sucedió nada malo a su aparato, se giró para disculparse con el desconocido a quién chocó.
Sus ojos se abrieron de sorpresa al ver a Shōyō frente a él.
—Kenma…
Esa voz que hace años no escuchaba atravesó su alma y fue como si un fuego lo envolviera y lo quemara por completo, al mismo tiempo que un hielo lo congelaba en su lugar sin poder decir nada. La mirada del chico frente a él era difícil de descifrar, pero sin entender cómo, supo exactamente lo que pasaba por la mente del pelinaranja.
—Tú… tú… tu cuello. Eso, ¿eso es un girasol?
Y Kozume Kenma sintió como su mundo se tambaleaba una vez más.
*Notes:
-En el nombre de Shōyō, la parte de "yō" también puede ser leída como "sol".
-Los diálogos sacados del manga son de la traducción de "Hyaku Paradox no Fansub" y "Stand World no Fansub".
-Esto no quedó tan triste como esperaba.
16 de febrero 2018.
