¡Palabra número veintiocho del #FicToberES #FicToberES2017: #Antifaz! Ya estamos en la cuenta regresiva para el final del reto, ¡gracias a todos los que me acompañaron con sus lindos comentarios!

Disclaimer: Bleach y sus personajes son propiedad de Tite Kubo. Esta historia me pertenece.

Destino

Capítulo 1: Antifaz de hielo

Se sentía mareada, su cuerpo parecía estar flotando y ella no podía hacer nada. No sabía interpretar lo que pasaba a su alrededor, pero tenía la certeza de que alguien la estaba mirando, tan fijamente que parecía no observarla a ella sino a su alma.

Sus ojos se abrieron suavemente, como si solo estaría pestañando, observó el suelo con cuidado y notó unos relucientes azulejos blancos con un curioso detalle en azul, parecía una flor pintada. Quiso agacharse para tocarlo y al hacerlo notó en su mano un guante largo y beige, detuvo sus acciones y llevó ambas manos al frente para inspeccionarlas. Estaban iguales. Miró su ropa, tenía un hermoso vestido azul, ceñido en su cintura y con un volado digno de cuento de princesa. ¿Eso estaba bien? ¿Por qué no recordaba cómo debía estar vestida?

Esa última pregunta la hizo cuestionarse más cosas, el cómo llegó ahí, dónde estaba exactamente. Se volteó y notó que estaba sola, en la habitación solo había un sillón antiguo, las paredes tenían tapizado de papel rosa con las mismas flores azules del suelo. Su primera idea fue sentarse en el sillón y esperar, a que alguien fuera allí, a aclarar sus ideas; pero al pasar por enfrente de un espejo, que no había notado que había, vio que en realidad no era ella. No podía serlo, pues ella tenía ocho años y en el espejo se reflejaba una mujer.

Intuitivamente llevó su mano hasta su rostro, para acariciarlo, tocó su pelo que estaba recogido en un rodete con mechones a los costados. No entendía por qué sentía que se reconocía en esa mujer, pero algo de lo que ahora estaba segura era que estaba soñando. Volvió su vista al espejo, ésta vez para divisar el candelabro que iluminaba esa habitación, que parecía hecho de finos cristales, y la puerta, por la que de atreverse pasar encontraría respuestas.

Caminó lento, cayendo por primera vez en que estaba descalza, volteó un segundo para buscar algo con qué calzarse pero al encontrar solo zapatos de tacón optó por ir a pie, el vestido era largo y nadie lo notaría, y no podía enfermarse en un sueño.

Caminó por un pasillo, hasta encontrar un pequeño jardín, las vigas que sostenían el segundo piso de lo que parecía ser esa mansión, estaban cubiertos por enredaderas, el pasto era el más verde que nunca había visto y, aunque el sol no le dejaba ver con claridad, supo que las flores eran hermosas. Siguió su camino por aquel sendero, encontrando a la primera persona en ese lugar, pero no pudo hablarle pues su aspecto le daba un poco de miedo. Llevaba un traje normal, como si fuese un mayordomo elegante, pero tenía una máscara blanca sonriente que le hacía desconfiar.

El hombre hizo una pequeña reverencia antes de estirar su brazo velozmente, haciéndola retroceder unos pasos, pero entonces él abrió la puerta y fue cegada por una luz brillante, como si mirara al sol directamente, y cuando ésta se desvaneció se encontró a sí misma dentro de una fiesta, donde todos llevaban vestidos preciosos y exuberantes, de todos los colores que conocía; mientras que los hombres iban con toda clase de trajes, incluso había uno con un traje color rosa. Cada uno estaba con una pareja, bailando al ritmo de una música que ella no podía escuchar, aunque no había uno que no tuviera un antifaz en su rostro.

Incómoda, al estar sola, trató de avanzar hacia un costado pero en ese momento todos se detuvieron y giraron su vista hacia ella. Eso debía ser una pesadilla, los antifaces parecían quitarle lo humano a esas personas y eso estaba empezando a aterrarla. En ese momento todos hicieron dos bandos, dejando un camino entre ellos, por donde apareció un hombre vestido con un traje blanco, corbata azul y zapatos negros. Era el único que tenía zapatos, ahora que lo notaba. Y además, su antifaz era de puro hielo, de esos que emitían un vapor helado en vez de los que se derretían, como era lo esperado.

Al estar frente de ella, le tendió la mano. La muchacha estaba indecisa en si tomarla o no, pero sintió la presión de todas las miradas y aceptó, porque él no era aterrador sino todo lo contrario, le daba la sensación de que podía sacarla de allí. Pero no ocurrió, sino que hizo que la música llegara a sus oídos, que los murmullos se escucharan así como risas y conversaciones que para ella no tenían sentido.

Miró a su compañero, queriendo decirle que no sabía bailar, dándose cuenta que no podía hablar. Se desesperó, era como si alguien le estuviera cubriendo la boca, quería irse. Pero él no la dejaba, sino que la miraba fijamente o eso creía ya que su antifaz tenía unos vidrios que le impedían ver sus ojos.

De pronto la mano del chico fue hasta su bolsillo, sacando de él un antifaz azul, el cual llevaba lentamente hasta ella. Entonces lo supo, tuvo un presentimiento, él se dio cuenta que quería irse y la iba a despertar. Pero, una parte de ella no quería hacerlo, quería seguir bailando con él. Trató de memorizarlo, su cabello blanco, su altura… ¿qué más? ¿Qué otro detalle podía tener de él, podría verlo otra vez?

La niña despertó con gotas de sudor bajando por su frente, la cual hacía que sus cabellos se pegaran a su rostro, miró rápidamente sus manos para cerciorarse de que no tenían nada en ellas y al confirmarlo salió corriendo hacia la habitación de sus padres, llorando, ¡qué sueño había tenido, sin dudas no quería volver a dormir sola!

El sueño se repitió a lo largo de su vida, no quedó en su infancia, también en su adolescencia y la acompañó hasta la adultez. Había acudido muchos psicólogos para hacerlo cesar, pues no lo creía normal, pero nadie pudo resolver el problema así que se acostumbró a disfrutarlo. Se acostumbró a la compañía de aquel muchacho. ¿Era el destino que los estaba juntando? Ya se podía reconocer en el espejo, ella siempre fue esa mujer, ¿y él quién era?

Nuevamente en aquel lugar, en aquel sueño, estando éste por terminar el antifaz le fue colocado, como de costumbre, y fue solo un fugaz momento donde pudo ver por primera vez su rostro con claridad, él pareció sorprendido, ya que también pudo darse cuenta, pero con una expresión relajada y una voz que juraría nunca olvidar, él pronunció: "Despierta, Momo".

Continuará…

Sí, continuará. Pero no seré cruel, ahora ya pongo la continuación. Decidí separarlo en capítulos para poder utilizar dos palabras y que fuera válido. Aunque como mencioné en "Segunda oportunidad" no sé si cuenta por hacerlo consecutivo, en fin, ya qué XD si les gustó ésta primera parte e.e déjenme saber qué opinan antes de ir a la otra.