Capítulo Piloto; Primer día.
Podía ver aquel rostro frente a ella. Aquel rostro que tuvo frente a ella tantas veces. Podía sentir su propio cuerpo agitado ante la intrusión de su acompañante. Jadeó un par de veces. Su vista se concentraba en enfocar aquel rostro, pero sus propias palpitaciones hacían difícil la tarea. Se estremeció. Quería detenerla. Quería tomar el control. No quería sentirse débil. ¿Cómo hacerlo? No podía. Aquella chica no hacía nada más que cambiar todo lo que ella creía. No había forma. Miró sus labios con disimulo, ansiando que dieran una pizca de movilidad, una pizca de vida. Volvió a estremecerse. La pelirroja la volvía loca. A pesar de lo maravilloso que eso sonara, no lo era. Era como un ser inerte a su lado. Sin expresión. Sin movilidad.
Era obvio.
No era capaz de tenerla en verdad. Era demasiado cobarde. Solo era una imaginación suya.
Levantó el rostro de golpe, avergonzada de su mente que nuevamente le jugaba una mala pasada. Suspiró. Ya era demasiado usual todo aquello. Pensaba que era el café el culpable de esas imaginaciones, pero llevaba tomándolo de una manera diaria desde la universidad. No había ninguna razón para todo lo que le ocurría.
No.
Si lo había.
Anna Summers era la culpable.
Esa maldita Anna Summers.
Tocó sus labios en forma de reproche, mientras algunos de sus colegas entraban en aquel salón lleno de escritorios y papeles regados. Se regañó mentalmente. No solía ser así. No solía decir malas palabras.
Pero nuevamente, eso debía de ser culpa de Summers.
Todo empezó desde que inició en aquella universidad. No como estudiante, si no como tutora. Era un nuevo paso. Dejar la ciencia a rienda suelta y empezar a cultivar las mentes jóvenes. Quería ser alguien en la vida de los demás. Dejar una huella.
Pero quién diría que sería tan difícil.
Soltó un suspiro.
Estaba apartada de todos los profesores de la sede, no era muy social o comunicativa, además era la chica nueva, así que podía dejarse estar en paz. Sin que nadie la molestara.
Summers.
Una de sus primeras clases daba comienzo. Se sentía nerviosa. Las otras habían ido bien, aunque algunos de los temas de algunas asignaturas no eran de su total conocimiento, o no era tan cómodo para ella el dictarlas. Esta era la primera clase donde enseñaría lo que más sabia, lo que más le apasionaba.
La mente humana.
Tomó su bolso y avanzó hacia su destino. Tuvo suerte de tener esa asignatura, ya que el profesor que la dictaba terminó renunciando quien sabe por qué. Se sintió extrañamente bien con el suceso. Abrió la puerta del aula y entró. Una risa llegó a sus oídos, pero se limitó a ignorar su alrededor y caminar a su mesa. Apenas le dio una mirada rápida al salón que tenía al menos unos veinte alumnos. Sacó su ordenador y sus utensilios, dejándolos cuidadosamente en la mesa, aun con esas risas y burlas como sonido de ambiente.
Maldijo para sus adentros.
No quería tener que convivir con un payaso de clase, los odiaba un montón cuando estudiaba, no la dejaban escuchar y se distraía. Ahora molestaría en el avance de la clase.
Nuevamente esa risa.
Ahora la distraería también a ella.
Se levantó y se retiró su saco, dejándolo en la mesa. Tomó un marcador y empezó a escribir su nombre en la pizarra mientras la bulla empezaba a disminuir.
Se volteó y miró a los alumnos, como una gran masa de público. Aún tenía problemas con eso. Pero debía controlar sus nervios. Luego se acostumbraría con el tiempo. Carraspeo un poco, insegura de su elección de palabras.
-Soy Elsa Storm, y yo les dictaré esta asignatura.
Una pelirroja que estaba extrañamente cerca de la pizarra rio por lo bajo, y le dio una mirada a su compañero de al lado.
-Vamos a ver si al fin paso este maldito ramo.
Algunos de los compañeros rieron por lo bajo. La chica sonrió con mucho ánimo, rascándose la nuca, mientras sus mejillas pecosas se ponían rojizas. Sus ojos turquesa la miraron, con un dejo divertido y retador. Era linda. Aunque lamentara admitirlo.
Era una chica problema, podía notarlo.
Y ella iba a ser su payaso de la clase.
¿Que les ha parecido? Tuve esta idea hace mucho, pero que llegara a mi tan rápido en la madrugada era inexplicable.
No he escrito hace mas de año y medio, y estoy algo oxidada, espero poder seguir con este proyecto y que a los lectores les agrade.
Nos leemos pronto
